27. Problemas

Los Merodeadores

Al día siguiente, la sala común de Gryffindor se encontraba vacía ya que todos los alumnos habían bajado al Gran Comedor para desayunar con el resto de alumnos, todos menos los Merodeadores.

A Sirius ya se le habían pasado los efectos de la poción, por lo cual, su pelo volvía a tener el aspecto de siempre.

Sirius, James y Remus estaban pensando cual sería la mejor forma de despertar a Peter, quien seguía profundamente dormido.

— Peter, despierta —lo llamó James

Sirius, que había salido de la habitación, regresaba unos minutos después con lo que parecía ser una babosa en sus manos. Este dejo la babosa al lado de la cabeza de su amigo y James, para despertar de una vez a Peter, comenzó a golpearle la nariz con la varita.

Peter despertó al sentir algo golpeando su cara, saltó alarmado y no pudo evitar soltar un grito para nada masculino al ver el animal baboso que se encontraba en su cama y el cual le había dejado un rastro viscoso en el rostro. El Gryffindor hizo una mueca de asco al intentar quitarse la baba de la babosa con la manga de su pijama mientras sus amigos se rían de él.

— Por Merlín — dijo— Esto es asqueroso.

— En realidad, la mayor cantidad de baba es tuya — comentó Remus con una sonrisa burlona

— Aggg!!!— chilló Peter corriendo al baño para quitarse las babas de la cara.

Los Merodeadores bajaron al Gran Comedor donde la mayoría de los estudiantes ya estaban terminando de desayunar. Alina y sus amigas estaban planeando pasar la tarde en el pueblo de Hogsmeade cuando fueron interrumpidas por Los Merodeadores.

- ¡Con que aquí estabas! – dijo James sentándose al lado de su hermana - ¿Pensando en que hacer hoy? – preguntó James

- Si – dijo sonriente – ¿Y tu?

- Tengo entrenamiento de Quiddich, Peter torneo de ajedrez mágico, Remus se irá a estudiar a la biblioteca y...

- Yo nada – dijo Sirius mirándola fijamente

- ¿Y vosotras? - preguntó James

- Yo tenía pensado ir a estudiar a la biblioteca – dijo Yasmine – Y Angelina también. Tiene que terminar sus deberes

- Yo he quedado con Luke para acabar unos deberes de Cuidado de las Criaturas Mágicas - dijo Stephany

Alina se estaba dando cuenta de lo que estaban intentando hacer sus amigas.

- Si quieres, puedo yo acompañarte a Hogsmeade – dijo Sirius

- Emm... vale – dijo confundida

- Ahora que lo pienso – dijo Remus de repente – No nos han castigado por lo de anoche

- ¿Castigado? – preguntó Alina

- NADA – dijeron Los Merodeadores y se pusieron a comer como si nada hubieran dicho

Dos horas después, tras haber discutido con sus amigas sobre que ponerse y por qué la habían dejado sola con Sirius, Alina bajó a la sala común donde la esperaba Sirius apoyado en la chimenea.

El trayecto desde la Sala Común hasta el abarrotado pueblo de Hogsmeade fue tranquilo. Sirius le contó la última broma que le habían hecho a Snape y la manera en que habían despertado a Peter por la mañana. Alina por su lado, le contó cómo habían sido las clases de la semana y intentó esquivar las preguntas que Sirius le hacía referido a los dolores que fueron provocados por el hombre lobo.

- ¿Quieres ir a Madame Pudipié? – preguntó Sirius

- No, por favor – dijo  - Odio ese sitio, me parece muy...

- Cursi – dijeron los dos a la vez

- ¿Prefieres pasear? – preguntó Sirius

- ¿Una carrera hasta la Casa de los Gritos? - preguntó Alina pero no le dejó tiempo a responder ya que esta ya había comenzado a correr

Cinco minutos después, se encontraban en la valla que indicaba el final del camino exhaustos.

- Parece menos peligrosa desde aquí – dijo Sirius mirando fijamente la casa

- ¿Has ido alguna vez? – preguntó  haciéndose la inocente

- No – mintió Sirius

- ¿Te atreverías a entrar? – preguntó 

- ¿Tu si? – respondió Sirius arqueando una ceja. Tenia que admitir que le gustaba que fuese tan valiente. 

- Porque no... - dijo  intentando saltar la valla pero Sirius la detuvo agarrándola por la cintura intentando disimular su sorpresa. 

- Vale pequeñaja – dijo Sirius susurrándole al oído – Te creo, pero mejor nos quedamos aquí

Y así se quedaron un rato, mirando la casa en el silencio de la tarde.

- Vaya, siento interrumpir – dijo una voz por detrás de sus cabezas

Sirius y Alina se giraron y se encontraron a un Regulus con expresión triste

- Regulus – dijo Alina sorprendida soltándose del agarre de Sirius y acercándose a abrazar Regulus el cual le correspondió el abrazo

- Sirius – dijo Regulus mirando a su hermano

- Regulus – dijo Sirius observando como Alina soltaba a su hermano

- En serio, ¿no os vais a decir nada más? – dijo Alina sin dar crédito

- ¿Qué quieres que le diga? ¿Qué estoy orgulloso de que se haya unido a los mortífagos? – dijo Sirius escupiendo cada palabra

- No lo entenderías... - dijo Regulus bajando la mirada

- No entiendo cómo has podido caer tan bajo. Espera, si lo entiendo. Eres como todos los Black. Asquerosos, sucios...

- ¡Sirius! – le gritó Alina - Basta

Sirius se calló al ver como ella se acercaba a su hermano para abrazarlo. ¿El muy idiota estaba llorando?

- Si intentas causar lastima, lo estás haciendo de pena

- No estoy intentado causar pena. – Regulus apartó a Alina con cuidado y le hizo frente a su hermano – Yo, al contrario de ti, me he tragado mi orgullo y he venido aquí para hablar contigo

- Yo no tengo nada que hablar contigo – dijo Sirius mirando con repugnancia a su hermano

- Si solo me dieras un minuto... – Pidió Regulus intentando aguantar las ganas de gritarle a su hermano

- NO QUIERO HABLAR CONTIGO... ¿ES QUE NO LO ENTIENDES? - le gritó a Regulus

Y todo se volvió negro...

De repente, Sirius y Regulus se convirtieron en unas figuras borrosas y yo caí en una especie de nube. Al abrir los ojos, vi que me encontraba en uno de los extremo del campo de quiddich , el cual estaba repleto de estudiantes a la espera de presenciar algún partido.

Comencé a caminar hacia las gradas y me di cuenta de que ninguna de las caras que veía se me hacía conocida. Conseguí encontrar un asiento libre entre la multitud, y me senté como otro espectador más a observar lo que iba a ocurrir. El tiempo era espantoso y tenía pintas de que iba a comenzar a llover en cualquier momento ya que a lo lejos se avecinaba una tormenta.

En el campo de quiddich, los capitanes de ambos equipos (Slytherin y Gryffindor) se acercaron y se estrecharon la mano.

—Montad en las escobas- se escuchó desde las gradas

Un pitido que sonó distante y estridente indicaba el comienzo el partido.

A los jugadores les costaba mantenerse en las escobas debido al viento que soplaba.

Al cabo de cinco minutos, Alina estaba helada de frío, pero no era la única. La mayoría de los jugadores y de los espectadores estaban paralizados por el frío.

El cielo se oscureció, como si hubiera llegado la noche en plena mañana. La lluvia era tan densa que apenas podía distinguir a las personas montadas en las escobas

Con el primer relámpago llegó el pitido del silbato de la árbitro del partido. Habían pedido tiempo muerto, por lo que Alina intentó fijarse en quienes eran los jugadores. Alina prestó verdadera atención a un chico de gafas y a una chica morena que estaban en el campo de quiddich hablando rápidamente y se dio cuenta de que eran los mismos chicos de la pesadilla que había tenido hacía unas semanas.

El partido volvió a comenzar y otro rayo cayó del cielo, seguido por el retumbar de un trueno.

El chico de gafas miró hacia atrás con los ojos abiertos de par en par. El buscador del equipo contrario atravesaba el campo a toda velocidad, y entre ellos, en el aire cuajado de lluvia, brillaba una diminuta bola dorada.

Un inquietante silencio caía sobre el estadio. Ya no se oía el viento, aunque soplaba tan fuerte como antes. Era como si alguien hubiera quitado el sonido. Alina miró a los espectadores que parecían tener la misma sensación que sentía ella.

Y entonces le penetró en el cuerpo una ola de frío horrible.

De repente, unas criaturas horrendas aparecieron de la nada y comenzaron a volar por debajo del chico de gafas. El chico de gafas cayó de su escoba pero, unos metros antes de impactar contra el suelo, se detuvo y yo desperté de mi sueño...

Alina oía las voces, pero no encontraba sentido a lo que decían. No tenía ni idea de dónde se hallaba, ni de por qué se encontraba en aquel lugar; ni de qué había pasado antes de aquel momento. Lo único que sabía era que le dolía un montón la cabeza...

Abrió los ojos de repente. Estaba en la enfermería. Su hermano, Peter, Sirius y Remus rodeaban la cama. Angelina y las chicas estaban allí también. Y, al fondo de la enfermería, Regulus estaba siendo atendido por la enfermera.

— ¡Alina! —exclamó Yasmine, que parecía exageradamente pálida—. ¿Cómo te encuentras?

La memoria de Alina fue recuperando los acontecimientos ocurridos: el relámpago..., el partido..., y las criaturas horribles.

— ¿Qué sucedió? —dijo incorporándome en la cama

— Te desmayaste —explicó Remus— Sirius y Regulus te trajeron aquí

— ¿Y Regulus?

— Sirius le dio un puñetazo – dijo Remus mirando de reojo a Sirius, regañándolo de nuevo

— ¿Por qué? – preguntó sin entender

— Eso ahora no importa – dijo James acercándose a mi lado – ¿Estás bien? Pomfrey dijo que solo había sido un desmayo pero también tienes unas cicatrices en tu cuerpo...

Alina se dio cuenta de lo que acababa de decir su hermano. Pensó que las heridas provocadas por el licántropo tardarían poco tiempo en curase, pero tardaron más de lo que ella pensó y ahora su hermano las había visto...

Estaba en serios problemas.

— Em...

— Dejadla tranquila – interrumpió la enfermera – Está confundida. Es mejor que la dejéis tranquila TO-DOS

— Tiene razón. – dijo Angelina - Dejemos que descanse – dijo mientras las chicas intentaban echar fuera a Los Merodeadores

La señora Pomfrey insistió en que Alina se quedase en la enfermería el fin de semana. Cinco minutos después, la puerta de la enfermería se abrió y por ella entró Dumbledore acompañado de una mujer que caminaba detrás de él.

Maléfica.

- Por favor Regulus, ¿podrías abandonar la enfermería? Gracias – dijo Dumbledore pasando de largo la cama donde se encontraba Regulus, el cual miraba intrigado a la mujer que acababa de aparecer detrás del director

Regulus salió de la enfermería y Albus, Malefica y Pomfrey se acercaron a la cama donde me encontraba tumbada

- ¿Y bien? ¿Qué ha pasado? - preguntó Dumbledore con el semblante serio

- Yo... - dije nerviosa

- ¿No te advirtió Dumbledore que no salieras por la noche en luna llena? – interrumpió Malefica

- En mi defensa diré que no sabia que había Luna Llena

- Alina... – dijo Maléfica intentando contener palabras malsonantes

- No nos pongamos más nerviosos querida – le dijo Dumbledore el cual parecía mucho más tranquilo que ella –  Por favor, explícanos que ha pasado

- Salí a dar una vuelta como hago todas las noches – dije mirando para Maléfica que se había sentado en la cama continua a la mía – No sabía que era Luna Llena. Lo supe cuando escuché un aullido proveniente del Bosque Prohibido así que decidí acercarme a ver que ocurría cuando...

- ¿Cuándo qué? Qué pasó? – preguntó Dumbledore impaciente

- Vi al hombre lobo echarse encima de mi hermano a punto de atacarle y no pude resistir acudir en su ayuda

- ¿Te vieron? – preguntó Maléfica

- Si, pero no me reconocieron. Vieron como apartaba al licántropo de ellos e intente perderme entre los árboles para despistarlos y apartarlo de ellos

- ¿Remus te hizo eso? – preguntó Dumbledore

- Si, pero no fue su culpa. 

- Ha puesto en peligro tu vida. Creo que...

- NO – grité – No pueden expulsarlo. No puede

- Alina... Ha puesto la vida de sus amigos y la tuya en peligro - dijo Dumbledore intentando sonar razonable

- Yo estoy bien – dije rápidamente

- Las heridas de licántropo tardan más en curar – dijo Maléfica comenzando a retirarme las vendas que cubrían mi cuerpo

- Tu hermano ha sido el único que las ha visto. Le pedí a Sirius y Regulus que se retiraran y solo dejé que se quedara James -. Dijo Pomfrey

- Muy bien hecho - le felicitó Dumbledore – Pero tendremos que hacer algo. James se merece una explicación

- No le puedo contar mi secreto. Nunca me lo perdonaría

- Las heridas ya están curadas – dijo Maléfica retirando el ultimo vendaje - Ahora dejemos el tema de James para otro momento y centrémonos en lo que de verdad importa y el por qué estoy aquí. ¿Qué ocurrió esta tarde?

- Pues... Sirius y Regulus empezaron a discutir y noté como si empezase a tener fiebre. De repente caí como en una especie de sueño. Ya no estaba en el mismo lugar sino que me encontraba en el campo de quiddich y también me di cuenta de que no me encontraba en 1976

- ¿Qué viste para pensar que no era esa época?

- El campo de quiddich era distinto y la ropa que llevaban los estudiantes tampoco era la misma. Pero no fue hasta subir a las gradas cuando vi las escobas de los jugadores y al chico de gafas

- ¿El mismo de tu otra pesadilla? - preguntó Dumbledore sorprendido

- Sí, el mismo. Pero, era un día muy frio y oscuro, y aparecieron unas criaturas horrendas. Me sentía como si ya nada pudiera hacerme feliz

- Dementores – dijeron Maléfica y Dumbledore a la vez

- ¿Dementores? – preguntó Alina

- Los Dementores son seres horribles. Son temidos porque se alimentan de la felicidad y de los recuerdos alegres, dejando solo la tristeza y la desolación. Asimismo, cuando están cerca producen un gran frío, un descenso en la temperatura... como la que sentiste tu – dijo Maléfica

- Los dementores solo se encuentran en la prisión de Azkaban, así que si estaban allí debía de ser porque algún prisionero se escapó tal vez, el hombre que viste en tu anterior sueño – comentó Dumbledore

- Dementores!!! En Hogwarts!!! – gritó la enfermera – ¿Qué mago pudo ser el que se escapó para ser perseguido por esas horrendas criaturas?

- No lo sé querida, pero sea quien sea, no me gustaría estar en su lugar. – comentó Dumbledore mientras se tocaba la barba pensativo – Bueno, creo que por hoy es suficiente. Trataremos este tema con más calma en otro momento – dijo guiñándole un ojo – Querida, ¿te apetece un té? – Le dijo a Maléfica

- Por supuesto – dijo Maléfica con una sonrisa – Si necesitas algo, ya sabes – dijo dándome un beso en la frente

- ¿Qué vas a pasar con Remus? – dijo Alina antes de que abandonaran la enfermería

- No te preocupes por eso. Tendré que tomar cartas sobre el asunto – al ver su expresión, intentó ser más conciso – No lo expulsaré. Pero también debe saber la gravedad de la situación. Ahora descansa. Ha sido un día muy largo.

Alina Potter

Fue un alivio regresar el lunes al bullicio del colegio, donde estaba obligada a pensar en otras cosas.

En la clase de DCAO, la profesora había llevado una caja de cristal que contenía un hinkypunk, una criatura pequeña de una sola pata.

— Atrae a los viajeros a las ciénagas —dijo la profesora Galatea Merrythought mientras los alumnos tomaban apuntes

20 minutos después de copiar apuntes sobre los hinkypunk, la profesora preguntó si nos interesaba saber algo más sobre alguna otra criatura. Esta era mi oportunidad

- Dementores – dije de repente

- Dementores? – preguntó la profesora confusa

- Yo he oído hablar sobre ellos – dijo Luke – Un familiar mío lo mandaron a Azkaban porque creyeron que él había robado un objeto de Gringotts pero fuera un error. Cuando volvió, había cambiado. Dijo que ese lugar era horrible.

- La prisión de Azkaban – dijo un alumno de Gryffindor

- ¿Podemos hablar de eso? – preguntó Brian emocionado

- Si no hay más remedio – dijo la profesora dándose por vencida – Empezaré por el principio. Azkaban es una prisión mágica ubicada en una isla en medio del Mar del Norte. Mediante ciertos hechizos muy poderosos, la prisión se mantiene invisible a los ojos del mundo muggle. Lo de que es un lugar horrible es cierto y eso se debe a sus guardias, los dementores, que causan un gran sufrimiento a aquellos que tienen cerca. La mayoría de los prisioneros se vuelven locos y mueren lentamente bajo su influencia. Los dementores se alimentaban de sentimientos positivos. Los prisioneros son forzados a revivir los momentos más horribles y oscuros de su memoria. Algunos se vuelven locos, otros simplemente mueren - la profesora hizo una pausa y continuo - Los dementores de Azkaban permanecen ahí a menos que el Ministerio de Magia les permitiera salir. Por eso, no tenéis porque ver ninguno en vuestra vida sino os mandan a Azkaban

- ¿Usted ha visto alguno? – preguntó un alumno de Hufflepuff

- No y espero no ver ninguno nunca. Pero también me han contado cosas horrendas – dijo la profesora

- ¿Y cual podría ser el motivo para que un dementor dejará Azkaban?

- Como ya he dicho, los dementores deben permanecer en Azkaban a menos que el Ministerio de Magia les permita salir y si eso ocurriera, lo más probable es que algún preso peligroso se escapará

- ¿Alguien ha conseguido escapar de Azkaban? – preguntó Yasmine

- Que yo sepa no, pero quien sabe... - dijo la profesora mirando a sus alumnos

Y yo solo podía pensar en aquel hombre que la miraba fijamente en la vieja Casa de los Gritos.

Dos semanas antes de que terminara Marzo, el cielo se aclaró de repente, volviéndose de un deslumbrante blanco opalino, y los terrenos embarrados aparecieron una mañana cubiertos de escarcha.

Fuera de la clase de DCAO, apoyados en la pared, se encontraban los cuatro Merodeadores.

- ¿Cómo estás? – preguntó James acercándose a mí – Fuimos a la enfermería pero Pomfrey nos dijo que te diera el alta esta mañana

- Estoy bien – dije dándole un abrazo - No te preocupes

- Ven, queremos mostrarte algo – dijo James empujándome hacia la sala común de Gryffindor

Ya en la habitación de los chicos, me obligaron a sentarme en la cama de James mientras Remus buscaba algo en uno de los armarios.

- Lo hemos estado hablando y creemos que tu lo necesitas tanto como nosotros

- ¿Necesitar el qué? – pregunté confundida

- Algo mucho mejor que la capa de invisibilidad

- ¿Algo mejor que la capa? Imposible

- Ya lo verás – dijo Remus entregándome un pergamino viejo que acababa de sacar del armario

Remus lo puso encima de la cama, haciendo con el brazo un ademán rimbombante. El pergamino era grande, cuadrado y desgastado. No tenía nada escrito.

— ¿Qué es? – pregunté

— Es el secreto de nuestro éxito —dijo Sirius con una sonrisa

— Anoche llegamos a la conclusión de que tú lo necesitas al igual que nosotros. – dijo Remus

— De todas formas, nos lo sabemos de memoria, porque lo hicimos nosotros. Así que, si un día lo necesitas, solo nos lo tienes que pedir

— ¿Y para qué necesito un pergamino viejo? —pregunté

— ¡No es un pergamino viejo! —exclamó Peter haciendo una mueca de dolor como si lo hubiera ofendido gravemente— Explícaselo

— Bueno, el año pasado, decidimos que para que nuestras travesuras y bromas fueran más eficaces, necesitaríamos un mapa que nos mostrara todos los detalles del colegio así como de las personas que rondaran el castillo – dijo James con tono orgulloso

— Mira, te lo enseñaremos – dijo Sirius acercándose al pergamino mientras sacaba su varita

Tocó con ella el pergamino y pronunció:

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

E inmediatamente, a partir del punto en que había tocado la varita de Sirius, empezaron a aparecer unas finas líneas de tinta. Se unieron unas con otras, se cruzaron y se abrieron en abanico en cada una de las esquinas del pergamino. Luego empezaron a aparecer palabras en la parte superior. Palabras en caracteres grandes, verdes y floreados que proclamaban:

Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta,proveedores de artículos para magos traviesos, están orgullosos de presentar:

EL MAPA DEL MERODEADOR

- ¿Es en serio?- dije riéndome – De ahí vuestros nombres

- Ingenioso, verdad? – dijo James

Me incliné sobre el pergamino. Era un mapa que mostraba cada detalle del castillo de Hogwarts y de sus terrenos. Pero lo más extraordinario eran las pequeñas motas de tinta que se movían por él, cada una etiquetada con un nombre escrito con letra diminuta.

Una mota de la esquina superior izquierda, etiquetada con el nombre del profesor Dumbledore, lo mostraba caminando por su estudio. La gata del portero, la Señora Norris, patrullaba por la segunda planta.

Aquel mapa mostraba una serie de pasadizos de los que no tenia ni idea. Muchos parecían conducir...

— A Hogsmeade —dijo Remus—. Hay siete en total. En cuanto a éste, no te recomendaría acercarte a ese porque el sauce boxeador está plantado justo en la entrada.

— No olvides borrarlo después de haberlo utilizado. - añadió Peter

— De lo contrario, cualquiera podría leerlo —dijo James

- Como Flich – dijeron los cuatro riéndose

- No tienes más que tocarlo con la varita y decir: «¡Travesura realizada!», y se quedará en blanco.- dijo Remus mientras pronunciaba las palabras y todo lo que estaba escrito en el mapa desaparecía

- Y después de contarte nuestro increíble secreto – dijo Sirius mientras guardaba el mapa de nuevo en el armario – Te toca contarnos el tuyo, y bien?

- ¿Qué te ocurrió, Alina?

Los cuatro me miraban impacientes esperando una respuesta por mi parte y yo lo único que sentía era una calor horrible e intensa igual que la que tuve mientras Regulus y Sirius se peleaban

Y todo se volvió negro...

Me encontraba en los terrenos de Hogwarts. La tarde ya estaba cayendo y pronto se haría de noche. Cuando conseguí situarme, me dí cuenta de que me encontraba cerca del Sauce Boxeador y pude observar que un grupo de hombres bajaba por los lejanos escalones de la puerta principal del castillo.

Delante iba un anciano con una barba plateada larga que brillaba al sol del ocaso. A su lado iba un hombre vestido de negro y tras ellos marchaban un viejo y débil señor y un verdugo

Intente que no me vieran pero no tuve peor suerte que tropezarme con una raíz que sobresalía del suelo, la cual hizo que me cayera de bruces y comenzará a dar vueltas por el suelo. Cuando mi cuerpo paro en seco, no quería levantarme ya que tenia miedo de que me hubieran descubierto. Levante la cabeza despacio y en ese preciso instante los cuatro hombres pasaron a mi lado sin inmutarse. Me levante rápidamente y me acerque al hombre bajito y tras tocarle en el hombro me di cuenta de que no podían ni verme ni escucharme, lo que significaba que no tenia que esconderme y que podía andar libremente por donde quisiera sin que nadie me dijera nada.

Pero me di cuenta de que si estaba teniendo esta visión significaba que estaba ahí porque necesitaba ver algo que iba a ocurrir en cualquier momento y debía de tener constancia de ello.

Tres chicos se asomaban por la puerta trasera de lo que parecía la casa de Hagrid. Estos rodearon silenciosamente la casa y empezaron a subir hacia el castillo.

El cielo se había vuelto de un gris claro teñido de púrpura lo cual indicaba que la noche iba a a caer en cualquier momento.

Uno de los chicos se detuvo en seco. Desde donde yo me encontraba, no podía ver exactamente lo que ocurría

Los tres chicos reemprendieron el camino hacia el castillo, andando muy despacio para no descubrirse. Cuando llegaron a campo abierto, la oscuridad se cernía sobre ellos como un embrujo.

Un gato apareció entre los arbustos y comenzó a acercarse hacia los tres chicos sigilosamente.

—¡Crookshanks! —grito la chica—. ¡No, vete, Crookshanks! ¡Vete!

—Scabbers... ¡NO!

Una rata se echó al suelo y huyó a toda prisa. De un salto, el gato se lanzó tras el roedor y comenzaron a correr en dirección al sauce boxeador.

Corrí detrás de los dos animales seguida por el chico pelirrojo que corría detrás de la rata

Aléjate de él..., aléjate... Scabbers, ven aquí... ¡Te he atrapado! Vete, gato asqueroso.

El chico pelirrojo estaba tendido en el suelo.

—Vamos, Ron, volvamos a cubrirnos —dijo la chica jadeando—. Dumbledore y el ministro saldrán dentro de un minuto.

¿Así que el anciano con barba era Dumbledore? Y el chico pelirrojo se llamaba Ron? Todo ocurría demasiado deprisa.

De repente, unos pasos de unas patas gigantes se acercaban por detrás: era un enorme perro negro de ojos claros.

El perro había dado un gran salto y sus patas delanteras le golpearon el pecho. El chico de gafas cayó de espaldas mientras Ron se levantaba. Cuando el perro volvió a saltar contra ellos, Ron empujó al otro chico hacia un lado y el perro mordió el brazo estirado de Ron. El perro comenzó a arrastrar a l chico pelirrojo.

Entonces, algo surgido de no se dónde golpeó al chico de gafas y la chica comenzó a chillar de dolor. Una rama enorme comenzó a acercarse a punto de impactar contra mí y fue ahí cuando me desperté.

Volvía a estar de nuevo en la habitación de mi hermano. Todo me daba vueltas pero vi como una figura borrosa se acercaba a mí y comenzaba a hablarme.

- Alina... Estás bien? – decía la voz

- Sirius...- pregunté confundida

- ¡Por Merlín! ¡Estábamos muy asustados! No sabíamos que te había pasado. Han ido a buscar a la enfermera y se han llevado a tu hermano porque se ha puesto histérico

- Estoy bien... en serio – dije intentando incorporarme pero todo daba vueltas

- Estén tumbada. – me pidió Sirius

- Está bien, pero te digo que estoy bien

- Pomfrey está de camino... - dijo una voz proveniente de las escaleras -¡¡Alina!! ¿Estás bien? – preguntó mi hermano entrando en la habitación

- Si, estoy bien... No hacía falta que llamaras a...

- ¿Cómo te encuentras? – dijo la enfermera entrando en la habitación – Será mejor que me acompañes a la enfermería

- Yo iré con ustedes – dijo Remus

- No, no es necesario. Alina está bien pero por si acaso, me aseguraré de que estos desmayos no se vuelvan a producir – dijo Pomfrey mientras me hacía gestos para que la acompañara – Y usted, señor Potter, debería de prepararse si no quiere llegar tarde a su partido de quiddich contra Slytherin

- De todos modos, yo esperaré fuera para acompañar a Alina al campo de quiddich – se ofreció Remus de nuevo

- Está bien – dijo Pomfrey – ¿A qué espera Potter? – le dijo a mi hermano el cual corrió hacia el baño para prepararse tras asegurarse de que me encontraba bien

- ¿Seguro que estás bien? – me preguntó de nuevo Remus mientras nos dirigíamos al campo de quiddich

- Si – le dije – ¿Cuantas veces te lo tengo que repetir?

- Las suficientes para que cambies de idea en cuanto a ver a tu hermano jugar – dijo Remus – Pero como no pareces cambiar de idea, Sirius y Peter te han guardado un sitio para que te sientes con nosotros

- Está bien – dije feliz

Hacia un día fresco y despejado, con una brisa muy ligera. Esta vez no había problemas de visibilidad como en mi anterior visión. Remus y yo nos sentamos junto a Sirius y Peter los cuales observaban atentos el campo de quiddich

- Detesto que mi hermano juegue como buscador – protestó Sirius mientras miraba a los jugadores de Slytherin los cuales se encontraban entrenando

- Reconócelo, es bueno – le dijo Peter a lo que Sirius le respondió con un bufido

Los jugadores de Gryffindor salieron al campo y fueron recibidos con un aplauso tumultuoso. El equipo de Slytherin aguardaba ya en el campo. Regulus jugaba como buscador y había que reconocer que era muy bueno, mucho más que el buscador de Gryffindor.

Los equipos se alinearon uno frente al otro, detrás de sus capitanes.

— Montad en las escobas... Cuando suene el silbato... ¡Tres, dos, uno!

James despegó del suelo y planeó por el estadio mientras escuchaba todo el tiempo los comentarios de Evan Rossier.

- Gryffindor tiene la pelota. James Potter se dirige a la meta... - comentaba Evan Rossier

- Ja, ese Potter... Piensa que por ser el más popular del colegio también lo es jugando al quiddich – dijo alguien detrás de mí con una voz chillona

- ¿Y quien te crees tu para hablar así de James? – le pregunté girándome para ver quien había hecho ese comentario. Era una niña rechoncha de primer curso que llevaba un gran lazo rosa en la cabeza

- Disculpa por mi comentario si es que te ha ofendido. Soy Umbridge, Dolores Umbridge

- Pues  yo soy su hermana  y si lo vuelves a insultar...

- Alina déjala, no montes un espectáculo – me pidió Remus intentando sentarme en mi sitio de nuevo

- ¿Por qué? Ella ha empezado y.... – dije siendo de nuevo interrumpida por Remus

- Es de primero. Llevarías tú las de perder aunque yo estoy de tu lado. No montemos un espectáculo

- Su padre trabaja en el Ministerio de Magia – dijo Peter en voz baja

- Si, trapeando suelos – dijo Sirius en voz alta lo que hizo que los que estábamos cerca de él comenzáramos a reír

- Idiotas – dijo la niña de voz chillona levantándose de su asiento y alejándose de nosotros

- Así de fácil – dijo Sirius guiñándome un ojo a lo que le respondí con una sonrisa

El buscador de Gryffindor pasó como un rayo al lado de James y en dirección contraria, buscando a su alrededor un resplandor dorado y notando que Regulus Black le pisaba los talones. Regulus volaba muy bien. Continuamente se le cruzaba, obligándolo a cambiar de dirección.

James conseguía el primer tanto del partido y las gradas ocupadas por los de Gryffindor enloquecían de entusiasmo.

Entonces, una bludger impulsada por uno de los golpeadores de Slytherin surgió ante el buscador de Gryffindor veloz como un rayo y la esquivó por un centímetro.

Los seguidores de Gryffindor dieron un grito de decepción y los de Slytherin aplaudieron a rabiar a su golpeador.

— ¡Gryffindor gana por sesenta a cero!

Slytherin jugaba a la defensiva. Ya habían marcado tres goles, lo cual había reducido la distancia con Gryffindor a treinta puntos. Si Regulus atrapaba la snitch antes, Slytherin ganaría.

Se oyó el silbato de la señora Crouch. Al momento siguiente, todo el equipo de Gryffindor abrazaba al buscador tan fuerte que casi lo derriban de la escoba. De abajo llegaba el griterío de la afición de Gryffindor. Slytherin había perdido

—¡Sí! —gritaron Sirius, Remus y Peter

—Bien jugado Potter —le dijo Rolanda Hooch muy contenta

—¡Estupendo James! —gritó Angelina

—¡Muy bien! —dijo Hagrid con voz de trueno, por encima de las cabezas de los de Gryffindor.

—¡Vamos, James! —dijo Sirius, abriéndose camino—. ¡Vamos a celebrarlo ahora en la sala común de Gryffindor!

—Bien —contestó James.- Pero antes tengo que hablar con mi hermana

- Ya tendrás tiempo para eso – le dijo Evan Rossier empujando a James hacia el castillo

James acompañó al resto del equipo hacia la salida del estadio y otra vez al castillo, vestidos aún con túnica escarlata. La fiesta se prolongó todo el día y hasta bien entrada la noche. Pero James solo podía pensar en que tenía que hablar con su hermana urgentemente.

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