17. Recuerdos que duelen

Esa tarde llegaron los Weasley a Grimmauld Place en compañía de sus hijos con la intención de mudarse, a pedido de Dumbledore, poco después de que comenzara el verano. Dumbledore pensó que Harry agradecería la compañía de los Weasley y de su padrino mientras vivían en Grimmauld Place.

Los niños habían explorado y reclamado sus habitaciones. Molly no se sentía muy a gusto en esa casa y había tratado de mantenerse ocupada limpiando, cocinando, etc.

Muchos fueron los magos oscuros que habían estado aquí y cada vez que caminaba por los oscuros y fríos pasillos, no podía evitar sentir escalofríos. Los gemelos estaban encantados, sobre todo cuando llegaban visitas y las reuniones de la Orden los ponía en alerta, intentando sonsacar toda información posible.

El hecho de convivir con Sirius también le estaba resultando complicado a la Sra Weasley y, para colmo, se había enterado de que la tía de Harry siempre había estado viva. ¿Por qué Harry tenía unos parientes tan raros y conflictivos?. ¿Acaso no había tenido suficiente el pobre Harry?

- Hola. – la saludó Sirius. Tenía la boca llena y levantó una galleta que Molly había preparado en casa para traer - ¿Las hiciste tú? ¡Son deliciosas!

- Sí, lo hice. - Fue todo lo que se le ocurrió responder. – Por cierto, Dumbledore nos dijo que nos encontraríamos al señor Lupin y a la señorita Potter en la casa con usted

- Tutéame, te lo ruego. Nunca me gustaron las formalidades – dijo Sirius – Han salido a la compra y, evidentemente, yo no he podido ir con ellos. 

- Entiendo – respondió Molly. Decidió seguir limpiando la casa mientras Sirius devoraba sus galletas. A la noche haría más

Remus y yo entramos en la casa cargados de bolsas. Nada más entrar, unos gritos invadieron el pasillo.

- ¡Cerdo! ¡Canalla!¡Mestizo!¡Monstruo! ¡Fuera de esta casa!

- Buenas tardes señora Black – dijo Remus

- Así que este es el famoso cuadro que habla...

- ¿Qué habla? – gritó el cuadro indignado. La imagen estaba cubierta por una lona - ¿Cómo te atreves?

- No le hagas caso, _____ - me dijo Remus que siguió avanzando.

Tenía la intención de destapar el cuadro pero, la voz de Sirius y Remus hizo que me moviese hacia la cocina.

- Me alegra verlo de nuevo profesor Lupin – dijo la voz de una niña

- A mí también Ginny, pero llámame Remus. Ahora ya no soy tu profesor.

- Cierto, prof.... Remus – dijo la joven pelirroja y nada más entrar en la cocina, sus ojos se detuvieron en mi.

- Deja que te ayude – dijo Molly acercándose para sujetar mis bolsas y vaciarlas

Molly y su hija Ginny salieron de la cocina. Sirius ayudaba a Remus a guardar las cosas en los armarios. Dos jóvenes pelirrojos se entretenían haciendo una guerra de dedos.

Me senté enfrente de ellos y me miraron con atención.

- Hola – dije

- Hola – saludó uno de ellos – Mi nombre es Fred y él es George. Tu debes de ser _____ - dijo y bajó la voz – la tía de Harry

- ¿Cómo lo sabes? – pregunté sorprendida

- Mamá llegó muy alterada a casa y George y yo usamos un invento para escuchar lo que decía . Hablaba de alguien que llevaba muchos años desaparecida y que afirmaba ser la tía de Harry y bueno, el parecido es asombroso – dijo mirándome y yo desvié la mirada

- Mejor que siga siendo un secreto – les pedí

- No hay problema por ello – dijo George

- Tienes que probar las galletas que hizo su madre, son deliciosas – dijo Sirius sentándose a mi lado – Lunático, deja eso – dijo Sirius viendo como su amigo intentaba pelearse con la puerta del armario que no cerraba

- Espera – dijo Fred - ¿Has dicho Lunático? - preguntó Fred, emocionado.

- Sí – asintió  Sirius perdido.

- El mismo Lunático del mapa

- ¿Hablas del mapa del Merodeador? – preguntó Sirius entendiendo hacia donde iban los gemelos

- Ese mismo. – contestó George – Espera, como sabes...?

- Un momento – lo interrumpió Fred - Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta

Lupin, que acababa de sentarse a mi lado, asintió en respuesta. La situación me hizo gracia y los gemelos me miraron sin entender.

- Lunático – dije señalando a Remus y después señalé a Sirius – Canuto

- ¿Tu eres Canuto? – preguntaron ambos emocionados

- Sí, eran nuestro apodos en Hogwarts. El padre de Harry era Cornamenta

- Es increíble – dijo George. Parecía que se le iban a saltar las lagrimas de emoción

- Ni en mi mejor sueño – añadió Fred

- ¿Y quién era Coalgusano?

- No preguntéis – intervine. Los gemelos entendieron que no debían preguntar más.

- El mapa... es estupendo. Se lo cedimos a Harry cuando iba en tercero.

- Pensamos que a él le sería más útil – añadió Fred

- Me alegra que el mapa acabase en manos de Harry – dijo. Sirius ya sabía que Harry tenía el mapa, aunque no sabía como lo había conseguido.

- Esto que quede entre nosotros. Si mi madre se enterase que Harry tiene un objeto mágico tan poderoso, se lo diría de inmediato a Dumbledore – dijo George preocupado.

- No sé lo diremos – le aseguró Sirius – El mapa pertenece al pasado. Espero que le dieseis un buen uso

- Oh sí, si lo hicimos – dijeron al unísono

- ¿Vuestra mejor broma? – dijo Sirius más interesado por la conversación

- Casi logramos que Ron hiciese un Voto Inquebrantable – recordó George

- Mi nalga izquierda nunca volvió a ser la misma – se quejó Fred – Pero este año tenemos unas cuantas ideas

- Para mi la mejor broma que hicimos fue colgar de los calzoncillos a Quejicus... que buenos tiempos eran esos – Remus y yo negamos con la cabeza

- ¿Quién es Quejicus? – preguntó George

Sirius iba a hablar pero Remus le cerró la boca. No estaría bien que los gemelos se enterasen de que Los Merodeadores le gastaron un montón de bromas a su profesor de Pociones.

Por la noche, la Orden del Fenix se reunió y los niños fueron mandados arriba, a sus habitaciones. Ron se sorprendió de verme allí. Se acordaba de verme en compañía de Fleur y como la persona que ayudó a Harry cuando Barty Crouch JR intentó atacarle.

- ¿Por qué no podemos asistir? – se quejó Ron mientras su madre lo empujaba escaleras arriba

- Porque esto es cosa de adultos

- ¿Te comportarás como un adulto, Sirius? – le susurré

- Solo si él lo hace – dijo mirando a Snape fijamente

Minerva se sentó sola en un extremo de la mesa haciendo todo lo posible por evitar mirar los rincones de la casa. Al igual que Molly, este lugar le daba escalofríos.

Más allá de la mesa, Remus y Alastor tenían una conversación seria. A juzgar por los gestos, claramente estaban en desacuerdo.

Tonks siempre hacia lo posible para sentarse a mi lado. No pude evitar reírme al ver lo lejos que Snape se había sentado de Sirius y Lupin.

La señora Weasley se acercó a la profesora McGonagall.

- ¿Le apetece unirse a nosotros para cenar? He preparado demasiada comida para todos nosotros, sería un placer que se quedase

McGonagall la observó hablar, con la boca entreabierta.

- Bueno... - comenzó, pero Lupin la interrumpió.

- Molly tiene razón, sería un placer

La mirada de McGonagall se detuvo en mí. No hizo falta que me preguntase.

- Sí, hoy me quedaré a cenar

- Bien, entonces me quedaré – dijo Minerva con una sonrisa - Gracias, querida – le dijo a Molly que se mostró feliz.

El olor del pollo asado se extendió por toda la casa. Tras terminar la reunión, los niños entraron en la cocina hambrientos. Dumbledore, Mundungus y Snape se marcharon. El resto de los que allí estábamos nos quedamos a cenar.

Ginny, Ron y los gemelos saludaron a la profesora.

- ¿Sabe algo de Harry? — se atrevió a preguntar Ron cuando estuvieron todos sentados, listos para cenar.

- No mucho más que usted joven Weasley

- Sé que tiene que quedarse en la casa de su tía, pero todavía me molesta saber que está allí y nosotros aquí .—espetó Ron y, cuando muchas miradas se clavaron sobre él, añadió - Oh, vamos, no me miren así, todos pensamos lo mismo.

- Ron tiene razón, los Dursley son horribles – intervino Fred

- Son groseros y desagradables – añadió Ron

- Ronald Weasley, no hable así de los tíos de Harry – lo regañó su madre

- Venga mamá, tu también los has visto – dijo Ron y todos nos quedamos en silencio

- No siempre fueron así... ¿verdad? – dijo Minerva intentando calmar el ambiente. Nos miró, primero a mi y después a Sirius

- Bueno... - intervine antes de que Sirius dijese un disparate – A Petunia y Vernon no les caía bien James, supongo que hay un poco de resentimiento en eso

Sirius siguió tomando sopa, en silencio. Minerva se quedó pensativa y después preguntó.

- ¿Viste a los Dursley después del 81? – me preguntó

- Sí, una vez... y como ves, no acabó bien

La habitación se había quedado en silencio. Noté las miradas insistentes.

- Ellos eran los parientes mas cercanos en condiciones de cuidar a Harry –  Minerva intentó echarme un cable– Yo misma me ocupé de vigilarlos en ocasiones

- ¿Cómo lo hiciste? – preguntó Ron

- Como un gato- murmuró Ginny antes de que McGonagall pudiera responder

- Estuve allí el día en que Petunia recogió a Harry. Lo recuerdo como si fuese ayer... aunque tu también lo recuerdas... - dijo mirándome y bajé la cabeza. Yo también lo recordaba porque también estuve allí. No había disimulado al ocultarme y tampoco había reparado en el gato que me observaba con atención.

Dos semanas después, me había presentado en la casa. Recuerdo que Petunia estaba sola en aquel momento y Vernon llegó media hora después. Se puso rojo de la ira al verme en su salón. Y fue allí cuando descubrí que si Vernom estaba delante, Petunia se convertía en otro tipo de persona. Su matrimonio con aquel muggle la había consumido y convertido en una persona arrogante y estirada. Me había recibido con desconfianza pero me había invitado a pasar, me ofreció té y escuchó la historia con atención y solo intervino para aclarar sus ideas.

- NO ME IMPORTA QUE SEAS SU TÍA PERO NO QUIERO VERTE MÁS EN MI CASA. NO PERMITIRÉ NINGÚN TIPO DE BRUJERÍA BAJO ESTE TECHO

- No soy una bruja cualquiera – le respondí y vi que titubeaba

- Quiero que te marches... ese niño se quedará aquí, como su madre pidió

Me reí. Estaba claro que Petunia no le había contado toda la historia a su marido.

- ¡Mamá! – la voz de Harry los interrumpió. Estaba llorando, llamando por su madre

- HAZ QUE SE CALLE - señaló a su esposa para salir del salón.

Petunia cogió a Harry y lo sostuvo en sus brazos.

- Es mejor que te vayas, _____ - dijo Petunia sin mirarme

Aguanté la respiración mientras observaba a Petunia calmar a su sobrino.

- Sé lo que harás – le dije fríamente y ella me observó, temblorosa – no le menciones nada sobre mí.

- ¿Por qué? – se atrevió a preguntar

- Piénsalo. El día que lo descubra, yo me convertiré en su peor tía– dije y salí de aquella casa.

- Que esperar de unos muggles que tuvieron a Harry durmiendo en un armario... - dijo Sirius mirando a Minerva seriamente

- ¡El armario! - Ron golpeó con los puños la mesa

- Es horrible, pobre Harry – dijo Molly con lágrimas en los ojos.

- Es repugnante – dijo Fred enfadado

El cabello de Tonks cambió de naranja brillante a gris opaco.

- Espero que Dumbledore se de prisa para sacar al joven Harry de ese lugar – dijo Kingley y todos asentimos.

No me sentía mejor después de ello. En realidad, yo también había permitido de Harry viviese en esas condiciones. Sirius parecía devastado después de lo que había oído aunque se merecía saberlo, pues él era su padrino.

- Siento haber sacado el tema – dijo Minerva cuando ambas salimos a la oscura y fría noche.

- En realidad yo me debería de disculpar con usted. Ha hecho el trabajo que se suponía que yo debía de haber hecho como tía

- Siempre me he preocupado por Harry - reconoció Minerva – Nadie se merece un destino como al que él le repara y aunque hubieses estado ahí para él, yo hubiese participado igual – reconoció

Asentí, tristemente.

- Debías recuperarte _____ - dijo Minerva colocando su mano sobre mi brazo. – Tu también necesitaste tu tiempo para superar la muerte de tu hermano y la de Lily. Haber cargado con la responsabilidad de cuidar de tu sobrino, habría supuesto mucho para ti.

Asentí. Minerva hablaba de pensamiento pero yo de conocimiento. Aquel día, antes de visitar a Petunia me visualicé llevándome a Harry. Me vi criándolo en la Ciénaga, como una tía ausente y un niño aislado del mundo real. Vi como los dos nos hundíamos, yo sintiéndome cada día más culpable de la muerte de mi hermano cada vez que veía a Harry corretear por la ciénaga y como mi lado humano se desvanecía hasta quedar hecho trizas. Preferí no seguir mirando. No quería saber cómo habría sido el futuro de Harry con una tía en su versión inhumana.

Minerva me abrazó y ambas nos despedimos. Regresé a la Ciénaga y decidí quedarme allí unos días intentando que los recuerdos se borrasen de mi mente.

Sirius y Lupin abrieron las puertas de la biblioteca. El olor a polvo fue tan intenso que no pude evitar toser.

- ¿Estás bien? – me preguntó Remus

- Sí – dije moviendo la mano frente a mi rostro para apartar el polvo – Recuerdo que en Hogwarts cuando nos preguntaban a que éramos alérgicos, siempre respondía que al polvo y a Sirius. Irónico que esas dos personas estén aquí ahora

- Muy graciosa – dijo Sirius entrando en el cuarto

Empezamos a limpiar los estantes y libros. Observé que había muchos clásicos: Frankestein, El retrato de Dorian Gray, Mujercitas, Orgullo y Prejuicio...

- No me puedo crear que estos libros estén aquí

- A Regulus le gustaba leer – contestó sin dejar de limpiar. Lo observé durante unos segundos. Su rostro se mantenía concentrado en la tarea.

Alguien golpeó la puerta y vimos entrar a Ginny con un plato.

- Mamá me dijo que tal vez os apetecerían

- Uy, ¡galletas! – exclamó Sirius mientras se acercaba a Ginny

- Por cierto, ¿has estado bien estos días? – susurró Remus mientras Sirius estaba entretenido comiendo galletas – Has estado desaparecida durante tres días

- Estoy bien– dije evitando contestar

- Molly intenta comprarme con comida – dijo Sirius con la boca llena

Lo miré confundida, Remus solo negó con la cabeza.

- No paran de discutir... parecen un matrimonio

- No se te ocurra hacer ese comentario ni una vez más – lo amenazó Sirius

Desde los grandes ventanales del salón se podía ver la calle. Había abierto la ventana y estaba fumando tranquilamente, sabiendo que los muggles no podían verme al estar la casa encantada.

- ¿Ahora fumas? – preguntó Sirius interrumpiendo mis pensamientos

- ¿Qué ocurre abajo?

- Ha llegado la amiga de Harry, Hermione. Molly se ha puesto muy contenta

- Sí, es bastante agradable. Me recuerda a Lily – dije mirando por la ventana. Esperé a que Sirius me regañase por fumar pero no dijo nada. Me giré un poco y estiré mi mano. Sirius miró la caja de tabaco y sus ojos brillaron - ¿Quieres?

Extendió la mano para agarrar el paquete. No esperaba su gruñido de agradecimiento cuando amablemente le pasé el encendedor y lo ayudé a encender su cigarro.

- Solo fumo de vez en cuando. – reconocí

- A James no le gustaría – dijo él

- A James no le gustaba nada de lo que hacia – dije fríamente

Sirius estaba atónito. Ni cuando estaban enfadados en Hogwarts, ____ había hablado así de su hermano. A veces se olvidaba que habían pasado 17 años desde que la había visto y realmente estaba cambiada.

Sirius quería acercarse a ella y al dar un paso tropezó contra una tabla del suelo levantada y se estampó contra el cristal.

Me empecé a ahogar con el humo del cigarrillo mientras me reía.

- Tu ríete – dijo él incorporándose mientras sonreía.

Su alegría duro poco cuando la voz de la Sra. Wealsey interrumpió su momento a solas.

- ¡_____!¿ Estás ahí arriba?

- Sí – respondí gritando para que me oyese

- ¿Puedes bajar?

No respondí. Apagué el cigarro y lo tiré en la papelera del salón. Caminé hacia la puerta pero notaba la mirada de Sirius.

- ¿Qué? – me giré para mirarlo

- Bonito trasero – dijo mirándome mientras le daba una calada a su cigarro

Rodé los ojos y bajé a la cocina. Debo reconocer que me gusta que de vez en cuando vuelva el Sirius de 16 años.

Fue cinco días después cuando un Patronus entró en la cocina. Era Kingley comunicándonos que unos dementores habían atacado a Harry. Sirius no daba crédito y maldijo a Mundugus, quien era el miembro de la Orden que estaba haciendo la guardia. Los Weasley mandaron a los niños arriba mientras los miembros de la Orden entraban apresuradamente en el 12 de Grimmauld Place. Se puso en marcha el plan acordado hace semanas.

- Ahora Harry estará desprotegido. Sin embargo, albergo la esperanza de que si ____ permanece aquí, al tener un vínculo con Harry, sirva de protección ante Voldemort y sus Mortífagos.

Todos en la casa estaban tensos. Los gritos eran muy comunes en la casa. Mientras estaba en el salón, fumando al lado de la ventana, grité al ver que George se acababa de aparecer a mi lado y el cigarro se me cayó al suelo.

- Lo siento – se disculpó y los dos vimos como la cortina empezaba a humear.

- Mierda – dije pisándola y apagando el fuego – Ya lo arreglo – dije sacando la varita y haciendo que la cortina volviese a su estado natural.

- ¿Qué pasa? – Sirius entró precipitadamente en el salón apuntándonos con la varita

- Baja eso, quieres? – le dije encendiendo otro cigarro

- Mejor me voy – dijo George saliendo del salón sin usar la aparición. 

Sirius y yo intentamos no mirarnos. Me quitó el paquete de cigarros del bolsillo y encendió uno para él. Estos días habían sido muy tensos, con muchas discusiones y gritos sobre la mejor manera de traer a Harry y sobre lo que pasaría después.

Ambos acabamos el cigarrillo al mismo tiempo. Escuchamos a la madre de Sirius gritar. Eso indicaba que había gente entrando en casa y, era normal, pues hoy irían a buscar a Harry.

- ¿Habéis estado fumando? – preguntó Remus cuando nos sentamos a su lado en la cocina

- No – dijimos al unísono

- El cuarto de Harry ya está listo – anunció la señora Weasley – Ron, cámbiate esa camiseta y ponte la que te compré

- Mamá, es Harry – se quejó Ron pero su madre le regañó y al final, el joven tuvo que salir de la cocina para cambiarse

George y Fred se reían de su hermano. Una sorprendente cantidad de personas se ofrecieron voluntarias para buscar a Harry y aun así, Grimmauld Place estaba lleno. Sirius se mostraba incomodo, viendo a tanta gente correr de arriba abajo.

Molly miró por enésima vez el reloj. Estaba muy nerviosa.

- Venga, vosotros, arriba

- ¿Qué? ¿No podemos quedarnos? – protestó George

- No, no podéis. Esperareis a Harry arriba – les dijo Molly

- Pero mamá... es mi mejor amigo – protestó Ron.

- Arriba – los apremió Molly

Arthur entró en la cocina colocándose el chaleco.

- Ya están de camino – dijo sonriente

- Espero que a Harry le guste la cena que le preparé – dijo la señora Weasley entrando en el salón

- Seguro que si, Harry es un chico muy educado - la apoyó su marido

Dumbledore entró en compañía de Snape y Minerva segundos después. Sirius y yo nos levantamos para recibirlos.

La conversación quedó en silencio por un momento cuando la puerta se abrió de golpe y la Sra. Black empezó a gritar. La habitación se tensó. Fue un alivio escuchar a la Sra Black gritar que había traidores  en su casa y cómo se atrevían a traer con ellos a un traidor de sangre, a un Potter, a su casa.

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Los siguientes tres capítulos ya están escritos. El capítulo 18, la llegada de Harry lo subiré cuando este capítulo alcance los 14 me gustas y 17 comentarios. 

No es una cifra complicada y estoy segura de que la alcanzareis en poco tiempo. Tuve un día muy inspirador y escribí tres capítulos de golpe. Pero ahora estoy en bloqueo escritor y necesito también mi tiempo para escribir sin dejar nada atrás. Espero que os gusten los capítulos. ¿Os gusta como avanza la historia entre Sirius y _____? 

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