12. Sirius Black

Angelina Snape

- "Cola de Salamandra" – dijo Angelina para poder entrar rápidamente a la torre de Gryffindor. Era el primer día de clases y se había olvidado el libro de Pociones y dentro de cinco minutos empezaba la clase.

Cuando bajó corriendo a la sala común se encontró a Peter que acababa de bajar también en aquel momento

- Hola – le sonrió Angelina

- Hola – le respondió Peter muy nervioso. Siempre que hablaba con alguna chica, Sirius y James le ayudaban y en aquel momento estaba solo.

- ¿Vas a clases ahora? ¿Quieres acompañarme? – le preguntó Angelina amablemente

- Cla... Claro – dijo Peter tartamudeando

Angelina no entendía como Peter era amigo de Sirius y James. En ese momento recordó lo diferentes que ella y Alina eran de sus hermanos así que se encogió de hombros y ambos gryffindors caminaron con prisas hacia su clase. 


Sirius Black

Sirius Black era inteligente, popular y buena persona... así que es imposible que no haya sido el protagonista de alguna historia de amor, con todas las risas, lágrimas, alegrías y frustraciones de una historia de amor

Después de Snape, los Hufflepuff eran las siguientes víctimas del joven Sirius Black. Cabe destacar que, cuando se trataba de los Hufflepuff, las "maldades" de Sirius no pasaban de comentarios burlescos entre él y James que nadie más oía, a excepción de Remus que, sin participar, a veces no podía evitar reírse de lo que sus amigos tenían que decir.

–Hoy vamos a practicar el encantamiento de desarme, ya que muchos lo olvidan y prefieren atacar lo antes posible, olvidando que, un previo desarme nos da una ventaja muy superior sobre nuestro oponente.

Sirius y sus amigos se hallaban en clase de Encantamientos, la cual compartían con Hufflepuff. Peter había llegado tarde a la clase. Ese día, Lupin no había asistido, pues se acercaba la luna llena, así que en el momento en que el profesor les pidió que se pusieran en parejas, Peter prácticamente saltó sobre James. Sirius y James se miraron y el primero asintió ligeramente indicando que entendía. Todos se fueron colocando en parejas. Sirius recorrió el salón con la mirada y al ver que ya todos estaban en parejas, se encogió de hombros y fue a sentarse junto a Peter y James. El profesor no podría objetar nada.

Ya estaba acercando una silla cuando la puerta se abrió y Alison Jonhson entró. Había llegado tarde pues había estado conversando con la profesora McGonagall.

–Te va a tocar ponerte con la "pelotillera de la profe"–le comentó a James a Sirius, que ya en algún momento habían hablado de la especie de relación de amistad que existía entre la alumna y la profesora McGonagall.

–Sé que debe haber un grupo de tres por ahí y necesito que se libere de un miembro –ordenó el profesor.

Sirius volteó los ojos y con desgana levantó la mano. Alison no estaba más feliz de trabajar con Sirius que Sirius con ella. Siempre veía cómo se burlaban de Snape y cómo iban por el colegio con un aura de sentirse superiores.

Alison era rubia, su pelo ondulado, le llegaba hasta la cintura. Tenía los ojos marrones y diminutas pecas en la nariz y en las mejillas. Al sentarse junto a ella y, por primera vez en su vida, Sirius pensó: Bueno, por lo menos es bonita.

Se sentaron sin hablar.

El profesor les pidió que repitieran el nombre del Encantamiento unas dos veces pues. Seguidamente, les pidió que se levantaran para comenzar a practicar.

–Traten de colocarse lo más separados posible, para que la varita de alguno no les vaya a dar en el ojo –pidió el profesor.

–Las damas primero –dijo Sirius.

Alison suspiró con desgana, como si hubiera sabido que Sirius diría esas exactas palabras.

–¡Expelliarmus!

La varita de Sirius voló por los aires. Él, algo sorprendido, dijo:

–¡Muy bien! Ahora me tienes que ayudar a buscarla.

–Parece que te sorprende que me haya salido el hechizo a la primera.

Sirius ahogó una risa y, con sinceridad, respondió:

–Sí, me sorprende.

–¿Por qué?

–No sé –dijo mientras buscaba con la mirada su varita por el suelo–. Siempre he pensado que los Hufflepuff son torpes. Sin ánimo de ofender –se apresuró a añadir.

Allison apretó los labios.

–Claro –fue lo único que dijo pero por su mirada, indicaba que no le había gustado el comentario. Torpes y sin ánimo de ofender no podían ir en la misma frase.

–Pero, mira, a ti te salió a la primera... ¡Aquí está! –Dijo mientras se agachaba a recoger su varita.

–Sí... Pero por lo que veo, detestas Hufflepuff tanto como a tu familia

–Mira, tranquila, no te alteres. Hufflepuff es una buena casa.- dijo Sirius rápidamente para cambiar de tema. 

–No estoy alterada –y la verdad es que no lo estaba– y yo sé que Hufflepuff es una buena casa. No me lo tienes que decir tú para que me lo empiece a creer.

–Estoy impresionado con lo molesta que estás.

Alison solo bajó la cabeza y rio.

–No estoy molesta. Vamos, ahora te toca a ti desarmarme.

–¿Te sientes desarmada delante de mí? –Preguntó Sirius levantando las cejas.

–Qué hombre más insoportable –murmuró Allison casi sin mover los labios. Luego, levantando la voz, dijo –Sí, sí, desarmadísima, Sirius. ¿Listo?

–¡Expelliarmus!

La varita de Allison también voló por los aires. La siguió con la mirada y, al ver dónde había aterrizado, volteó a ver a Sirius y aplaudió levemente.

–Bravo, Sirius.

–Gracias, gracias –dijo él inclinándose.

Ella se alejó y fue a recoger su varita. La clase continuó unos minutos más de la misma manera. Después era la hora del almuerzo.

- ¿te quieres sentar a comer conmigo y mis amigos?

–No creo que quieras que te vean con una Hufflepuff... –dijo Allison con un tono sarcástico.

–Tienes razón, sería un horror total pero como eres bonita, todos entenderían.

Alison sonrió y, al no saber qué más decir, optó por despedirse:

–Chao, Sirius. Nos vemos en la próxima clase –como queriendo decirle que el hecho de que se vieran en una situación distinta a la clase que compartían de Encantamientos era inexistente.

Sirius la vio alejarse.

–¿Cómo te fue con la rubia? –Le preguntó James a Sirius mientras le pasaba el brazo por los hombros.

–No sabía que eran creídas esas Hufflepuff, pensaba que era algo más propio de las Ravenclaw y las Slytherin.

–¿Es creída? No lo parece –dijo James.

–Un poco. No quiso almorzar con nosotros.

–Porque es de otra casa. Anda, vamos a comer que tengo hambre y si quieres ahí me cuentas de tu nuevo amor.

–¿Qué amor? - preguntó Sirius

–Ah, verdad, se me olvidó que a ti eso no te pasa.

James y Sirius se unieron a la ola de alumnos que se dirigía al Gran Comedor.

Dentro del Gran Comedor, Alina y sus amigas ya estaban sentadas esperando la hora de la comida mientras se ponían al tanto de todos los cotilleos

-¿Aún no os habéis contado todas las novedades? – dijo James mientras se sentaba al lado de su hermana

- Dime Alina, ¿Qué tal ha sido pasar una semana entera sin tu hermano en casa? – pregunto Yasmine

- Ha sido la mejor parte del verano– respondió Alina con una sonrisa

- No creo que lo pasaras muy bien con la tía Marge – dijo James mientras comenzaba a comer

- Pues no te creas. Me lo pase muy bien – dijo comenzando a comer y sonriendo para si.

Esa noche, regresando a la sala común de Gryffindor tras haber cenado, Sirius y James  que ya sentía un poco mejor. Peter bromeaba sobre una poción que había preparado James en Pociones, pues la poción debía resultar verde y, por alguna razón, la de James era roja.

–El rojo y el verde son colores opuestos –comentó Peter–. O sea, lo hiciste todo mal.

–¿Cómo quedó la de Severus? No me fijé –preguntó Sirius.

–Verde esmeralda –respondió Peter.

–Pues espero que él y su poción sean muy feli...

No acabó con la frase pues vio que Alison se acercaba, así que, levantando la voz, exclamó:

–¡Hey! ¡Alison Johnson! ¿Qué pasa? ¿Me persigues? Ya sé que soy irresistible. No te preocupes, que yo lo entiendo.

La muchacha le dedicó a Sirius una fugaz y seria mirada y siguió caminando. Sirius tuvo que lidiar con las carcajadas y burlas de sus amigos por un buen rato. Lo que ellos nunca supieron es que, tras pasar junto a ellos, Alison sonrió.

Entraron en la sala común de Gryffindor, dispuestos a ir directamente hacia el sofá. 

- Eh Sirius... - la voz de Marlene interrumpió sus pensamientos 

- ¿Qué? – dijo Sirius mirando a Marlene. Sirius sabía que a ella le había molestado que no la escogiera como pareja en la clase de hoy. 

- ¿Te apetece que hagamos juntos la redacción de Transformaciones?

- Claro – respondió Sirius sin darle demasiada importancia. 

Se sentaron en su sitio habitual, cerca del fuego. James se puso a jugar con la snitch que siempre llevaba en el bolsillo; Peter se puso a dormir; Sirius se sentó al lado de Peter y cerró los ojos sin llegar a dormirse

- ¿Ya estáis en plan señores mayores? - Frank Longbottom se sentó al lado de James y le quitó la snitch. - Según me ha dicho una lechuza, aun no te has liado con ninguna chica, Sirius – dijo Frank – eso es todo un record

- Solo llevamos dos días en Hogwarts - dijo James

- Por eso. - Dijo Frank burlón

Sirius sonrió. Metió la mano en el bolsillo y sacó su caja de cigarros, un regalo de James en su pasado cumple. En ella, por ambos lados, tenía una imagen de las marcas de motos favoritas de Sirius. Encendió uno y se llevó el cigarrillo a la boca. No le gustaba el sabor pero era como un relajante para él. Un mal vicio que había adoptado de los muggles. Uno de los pocos vicios que tenía a pesar de lo que decían los rumores y que él no se molestaba en desmentir. Hoy estaba preocupado. Su amigo Lupin estaba solo en la casa de los gritos. 

Cretino, mujeriego, arrogante, malcriado, orgulloso, caprichoso, rebelde, leal, bromista, infantil. Esos y muchos adjetivos más podían ser usados para describir a Sirius Black.

- Está prohibido fumar aquí

- Snape, metete en tus asuntos - le contestó Sirius. Angelina acababa de entrar junto a sus amigas.  Alina no estaba con ellas. - ¿Dónde está Alina? - Sirius se incorporó de golpe. Su voz sonaba preocupada. 

James se dio cuenta y repitió la misma pregunta.

- Tranquilos, llega ahora - respondió Yasmine. En efecto, dos minutos después Alina entraba en la sala, dejando a un Sirius y a James más tranquilos. 

- Os noto un poco tensos - dijo Alina al verlos

- Solo estamos cansados - respondió James que golpeó a Peter para despertarlo.

- ¿Jugáis a una partida de ajedrez?

- Esta noche no Frank – respondió James a pesar de que escuchó a Peter quejarse - Tal vez mañana – prosiguió

- ¿Os vais ya a la cama? – preguntó Angelina sorprendida

- Estamos cansados – respondió Sirius.

Los tres se levantaron, dejando a sus amigos un poco intrigados por su actitud. 


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