Juego de las atrapadas.
— Utsugi-san,¿Quienes eran esos?
Su ceño fruncido y la cara de molestia al nombrar a esos hombres confirmaron lo inevitable.
— No eran nadie. Venían a ver algunos asuntos.
«Mentiroso. »
— Pero dejemos eso de lado,¿Están listos?
[• • •]
— Encuentren su paradero cuánto antes. No puedo creer que un niño les esté causando tantos problemas. — la molestia en su señora se hizo tan notable,que incluso ellos temieron por su empleo.
— Si,señora.
Cuando salieron de su oficina,se dejó caer en el respaldo de su silla,y segundos después soltando una risa.
— ¿A qué estamos jugando, Yusushima? ¿A las atrapadas? ¿O prefieres “el gato y el ratón”? — sacó un portafolio de uno de sus tantos cajones y lo abrió. Un archivo de Tsukumo Production's. — Si no quieres que ellos salgan heridos,tendrás que aparecer por tu cuenta. . .
[• • •]
No tenía nada. Estaba comenzando de cero. Todo esto se sentía como un dejá vu. Cómo si hubiera vuelto al punto de inicio.
Observó a su alrededor. Tenía que tomar precaución de todo y todos. Una pieza que encaje mal. . . Sería un error fatal.
De todos los lugares del mundo, prefirió volver al pequeño departamento que había rentado desde su estadía ahí.
— Oh,eres el jovencito de la otra vez. ¿Qué se te ofrece,pequeño?
Y ahí estaba,la anciana tan cariñosa y amable que le había rentado ese departamento.
— Buenas tardes. . . Yo,me preguntaba si. . . — comenzó diciendo nervioso y con el rostro cabizbajo — ¿Podría quedarme esta noche en uno de sus departamentos? Le pagaré lo correspondiente,claro. . . S-si no le molesta. . .
Aquella anciana le sonrió de vuelta,y acercando una de sus manos al rostro de aquel chico frente a sí, apretó una de sus mejillas con cariño.
— Por supuesto que sí,cariño. Te daré el mismo de la otra vez.
Yusushima solo asintió,esperando con paciencia a qué aquella mujer terminara de arreglar los papeles necesarios y le entregara las llaves.
— Muchas gracias.
Y fue directamente a encerrarse a su antiguo departamento. La nostalgia se hizo presente.
Pero ahora estaba solo.
Se sentó sobre el suelo,abrazando sus piernas. Se sentía tan patético,quería llorar.
«Vamos,se que me podrás encontrar. Te estaré esperando,Sengu-san.»
[• • •]
Escuchó algunos toques a su puerta, observó sobre su ventana y se dió cuenta de la luna. Se había quedado dormido en el suelo.
Aquellos toques seguían sonando con insistencia,por lo que no tuvo más remedio que levantarse,sacudir un poco su ropa e ir a ver quién demonios era y porque iba de noche.
Se detuvo en seco por ese último pensamiento. Se había detenido frente a la puerta,porque sabía muy bien de quién o quiénes se podían tratar.
— Lo encontré,señorito. . .
Era esa voz tan familiar que alguna vez escuchó en su juventud. Era él. Y planeaba llevarlo de vuelta.
Rompió su maldita promesa.
[• • •]
¿Este es el fin del hombre araña?
— Q
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