32. Snape y Los Merodeadores
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Los Merodeadores
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Tres horas después, Severus Snape salía a la fría noche de febrero notando la excitación recorrerle las entrañas. La luna llena brillaba ya en el oscuro cielo nocturno.
Si no se equivocaba, el plenilunio llegaría a su culmen a las doce y cuarto, de modo que tenía un cuarto de hora para llegar hasta el Sauce Boxeador y abrir el pasadizo tal y como le había escuchado decirle a Black al idiota de Pettigrew .
No había sido difícil escapar del castillo, había sido muy cuidadoso y, por suerte, no se había cruzado con nadie por el camino.
Cuando divisó el Sauce Boxeador en lo alto de una subida terrosa, bastante alejado del castillo, el corazón comenzó a latirle más deprisa. Estaba a escasos minutos de desenmascarar a ese híbrido. Lo que no llegaba a entender era por qué lo dejaban estudiar en Hogwarts. Era un espécimen peligroso y debería estar repudiado. El chico corrió los últimos metros, notando que empezaba a faltarle el aire cuando llegó al final de la cuesta. Se mantuvo quieto y alejado del árbol, observándolo con detenimiento. A continuación, alzó su varita y estaba a punto de separar los labios cuando alguien gritó a su espalda.
- ¡No lo hagas!
James Potter corría tan rápido que parecía volar. Su aspecto era sudoroso y su respiración, agitada. Severus giró de nuevo el rostro con la intención de lanzar el hechizo a toda prisa sobre el árbol.
- ¡Inmobilus! - Gritó.
El árbol, que se movía levemente mecido por el viento, se quedó totalmente paralizado y una especie de trampilla se abrió en su base. Snape pudo ver que el Gryffindor aminoró la velocidad de la marcha, quedando unos pasos tras él. Severus sonrió triunfante, así enseñaría a Potter que no era el único que se salía con la suya. Pero cuando fue a mirarlo vio el terror reflejado en los ojos del cazador. Volvió a mirar al frente, y en lugar de encontrarse a Remus Lupin, pudo ver dos grandes garras peludas que salían desde el tronco, agarrándose a la tierra para salir al exterior. Lo siguiente en aparecer fue una enorme cabeza de lobo con el pelaje pardo, que fue seguida por el resto del cuerpo. Un licántropo de al menos dos metros y medio los miró con sus ojos negros y peligrosos. Se apoyaba sobre sus patas traseras y enseñó los dientes, largos y afilados, como si fuese una sonrisa grotesca. El silencio no duró más de tres segundos exactos, mientras el híbrido los observaba con una chispa salvaje brillando en sus pupilas. Iba a comérselos allí mismo.
- ¡Corre! ¡Ve a por ayuda! - Le gritó James.
Severus dio un par de pasos vacilantes hacia atrás. Entonces el lobo se movió hacia él, y Severus comenzó a correr más deprisa. Estaba seguro de que iba a alcanzarlo con sus garras, y que sentiría sus dientes despedazándolo en cualquier momento, pero un hechizo impactó sobre la cabeza del lobo. El animal gruñó, fue un sonido que le nacía de más allá de la garganta, y giró sus fauces hacia James Potter.
- ¡Soy yo! - Gritó James, apuntando a Remus con su varita - No me obligues a hacer esto, Lunático...
Su voz sonaba ahogada y no pudo evitar que se le escapase un sollozo frustrado. James sabía que daba igual lo que dijese, Remus no podía reconocerlo. Sería capaz de matar a su mejor amigo sin darse cuenta, pero tontamente James se negaba a aceptar que aquello fuese así. En algún momento lo reconocería, ¿verdad? Tenía que poder hacerlo. Remus estaba dentro del lobo. Tenía que estar en alguna parte.
- Venga, Remus... - Murmuró James mientras continuaba caminando hacia atrás - Soy James...
Remus avanzó hacia él con paso lento y ligeramente encorvado, como si fuese a atacarlo de un momento a otro. El lobo le enseñó los dientes, soltando un rugido feroz
- Sé que puedes hacerlo, Remus. - Le dijo James, notando que una lágrima le corría por la mejilla - Estás ahí dentro.
Pero entonces, el licántropo se abalanzó sobre él. James fue rápido y le lanzó un confundus, pero eso no era suficiente para hacer frente a una bestia de aquel tamaño y con aquella fuerza. De hecho, lo único que consiguió fue enfurecerlo aún más. El lobo le propinó un fuerte golpe con uno de sus brazos terminados en garras y James notó que los pies se le separaban del suelo, y que volaba varios metros hacia atrás, hasta aterrizar sobre la hierba de espaldas
- Joder, Remus... Ya verás cuando te cuente esto mañana. - Dijo James, riendo lastimeramente.
El licántropo volvió a lanzarse contra él, pero esta vez James rodó sobre su propio cuerpo y le lanzó un hechizo de ataque que lo hizo retroceder. James aprovechó para ponerse en pie, pero Remus no le dio mucho tiempo. El licántropo volvió a empujarlo. Esta vez, James se estampó contra una roca cercana.
- Lunático... - Murmuró el chico, alzando su varita de nuevo contra él - ¡Petrificus Totallus! - Dijo James.
Pero estaba malherido y agotado, de modo que el hechizo impactó contra el lobo sin hacerle nada. James sabía que tenía que lanzar un buen desmaius si quería escapar de allí, pero no era tonto y también sabía que no tenía energía suficiente para realizarlo, de modo que intentó correr. Sacó fuerzas de donde no las tenía e intentó escapar de su amigo, pero notaba la respiración de Remus tras él. James rodeó uno de los árboles que se encontraban en el bosque y como Remus se encontraba totalmente obcecado en alcanzarlo, de modo que no le dio tiempo a frenar cuando James rodeó el tronco y se dio un cabezazo contra él.
El lobo gimió, dolorido, y James volvió a correr de camino al Sauce Boxeador. Tal vez pudiese esconderse dentro del pasadizo hasta que llegase alguien a rescatarlo.
Sirius también había sido atacado por el lobo dejándolo inconsciente y James, intentando despistar al lobo para que este no atacará a su amigo de nuevo, se encontraba ahora en una situación de vida o muerte.
James cayó de rodillas al suelo, sin respiración, totalmente asfixiado, y comenzó a llorar. Giró la cabeza para ver que Remus se había levantado del suelo y volvía a la carga. James volvió a ponerse en pie. No moriría esa noche, y menos aún a manos de uno de sus mejores amigos. El chico cerró los ojos un segundo. Alzó la varita con determinación y tomó aire.
- ¡DESMAIUS! - Bramó el chico con todas sus fuerzas.
El hechizo impactó de lleno contra la cara del licántropo, que corría en ese momento hacia él. El animal se quedó inmóvil un momento para, al segundo siguiente, caer al suelo como un peso muerto. James se dejó caer a sí mismo y antes de cerrar los ojos vio una criatura enorme con alas acercarse al lugar donde se encontraban ellos.
Lily Evans no podía estar quieta ni un segundo mientras esperaba fuera de la enfermería. Sirius, Peter y _____estaban dentro, pero la señora Pomfrey no había dejado pasar a nadie más. Esa mañana había sido de locos. En cuanto bajó los escalones hacia la Sala Común y vio a Sirius con el rostro triste, supo que algo no iba bien. Tenía ojeras, como si no hubiese dormido en toda la noche.
- ¿Te encuentras bien, Sirius? - Le había preguntado Lily.
Sirius permaneció totalmente quieto y callado, de modo que Lily empezó a preocuparse. Cuando por fin consiguió hacerlo hablar, a la chica se le encogió el estómago. James estaba malherido, en la enfermería, después de haberse enfrentado a Remus convertido en licántropo. Al parecer, Severus había ido hasta allí para averiguar si Remus era o no un hombre lobo. James había llegado justo a tiempo de ver cómo Severus abría el pasadizo que llevaba a la Casa de los Gritos, liberando a Remus, que ya se había transformado. Sirius le contó que todo había sido culpa suya. Que quería gastarle una broma a Snape para que dejase de meterse en sus asuntos, pero que no se había parado a pensar que aquello podía ser peligroso...
- Señorita Evans. - La señora Pomfrey la llamó desde la puerta.
Lily se apresuró a ponerse en pie. Sirius Black salió de la enfermería con gesto serio, seguido de Peter.
- Puede pasar. - Le dijo la enfermera.
La chica siguió a la mujer hasta el interior de la enfermería.
- ¿A quién viene a ver? - Preguntó la mujer.
- A Remus Lupin y James Potter. - Contestó la chica.
- El señor Lupin está dormido aún. - Le informó - El señor Potter está en aquella cama.
La mujer señaló una de las camas del fondo de donde, en ese preciso momento, salía Alina de detrás de la cortina que tapaba la cama
- Hola – dijo con voz triste
- ¿Cómo está? – preguntó Lily preocupada
- Compruébalo tu misma – dijo apartándose para dejar pasar a Lily. Tenía la intención de dejar a Lily a solas con James
Lily se acercó a la cama en la cual encontró a James tumbado bocarriba, con la cabeza ladeada. Sus ojos estaban entrecerrados, como si tuviese mucho sueño, y su respiración parecía fatigada. Pero lo peor era su aspecto. Su rostro estaba lleno de moratones. Tenía una ceja hinchada, un ojo completamente negro y cerrado, y una herida recorría su mejilla izquierda. Le habían vendado el hombro y el brazo derecho hasta el codo además de otro vendaje que le oprimía las costillas.
- No me digas que no estoy guapo. - Susurró James - Tendrías que haberme visto ayer...
Lily dejó de observar todas y cada una de sus heridas para mirarle a los ojos. Sus gafas reposaban sobre la mesita, y pareció leerle el pensamiento, porque al momento siguiente se las pidió.
- ¿Podrías ponerme las gafas? Sólo veo una mancha roja, que supongo que será tu pelo. - Volvió a murmurar casi sin aliento
La chica se acercó a la mesita, cogió las gafas para, colocarlas sobre la nariz de James.
- Mucho mejor. - Dijo James
- ¿Quién te ha dicho que estaba aquí? - Preguntó el chico.
- Sirius. - Contestó Lily
James tosió un poco y se mantuvo en silencio.
- Eres un estúpido James. - Dijo Lily, empezando a reaccionar después de haberse quedado muda de la impresión.
- Ya empezaba a echarte de menos. - Sonrió dolorosamente el chico - Me preguntaba cuánto tardarías en decirme lo imbécil que soy.
- ¿Cómo se te ocurre? - Lily frunció el ceño - ¿No podrías haber avisado a McGonagall, a Dumbledore... a mí?
- ¿A ti? - James cerró los ojos e intentó moverse un poco - Ni en mil años te hubiese llevado a ver a Remus así...
James suspiró con cansancio.
- ¿Qué pasó? - Preguntó Lily.
- Es bastante evidente que Remus me dio una paliza. - Sonrió James - Snape se dejó engañar por Sirius. - Explicó James - Pensó que sería divertido y que, de paso, le serviría de escarmiento para que no volviese a meter las narices en nuestros asuntos. Cuando llegué intenté pararlo, pero fue demasiado tarde, desoyó lo que le dije y abrió el pasadizo. Le grité que buscase ayuda y yo entretuve a Remus... - El muchacho soltó una débil carcajada - El sentido del humor de Sirius es un poco especial...
- No me lo puedo creer...
- ¿Has venido a verme o a echarme la bronca? - Preguntó el muchacho con diversión.
- A las dos cosas. - Contestó Lily resueltamente.
El chico sonrió.
- ¿Y qué le pasa a Remus? ¿Por qué está aquí y dormido?
- Tuvo una mala noche. - James conformó una mueca ladeada con los labios - Pero la señora Pomfrey asegura que sólo necesita descansar.
- Algún día conseguirás que te maten.
- Pero hasta ese día vendrás a visitarme a la enfermería. - Sonrió el chico.
- Pues tal vez no lo haga. - Lily se cruzó de brazos.
- Lo harás, porque estás loca por mí.
Lily tomó aire, haciendo acopio de paciencia. Los dedos de James rozaron los suyos débilmente. El muchacho miraba sus manos, a escasos centímetros de distancia. Le gustaría poder decir que aquello no le provocó la menor de las emociones, pero estaría mintiendo, porque un cosquilleo placentero y suave se le extendió desde las yemas de los dedos hasta el ombligo.
- Te agradezco mucho que hayas venido, Lily. - Murmuró el chico
- Tengo que irme. - Murmuró Lily, apartando la mano - Vendré más tarde.
- No te preocupes, estaré bien – dijo James con voz cansada – Dile a mi hermana que se vaya a descansar. Lleva toda la noche despierta cuidándome
- Lo haré – dijo Lily despidiéndose de él
Severus Snape fue hasta el despacho de Dumbledore en cuanto James Potter y Remus Lupin estuvieron en la enfermería. El director no lo miró en todo el trayecto y Severus tuvo miedo por un momento.
- ¿Y bien señor Snape? - Dumbledore se sentó en la silla que había tras su escritorio después de invitarlo a él mismo a tomar asiento - ¿Podría decirme por qué motivo salió usted de su cuarto a altas horas de la noche y se dirigió al Sauce Boxeador?
Severus tragó saliva. No sabía qué contestar. Dumbledore lo examinó por encima de los cristales de sus gafas de media luna y entrelazó sus manos sobre la mesa.
- Supongo que sospechaba algo de su compañero, el señor Lupin, ¿no es así? - Preguntó el director con tono calmado.
El muchacho asintió, pero no dijo nada más.
- Y supongo que tenía la intención de... darlo a conocer. Tengo entendido que no se lleva usted muy bien con el señor Lupin y sus amigos.
Severus se mantuvo quieto y callado.
- Tengo que advertirle de una cosa muy importante: lo que pretendía hacer usted, señor Snape, era deshonesto. Estoy al corriente del problema que padece su compañero. De hecho, fui personalmente a hablar con él para que viniese a este colegio y me he esforzado mucho en conseguir que nadie sepa lo que le sucede, no porque crea que es algo vergonzoso, sino por gente como usted. Personas que miran con recelo a aquellos que son como el señor Lupin ¿No cree usted que merece la oportunidad de estudiar en esta institución tanto como usted?
Severus permaneció en silencio, mirando las manos del anciano frente a él.
- Terminaré esta conversación advirtiéndole de que, si llegase a mis oídos que ha ido hablando del problema de su compañero, Remus Lupin no será el único expulsado.
Remordimiento. Podría decirse que eso fue lo que sintió Remus Lupin al contemplar a su amigo en la camilla de la enfermería. Sabía que no había sido a propósito, y sabía que James no le culpaba por lo ocurrido, pero no podía dejar de pensar que había estado a punto de matar a uno de sus amigos.
Después de asegurarse de que Lily Evans había abandonado la enfermería, Alina volvió a entrar y desde la puerta 'podía ver a su hermano intentando buscar una postura mejor para dormir.
- ¿Qué tal con Evans? – le preguntó a su hermano
- Pensaba que te habías ido a dormir como te había dicho - James miraba desafiante a su hermana
- Sabes que no te hago mucho caso
- Por desgracia, lo sé – dijo James con una sonrisa
- Sé que no es el mejor momento, pero necesito comentarte una cosa... - dijo sentándose en la cama donde se encontraba su hermano
- Claro, Qué ocurre?
- Pues... ayer por la mañana cuando iba a bajar a desayunar... me encontré con Longbotton y... creo que sabe algo de Regulus y Snape... ya sabes
- No te preocupes por eso – dijo James con un rostro más serio – El sabe de lo que habla
- ¿Ah sí? Eso es que ya lo sabe...
- Ajá. El por suerte ha conseguido acceder a la Orden y yo esperó hacerlo para el año que viene
- ¿La Orden?
- No le des importancia – dijo James intentando cambiar de tema
- Ya veo que la confianza conmigo es nula
- No es eso Alina... solo quiero que no te pase nada
-¿Y no crees que muchas veces me pones en peligro porque no me cuentas nunca nada? – dijo levantándose bruscamente y dejando a su hermano solo en compañía de un Lupin durmiente.
- ¡Deja de mirarme así! - Sonrió James comiendo con apetito las golosinas que Sirius y Peter le habían llevado hacía un momento - ¿Quieres una?... Sirius ha traído de todo. - Murmuró James
James se removió un poco en la cama, intentando ponerse cómodo, aunque le resultaba muy difícil con el brazo y las costillas vendadas y doloridas.
- Estoy deseando que llegue mañana para que Pomfrey me dé la patada. - Gruñó James - Lo único bueno que tiene estar aquí es que Lily viene a verme.
Remus sonrió de medio lado y balanceó los pies, observándose las rodillas con detenimiento.
- He hablado con Dumbledore. - Dijo Remus.
- ¿Ah sí? ¿Y qué se cuenta? - James dejó la bolsa sobre la mesita
- Me ha dicho que mi secreto está a salvo. Le hizo prometer a Snape que no lo diría. - Susurró Remus - Ojalá nada de esto hubiese pasado. Ojalá no hubiese venido aquí y...
- ¡Ey, ey, ey! - Exclamó James - Nada de esto ha sido culpa tuya, ¿me oyes?
- Lo siento. - Dijo Remus
- ¡Por cierto, Sirius me ha dicho que a finales de marzo o principios de abril podremos apuntarnos a las clases de Desaparición! No puedo creer que queden menos de tres semanas para cumplir los diecisiete.
Remus asintió con media sonrisa. Él tampoco podía creer que a partir de aquel verano pudiese hacer magia siempre que quisiera.
Remus Lupin recordaría hasta el final de su vida ese día. Recordaría por siempre la mirada de James en los momentos bajos, demasiados a lo largo de su vida. Se sorprendería incluso pasados unos años al pensar que James era mucho más maduro de lo que parecía en ese momento y le estaría eternamente agradecido. Eternamente.
Preguntas sobre el mundo de Harry Potter
1) Casa de Hogwarts favorita
2) Dramione, Remaione, Harmony, Fremione o Romione?
Gracias por leer
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