Capítulo 17

Abrí mis ojos y recibí la negrura nuevamente, boca arriba, en lo que parecía un lugar caliente y cómodo. Mi cama.

Como un rayo, los recuerdos de la noche anterior pasaron por mi cabeza; sonidos, personas, alcohol y música. Piel contra piel, manos unidas, sentimientos revelados y alientos que se unían para llegar a nada. Con un suspiro de arrepentimiento giré mi cuerpo de lado abrazando mi almohada.

Había tratado de besar a Daniel y él me había apartado.

Cerré mis parpados con fuerzas para apartar el remordimiento y presión en mi pecho. Estaba consciente en ese momento de todo lo que salía de mi boca. El inconveniente fue que mi subconsciente no logró razón para callarme o detenerme. El alcohol había resquebrajado esa habilidad y simplemente había hecho lo que en ese momento se sentía perfecto; tomar sus manos, sentir sus facciones... sus labios y ese suave cabello.

Tenía mis dos manos en su rostro, su aliento enfrentaba el mío, sus labios se sentían a un centímetro de distancia. Era cuestión de un movimiento para decirle con mis labios como me hacia sentir. Sólo un poco más... hasta sentir su barba raspar mis labios y a él escucharlo decir.

─Eloise, no...

Mi ilusión se quebró en dos cuando él separó el espacio y dejó que el aire se interpusiera entre nosotros, se sentía ahora una milla de distancia entre él y mi corazón.

Daniel hacia crecer sentimientos en mí. Cada noche lograba colarse un poco más bajo mi piel, y no quería admitirlo hasta ayer en la noche cuando sus brazos se sintieron como el lugar más hermoso del mundo, y sólo tenía que decirlo. Decirle que mi corazón se salta un latido cada vez que escucho su voz a través de la ventana. Que no hay abrazo sin que yo tiemble como una hoja y que no hay momento en que mis ojos no añoren observarle.

Quizá podría ser una carga para él como todos los demás piensan. Quizás no se quería arriesgar con alguien que necesita un perro guía para caminar.

Pero yo sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo cuando empecé con esto, y me advertí que si alguna vez salía herida, todo iba a correr por mi cuenta. Que seguiría adelante y aprendería de ello.

Al segundo, escuché a Scott acercarse al borde de la cama donde estaba mi cabeza, y despejó mi mente con su lengua en mi cara y un ladrido alegre.

─Hola, chico. ─Acaricié su cabeza y de inmediato la enterró al lado de la mía para que siguiera con ello. Una sonrisa triste cruzó por mi boca─. Parece que eras el único que aprecia mi cariño, Scott. ─Volví a mis pensamientos.

─También parece que eres el único que no me rompe el corazón. —Él levantó su cabeza—. Me tienes muy consentida ─le dije—, igual que a Daniel. ¿Te caía bien, verdad? ─lo escuché ladrar.

Suspiré.

─Pues no creo que vuelva, amigo. ─Suspiré resignada, y al fin y al cabo triste. Scott volvió a meter su cabeza junto a la mía ante eso.

Podía tener el corazón herido, pero sabía algo... Que no iba a darle el gusto de que doliera por mucho tiempo. Porque hace seis años, en la sala de un psicólogo, me había prometido a mí misma que no iba a dejar que nada me quebrara hasta ese punto. Que sería fuerte y afrontaría todo lo que viniera porque mi vida no valía tal cosa.

•••

Ese mismo día estaba con mi madre lavando los platos mientras el sol estaba en su punto más alto. Ella no había dicho una palabra en todo el día más que para desear buenos días y preguntar si quería pollo para el almuerzo. Mi cabeza ya tenía suficiente con Daniel y el no beso como para ahora añadirle que mi madre se haya enterado de mis salidas nocturnas.

Anoche, minutos de haber llegado a casa, abrió la puerta de mi habitación cuando justo cubría mis piernas con las sabanas. Preguntó que qué hacía despierta a esas horas. Le dije que le abría la puerta a Scott porque la estaba rasgando. Ella aceptó eso y se fue mientras yo dejaba salir el aire que tenía atrapado.

Me dije que no sospechó nada y me concentré en lustrar los trastes y no derramar mucha agua con mis manos torpes y ciegas. Pero mi madre decidió por fin decir lo que tenía trabado en la punta de la lengua.

─¿Estás bien? Hace muchas noches que te escucho bajar las escaleras. Ayer no te pregunté porque estaba demasiado adormilada ─la escuché decir a mi lado. Tensé mis hombros nerviosos y tragué fuerte mientras me disponía a mentirle por segunda vez en mi vida. No creía que Daniel fuera a volver, por eso no había razón para pelear por algo sin sentido. Iba a mentirle otra vez.

─Siempre me olvido de dejar un vaso de agua en mi mesita y tengo que bajar a por uno ─expliqué y sostuve un plato hacia ella para que lo secara. Recé para que mis manos no estuvieran temblando.

─Lo raro es que te escucho bajar, mas no subir... ─agregó en un tono de pregunta. Estaba fingiendo inocencia y me tensé ante eso. Mi corazón empezó a retumbar en mi pecho y las gotas de sudor frío rodaban por detrás de mi cuello. Ella sabía algo, y estaba esperando que yo lo confesara primero.

─Me quedo abajo por un rato con Scott. Usualmente a esa hora está muy activo, y tú por el contrario seguro te vuelves a dormir cuando subo, por eso no me escuchas ─bromeé con ella secándome las manos con un paño de cocina y alejándome de allí y de esa conversación.

Cuando crucé el arco hasta llegar a la sala me apoyé en una silla del comedor y respiré profundo con mi corazón agitado. Pero escuché sus pasos firmes y rápidos detrás de mí.

─Eloise, nunca me has dicho una mentira en tu vida ─mencionó con su voz firme. Me giré hacia ella.

─¿Crees que lo estoy haciendo ahora? ─le pregunté con voz de reproche. No tenía cara para esto, lo sabía. Pero por un bien para las dos debía hacerlo.

─Creo que estas haciendo muchas cosas a mis espaldas, niña ─me acusó. Mi mandíbula se apretó en frustración. Lo hacía de nuevo.

—¡No soy una niña! ─Levanté la voz, enojada, con mis manos echas puños en la silla. Sentí mis mejillas colorearse de rojo.

¿Era así como ella me veía en verdad? ¡Tenía veintiún años! Y el hecho de que estuviera ciega no le quitaba ni le daba una cifra más a ese número.

─¡Pues actúas como tal! ¿Crees que una adulta se escabulliría como una adolescente a mitad de la noche con un chico para tener sexo y diversión por un rato? ─sentenció lo que sabía con un tono de burla. Mi sangre, tanto fría como caliente, corrió hacía mi cabeza. Ella sabía todo este tiempo.

─No me escabulliría si no me lo impidieras como a una adolescente ─le contesté firme.

─Lo hago por tu bien ─repitió esas palabras rogando entendimiento.

─Parece que no sabes lo que está bien para mí. Tenerme aquí, en una cajita de cristal, no está bien, mamá. ¡No salir a divertirme por mi cuenta y no tener amigos menores de treinta años no está bien! ─respondí alterada.

─Las personas son crueles ahí afuera, Eloise. Te herirían.

─¿Y crees que esas viejas amigas tuyas no hieren mis sentimientos diciendo a nuestras espaldas que soy una inservible? Qué nunca te alegraré la existencia con nietos. ¡Por favor! ─explote todo esto con un nudo en mi garganta y lágrimas acumulándose en mis ojos.

─No dicen eso ─defendió.

─Sonia. Viernes pasado, en su casa para tomar el té y comer galletas. La escuché a ella con dos más en la cocina mientras me dirigía al baño ─acusé. Ese día me había olvidado de lo dicho porque todavía estaba en el sueño "Daniel Cox".

─No lo hicieron. Dicen que eres una muchacha hermosa y que lograrás mucho en tu vida ─dijo con firmeza, refutando su argumento.

─¡Hipócritas, Mamá! Eso es lo que son. Todo lo que hacen es hablar mierda de la gente ─dije con mi sangre hirviendo.

─¡Eloise! ─gritó en riña.

Respiré profundo ante su réplica y cerré mis ojos con fuerza. En su cabeza estaba repudiando mis negativos pensamientos. Debía detenerme, fuera lo que fuera, ella no merecía esto. Esta no era yo. Recordé el sonido de la motocicleta de Daniel, su rugido y aceleración y como podía tranquilizarme. Exhalé e inhale otra vez, y un momento después el timbré sonó y me di cuenta que no lo escuché en mi cabeza. Giré mi cuerpo hacia donde lo escuché. La puerta principal. No imaginé su sonido, realmente estaba ahí. Mi corazón dejó de latir por un segundo y mi emoción me calentó como una sopa. Él había vuelto después de todo.

─Quédate donde estás, Eloise ─me exigió firmemente. Yo en cambio empecé a caminar hacia la puerta principal.

─¿Sabes qué, mamá? Sí me escabullo todas las noches mientras tú duermes para salir con Daniel. Y si parezco una adolescente, ¿qué más da? Es la única manera en la que puedo disfrutar algo desde hace mucho tiempo ─le respondí cansada de esto y abrí la puerta para encontrarme con su voz llamando mi nombre junto con un <<lo siento>>.

Mi corazón no aguantaba mas presión. Estiré mi brazo hasta el suyo con un nudo en la garganta.

─¿Te importaría llevarme a cualquier lugar? ─pregunté con mi voz temblorosa. Lo último que sentí antes de que mis ojos se empañaran con lágrimas fue su gran y fuerte mano rodeando la mía, jalándome junto a él. Mi mejilla en su espalda, mis brazos en su cintura y el rugido de la moto zumbando en mis oídos. Finalmente el día se sentía como que todo estaba bien. Hasta ahora.

N/A: ¡Hola! Les traigo mucho más. Lástima que éste capítulo no refleje la emoción de llegar a los 1k leídos 😭
Y bueno, la foto no basta. Gracias de nuevo de todo corazón💕

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