Capítulo 13 Ella

Un viernes por la noche a la una y treinta de la madrugada estaba en la pista de baile del Bar 107 situado en el centro de San Diego.

Frecuentaba cada fin de semana allí con muchos de mis compañeros de trabajo y uno de éstos era mi primo Ryan Cox, quien disfrutaba de una copa en la barra, mientras me veía bailar con una de mujer con quién coincidí en el lugar.

Ryan me lanzó una pícara sonrisa permanente en su boca y un pulgar arriba. "Imbécil" susurre para mí.

Cuando me cansé de ser el espectáculo de la noche atraje a la chica con quien estaba a la barra y pedí unos tragos más.

-¿Te apetece una copa, mon cher? -le pregunté a la pelirroja que tenía su mano en mi pecho.

Al principio, le vi las raíces negras de su cabello y mucho maquillaje para mi gusto, pero con cinco copas de whisky en el sistema empecé a apreciar las grandes tetas que ponía en mi cara.

-Un Martini estará bien -respondió con una sonrisa.

-¡Oye, Ralf, un Martini y una copa de Jack Daniel's para mí! -le indiqué al bar ténder mientras me sentaba en el taburete y escuchaba la música retumbar en mi cabeza. Volví mi vista a la pelirroja para apreciar con nuevos ojos ese cuerpo canela bien dotado; caderas ligeramente redondeadas, piernas largas, labios generosos y unos pechos que perfectamente cabrían en mis manos... ¿cuál era su nombre?

-Dime, Daniel, ¿en qué trabajas? -preguntó al instante en que se levantaba y se metía lentamente entre mis piernas las cuales estaban abiertas. Se tomó el atrevimiento de pasar sus manos por mi nuca y se dispuso a acariciar los pequeños cabellos que lentamente se erizaban por el contacto de sus dedos.

-Creo que eso ya lo sabes de sobra -afirmé mientras cerraba mis ojos y disfrutaba de las manos que lentamente bajaban hasta mi pecho.

-Economista de CoxAirline -me confirmó sonriendo con una mirada seductora.

-Acertaste, ¿qué quieres de premio? -bromee con una pequeña risa. Agarré mí vaso, y eché mi cabeza hacia atrás para dejar rodar el trago fuerte.

-Ésto. -Con su mirada seductora tomaba entre su mano derecha mi entre pierna.

-Quizás más tarde quiera jugar -comenté mientras retiraba su mano de donde estaba, ya que si ella seguía así no aguantaría ni un minuto más en ese bar.

La chica rió y comenzó a desabotonar mi camisa hasta la mitad, acercó su cara a mi pecho y respiró todo de mí. Metió sus manos por entre los pequeños vellos, haciendo que apretara mis puños y dientes por la sangre que corría a lugares inapropiados. La pelirroja sabía como usar sus manos.

Unas manos suaves y delicadas; pequeñas. También una sonrisa dulce.

Mientras dejaba un camino de besos desde mí pecho hasta mi cuello, cerré mis ojos y acaricié su cabello color caramelo. Dulce caramelo como ella jodidamente lo era. "¿A qué sabrían sus rosados labios si los mordiera?"

De repente sentía la necesidad de tomarla y besarle como si no hubiera fin. La necesidad de pasar mis manos por sus pronunciadas y exquisitas curvas, sentir como su cuerpo se estremecía por mi contacto. Sentir sus suaves manos acariciar mi rostro porque esa era la manera como ella me veía.

-¿Cuánto ganas al año, Daniel?

Abrí mis ojos de golpe y en vez de encontrarme con Eloise, me encontré con la pelirroja falsa. Miré sus oscuros ojos conquistadores y sin pensarlo la aparté y abroché mi camisa con una furia que me recorría más y más.

-Te puedes irte -sisee cortante girándome al frente de la barra. Sentí sus ojos fulminándome y yo sólo pude sentirme sucio por el fantasma de sus caricias en mi cuerpo. Incluso más cuando me imaginaba a otra mujer que no le llegaba ni al meñique.
Un extraño sentimiento de culpa me atormentó cuando pensé en Eloise.

Ella me estaba volando la cabeza con unas inocentes sonrisas y unos ojos verde pálido.

-No más mujeres por unos buenos meses amigo mío -afirmé con frustración a Ryan cuando lo vi acercarse con una rubia en sus brazos con tan poca ropa como para dejar algo a la imaginación. Tomé el otro trago que me había traído Ralph y fruncí mi ceño hacia ella-. Hey, reina, el hombre tiene poco dinero y muchas deudas, y siento traicionar a mi amigo pero... Está casado. -La susodicha miró con desagrado a Ryan, se dio la vuelta y se retiró caminando, pronunciando sus caderas con cada paso.

-¿Qué demonios, hombre? Ella era la de esta noche -exclamó Ryan fingiendo estar enojado.

-Créeme, me lo agradecerás... Todos los hombres que frecuentamos en éste bar somos gente de dinero y esas putas solo vienen para dejar vacías nuestras cuentas de banco -afirmé pensando en la mujer que despaché.

-¿Qué hay con la pelirroja? ¿A dónde fue? -preguntó, ya conociéndome perfectamente.

-A por otro. Maldición, Ryan, la mujer fue directa, "¿cuanto ganas al año?" -Ryan soltó una carcajada y calmé mi espalda. Sacudi la cabeza en incredulidad.

-Hubieras ido de nuevo con esa chica tuya ciega. Seguro que es mucho mejor que todas las que están aquí -opinó él, indiferente mientras pedía con señales otra copa.

-¿Mejor? Ryan, ni siquiera compares... -Paré de hablar para mirarlo interrogativo-. ¿Tú cómo sabes que salgo por las noches con una mujer, y sobre todo que es ciega? -pregunté, estoico y desdeñoso por como lo dijo. Me di cuenta que no me gustaba que alguien hablara sobre su condición.

-Te sorprendería de lo que uno se puede enterar mediante tu padre -aseguró y tomó su copa.

-Me lo imaginaba.

-Sobre eso... Él no está muy contento que salgas con la hija del que robó a la Aerolínea. Se lo estaba comentando a mi padre ayer en la cena -comentó.

-Si sólo supieras -advertí mientras negaba con mi cabeza, recordando de nuevo todo ese problema que por esa noche había jurado olvidar. En vez de eso, lo que hice fue tener pensamientos lujuriosos con Eloise mientras otra me manoseaba. Tenía que estar un paso atrás de esos pensamientos, ella no lo merecía.

-¿No estoy enterado de algo? -preguntó.

Lo miré fijamente, y tuve una pelea en mi cabeza sobre si contarle o dejarlo con la incertidumbre. Recordé que había crecido con este hombre desde que tenía pañales y no había hecho nada más que guardar mis espaldas. Entonces le conté toda la historia; Eloise, sus padres, el dinero. Sólo para ver como pelaba sus ojos incrédulo de lo que estaba oyendo.

-Hombre, metiste la pata y hasta el fondo. -Ryan me miró severo-. Marie Kate no valía todo eso. Ni un grano de arena en realidad -opinó con un tono de enojo y reproche en su voz.

-Lo sé, estaba perdido y ahora estoy pagando cada estupidez que hice por ella.

Lo vi suspirar y sacudir su cabeza en decepción. Pidió dos copas más y me pasó una.

-Si es un dulce panqué como dices, con suerte ella te perdonará, tu problema aquí es su psicótica madre. Pero tú tranquilo, compras un rancho en Dallas o Montana, tomas a tu chica hasta ahí y asunto arreglado -sugirió con humor, echó su cabeza hacía atrás y tomó su trago. Lo miré con gracia y reí por las incoherencias que decía a causa del alcohol.

Yo tomé el mío y miré a la nada con la mente en blanco. Debía de dejarlo hasta aquí, había venido en la Ducati y el salón ya lo veía distorsionado.

-Tranquilo, hombre. Por ahora ve por tu chica, y disfruta hasta que todo te explote en la cara -dijo y me palmeó el hombro con afecto. Que más quisiera, pero...

-No es mi chica, Ryan -afirmé el hecho y me levanté para irme. Lancé unos cuantos billetes en la barra y salí del bullicio del bar.

<<Ve con tu chica>> Mi chica se fue hace unos años con la mitad de mi fortuna. Mi chica me traicionó y mintió. Fui un medio para un fin; su felicidad, lo que equivalía al dinero. Desde que ella lo hizo no había dejado a nadie meterse bajo mi piel. Pero por un hecho ajeno a mi voluntad alguien lo estaba haciendo, y yo sólo esperaba que no fuera un dolor en el pecho más.

Montado ya en la Ducati recorría cada calle rodeada de clubes, bares y discotecas sin dejar de mencionar los autos y personas ebrias que salían de ellos. Era una de las zonas más activas de San Diego y yo no podía hacer más nada que escuchar el rugir de la motocicleta y tener los pensamientos embotados en ella.

Me detuve en un semáforo y bajé mí pierna para apoyarme y mantener el equilibrio, apreté el manubrio y miré a las personas que salían alegres de un club a mi derecha. Fijé mi mirada sin querer en una chica alta, parecía fuera de lugar. Sostenía apretadamente su bolso de mano, su cabello... Ese largo cabello hasta la cintura. Entrecerré mis ojos cuando volvió su cara a mi dirección.

Me quedé perplejo mientras veía a Eloise en un vestido plateado, ligero y de lentejuelas. Con su largo cabello claro cayendo por su espalda descubierta y con una mirada pálida dirigida a la nada.

Era como estar mirando a un ángel.

¿Qué hacía a las dos de la mañana sola a las afuera de un club?

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