Capítulo 37

Círculos y círculos en mi espalda despojada de ropa u sabanas. Un caliente pecho debajo de mí, una mano abierta sosteniendo mi muslo, un aroma masculino que me reclamaba y un calor que reconfortaba. Eso era lo que percibía cuando desperté en los brazos firmes de Daniel.

Todos nuestros miembros enredados entre sí y con las sábanas blancas revueltas hasta la mitad de nuestros cuerpos. Cerré mis ojos, saboreando su ternura, la intimidad, la fortuna de yacer a su lado de ese modo.

Mi corazón aceleró su latido al recordar lo que hace un rato habíamos hecho. Volví a suspirar por lo fascinante del encuentro de dos cuerpos. Él había encendido hasta la más recóndita parte de mi ser, me había mostrado un placer que era sólo algo ficticio y místico para mí hace algunos años. Me hizo sentir una unió más allá de lo carnal, fue una intimidad que me llegaba al alma. Piel contra piel desnuda, dureza contra suavidad, corazón roto contra corazón roto. Nos hizo uno solo, y con su ternura cautivó mi corazón.

No sentí arrepentimiento, nada de lamentos, nada de miedo por el después. Sólo una satisfacción y un sentimiento que tenía a mi pecho a punto de estallar. Me arraigué más a su cuerpo y enterré mi mano en su cabello, escondiendo mi cara en su cuello, embriagándome de su esencia. Sintiendo como dejaba los círculos en mi espalda y me abrazaba envolviéndome toda.

Tenía un nudo en mi garganta por lo irreal y maravilloso del momento, el mismo que tuve cuando nos unimos. Cuando las sensaciones eran mucho como para sostener. Cuando me hizo sentir de la manera que siempre quise. Valorada y querida. Que le importaba a alguien. Cuando me hizo olvidar la bruma que cubre mis ojos y recreó destellos y colores para mí.

Moví mis dedos en su cuero cabelludo y oí su suspiro de satisfacción.

No sabía si mañana o en unos meses aún lo tendría junto a mí. Lo único que sabía era que no iba a dar por sentado ningún momento en que él estuviera a mi lado. Daniel era todo lo que había añorado y hasta ahora había conseguido. Me hacía sentir viva y libre. Era hoja que lleva el viento con él. Podía ser lo que era, y me sentía segura e importante bajo su abrazo. Me tomaba de la mano, pero dejaba que yo guiara el camino. Más que cualquier cosa, era aquello lo que tenía a mi corazón enamorado. Porque lo estaba, profunda e irremediablemente de este hombre.

Pedía a quién me escuchara que me dejara conservarlo porque todo se volvió tan perfecto como para ser real.

Lo abracé de vuelta con el miedo sembrándose en la boca de mi estomagó.

"Deja que sea para siempre" rogué en mi cabeza tratando de convencerme de que el presentimiento era sólo algo imaginario.

—Hey. —Su ronca voz retumbó en mi pecho y su mano levantó mi rostro hasta su nivel. Cerré los ojos de inmediato, evitándole un disgusto ante mi iris pálido. Evitando abrumarme por no verle—. No, ábrelos. Vamos, Elie.

Respiré profundo porque sabía que no podía negarme a él. Los abrí de nuevo tratando de dejar de lado mi pesar por no fijarle de vuelta mi mirada. Él me tranquilizó con su pulgar en una caricia en la esquina de mi ojo. —Los ojos más bonitos que he visto jamás —me susurró en secreto, con su voz profunda y ronca. Una risita se me escapó al recordar mi comentario hace semanas a sus ojos marrones. Él me lo devolvía.

Esto era lo que me tenía, su manera de hacerme olvidar mis temores y complejos. Su ternura.

Me consolé tocando con la yema de mis dedos su rostro.

Tenía todavía una media sonrisa cuando llevé mis manos en busca de sus labios. Cuando los encontré los acaricié y me acerqué a ellos para un beso. De inmediato me correspondió con su ávida boca. Con sus brazos me atrajo hasta él, dejándome por completo encima de su cuerpo. Profundizó el beso abriendo mis labios con su lengua, enredándola con la mía, haciendo una danza que tenía a mis sentidos dopados. Lento, sensual y tierno.

Cada beso de él eran perfecto; sus suaves labios, lo delicado, pero a la vez profundo en que lo hace. Como si me quisiera toda para él, como si venerara lo que tocaba.

Y me sorprendió más cuando mordió mi labio inferior para luego lamerlo y besarle unas cuantas veces más antes de separarse de mí.

—Regálame tu boca, Eloise —rogó, mientras repasaba mis labios magullados con su pulgar.

—Es tuya —le respondí besando su dedo—. Yo soy tuya, me tienes.

—¡Diablos, sí! —respondió, girándose conmigo, quedándose encima de mí, de repente siendo consciente de nuestros cuerpos encontrándose sin nada entre ellos. Lo reconfortante e íntimo del momento, retirando mechones de mi sonrojada cara, dejándolos detrás de mis oídos.

Reí tímida y enrede mis brazos en su cuello.

—Me tienes, lo haces. Justo de rodillas ante ti, haz conmigo lo que quieras —exclamó besando mis párpados cerrados. Provocando mis lágrimas por la felicidad contenida.

"Deja que sea para siempre" repetí y repetí. Sólo quiero una vida con él.

—Déjame hacerte el amor otra vez, Elie —me pidió al oído y en respuesta mi cuerpo se estremeció al pensar en ello.

Él me sostuvo mientras besaba mi garganta y sin ningún arrepentimiento y con toda sinceridad dije —: Contigo siempre, Daniel.

Y me hizo ver colores y destellos, esta vez más dulce y calmo. Susurrándome secretos de devoción al oído mientras veneraba cada parte de mi cuerpo. Me aferré a él y dejé que me demostrara lo que sentía. Al igual que a mi manera yo misma se lo devolvía. Terminando frente a frente con nuestras respiraciones agitadas mezcladas como nuestros miembros.

—¿Es así siempre, Dani? —pregunté cuando la calma había arraigado en la habitación y en nuestros cuerpos.

—¿Qué cosa, Elie? —preguntó distraído mientras rozaba su boca ociosamente contra mi cabello.

—Hacer el amor... ¿Se siente así siempre? —seguí, con curiosidad. Lo sentí parar y correr su mano de mi cintura a mi mejilla, acariciándola con sus nudillos.

—No hasta ahora. Nunca se ha sentido así hasta ti —me habló al oído—. Es mucho más cuando de verdad quieres a alguien. Se siente fuera de éste mundo, y es por ti, Eloise. Sólo por ti.

Una bola de emociones subió hasta mi garganta, estancada allí, dejándome vulnerable y sensible. Lo abracé más fuerte y le pedí —: Quédate conmigo, Daniel. —Apreté el agarre, sintiendo de nuevo ese temor de perderle.

—No hay manera en que pueda alejarme de ti, Eloise. Y si alguna vez pasa, seré miserable eternamente por ser negado a escuchar tu voz. No te das cuenta cuan feliz me hace provocar la curva de tu boca en una sonrisa. Últimamente vivo por ello.

Lo sentí girarse para acomodarse a mi costado. Al principio pensé que seguiría provocándome, pero sólo dejó un beso en mi cuello y recostó su cabeza allí, abrazándome y acariciándome la cintura. Su peso me reconforto y envolví de igual manera mis brazos en su cuello. Disfrutando de esto mientras lo tenía. Escuchando su respiración disminuir hasta llegar a un ritmo calmo y pacífico. Igual que el mío.

•••

Desde la mañana tenía mi teléfono a explotar con llamadas de mi madre. No le había prestado mucha atención, pero cuando lo hice, su voz sonó preocupada. No sabía si era genuina o si era sólo una farsa, pero decidí de todas manera que, aunque éste pequeño yate fuera un refugio para mí, no debía esconderme en el de mis problemas.

Ella no mencionó nada, pero al oírla si quiera hablarme lo único que se había venido a mi cabeza era Alexander. Alguien que no había recordado desde que había salido con Daniel ayer por la noche. Todavía me estremecía al recordar su llamada de hace un día, sus advertencias y su maliciosa voz.

Tenía que hacer un intento, debía dejarle claro que no había oportunidad de que yo quisiera encontrarme de nuevo con él. Debía enfrentarla antes de que me hundiera. Y ahora con Daniel a mi lado me sentía más segura para enfrentar las consecuencias que vinieran. Estaba y no pensaba irse.

—No quiero que vuelvas ahí —me decía sentado en la orilla de la cama, conmigo  frente a él, sosteniendo sus manos en mis caderas cubierta por un simple triángulo de algodón.

—Yo tampoco, la sólo idea de que pudiera estar ahí... —Tragué fuerte el nudo en mi garganta—. Pero no quiero esconderme aquí sin intentar nada. Mamá debe entenderlo, tiene que hacerlo... —No me dejó terminar porque al instante lo sentí levantarse ante mí para abrazarme por mi cintura descubierta. Sus cálidos brazos abrasaban mi piel desnuda y me hacían sentir como si estuviera bajo el mismo sol. La misma sensación, el mismo sentimiento de paz y libertad a pesar de estar encerrada por sus extremidades largas.

—Quiero que vengas conmigo. No es seguro con él ahí fuera y con tu madre ayudándolo, y si...

—Puede entrar en razón —lo interrumpí.

—Si no lo ha hecho ya, no lo hará nunca —comentó exasperado. Se separó de mí y lo escuché moverse unos pasos para luego volver—. Aquí...

Pronunció y ya sabía lo que iba a hacer. Al momento lo sentí agacharse y dar un golpecito a mi tobillo para que lo alzara y me introdujera en un ligero vestido veraniego.

—Puedo hacerlo —le recordé suavemente pasando mis brazos por las mangas cortas.

—Sé que puedes hacerlo, Elie. No lo hago porque crea lo contrario, lo hago porque tengo esta necesidad imperiosa de cuidar de ti —terminó diciendo mientras subía el cierre del vestido en mi espalda—. La misma necesidad que me dice que dejarte volver a tu casa es una mala idea... ¿Qué hay de llamar a tu padre?

Consideré eso y las consecuencias que causaría en la relación de mi madre y él. Papá no perdonaría que lo haya traído de vuelta y, si puedo evitar un enfrentamiento entre los dos, lo haría.

No. No era una opción. Era mejor que viviera en la sombras y tratar una vez más que mamá entrara en razón.

—No, simplemente déjame hablar con ella —pedí.

Escuché su suspiro resignado. Él sabía que no podía decidir por mí, y respiré tranquila una vez que entendió. Llevé mis manos a las suyas que estaban en mis mejillas, acercándome, dejándome respirar su aliento y chocando su frente con la mía.

—De cualquier manera estaré ahí si pasa algo. Sólo debes llamarme.

—Seguro que lo haré —le aseguré dándole un pequeño beso y una ligera sonrisa tranquilizadora.

Me devolvió la caricia, pasó su brazo por mi hombro y empezó a caminar conmigo a su costado fuera del camarote y del yate. No pasó mucho tiempo cuando ya estaba en camino hasta mi casa.

Inevitablemente diferentes escenarios pasaron por mi mente mientras el fuerte viento chocaba contra mi cara a través de la ventana baja. Me pregunté varias veces si estaba haciendo lo correcto, pero lo deseché aunque el mal augurio seguía instalado en mi pecho. No iba a esconderme como una cobarde ante el primer resguardo que me ofrecían. No era eso lo que había aprendido en el pasado. A pesar de todo seguía reticente a dejarme dominar por algo, mi cuerpo me seguía recordando que nada bueno salió de eso. Por consecuencia haría lo que fuera por evitarlo.

—Eloise... —me llamó en voz baja sacándome de mis pensamientos, dándome cuenta que nos habíamos detenido. Acarició el dorso de mi mano que tenía aferrada—. Puedo quedarme si quieres, yo...

—Vete, te llamaré luego —respondí tomando el pequeño bolso que había traído conmigo del suelo del auto. Cuando no dijo nada me reprendí y me puse en sus zapatos, si él tuviera que enfrentarse a la persona que le provocaba sufrimiento, francamente tampoco lo dejaría ir de esa manera tan fácil—. Todo estará bien, Dani. Lo prometo —aseguré apretando su mano.

Lo escuché suspirar sonoramente.

—Maldición, Eloise, tienes la valentía de tranquilizarme cuando claramente tú vas a ser la afectada. —Me acercó a él por mí nunca y me robó un beso fiero, repentino y firme—. Voy a dejarte ahora, pero volveré ésta noche, no te quiero mucho tiempo alejada con ese psicópata cerca.

Asentí ante eso, totalmente de acuerdo. No creía ser tan fuerte y valiente como él decía si Alexander llegaba a pararse frente a ella. Esperaba que la furia sobrepasara el miedo y la angustia. Lo necesitaba desesperadamente.

Me acerqué para besarle de nuevo hasta que perdimos el aliento. Me quedé de igual manera con la frente pegada a la suya, con un sentimiento horrible en la boca de mi estómago. De repente sentía miedo de dejarlo.

Apreté la mano en su camisa y me permití besarle otra vez. Sólo una vez más.

Escuché su ligera risa.

—Hey, deja uno de esos para ésta noche —bromeó besando mi mano.

Reí más nerviosa que apenada y asentí.

—Sí. Te esperaré. —Fueron mis últimas palabras y apenas terminé de decirlas, con pesar e incertidumbre, bajé del auto, cerrando la puerta y caminando los siete pasos rápidos por el camino de entrada.

Dos escalones, dos pasos más, la puerta de entrada, el olor a pollo al horno y casa, y un portazo de mi parte con el aliento atrapado en mi boca.

—Eloise —escuché esa aguda voz de nuevo. Sorpresiva y más cálida de lo normal.

Se acercó a mí y pude reconocerla por su recurrente olor a especias mezclado con un fino perfume, según ella, bastante costoso. Todo era igual excepto la verdad que se cernía sobre nosotras. No había calidez de mi parte y la suya me parecía exagerada. Todo era estéril y nada fácil como antes.

La complicidad que siempre tuve con ella me pareció ahora falsa y forzada, y era todo a causa de mi sumisión ante sus imposiciones. Me di cuenta que no tenía mucho voto en cuanto a mi vida se trataba. Ella lo tapaba con lindos tratos, halagos y regalos.

De alguna manera siempre creí que tenía a la madre más atenta y dulce de todas, y quizás lo era. Quizás todo lo que hacía tenía un fondo sincero y genuino, mi bien estar, pero las cosas que hacía no compensaba para nada ese hecho.

Traer a Alexander simplemente para alejar a Daniel... no, definitivamente no era su mejor decisión. Era la peor que había hecho en su vida.

Suspiré conteniendo mi mezcla de tristeza e ira y conté mis pasos hasta las escaleras. Mis emociones me traicionarían si dijera una palabra justo ahora. Esperaría al momento de la cena. Mi táctica no era empezar una guerra, era llevar la misa en paz por nuestro propio bien.

Pero al parecer no fue así porque al momento en que los grillos cantaban y la brisa fría de la noche te calaba, todo se volvió un mal sueño.



N/A:Quiero decirles, que aunque desaparecí por casi un mes, siempre estuve escribiendo y haciendo un buen trabajo para mí y para ustedes. Tenía que considerar muchos puntos de la historia y quería tomarme mi tiempo con ello, pensarlo bien.

Aquí una parte más de ésta historia, quizás por la tarde o mañana suba otra. Sé lo que hace la incertidumbre, yo también soy una lectora 😔

fanny18ri me pidió que le dedicara el próximo capítulo, sé que lo dijo hace semanas, pero cumplo lo pactado y con mucho gusto. Fue un placer que te gustara la historia , gracias por el apoyo que le das. Eres un sol 😍💜

¡Por cierto! Una Vida Contigo acumula otro premio. Ésta vez un segundo lugar en romance en los Carrot Awards 2016 🎉 ¿Y saben el capítulo pasado? ¡Ganó como mejor escena/capítulo romántico! -Se va a llorar un mar, adiós-

Y ¡quiero ir por los WOW Awards 2017! ¿Qué les parece? :')

Bueno, nos seguimos leyendo 💜
Cuéntenme qué le está pareciendo la historia, los quiero 😘

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