24. Solo ha sido tuyo, desde el principio.
Febrero de 1976
Te escribo esta carta porque en persona me cuesta expresar lo que siento o pienso, sobre todo cuando se trata de ti.
Me gustaría poder acercarme y preguntarte en persona pero sé que a Sirius no le gustaría y bueno, ya me he metido en bastantes líos este curso.
He sabido, a raíz de lo ocurrido en la Casa de los Gritos, que tienes desmayos con frecuencia. De verdad deseo que no sea nada grave. Admito que me asusté mucho cuando te vi caer aquel día y admito que aún me asusté más cuando vi que a Sirius casi le da un ataque de histeria. Nunca pensé que me llegase hacer caso en algo cuando le pedí que se calmase para poder llevarte hasta la Enfermería. Supongo que es el efecto que haces en los Black.
Debo terminar esta carta. Mulciber me está buscando, puedo oírlo afuera de la habitación.
Con cariño,
Regulus Arturus Black
Cerré la carta y me acosté de nuevo en la cama. Me había quedado a dormir en casa de Luke, después de hablar por horas, y hasta muy entrada la noche. Nos pusimos al día, obviando, eso sí, todo lo referente a La Ciénaga y a mi vida como hada. Ya era muy tarde y Luke insistió en que me quedase. Admito que no puse muchas pegas, estaba cansada y tenía mucho sueño.
Aún quedaban tres cartas escritas a mi nombre y cada vez tenía menos ganas de llegar al final. Tenía la ligera sospecha que la última carta la había escrito el mismo día que escribió la última a Sirius. Me dolía solo de pensarlo.
Bajé a la cocina donde encontré a Luke, con una taza de café en la mano mientras leía El Profeta.
- Te he preparado el desayuno. Pensé que tendrías hambre.
- Y la tengo, gracias – respondí
Me senté enfrente de él mientras desayunamos en silencio. Cuando acabó de leer el periódico y ambos habíamos acabado el desayuno, cerró el periódico, lo apartó a un lado y me miró seriamente.
- ¿Qué piensas hacer?
- Me ha echado de su casa, así que evidentemente volver a Grimmauld Place no entra dentro de mis planes
- Puedes quedarte aquí lo que necesites.
- Gracias, pero tengo casa. No creas que no tengo un techo donde dormir en Inglaterra.
- ¿Dónde está?
- Al norte - dije. Luke entendió que no iba a dar más detalles sobre el tema.
- Intenta no pasar las Navidades sola.
•
- ¡Repítelo, pul-go-so!
- Eso te lo enseñó ella, ¿verdad?
- Estás en una clara desventaja Black – dijo Moody acercando aún más su varita a la cara de Sirius. Este tragó saliva.
- Por favor, Alastor.
- Me estás diciendo que hace una semana que no sabes de ella porque le dijiste que no volviese a esta casa y ¡estás tan tranquilo!
- TE RECUERDO QUE NO ME DEJAIS SALIR DE ESTA MALDITA CASA
- Hay otras formas de buscar – dijo Moody retirando la varita – Sinceramente, no te mereces volver a verle el pelo – dijo pero por el rabillo del ojo vio como Sirius se afligía al oír eso
- Invadió mi privacidad – masculló Sirius
- Te recuerdo que fuiste tu quien decidió salir con la hermana de su mejor amigo. ¿No había más chicas en Hogwarts? – le contestó Moody
- Como ella no – susurró aunque claramente Remus y Moody lo oyeron - Ahorraros el sermón – dijo Sirius abandonando la cocina y caminando hacia el salón.
Fue en el momento en que se tiró en el sofá con una botella de whiskie en su mano cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse. Moody se había ido y sabía que Remus no tardaría mucho en subir para regañarlo nuevamente. Ya llevaba media botella bebida.
El whisky de fuego tenía un sabor extremadamente fuerte y un regusto ardiente. Se encogió de hombros y siguió bebiendo. Lo peor que podía pasarle era desmayarse sobre el suelo y despertarse horas después con una resaca horrible.
Más de la mitad del whisky de fuego se había ido.
- ¿Sirius? - Una voz preocupada irrumpió en sus pensamientos. Entrecerró los ojos - ¿has estado...?" Se detuvo a sui lado mientras lo miraba. Sirius solo se encogió de hombros.
Remus lo miró con desaprobación en sus ojos.
- No me mires así, Lunático - le dijo. - Solo estoy tomando unas copas
- Sirius, te he visto borracho las suficientes veces como para saber cuándo has bebido un poco o cuando llevas más de la cuenta y... – dijo arrebatándole la botella de las manos – no has cenado
Asintió distraídamente.
- Debes evitar ahogar tus penas en alcohol. ¿Qué pasaría si ahora la Orden nos llamase para luchar?
Sirius se encogió de hombros.
- Bebe un trago Rem – lo invitó y Remus negó con la cabeza tirando el resto del contenido en la chimenea.
- Eso no era necesario – protestó Sirius al ver como su amigo desperdiciaba el alcohol.
Sirius vio cómo su amigo salía del salón y no supo en qué momento se quedó dormido.
Había una luz brillante que parecía estar brillando en sus ojos.
- Maldita sea - gruñó. Su garganta estaba seca y le dolían los músculos del cuerpo
Su quejido se oyó en toda la casa y Remus entró cinco minutos después sujetando un vaso con un extraño contenido.
- Poción para la resaca- respondió, sonriendo levemente. – Después come un poco de chocolate
- Te he dicho alguna vez que te amo
- Hazme un favor y no vuelvas a beber
Remus se recostó en la silla y suspiró.
- ¿Por qué lo hiciste Sirius?
Sirius bebió el último trago de la poción para la resaca
- Porque odio esta casa Lunático. Odio estar aquí y descubrir cada día algo nuevo y desagradable para mí. _____ encontró una carta de mi hermano dirigida a mí. No quiero saber lo que pone en la carta
- Pero aun así te enfadó que ella las encontrase
- Y ahora odio de pasar la Navidad aquí solo.
Remus se quedó en silencio por un momento
- Lo siento, Sirius.
- No te disculpes, tú no tienes la culpa -Le pasó el chocolate y sonrió - Gracias. - Él le devolvió la sonrisa.
- Usa a Kreacher para buscarla.
- Debiste acabar en Ravenclaw, eres demasiado inteligente
- Supongo que el destino quería que vosotros os cruzarais en mi camino
•
Por fin había llegado Navidad, una fecha de felicidad para algunos más que para otros. Harry y sus amigos se encontraban decorando Grimmauld Place.
Harry no recordaba haber visto a Sirius de tan buen humor aunque, en ocasiones, lo había descubierto con la mirada perdida y suspirando tristemente cuando nadie creía verlo.
La mañana del día de Navidad, Harry despertó y encontró un montón de regalos a los pies de su cama. Ron ya había empezado a abrir los paquetes de su montón, aún más grande.
— ¡Mira cuántos regalos nos han hecho este año! —exclamó a través de una nube de papel—. ¡Gracias por la brújula para escobas, es fabulosa! Supera el regalo de Hermione: un planificador de deberes...
Entonces Harry buscó entre sus regalos y encontró uno con la letra de Hermione. A él también le había regalado un libro que parecía una agenda, sólo que cada vez que lo abría por cualquier página gritaba cosas como: «¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy!»
Sirius y Lupin, por su parte, le habían regalado una estupenda colección de libros titulada Magia defensiva práctica y cómo utilizarla contra las artes oscuras, con ilustraciones móviles en color de todos los maleficios y contraembrujos que describía. Harry hojeó el primer volumen; le encantó porque iba a resultarle muy útil para lo que tenía planeado en las reuniones del ED. Hagrid le había enviado una cartera marrón y peluda con unos colmillos que supuestamente eran un sistema antirrobo, aunque en realidad lo que hacían era que Harry se arriesgara a que le arrancaran un dedo cada vez que ponía dinero dentro. El regalo de Tonks era una pequeña maqueta de una Saeta de Fuego; Harry la hizo volar por la habitación. Ron le había regalado una caja enorme de grageas de todos los sabores; el señor y la señora Weasley, el jersey tejido a mano de rigor y unos cuantos pastelillos de frutos secos, y Dobby, un cuadro francamente espantoso que Harry sospechó que había pintado el propio elfo. Un fuerte ¡crac!, Fred y George se aparecieron a los pies de su cama.
— ¡Feliz Navidad! —exclamó George—. Pero no bajéis hasta dentro de un rato.
— ¿Por qué? —preguntó Ron.
— Porque mamá está llorando otra vez —contestó Fred con gravedad—. Percy le ha devuelto el jersey de Navidad. Oye Harry, te has dejado un regalo sin abrir.
En efecto, Harry vio, oculto por la colcha, un pequeño envoltorio a los pies de la cama. Tenía forma rectangular y pesaba poco.
- ¿Quién te lo envía? – le preguntó Ron
- No lo sé, no lo pone
Harry lo abrió con curiosidad. Se trataba de una pequeña caja que, al abrirla, encontró dentro un llavero de forma cuadrada con los colores de Gryffindor.
- ¿Un llavero? – Se burló Fred
Harry le dio vueltas al llavero pero no vio nada extraño en él. Decidieron ir a desayunar. Cuando bajaban por la escalera se encontraron con Hermione.
— Gracias por el libro, Harry —dijo ella alegremente—. ¡Hacía siglos que buscaba Nueva teoría de numerología! Y ese perfume es muy especial, Ron.
— Me alegro de que te haya gustado —repuso Ron
Ese día por la noche, se reunieron todos en la gran cocina. Habían estado toda la tarde en el Hospital San Mungo y se encontraban cansados.
- Hola Potter – saludó Moody a Harry - ¿Has recibido el regalo?
- Creo que sí – respondió Harry pensando en el llavero
- ¿Lo has abierto? – le preguntó Moody
- ¿Abierto? – repitió Potter - ¿Cómo se supone que se abre un llavero?
- Piensa Potter, piensa
- Moody – la señora Weasley interrumpió la conversación - Le he mandado una carta a _____ - comentó Molly – Crees que la habrá recibido
- Es posible – dijo mordiendo un gran trozo de pollo
Harry se dio cuenta de que era la única miembro de la Orden que todavía no había visto en Navidades. El primer día que llegó a Grimmauld Place le preguntó a su padrino por ella, pero este se marchó enfurecido y enfadado así que decidió no volver a sacar el tema con él.
Ni siquiera había acudido a las reuniones de la Orden y a nadie parecía importarle demasiado.
- Disculpa Moody – habló Harry - ¿_____ no va a venir?
- Eso debes preguntárselo a tu padrino
- ¿Por qué a él? ¿Ha dicho algo malo?
- A veces tu padrino tiene la lengua muy áspera
Evidentemente Harry no supo a lo que Moody se refería y ya había descartado preguntárselo a Sirius. La señora Weasley tampoco era una buena opción, estaba seguro de que hablaría con rodeos sin contarle nada.
El único que se le ocurría que podría contarle algo era Lupin, pero estaba enfrascado en una conversación privada entre Tonks, Sirius y él mismo. Fuese lo que fuese, parecía serio.
Octubre de 1976
Sé que no soy quien para decirlo y que posiblemente te hayas dado cuenta el otro día pero Sirius no te merece. No cuando aprovecha cualquier momento de vulnerabilidad para liarse con otras chicas. No mereces ver esas cosas y mucho menos darle explicaciones aunque tampoco soy quien para dar consejos cuando posiblemente me odies después de lo que voy hacer
Regulus Arturus Black
Recordé ese día amargo. Regulus me acompañaba de vuelta al castillo tras enviarle una lechuza a Maléfica. Sirius estaba besando a una chica. Después de aquello, estuve un tiempo sin hablar con Sirius y me volví más cercana a Regulus pero como siempre, Sirius sabía que decir para arreglar las cosas:
- Black ¡Déjame en paz! ¿Por qué no te das cuenta de una vez por todas que te odio?
- Simplemente porque no tienes razón para hacerlo.
- ¿Qué no tengo razones para odiarte, dices? Eres un tonto, inmaduro y engreído
- No podrías encontrar 10 razones para odiarme aunque lo intentaras - dijo el moreno
- - ¿no? Odio que creas que tienes algún derecho en mi vida; Odio que rompas las reglas y salgas victorioso siempre; Odio que te creas el mejor del mundo; Odio que me persigas todo el tiempo; Odio que pienses que no me importa en absoluto verte besándote con otras chicas y pienses que no me molesta.
- Ahora te diré yo las razones por las cuales no deberías odiarme – dijo Sirius mirándola fijamente - Si me entrometo en tu vida es porque no quiero que ningún idiota te haga daño; Rompo las reglas normalmente porque quiero llamar tu atención; e intento olvidarte porque sé que no te merezco aunque lo que más deseo todo el tiempo es estar a tu lado. Te amo _____ - le dijo Sirius mirándola de tal forma que entendiera, de una vez por todas, que hablaba en serio.
Y el problema es que siempre sabe que decir para salir victorioso.
Al poco de aquello, Regulus se unió a los mortifagos y dejé de relacionarme con él. La última vez que hablé de él, ni siquiera le di tiempo de explicarse y unas horas más tarde, James y yo encontramos los cadáveres de mis padres y todo cambio.
Junio de 1978
Apenas recuerdo el contenido de la última carta que te escribí y prefiero no hacerlo.
Lamento la perdida de tus padres. Me hubiese gustado asistir al funeral y estar ahí para ti en tu momento más doloroso pero eso lo habría complicado todo y lo último que quiero es que por mi culpa, te acompañe un mayor sufrimiento.
Me gustaría poder visitarte pero temo que alguien me siga. Deseo poder encontrarme fortuitamente contigo un día de estos y darte mis condolencias en personas
Con todo mi amor y respecto
Regulus Arturus Black
Observé la última de las cartas sobre mi mesita. El viento soplaba levemente en la Ciénaga, todas las criaturas estaban durmiendo mientras yo iluminaba la pequeña estancia con unas velas mientras leía las cartas usando mi varita. Ya me imaginaba el contenido de esa última carta y aun así, cuando la cogí entre mis manos, estas temblaban.
13 de julio de 1979
Ha pasado más de un año desde el que escribí la última carta y que sigue guardada en el cajón esperando que sea lo suficiente valiente para dártela. Pero no lo soy.
Sé que no has vuelto a Hogwarts después del verano. Lo lamento enormemente. La muerte de tus padres, no es algo fácil para nadie y lamento que tengas que leer estas últimas palabras dirigidas hacia ti porque te escribo esta carta como despedida.
Sé que suena trágico o tal vez dramático, como diría Sirius (puedo incluso escuchar su voz en mi cabeza) pero tal vez no viva para contártelo en persona. Me hubiese gustado verte para decírtelo pero no sé a dónde has ido. Espero que estés bien. Sé que sabes cuidarte perfectamente.
Quiero usar este pergamino y esta vieja pluma para contarte que he hecho y que quiero hacer en los próximos meses.
Llevo dos años a servicio del Señor Tenebroso y créeme, ha sido la peor decisión que he tomado en mi vida pues me ha alejado de las personas que más quería. Hace unos meses, el Señor Tenebroso me llamó pues necesitaba un elfo doméstico.
Orgulloso, le entregué a Kreacher. El pobre Kreacher.
Espero que algún día lo conozcas, es un elfo de buen corazón aunque a veces es un poco arisco. Por eso, le pedí que volviera con vida y como sabrás, la orden de un amo para un elfo es algo que no debe desobedecer.
Le ordené que si era algo peligroso, debía huir. Imaginarás en qué estado apareció en la casa. Le pedí que me contara a lo qué había sido obligado a hacer y, como me temía, su misión era perjudicial. El Señor Tenebroso dejó algo terrible en el guardapelo de Salazar Slytherin, en una gran vasija llena con la Pócima de la Desesperación, oculta en una cueva. Había obligado a Kreacher a bebérsela, y luego lo abandonó, pero él, bajo mi orden, regresó a casa y me contó lo ocurrido.
No sabes la rabia que sentí en ese momento.
Sé cómo derrotar al Señor Tenebroso. Y pienso hacerlo, por Kreacher, por Sirius y por ti. No espero que lo entiendas.
No sé si saldrá bien pero intentaré enmendar mis errores y mi ciega devoción.
Tal vez no viva para contártelo en persona. Lo que ha hecho el Señor Tenebroso es magia muy oscura y fuerte. Si salgo vivo de esta, el Señor Tenebroso descubrirá lo que he hecho y me matará.
Le he pedido a Kreacher que guarde esta carta y las otras que te escribí. Te las dará si algún día se lo pides. Tal vez nunca lo hagas pero espero que algún día, te acuerdes de mí y puedas leer el contenido de estas cartas. Si todo sale bien, el Señor Tenebroso no volverá a hacer daño a nadie más.
De todos modos, no estaré tranquilo si no confieso algo que 'se desde hace tiempo. Sé lo eres. Tenía mis sospechas y Kreacher me las ha confirmado. Por eso, sé que Kreacher no tendrá problemas en ayudarte si algún día necesitas su ayuda. Sabe que te tengo mucho aprecio. Incluso lo hará con mucho más placer que si se lo pide Sirius pues, si nos pasa algo a mí o a mis padres, Kreacher será propiedad de Sirius.
A Sirius nunca le cayó bien Kreacher. Aunque en parte lo entiendo. Es un recuerdo de su pasada vida en esta casa.
Espero que las cosas mejoren. De verdad lo deseo.
Espero que estés bien, donde quiera que estés y que seas feliz. Siempre lo he deseado. Nunca me he sentido en mi lugar. Pensé que haciéndome seguidor del Señor Tenebroso conseguiría una meta en mi vida, pero no ha sido así. Espero que al menos tú hayas encontrado tu lugar.
He visto el otro día a Sirius. Él no me reconoció pues he cambiado bastante. Me he dejado crecer el pelo. La verdad se le veía muy abatido. Espero que si alguna vez vuelves a Londres, hagas que mi hermano recupere la sonrisa. La ha perdido hace años. Aunque le cueste reconocerlo, él tampoco se ha sentido nunca en su sitio y, cuando empezó a salir contigo, volví a ver al Sirius que jugaba conmigo y el que me hacía reír hasta dolerme la barriga.
Espero que estéis bien cuando leas esta carta y si Kreacher ahora es propiedad de Sirius, cuídalo por mí.
Te deseo lo mejor, siempre lo he deseado.
Con todo mi corazón, que siempre te ha pertenecido desde el principio
Regulus Arcturus Black
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La historia de Regulus es una de las más tristes de Harry Potter y quería hacerle honor en este capítulo, espero haberlo conseguido a través de estas cuatro cartas.
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