26. ¡Por Merlín!

Los Merodeadores

- James, ¡muévelo más a la derecha que sino no caerá con estilo! - Le gritó Sirius.

James con la varita alzada apuntando al enorme cubo, miró a Sirius con cara de pocos amigos.

- ¿Podías dejar de quejarte y ayudar?

- Ya lo hago, os dirijo para que podáis hacer algo bien – contestó Sirius con una gran sonrisa. James le dirigió una mirada a Peter y le hizo un movimiento de cabeza.

Peter, con un movimiento rápido, le dio una colleja a Sirius, el cual soltó un sonoro "auch" y se sobó la cabeza mientras miraba fijamente a Peter. Este lo ignoró y siguió ayudando a James.

Los cuatro jóvenes corrieron y se escondieron detrás de un muro que había allí. Estaban esperando a que los alumnos de Slytherin fueran en dirección al baño. Tan atentos estaban que no se dieron cuenta que el director se acercaba a ellos con paso lento.

James se giró lentamente porque tuvo una especie de presentimiento y vio acercarse al director lentamente hacia ellos.

James se volvió a girar y le tiró de la manga de la túnica a Sirius pero este no le hizo caso. James optó por avisar a Peter y este se giró lentamente ante la insistencia de su amigo y se encuentra a Albus Dumbledore justo detrás de él y pega un chillido propio de mujer.

Ese chillido hizo que Sirius mirase cabreado a Peter el cual señala con un dedo al director. Remus, por su parte, se gira y automáticamente se queda de piedra al ver al director.

- Acompañadme – dijo el director

Los cuatro caminaron detrás de él con la cabeza gacha. El director los condujo a su despacho donde los hizo sentarse en cuatro sillas. Cuando se sentaron y levantaron sus cabezas, Albus los miró durante unos segundos.

- ¿Y bien? ¿Cuál será el castigo? – dijo finalmente Peter

- Aun no habéis hecho... oh, esperad. Ya habéis hecho todos los castigos – dijo Dumbledore con un tono particular – Por lo que esta noche en vez de cenar con el resto de vuestros compañeros en el Gran Comedor, ayudareis a los elfos domésticos a preparar la cena...Creo que no hará falta deciros donde está la cocina

- No señor – respondieron los cuatro

- Muy bien. Podéis marcharos. Un momento Potter. Tengo que hablar contigo – dijo mientras le indicaba al resto que se retirarán

- ¿Ocurre algo? – pregunto James asustado

- Nada de lo que te tengas que preocupar... ¿Cómo está tu hermana?

- ¿Cómo sabe lo de mi hermana?

- Bueno... vino a verme

- ¿Vino a verle por la noche? – pregunto James extrañado

- Por un casual, ¿crees que alguno de tus amigos te traicionaría? – preguntó Albus seriamente

- QUE?!? Nunca – contestó James molesto por la pregunta que Dumbledore le había formulado

- Eso era lo que quería escuchar. Puedes retirarte. Ahora que recuerdo, esto les pertenece – dijo el director sacando un pergamino viejo del cajón de su escritorio. El Mapa.

- Gracias – dijo cogiéndolo rápidamente y saliendo del despacho

Alina  se encontraba sentada en su cama repasando la lección de Historia de la Magia.

- Quiero que me expliques como consigues subir a mi cuarto...

- Eso es un secreto que no te puedo contar – dijo James entrando en el cuarto de su hermana – ¿Cómo estás?

- Bien, por? – preguntó

- Por nada – dijo. Se sentó en el borde de la cama mientras recordaba su conversación con Dumbledore. – ¿Te parece buena idea que Sirius venga a pasar las navidades a casa?

-  No me importa – dijo sin darle importancia al asunto

- ¿Seguro? – preguntó James

- Segura – respondió– ¿Quieres que se lo diga a él en persona?

- Me harías un gran favor – dijo James aliviado - Dijo que no le importaba quedarse pero si le dices que no te importa...

Alina se levantó de su cama y se dirigió al cuarto que James compartía con sus amigos. Abrió la puerta sin llamar antes y se encontró a Sirius completamente desnudo mirando hacia ella.

- ¡POR MERLIN! – exclamaron los dos al mismo tiempo

Alina se tapó lo ojos y se giró para no mirar más y Sirius cogió rápidamente la toalla y se la ató por la cintura.

- Ya está – la avisó - Espero que hayas aprendido la lección

- ¿Ya puedo mirar? – preguntó nerviosa

- Si, ya puedes - dijo Sirius con voz serena – Y cierra la puerta

- Em... vale – dijo nerviosa – ¿Has hablado con tu hermano?

- ¿Yo? No – dijo serio mientras se ponía la camisa que tenía sobre la cama – ¿Y tú?

- Emm no – dijo mirándolo – ¿No crees que deberías hablar con él?

- ¿Yo? ¿Por qué? ¿Acaso no eres tú la que se lleva bien con él? – preguntó Sirius molesto

- Es tu hermano – dijo cruzándome de brazos

- ¿Y tú hablas de todo con el tuyo? Porque a mí me parece que no – dijo con voz seria. Alina rodó los ojos – Si solo has venido a hablar de mi hermano, puedes...

- NO – dijo interrumpiéndolo – Venía a decirte que por mí no hay problema porque vengas a pasar las navidades a casa

- ¿Ah no? – dijo intentando disimular su alegría – Es decir... tal vez a ti te molestaba que yo...

- Para nada – dijo interrumpiéndolo de nuevo

- Pensé que después del beso...

- Ya he olvidado eso – dijo

- ¿Lo has olvidado? Que bien – dijo Sirius con tristeza mientras notaba una punzada en el corazón – ¿Estás bien? Me refiero a la pesadilla del otro día.

- Sí, no te preocupes. - dijo quitándole importancia. Sirius sintió que ella quería irse lo más rápido posible ¿Entonces quedamos así? – dijo con una sonrisa

- Si... - dijo Sirius con tono triste – Ya hablamos - Si ella quería irse no podía retenerla. 

- Vale – dijo abriendo la puerta antes de despedirse – Adiós

- Adiós – dijo Sirius mientras la veía marcharse de nuevo.

Alina cerró la puerta y se apoyó en ella. Cerró los ojos y suspiró lentamente mientras intentaba calmar los latidos de su corazón. No podía creer lo nerviosa que se sentía al estar a solas con Sirius y todo por aquel beso. ¿Cómo podía un beso afectarte tanto?

Alina Potter

La Navidad es mi época favorita del año. Paz, tranquilidad y sobre todo amor. Árboles con luces, regalos, la sala llena de objetos y peluches.

La cena, la tan esperada cena. Mi hermano y yo preguntando si podíamos abrir los regalos antes de cenar. Pero este año, Sirius estará en casa celebrándola con nosotros.

Estaba sentada en el sofá de la sala intentando hacer los deberes que nos habían puesto de transformaciones cuando fui interrumpida por unos gritos provenientes de la escalera.

- ¡Mamá Euphemia! ¡Papá Fleamont! ¡Miren esto!- Gritaba Sirius mientras bajaba las escaleras corriendo.

- ¡Sirius! ¡No grites! -Dijo Euphemia desde la cocina a la vez que James gritaba "¡Sirius! Ven aquí!!

- Por Merlín! ¿Ya empezáis de nuevo? – dije mirándolos malhumorada – Es que en esta casa uno no puede estar tranquilo...

- No te enfades – dijo Sirius pasando por mi lado siendo perseguido por James

- Pulgoso – dije sin pensarlo

James y Sirius se detuvieron de golpe. Los dos se dieron la vuelta mirándome sorprendidos

- ¿Cómo me has llamado? – preguntó Sirius confundido y sorprendido

- Pulgoso – dije tan tranquila – ¿Tienes algún problema con ello?

- Pulgoso... - dijo James pensativo – ¡Me encanta! – dijo James comenzando a reírse

- Mierd* - exclamó Sirius 

James y yo comenzamos a reírnos más fuerte mientras Sirius se sentaba en el sofá con cara de enfado.

Cuando nuestra madre nos pidió que fuéramos a comer me di cuenta de porque se habían sorprendido cuando llamé a Sirius pulgoso. Lo había dicho sin pensar. 

- James... - dije  en un susurró – No puedo dormir

Mi hermano, que estaba dormido profundamente, no se dio cuenta de que intentaba despertarlo. Sin embargo, en la otra cama que había en la habitación, Sirius Black sí que se había dado cuenta cuando había entrado en la habitación.

-Alina... – dijo Sirius incorporándose – ¿Qué ocurre?

Me asuste porque no pensé Sirius no estaba despierto

- Yo... lo siento... No te quería despertar

- No te preocupes. Yo tampoco puedo dormir – mintió Sirius. – Yo de ti no despertaría a James. Se pone de muy mal humor

- Lo sé... - dije acercándose a la cama de Sirius – Te importa si me quedó un rato a ver si me entra el sueño

- Sin problema – dijo Sirius dejándole un hueco para que me pudiera recostar en la cama - Te quería agradecer que no te importase que pasará las navidades aquí con vosotros

- No tienes que agradecer nada. – dijo Alina

- Sé que mi presencia no te gusta mucho – dijo Sirius poniendo uno de sus brazos detrás de su cabeza

- Eso no es verdad – dije nerviosa – Lo que pasa es que cuando estás con mi hermano, sois insoportables...

- Eso no es cierto – dijo Sirius fingiendo haberse ofendido. Durante unos minutos no dijimos nada más- Alina...

Pero  ya me había dormido en la cama de Sirius. Este se incorporó para tirar de las mantas y taparme.  Intentó no hacer mucho ruido para no despertarme y se acostó a mi lado. En menos de un minuto se quedó dormido.

Sirius Black

A la mañana siguiente, Sirius se despertó debido a los rayos de sol que se asomaban por la ventana. Se iba a levantar, cuando sintió que unos brazos se aferraban a él. Era Alina. Recordó lo que había pasado por noche y sonrió. También recordó que antes de que ella se durmiera, le iba a decir lo que sentía por ella, pero agradeció que se hubiera dormido.

En ese instante, se despertó. Al principio, no sabía dónde se encontraba, pero cuando se dio cuenta que estaba abrazada a Sirius se apartó rápidamente lo que provocó que se cayera de la cama.

- ¿Estás bien? – preguntó Sirius preocupado

- Si... - dijo mientras se rascaba la nuca – Pues sí que duerme profundamente – dijo mirando a su hermano

Sirius solo sonrió y la ayudó a levantarse del suelo. Alina se marchó apresuradamente de su habitación con el pretexto de que tenía que acabar de hacer los deberes y Sirius se volvió a acostar en la cama pensando en lo que había ocurrido. Hacía tiempo que no dormía tan bien. 

Las vacaciones de navidad pasaron muy rápido y ya era momento de ir a la estación King Cross para tomar el Expreso Hogwarts.

En el tren se ubicaron todos en el mismo compartimiento, Peter y Remus en un asiento ojeando una revista, en el de enfrente, James, Luke y Brian discutían sobre Quidditch, en el suelo, Angelina estaba encima de Alina, la cual protestaba por el peso de su amiga y Sirius leía El Profeta

- Nunca pensé que pudieras leer eso – dijo James burlándose de su amigo

- No tengo otra cosa que hacer – comentó su amigo

- Para algo productivo que hace... - dijo Alina

- ¿Jimmy? Qué clase de nombre es ese? – dijo Sirius antes de comenzar a reírse

- No tiene gracia – dijo James con cara de pocos amigos

- No te enfades, Jimmy – dijo Sirius aun riéndose y todos comenzaron a reírse por su comentario 

Al llegar a Hogsmeade, subieron a los carruajes que los llevarían al castillo para el banquete de bienvenida. Al llegar al Gran Comedor se sentaron en la mesa de Gryffindor donde varias chicas suspiraron al ver a Los Merodeadores mientras los chicos las ignoraban.

- Es increíble – comentó Yasmine – Ni siquiera un hola

- Mi hermano solo tiene ojos para una persona – dijo Alina

- Ya lo sé – comentó Yasmine – Pero, y los otros? Están solteros!!!! Ni siquiera se han molestado en mirar.

Alina no dijo nada pero vio como Sirius puso una cara como de haber recordado algo de repente y empezó a maldecir. En ese momento, llegó la profesora McGonagall, la cual se dirigía hacia la mesa de los profesores y el banquete daba comienzo.

—Vete al diablo Potter—murmuró con desgana la muchacha de cabellos pelirrojos mientras subía por las escaleras de la torre Gryffindor en dirección a su cuarto.

James sólo sonrío galante mientras le lanzaba un beso. Después de las vacaciones de Navidad, James no había tardado ni dos horas desde que piso un pie en Hogwarts en molestar a Lily Evans.

James se dio la vuelta y vio a Remus que se había acercado a Alina para ofrecerle un poco de chocolate caliente. Sirius, por otro lado, estaba intentando acabar los deberes de pociones, los cuales no había hecho durante las vacaciones. Sirius levantó la cabeza y sus miradas cruzaron. James le sonrío y Sirius le respondió con un corte de manga.

Al día siguiente tras tomarse un baño rápido, Lily salió con el cabello alborotado y las mejillas rojas, se puso ropa interior y mirándose en el espejo se secó el rostro.

- Podíamos ir un rato a Hogsmeade... - comentó Tris mientras cerraba su libro de DCAO

- Me parece buena idea. Le voy a preguntar a Alina si nos quiere acompañar

- Me parece una buena idea – dijo mientras se levantaba de la cama – Me voy a vestir

— Tráenos otra cerveza, Rosmerta –gritó el moreno de ojos grises apoyado en la barra con una sonrisa seductora. Junto a él, un chico alto con el cabello oscuro alborotado y ojos almendrados enmarcados por unas gafas, bebía mientras contaba una historia que hacía reír al chico bajito y regordete con aspecto de rata que se encontraba a su lado. El último integrante del grupo, un castaño de aspecto sereno, observaba con una sonrisa en el rostro a sus amigos.

— Por Remus, y su problema peludo – el chico de las gafas levantó su vaso en alto, volcando un poco de su contenido en la mesa

— No grites, James – advirtió el castaño, aunque la sonrisa en su rostro no acompañaba el regaño.

Después de varios tragos, y tras haber logrado convencer a la camarera –sonrisas y guiños seductores de Sirius de por medio – de que les sirviera Whisky de Fuego a pesar de su minoría de edad, Los Merodeadores retornaron al castillo en un estado en el que sería recomendable que no se toparan con ningún profesor.

El único ligeramente sobrio – Remus – intentaba realizar el trayecto a los dormitorios sin llamar demasiado la atención. En el camino, Sirius intentó abrazar una armadura, Peter casi pateó a la Sra. Norris, mientras James hechizaba a Remus, entre muchas otras cosas que ninguno de ellos hubiera hecho estando sobrio.

Cuando Remus creía que ya nada podía ir peor, doblando por la esquina del pasillo, apareció Severus Snape. Esto no hubiera sido un mayor problema –sino una diversión para los merodeadores – si no estuvieran deambulando por los pasillos borrachos y a varias horas del toque de queda.

La joven pelirroja se despertó sobresaltada y miró alrededor. Los altos estantes repletos de libros le indicaron que estaba en la biblioteca. Recordaba vagamente haber entrado allí horas antes, tras haber vuelto de su paseo por Hosgmeade.

Sus intentos por leer el libro que había escogido habían sido vanos, ya que su mente se encontraba distraída, y sus pensamientos vagaban con una joven de nariz ganchuda y pelo grasiento que había herido su orgullo. Finalmente, suponía, se había quedado dormida sobre el libro que pretendía leer. Evidentemente la mesa que había elegido estaba realmente apartada; tanto como para que nadie notara que ella seguía allí al momento de cerrar.

La chica salió al pasillo, con el libro bajo el brazo, preocupada por ser hallada a esas horas de la noche fuera de su dormitorio. Caminaba ensimismada, con los dolorosos recuerdos de aquella tarde aún frescos en su memoria.

— Sangre sucia – Las palabras emitidas por la boca de Severus hacían eco en su mente, golpeando nuevamente a su orgullo herido.

Al dar la vuelta al pasillo se encontró con una visión en la que le hubiera gustado no estar involucrada.

Severus colgaba torpemente de un pie, mientras Sirius reía tontamente y James lo apuntaba con la varita. La cara de Peter reflejaba confusión, y el ceño fruncido de Remus era signo de su desaprobación.

—Bájenme ahora mismo, cobardes – ordenaba el de pelo grasiento desde su elevada posición.

Lily se acercó a la escena. Al notarla, James llevó su mano al cabello como gesto reflejo. Por desgracia para él, y por suerte para Snape, su estado no le permitió mantener ambas acciones – el hechizo y la posee seductora – por lo que perdió el control, logrando que Severus cayera.

El muchacho se acomodó la ropa farfullando insultos contra los merodeadores y toda su familia. Se apresuró a levantar la varita y apuntar a James

— Qué valiente, Potter, me atacas con todos tus amiguitos. – escupió Snape ­ Será mejor que no lo hagas, porque borracho y a estas horas de la noche bien podría...

— ¿Qué, vas a acusarlos? – cuestionó la pelirroja burlesca ­ ¿Y qué hay de mí, también vas a acusarme?

La joven aún se sentía dolida por el episodio de aquella tarde, por lo que cada una de sus palabras estaba cargada de odio.

La mirada de Severus se entristeció, sin poder articular palabra.

— Acéptalo, Quejicus, ni Evans, que es tan dulce, te soporta – logró pronunciar James.

— No te metas, Potter, sigues sin caerme bien – contestó mordazmente la de ojos esmeraldas.

James tenía la especial habilidad de hacer que Lily perdiera fácilmente los estribos, logrando, únicamente con un par de sus selectas frases, que la joven aumentara el volumen de su voz, olvidando las circunstancias en las que se encontraba.

— Pero, ¿qué es esto? – la profesora Mc Gonogall, envuelta en su bata de cuadros escoceses los miraba severos – ¿Qué hacen levantados, y por qué monta este escándalo, señorita Evans?

— Yo...profesora...me quedé dormida en la biblioteca y...

—Sin excusas, Evans. No esperaba esto de ti – la miró decepcionada. Lily bajó la vista cohibida. – y usted, señor Snape, hablaré con el jefe de su casa. - El muchacho únicamente dirigía miradas de odio a los otros cuatro.

La profesora dio una vuelta en círculo para dirigirlos a su oficina, seguido por la joven Gryffindor y el Slytherin, y posteriormente los cuatro rompecorazones de Hogwarts.

— De ustedes ya ni me extraña, viven merodeando por el castillo – añadió dirigiéndose a estos últimos. Lupin, bajó la mirada del mismo modo que había hecho la pelirroja, mientras que Sirius y James mostraban idénticas sonrisas.

- Debería tomar ejemplo, Potter – dijo McGonagall – Y ahora vuelvan a sus cuartos. Usted no, Evans. Debo hablar con usted. Andando

- ¿Crees que la castigará? – dijo James mientras entraban por el hueco del cuadro

- No lo sé. No es nuestro problema – dijo Sirius bostezando. – Anda, vámonos a dormir que mañana será un día muy largo – dijo mirando disimuladamente a Lunático el cual se encontraba ayudando a Peter a subir las escaleras.

La luna llena se había vuelto a ocultar detrás de unas tupidas nubes, un ciervo y un perro negro corrían detrás de un lobo desbocado, jadeando incontrolablemente, con cada músculo de sus cuerpos al rojo vivo, de lejos, una pequeña rata les trataba de alcanzar sin mucho éxito...con un sonoro aullido el lobo se dejó caer sobre las raíces de un árbol, muy dentro del bosque prohibido, cuando lo vieron caer rendido, los tres animales que lo acompañaban se acercaron lentamente. El lobo se notaba cansado y un tanto herido, mientras James más por preocupación que por curiosidad, se acercó a él, dejando a un lado su forma animal, corriendo desnudo por el espacio que lo separaba del lobo herido.

- Sirius, mueve tu trasero hasta acá, creo que está herido.­

Sirius dio un ladrido y dejo de parecer aquel perro de aspecto simpático que había correteado tras el lobo toda la noche.­

- ¿Remus?­

Pero Remus aún no terminaba su fase lobuna, aunque con tantas heridas, era un lobo menos peligroso, pero aun así, un lobo. ­

- ¿Remus? Somos nosotros...­ - James trataba de hacer que los reconociera, eran sus amigos, sus hermanos, ¿Cómo podría olvidarlos?

- James...­ - Sirius lo miro un poco preocupado, estaban demasiado cerca.­ - James dejémoslo descansar ¿vale?, ya casi cae la luna, ¿Dónde está colagusano?­

La pequeña ratita se acercó velozmente a donde Sirius se encontraba.­

- Ah, colagusano no me toques...es asqueroso.­ - Peter dejo de ser la pequeña rata, para convertirse en un bulto uniforme en el suelo.

- James, creo que es mejor que nos alejemos un poco...Remus aún no puede reconocernos.

James lo miró acusadoramente

- Tiene frío, está cansado, nunca los dejaría a ustedes si estuvieran así...no lo dejare a él. - ­ Ahora James estaba enfadado, sus palabras lo delataban, los hermanos no se dejan, no se abandonan, no se traicionan.­

Remus aúllo a medias, debido al cansancio y desplomó su cabeza sobre el suelo, nuevamente, Peter salto y se escondió tras Sirius, pero para James era una prueba más de que Remus los necesitaba, de cualquier forma, pero los necesitaba.

James se acercó más a él gran lobo, Remus lo observó acercarse, sintiéndose cada vez más desprotegido, gruñó en señal de amenaza, pero James no dejaba de observarlo. Algo dentro del tenía que saber que eran sus amigos.

- James...­ - La voz de advertencia de Sirius lo hizo perder el contacto con Remus, instante que el aprovecho para ponerse de pie con dificultad y agazaparse frente a James

- Remus...­ - Cuando James miró de nuevo a Remus, estaba frente a él, sabía que se esforzaba tanto por mantenerse en pie, sabía que en cualquier momento podría atacarlo, que cualquier paso o intento de huir acabaría probablemente con su vida, pero era su hermano, algo tenía que recordar. Peter chillo tras Sirius, el ambiente se tensó, un segundo y la vida de James podía terminar.

- Colagusano, ni se te ocurra moverte.­

Peter se congeló aún más detrás de Sirius.­

- James, no te muevas...­ - El lobo aúllo con más fuerza y miró nuevamente a James frente a él, parecía decidir si atacarlo o no.

- Remus...somos nosotros.­ - Sirius cerró los ojos molesto, solo a James se le ocurría algo tan estúpido como tratar de razonar con un lobo.

Remus lo miró ladeando la cabeza y se acercó a él, aun enseñando los colmillos y sin perder detalle, caminó lentamente, analizando el peligro que representaba para el aquel humano. Sirius trató de moverse y el lobo gruñó en su dirección, James tembló ligeramente, aquello no era un juego.­

- Sirius no hagas nada estúpido...

'- Claro James, como si yo fuera el que hace estupideces aquí­ - Remus volvió a su cometido, acercarse a James, cuando estuvo tan cerca de él que su pelaje rozaba con el cuerpo del chico se detuvo, lo olió y lo miró nuevamente, algo se le hacía conocido.

De repente, algo se abalanzó hacia el lobo y James cayó de golpe sobre el frío suelo

- James!– gritó Sirius- ¿Estás bien?

- Qué demonios era eso? – preguntó James incorporándose

- Fuera lo que fuera, ha desaparecido, al igual que Remus y dentro de media hora el sol saldrá

- Era... enorme – dijo Peter que aún no se había recuperado del susto – Tenía unas enormes alas

- ¿Que animal sería? – preguntó Sirius

- Remus estaba herido. – recordó James – ¿Qué hacemos?

- Ir a echar un vistazo. No creo que se hayan alejado mucho... - propuso Sirius

- ¿Estáis locos?!? Nos matarán – dijo Peter asustado

- Es Remus. Nuestro amigo. No podemos dejarlo solo con... con esa criatura.

- Lo sé James, pero...

- No hay peros, Colagusano, aplasta tu culo aquí y no lloriquees.­- Peter se dejó convencer y comenzaron a caminar hacia donde había desaparecido su amigo y la extraña criatura

Todo estaba en completo silencio, la noche estaba terminando y ellos, al igual que Remus, estaban agotados.

Una hora más tarde, el sol comenzó a despuntar en el cielo, mientras James y los demás aún seguían buscando por el bosque prohibido a su amigo.

- Mirad, allí está – exclamó Peter

Remus estaba en el suelo, completamente desnudo. Se movió en el suelo, herido. Se veía tan frágil que dudaban que pudiera ponerse en pie.

Sirius regresó cinco minutos después con una bolsa en las manos

- ¿Podrían hacer menos ruido? Remus se ve mal...­

En silencio se cambiaron rápidamente, trataron de cambiar a Remus lo más delicadamente posible, aunque se podía escuchar como cualquier movimiento involuntario le causaba dolor.­

- Levántenlo...­ - Sirius y Peter ayudaron a James a mantener en pie a Remus, mientras este y Sirius le llevaban casi arrastras hacia el colegio.

- Deberíamos dejarlo en la casa de los gritos, alguien puede vernos...­ - James le dirigió una mirada a Peter con bastante significado y siguió caminando.

- ¿Remus? Te llevaremos a la enfermería, ahí estarás mejor.

­No...­ - Remus intentó detenerlos, pero sus esfuerzos eran débiles.­ - Casa de los gritos

Alina Potter

Alina se acababa de despertar. Había sido una noche muy larga.

Como solía hacer todas las noches, había salido a volar un rato por los terrenos de Hogwarts, sin percatarse de que esa noche había Luna Llena. A eso de las cinco de la noche, unos aullidos le hicieron darse de cuenta de que un hombre lobo andaba por los terrenos de Hogwarts y cuando vio al hombre lobo encima de su hermano a punto de atacarle, no dudo en arriesgarse a ser descubierta y atacar al licántropo.

Después de intentar alejar al licántropo de su hermano y sus amigos, el licántropo se echó encima del hada lo cual dejo unas profundas cicatrices, las cuales desaparecerían a lo largo del día.

Después de ducharse, decidió bajar a comer ya que se había saltado el desayuno. Le dolía todo el cuerpo ya que este estaba intentando curar las heridas provocadas por el licántropo. Cuando entró en el Gran Comedor vio a Los Merodeadores sentados comiendo. Pero faltaba uno.

- ¿Y Remus? – preguntó cuando se sentó al lado de James 

- Se encontraba mal y lo hemos dejado durmiendo. – dijo Sirius sin levantar la cabeza de su plato

- ¿Qué tal has dormido? – dijo acercándose a darle un abrazo. Nada más la tocó, no pudo evitar soltar un quejido de dolor – ¿Qué ocurre? – pregunto extrañado

Sirius y Peter se miraron para después posar sus miradas en ella sorprendidos

- Nada – dijo intentando disimular – Iré a la Biblioteca un rato

- Te acompaño – dijo Lily, que acababa de llegar

- Genial – y dicho esto se levantó rápidamente para alejarse de Los Merodeadores que intercambiaban miradas mientras la veían alejarse

- Nunca te vi tan emocionada por ir a la Biblioteca – comentó Lily al ver una sonrisa en la cara tras haberse librado de ellos

- Em... no es por eso – dijo lo cual provocó que Lily la mirará confusa. – Da igual, déjalo

Eran cerca de las 8 de la noche, los pasillos del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería se encontraban, aparentemente, desiertos, el silencio reinaba junto con la oscuridad. La profesora McGonagall caminaba tranquilamente por los pasillos, hasta que callo en cuenta de la gran tranquilidad que había en el castillo, se extrañó muchísimo, ya que desde hacia 5 años, el colegio no tenía una noche tranquila, y mucho menos después de lo que había pasado ese día en la clase de Pociones.

Flashback

- Te digo que si James­ - decía un chico sentado en una de las mesas del final de la mazmorra donde se daba la clase de Pociones.

Este chico, de nombre Sirius Black, era una de las peores pesadillas de los profesores y uno de los más dulces sueños de las chicas del colegio

- No estoy muy seguro Sirius, mejor le preguntamos primero a Remus para que revise el plan, ya sabes que siempre encuentra fallos en las bromas que planeamos­ - respondió el chico que estaba sentado junto a él, James Potter. Este aún seguía pensando en su hermana, la cual lo había evitado desde la hora de la comida de ayer

- Pues preguntémosle ahora­ - le dijo Sirius tomando un pedazo de pergamino y haciendo con él una bolita, después miro al frente y apunto hacia el chico que estaba sentado una mesa delante suyo junto a una pelirroja, le arrojo el papel y este le dio en la cabeza­ Remus­ le dijo en un susurro.

-Remus Lupin, se volteó algo molesto porque su amigo lo había interrumpido de sus apuntes, Remus, al contrario de sus otros dos amigos ­

- Que quieres?­ - le preguntó a Sirius una vez se hubiera dado la vuelta en su asiento para poder ver a sus amigos.

- Remus, tenemos una broma que será genial­ - le dijo Sirius.

- ¿Para eso me llamaste? Deja eso para después de la clase Sirius - ­ le dijo Remus y volvió hacia sus apuntes.

- No me hizo caso­ - acusó Sirius a Remus con James como lo haría un niño pequeño con su mama.

- Te digo que no hay que molestar a Remus en clases ­- le dijo James, ninguno de los dos ponía demasiada atención a sus pociones que para ese momento estaban soltando burbujas verdes en lugar de que estas fueran rojas.

- Nuestro querido y aburridísimo Remus­ - dijo Sirius mirándolo­ - nunca va a cambiar.

- Y menos este año, es prefecto recuerdas?­- le dijo James mirando a Remus también.

- Es verdad! Creo que McGonagall tiene la esperanza de que nos controle­ - dijo Sirius riendo.

- Pobre Remus, como va a sufrir­ - dijo James riendo con su amigo­ - pero bueno, volviendo al plan...

- Yo opino que hay que hacerlo de todas formas, es sencillo, y aparte que mejor que ahora, estamos en Pociones!­ - lo interrumpió Sirius.

- Si bueno... no lo sé­ - dijo James, era más probable que los descubrieran si no le preguntaban a Remus.

- Vamos James que no le hemos hecho nada a Quejicus en todo el día­ - le dijo Sirius haciendo pucheros, James no pudo negarse, sabía que si Sirius no molestaba a Severus Snape durante un día entero seguro le daba un ataque o algo por el estilo.

- Bueno, está bien - le dijo James­ - yo distraigo a Slughorn, tu ve por esa cosa al armario de ingredientes.

Sirius se levantó con cuidado de que nadie lo viera, se fue en cuclillas hasta el armario y se encerró en el, solo que no se dio cuenta que un chico de pelo grasiento y nariz ganchuda lo había visto por el espejo que, con tantos años de experiencia, ya se olía que los Merodeadores tramaban algo, y sus sospechas se confirmaron cuando Potter llamo al profesor para que le dijera que había hecho mal en su poción que ahora emitía un sonido como de locomotora. Snape no tuvo que pensarlo dos veces para sabotear la broma que pensaban hacer, seguramente era meter algún ingrediente en su poción para que esta estallara, así que se apresuró a cambiar su caldero por el de Sirius, después de que Sirius metiera en ingrediente en el caldero equivocado los cambiaría de nuevo. Sirius volvió del armario con las manos aparentemente vacías, James dejo que Slughorn se fuera y se volvió hacia su amigo.

- ¿Lo conseguiste?­ - le preguntó James con una sonrisa pilla en los labios.

- Aquí esta­ - contestó Sirius mostrándole un par de hojas de un extraño color azul - ­ tú haz algo con Evans para distraer a todos, yo voy a arrojar esto al caldero del Quejicus

James no se hizo esperar, sus partes favoritas de las bromas eran en las cuales aparecía Lily Evans, James se preparó para recibir un par de bofetadas y se dispuso a ir a molesta... digo a hablar con Lily.

- Hola Evans, que guapa estás hoy­ - dijo James poniendo una de sus mejores sonrisas, con esa chica tenía que utilizar toda su artillería pesada.

- Piérdete Potter­ - fue la contestación de la chica.

- ¿Por que siempre eres así conmigo? ¿No quieres salir con James Potter?­ - le dijo pasándose la mano por el cabello desordenándolo aún más.

- No, no quiero salir con el gran imbécil de James Potter gracias­ - respondió fríamente la pelirroja.

- Oh, vamos Evans, yo sé que te mueres por salir conmigo, ¿por qué no lo aceptas de una vez?

- Potter, porque no aceptas TU de una vez que eres el idiota más grande de todo Hogwarts.

- Si lo acepto, sales conmigo?­ - preguntó el morocho esperanzado.

- No tienes remedio­ - le dijo Lily volviendo a sus apuntes.

- Vamos, vamos, una pequeña salidita a Hogsmeade, ¿qué te cuesta?­- preguntó James

- Me cuesta y mucho­ - dijo Lily sin apartar su vista del libro de pociones y mezclando la misma.

- Ya se que pasa- dijo James ganándose la atención de la chica­ - estás asustada.

- ¿Asustada? ¿Y por qué iba a estarlo?­ -preguntó Lily incrédula.

- Tienes miedo de caer rendida ante los brazos de James Potter­ - contestó acercándose peligrosamente a ella, para este momento ya toda la clase se encontraba mirándolos, menos Slughorn que se había distraído con la poción de uno de sus alumnos.

-¿Disculpa?­ - preguntó Lily con las cejas alzadas y en tono de burla­ - yo, ¿caer rendida ante tus brazos?

- Admítelo­ - le dijo James. Sirius se había levantado al ver que todos estaban poniendo atención­ 

Snape que se había hecho tonto hasta ese momento también volteó a ver la escena. Al sentir que Sirius pasaba por su lado rumbo al escritorio del profesor, se volteó rápidamente y puso el caldero de Sirius en su lugar y atrajo el propio nuevamente.

- Potter, no creerás en serio que yo podría caer en tus brazos ­ - siguió burlándose Lily.

- Yo digo que es por eso que no quieres salir conmigo, sino, que otra razón podría haber?­ - James se había aprovechado de la distracción de Lily mientras reía para tomarla por la cintura y acercarla a él, estaba a punto de besarla cuando sintió que su mejilla le ardía, se separó de ella rápidamente para evitar el segundo impacto. Las manos de Lily parecían tan delicadas, pero al golpear, eran como porcelana solida estrellándose en el lugar del golpe.

- Vuelve a hacer eso Potter y te juro que...

- ¿Qué pasa ahí?­ - intervino Slughorn - ­ ya basta, vuelvan a su trabajo.

James se sentó, aun con la mejilla adolorida pero sonriendo. Sirius se sentó también y le hizo una seña de afirmación con la mano, pero al voltear a ver su caldero supo que algo andaba mal.

- Profesor­ - dijo la inconfundible voz de Snape­- creo que algo anda mal con la poción de Black.

Slughorn se acercó a la poción de Sirius para verla bien, esta cambiaba de color constantemente y parecía que podría estallar en cualquier momento.

- ¿Qué ha hecho señor Black?­ - pregunto Slughorn tapándose la nariz con un pañuelo, ya que la poción soltaba un gas que apestaba a mil demonios.

- Nada profesor­ - dijo inocentemente Sirius.

- Exactamente, no ha hecho nada en toda la clase, 5 puntos menos para Gryffindor­ - Slughorn se dirigió a su escritorio molesto, pero al pasar, la poción de Snape lo detuvo­ - pero esta poción esta perfecta señor Snape, muy bien, 10 puntos para Slytherin.

Snape volteó a ver a James y Sirius con una malévola sonrisa en la cara, James lo miró con cara de asesino, al igual que su amigo, Sirius estaba a punto de hechizar al pelo grasiento pero James lo detuvo.

- No vale la pena perder más puntos hoy por ese idiota­ - le dijo mientras detenía la mano en la cual Sirius mantenía su varita.

- Imbécil, seguramente cambió los calderos cuando no veíamos­ - Sirius, sin querer, dio un golpe a su caldero con la varita, este empezó a chillar y temblar descontroladamente.

- ¡Va a estallar!­ - gritó James metiéndose debajo de la mesa, todos los de la clase lo imitaron, menos Sirius que de la sorpresa no tuvo tiempo de reaccionar. El caldero estalló llenando toda la sala de un extraño liquido azul. Sirius quedó completamente cubierto del extraño líquido, la clase salió poco a poco de sus escondites, al ver a Sirius cubierto del líquido todos los Slytherin comenzaron a reír, si no hubiera estado lleno de esa cosa azul, todos se hubieran dado cuenta que Sirius estaba rojo de rabia y veía a Snape con cara de psicópata asesino.

- 5 puntos menos para Gryffindor por hacer estallar su caldero señor Black­ - se escuchó la voz de Slughorn por encima de las carcajadas de los Slytherin.

- Pero fue un accidente profesor - ­ dijo Sirius, Slughorn no le hizo caso, pues la campana había sonado y todos se estaban retirando.

- Señor Black quédese para limpiar todo esto.

Sirius se quedó a quitar todas las manchas azules de las paredes antes de poder ir a dares un baño para limpiarse el mismo, los otros dos Merodeadores lo esperaban afuera.

- ¡Ese imbécil de Snape!­ - gritaba Sirius, iban de camino a sus dormitorios para  tomar un baño y después poder ir a recoger a Remus a la enfermería­ - pero me las va a pagar, voy a quitarle toda la grasa que tiene en el pelo y hacer que se la trague.

- Sirius, por favor, estoy comiendo­ - dijo Peter con cara de asco y alejando el chocolate que comía de su boca.

- No te preocupes Canuto, ya encontraremos la forma de vengarnos­ - lo consoló James­ - después de recoger a Remus planeamos una buena a Quejicus

Sirius suspiró e intentó serenarse. 

- ¿Has hablado con tu hermana? – preguntó Sirius cambiando de tema

- No la he visto en todo el día – contestó James

Llegaron a la sala común de Gryffindor y Sirius corrió escaleras arriba para que nadie lo viera todo azul, se encerró en el baño y se metió con todo y uniforme a la regadera. Después de asegurase de que todo el líquido azul se hubiera quitado de la túnica y resto de la ropa, se la quitó para poder bañarse bien.

- ¿Que podemos hacerle a Snape?­ - preguntó James sentándose en su cama y sacando un libro sobre transformaciones para empezar a leerlo.

- Estoy planeando algo, pero aun no estoy muy seguro­ - dijo Peter revisando el arsenal que tenían, conformado principalmente de Bombas Fetidas - ­ podríamos hacer algo con las Bombas Fetidas, hace mucho que no hacemos nada con ellas.

- Si es verdad­ - dijo James sonriendo y apartando la vista del libro­ - ya es hora de volver a los básicos.

- ¡¡¡¡Aaaaaahhhhh!!!!­ - Un grito de horror se escuchó salir del baño.

- ¡Sirius! ¿Estás bien? - ­ preguntó James preocupado y se acercó corriendo a la puerta seguido de Peter

- No, no estoy bien!­ - gritó Sirius mientras abría la puerta­ - ¡miren!­ - señaló su cabello que era azu­ - ¡no se quita con nada!

- Sirius, tranquilízate­ -James sabía que una de las pasiones de Sirius era su cabello, no le gustaba que nadie lo tocara, y mucho menos pintarlo­ - vamos a la enfermería por Remus y le preguntamos a Poppy si puede hacer algo.

- Que?!! Claro que no, no pienso salir así­ - dijo Sirius y después corrió a su cama para taparse la cabeza con la almohada.

- Ya Sirius, pareces niño de 5 años - le dijo Peter.

- No me importa, no saldré hasta que esto se quite­ - sonó la voz apagada de Sirius.

­- Mira toma­- le dijo James entregándole una gorra­ - así nadie lo notara y podremos preguntarle a Poppy si te lo quita.

Sirius tomó la gorra y se la puso asegurándose que ningún mechón de cabello se saliera. Después de asegurar que ningún cabello azul de Sirius estuviera a la vista, los tres Merodeadores salieron rumbo a la enfermería para recoger al cuarto, tomaron varios atajos mientras platicaban sobre la posible broma que le harían a Snape.

- Yo opino que colgarlo en calzoncillos de uno de los pilares de la entrada estaría bien­ - dijo James.

- Suena bien, pero eso ya lo hemos hecho y no sería original­ - le dijo Peter descartando la idea.

- Ya lo tengo­ - dijo de pronto Sirius­ - ¿recuerdan ese pasillo que tiene paredes invisibles para atrapar a los que pasen por ahí?

- Como olvidarlo­ - dijo Peter quien había sido el desafortunado afortunado que lo descubrió y se quedó encerrado entre las paredes toda la noche.

- Pues dejaremos a Snape en una de esas­ - dijo Sirius con cara de maniaco.

- No te ofendas Sirius, pero esa broma no suena muy buena­ - le dijo James.

- Jimmy, Jimmy, Jimmy, siempre interrumpiendo a la gente­ - le dijo Sirius y luego dio un salto para evitar el manotazo de su amigo.

James odiaba que le dijera Jimmy.

- solo digo que lo dejaremos ahí, y para que sienta lo que es quedar impregnado con algo­ - dijo señalando su cabeza- ­ lo dejaremos encerrado con unas diez de nuestras Bombas Fetidas mas apestosas.

- Buenas Poppy­ - dijo James entrando en la enfermería.

- Hola chicos, ya vienen por Remus?­ - preguntó amablemente la enfermera.

- Si, ¿ya está bien?­ - dijo Peter acercándose a la cama de su amigo.

- Si ya no tiene nada, no te preocupes, ya se lo pueden llevar­ - le dijo Madame Pomfrey y se dispuso a irse a su despacho.

- Poppy espera­ - dijo Sirius acercándose a ella­ - ¿crees que puedas hacer algo con esto?­ - Sirius se quitó la gorra dejando ver su cabello azul.

- Oh sí! Me lo comentó Slughorn, lo siento Sirius pero la poción que te cayó encima es una poción sin importancia, así que no se molestan en encontrarle remedio, es solo cuestión de tiempo para que se quite

- ¡Pero que voy a hacer!­ - dijo Sirius desesperado y tirándose en una de las camas.

- Sirius basta­ - dijo Peter que ya sabía los teatros que se aventaba su amigo.

- ¡No! ¡Les juro que me da algo! ¡Me da! ­ - dijo Sirius haciendo drama y fingiendo que lloraba en la almohada.

­- Sirius tranquilo, te ves muy bien con ese color­ - le dijo Madame Pomfrey logrando que Black se incorporara.

- ¿De verdad? - ­ preguntó Sirius.

- Claro que si, pregúntale a cualquier chica, te da un toque...mmm como decirlo... sexy­ - dijo Madame Pomfrey y después siguió su camino hacia su oficina.

- ¿Ya estás mejor?­ - preguntó James al ver que Sirius contemplaba su reflejo en uno de los espejos que había en la mesita.

- Bueno, si las chicas opinan que está bien...­ - dijo y después se giró a sus amigos­ - bueno a que esperan? Tenemos una broma que hacer.

Los cuatro Merodeadores salieron rumbo al pasillo del quinto piso, casi nadie pasaba por ahí, ya que era una zona en la que no se daban clases.

- ¿Y como haremos para que Quejicus venga?­ - preguntó Peter a sus amigos.

- Excelente pregunta­ - le dijo James­ - ¿Remus?

- Ya lo tengo todo planeado­- contestó este, sus amigos le pusieron atención inmediatamente, sabían que los planes del lobito rara vez fallaban­ - Sirius, tu iras a buscar a Snape, le gritaras que lo vas a matar, le quitas la varita y lo persigues, James tu tomas atajos para seguir el camino que tome, le cierras todos los caminos posibles de escapatoria hasta que no le quede más remedio que este pasillo, Peter y yo nos quedaremos aquí esperando que llegue y después echaremos las Bombas Fétidas en cuanto las paredes se estén cerrando.

- Nuestro Remus es un genio­ - dijo Sirius abrazando a su amigo.

- Sirius no me vuelvas a decir así - le dijo Remus con ojos entrecerrados.

- Entonces qué? Empezamos? – preguntó Sirius emocionado

Sirius y James se fueron de ahí dejando a Remus y Peter cargados de una peligrosa cantidad de Bombas Fétidas. James seguía a Sirius escondido bajo la capa de invisibilidad para que Snape no lo viera, Sirius encontró a Snape cerca del segundo piso, le hizo señas a James para que fuera al otro lado del pasillo y que solo dejara descubiertas las escaleras, cuando ya estaban en posición, Sirius se dirigió a Snape con un grito.

- ¡Snape!­ - Snape se giró alarmado, conocía esa voz perfectamente, y normalmente no le traía buenas experiencias­ - mira lo que hiciste - gritó de nuevo Sirius quitándose la gorra y dejando ver su cabello azul, enseguida Snape comenzó a reír, no sin antes sacar su varita­ claro- ríete mientras puedas, porque te voy a matar!

Sirius corrió hacia él, Snape intentó desarmarlo, pero un hechizo salido de quien sabe dónde le quitó su varita, no tuvo otra posibilidad más que correr, así que así lo hizo pero antes de llegar al final del pasillo, vio a Potter sosteniendo su varita y tapándole el paso, giro y subió por las escaleras con Black pisándole los talones, James tomo un par de atajos y llego antes que ellos al piso de arriba y le tapo de nuevo el paso a Snape para que subiera otro piso, así lo repitieron hasta que llegaron al quinto, entonces James se puso en la escalera obligando a Snape a seguir el pasillo, al llegar al final, iba a girar a la derecha, pero un hechizo de Sirius lo hizo ir hacia la izquierda en donde Peter y Remus lo esperaban, de pronto sintió que chocaba contra algo y callo sobre su trasero al momento que veía como Lupin y Pettigrew le lanzaban lo que parecían ser Bombas Fétidas, de pronto todas las Bombas comenzaron a chillar tal y como lo hacen antes de explotar, los cuatro Merodeadores miraban muriéndose de risa como el pobre de Snape, desesperado, intentaba salir del cuarto invisible en el que estaba atrapado con una decena de Bombas Fétidas a punto de estallar, cuando no vio posibilidad de salir, se cubrió lo más que pudo con su túnica y espero a que las Bombas estallaran...

Sin darle mucha importancia a la tranquilidad de la noche, la profesora siguió su camino, pero justo antes de cruzar la esquina del pasillo que daba a su dormitorio, escuchó una gran explosión. 

­- ¡MERODEADORES!­ - gritó y salió disparada hacia el lugar de la explosión.

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