Una Victoria Milagrosa.
N/A: Este es el penúltimo capitulo de esta historia. Muchas gracias, de ante por el apoyo 💖.
Las primeras partes de este capítulo serán narradas por Shinji y por su padre Gendo Ikari (la parte con comillas).
El resto será narrado como siempre se ha hecho en los capítulos anteriores.
La canción que interpretará Shinji para Kaworu se llama Sonata para piano n° 14, también conocida como Claro de Luna.
Es de las clásicas de Beethoven en piano, dificultad intermedia.
.....
A pesar de conservar actualmente pocos recuerdos con mis padres, hay uno en especial que jamás pienso perder; y ese es la historia que ellos me contaron sobre cómo se conocieron...
Simplemente quedé conmovido la primera vez que la escuché, a pesar de ser un niño pequeño.
A mamá le causaba gracia cuando, tiempo después, mientras estábamos con papá, sentados frente al piano de nuestra casa yo les pedía que me contaran aquella historia una y otra vez.
—Ya te la hemos contado varias veces, Shinji. ¿Estás seguro que quieres oírla de nuevo, hijo?.
—Si, mami, por favor.
Mi padre soltaba una ligera risa divertido ante mi insistencia y me acariciaba el pelo antes de comenzar.
A papá también le gustaba recordar esa historia con mi madre. Sobretodo que yo quisiera escucharla. Jamás se quejó ni me regañó.
Después de todo, el amor que sentía por ella era tan inmenso como el día en que la conoció.
—De acuerdo, Shinji. Será como tú quieras. —Se acomodaba los lentes, listo para comenzar— Verás... Antes de conocer a tu madre era un chico bastante solitario y serio.
Nadie quería o le interesaba intentar hacer amistad conmigo. Escuché a varias chicas murmurar sobre que mi cara les daba miedo.
—Algunas muchachas eran tan ciegas —Respondía mamá entre risas.
—Claro que lo eran —Afirmaba mi padre— aunque no me importaba que dijeran esas cosas de mi, puesto que yo solo tenía interés en una sola cosa: la música. Desde que era pequeño, como tú, Shinji, quedaba fascinado por la música de piano.
Desde que era un niño, mi papá practicaba el piano. Para él las melodías que salían de aquel instrumento se convirtieron en su refugio y escape a la realidad que enfrentaba todo el tiempo, dentro de una familia disfuncional.
Por eso jamás se interesó en intentar socializar con nadie en toda su época de estudiante. O al menos así fue hasta que conoció a mi mamá...
.....
"Cierta mañana, después de haber sido reprendido por el director por haber participado en una riña callejera, decidí ignorar ese asunto yendo al salón de música.
Necesitaba el sonido de aquel instrumento para quitarme el mal sabor de boca que me dejaba estar en esa preparatoria llena de pretenciosos.
Justo antes de entrar escuché un sonido que me dejó totalmente cautivado; así que decidí abrir la puerta del salón quedamente, y pude observar a una hermosa chica de cabello castaño corto y ojos azul verdoso que tocaba el chelo.
Esa mujer era Yui.
Ella interpretaba Suite #1 de Bach, una pieza, por cierto, considerada por muchos como difícil. No pude evitar sentirme conmovido. Fue una ironía porque en mi niñez detestaba la música del chelo y violín. Me parecía demasiado aburrida y fúnebre.
La manera en que Yui lo tocaba hizo darme cuenta que ese tipo de melodías que salían de ese instrumento si tenían vida y color
Tuve deseos enormes de acercarme a esa chica para felicitarla, pero simplemente no tuve valor suficiente.
Creí, entonces, que no se había dado cuenta de que la había escuchado y observado tocar el chelo ese día, así que me sentí seguro y capaz de seguir observando a Yui durante las siguientes semanas; todos los días, después de clases estaría pegado a un lado, tras la puerta del salón de música para escucharla.
Mientras pasaban los días y cuando solía practicar el piano, en la soledad de mi casa, me dí cuenta de que mi fuente de inspiración era ella.
Fantaseaba con la idea de hablarle algún día, para felicitarla por su destacable interpretación tocando el chelo.
Pero, supuse que ella sabía o estaba al tanto de todas las cosas nefastas que los demás estudiantes decían sobre mí. Además, mi cara de pocos amigos tampoco ayudaba mucho.
Así que era imposible que se fijara en mí y valorara lo que fuera que le dijera...
En cierta ocasión fui de nueva cuenta al salón de música, pero para mí sorpresa no se emitía ningún sonido proveniente del chelo. Extrañado decidí entrar; fue así que descubrí que no había nadie.
Yui aún no llegaba por lo que no tuve ningún reparo en acercarme a su chelo para observarlo más de cerca, y fue entonces que me percaté de algo: sus cuerdas estaban rotas.
Supuse que por eso, posiblemente, ella no practicaría.
¡Qué equivocado estaba!
Claro que no faltó a su práctica. Simplemente había ido a conseguir unas cuerdas nuevas para cambiar las que estaban rotas.
No pudo evitar sobresaltarme al verla entrando al salón de música y yo ahí adentro como un intruso.
Fue un pequeño momento de silencio incómodo que pronto fue cortado por su voz tan alegre.
—¡Genial!, si viniste. No sabes cuánto me alegra que estés aquí.
Yo no entendía nada. ¿Por qué ella estaba tan alegre de verme?.
—He estado buscando —Volvió a decir acercándose más a mí— quien arregle las cuerdas de mi chelo. Dijeron que me mandarían a alguien que supiera, entonces supongo que eres tú y por eso estás aquí.
Nunca fue así, solo entré al salón de casualidad porque me había extrañado no escuchar el chelo de Yui, al cual me estaba volviendo fanático.
—Y bien —Insistió ella otra vez— ¿Cambiarás las cuerdas de mi chelo?.
Solo me limité a asentir, y como un autómata me dispuso a cambiar las cuerdas.
Tenia suerte de tener conocimiento en el tema. Las cuerdas del chelo de Yui fueron cambiadas con éxito. En verdad me sentí aliviado.
—Listo —Respondí tratando de no sonar nervioso —P-puedes probarlo si gustas.
—Por supuesto, y no sabes cuánto te lo agradezco —Yui me sonrió con dulzura. No pude evitar quedar embelesado.
Yui era talentosa pero también era hermosa, especialmente de cerca.
—Si gustas, puedes sentarte ahí para escuchar mejor —Me indicó señalando hacia un banco que estaba cerca. No me opuse en absoluto.
—Perfecto. Ese banco debe ser mejor y más cómodo para escucharme que detrás de la puerta como los días pasados, ¿No te parece?.
Palidecí en ese momento, eso significaba que ella se dió cuenta desde siempre que yo la escuchaba todos los días practicar.
Con la mala fama que me habían echo en la escuela, lo primero que pensé fue que Yui me gritaría que era un acosador.
Estaba preparado para recibir tales insultos y reclamos.
—¿Te gusta la música de chelo, Gendo?
—Un momento —Me levanté enseguida quedando frente a ella— ¿Cómo sabes mi nombre?.
—Obviamente necesitaba saber el nombre del chico que me espiaba detrás de esa puerta— Respondió cruzando los brazos.
—E-escucha... ¡Yo no te estaba espiando ni mucho menos!... Simplemente me gusta la forma en que tocas el chelo. ¡Eso es todo!... Además, esa pieza que practicas, todos dicen que es muy difícil. Esa fue razón suficiente para que me dejaras cautivado.
Los ojos azul verdosos de Yui se abrieron un poco más de la cuenta por la sorpresa que le causó mi comentario.
Al percatarme, yo también me sentí avergonzado por lo directas que habían sido mis palabras.
—Di-dime una cosa, Gendo —Volvía verla enseguida, fue entonces que me di cuenta de que ella también estaba ruborizada— ¿Tocas algún instrumento en específico?.
—Si... El piano— Respondí con firmeza.
—Ya veo. En ese caso, te enseñaré a tocar el chelo, pero, a cambio, quiero que me enseñes a tocar el piano, por favor.
La miré sorprendido. Ella hablaba en serio y su propuesta volvió a provocarme interés, por lo que sin problemas accedí.
Yui me enseñó a tocar el chelo. A apreciar el sonido que salía de él.
Yo le enseñé a tocar el piano. Ella pudo usarlo como fuente de inspiración.
Fue entonces, que en todas esas prácticas diarias y sin darnos cuenta, la música había unido nuestros corazones, al grado de ya no poder vivir el uno sin el otro.
Pasado el tiempo y, antes de graduarnos de aquella preparatoria, justo en el salón de música decidí confesarle mis sentimientos a Yui, los cuales con gran dicha fueron correspondidos.
Un salon de música, un piano y un chelo se convirtieron en el gran testigo de nuestro amor".
....
Shinji sonrió con melancolía, al recordar que él había nacido de ese gran amor tiempo después, cuando sus padres decidieron casarse y formar una familia.
Por todo ese amor decidió seguir sus pasos; enfocarse en la música como una manera de honrar su memoria.
Pero ahora también tenía otro hermoso motivo que lo inspiraba a seguir adelante y ese motivo tenía un nombre: Kaworu Nagisa.
Con mayor razón debía esforzarse: por Kaworu, por sus padres y también por sí mismo.
Ikari se sentó frente al piano, y, con una postura recta miró nuevamente a Kaworu y le sonrió, el albino, totalmente embelesado, le correspondió igual.
Al enfocarse en aquel instrumento exhaló para eliminar cualquier rastro de nerviosismo posible.
Por fin estaba listo; listo para arriesgarse, pero, sobretodo, listo para ganar.
Pronto sus dedos iniciaron los primeros acordes de las teclas del piano, no sonaban mal, de hecho fue algo bastante pulcro.
Shinji sonrió contento al ver que no se equivocó al momento de iniciar.
El sonido de esa melodía que empezaba de forma lenta poco a poco comenzaba a ser envolvente.
Kaworu no perdía ni un solo detalle de como el chico castaño interpretaba aquella pieza.
Ikari jamás dejó de tomarse en serio aquellas prácticas que tuvieron juntos y se lo estaba demostrando. Sin duda eso lo hacía sentirse feliz.
Entretanto, Shinji recordó un poco aquellos consejos que le daba el albino cada que él intentaba tocar aquellas teclas de marfil a su manera y se sentía insatisfecho por su resultado.
"El piano es un instrumento bastante sensible y caprichoso. Si lo tratas con brusquedad éste no cederá"
Kaworu tenía razón. Ya había peleado con el piano los días anteriores en casa de Mari y también hizo las paces con él cuando logró que su sonido fuera entonces mejor.
"¿Sabes una cosa, mi pequeño? Para tocar cualquier instrumento la práctica es muy importante, pero lo es más poner el alma y el corazón en ello"
Esas fueron palabras que le dijo su madre en una de tantas tardes en las que la escuchaba practicar el chelo, cuando él era un niño, y tenía mucha razón; la perfección era primordial pero también los sentimientos.
"Deja fluir tus emociones, cachorro; deja que fluya aquello que sientes por el príncipe Nagisa. Que se vuelva tu fuente de inspiración principal. En cada sonido que emitas de este piano recuerdalo a él: a Kaworu"
Justamente se lo afirmó a Makinami los días pasados: su motivación para seguir practicando eran sus padres, pero su fuente de inspiración, el que le motivaba a perfeccionar todo era Nagisa.
Porque sus sentimientos hacia él eran inmensos.
El sonido de la Sonata Número 14 de Beethoven continuaba con su ritmo lento que a la vez era intenso.
Ikari cerró sus ojos para dejarse llevar y fluir todas aquellas emociones que tenía guardadas desde hace mucho tiempo.
Recordó aquellos momentos juntos que pasó a lado de Nagisa cuando practicaban las primeras veces. El como su confianza iba en aumento con cada práctica, recibiendo felicitaciones y elogios por parte del albino que lo hacían sentirse avergonzado en aquel entonces.
"Shinji, eres alguien muy talentoso. Esa es una de las cosas que me gustan de tí"
Se sonrojó con ligereza al recordar esas palabras.
Con el tiempo que habían pasado juntos se dió cuenta de que más que admiración, lo que sentía por Kaworu, en todo ese tiempo, era amor.
Un amor que no era superficial ni insignificante solo por ser alguien joven; en el cual no importaba si era para otro chico como él, porque su amor hacia Kaworu era bueno, desinteresado y muy sincero, era un amor que lo impulsaba a ser valiente y arriesgado, para conseguir una Victoria Milagrosa.
Nagisa, por su parte, seguía embelesado y no perdía ni un solo movimiento por parte de Ikari. Estaba impresionado por la manera en que Shinji había avanzado, y en como estaba perfeccionando todo.
"Quiero demostrarte lo mucho que me has inspirado y, también, quiero mostrarte mis verdaderos sentimientos, Kaworu, a través de esta interpretación"
Shinji dió los acordes de aquella pieza que parecía por fin finalizar, pero todavía no, aún no era todo.
El sonido de la melodía cambió, se volvió un poco más rápido y sustancial.
Kaworu no pudo evitar rememorar aquella ocasión cuando, en los pasillos de la escuela, estuvieron a punto de besarse.
Aquella melodía lo hizo recordar esos bellos ojos azules del castaño, que lo miraban con candor y ternura, al mismo tiempo que le afirmaba, con voz dulce, lo feliz que se sentía de conocerlo.
"Kaworu... Tú también... Tú también eres muy especial para mí y mucho. Quizás no tengas idea de lo que eres y representas en mi vida, pero ... Hasta el día de hoy me siento muy feliz de haberte conocido"
Recordó su pequeña boca, la cual en aquella ocasión se veía bastante apetecible y sus delgados labios, los cuales se veían tan suaves.
El no haber podido aprovechar esa oportunidad de besarlos lo hizo sentirse de mal humor los días siguientes.
Como si su corazón con el de Kaworu estuvieran sincronizados en ese momento, el castaño también recordó aquella misma ocasión en la que se encontraron en los pasillos de la escuela.
El como el de cabellos plateados se había atrevido a abrazarlo un poco, haciéndolo sentir estremecer entonces con ese pequeño contacto, deseando que Nagisa no lo hubiera soltado nunca.
Fue gracias a aquel encuentro que supo darse cuenta de todo lo que en realidad ambos sentían el uno por el otro.
El corazón del albino latía más al ritmo de aquella melodía que seguía saliendo de las teclas de marfil que eran tocadas por Shinji.
Ikari, por su parte, seguía irradiando seguridad en cada acorde creando así un ambiente perfecto para ambos.
Fue entonces que Shinji se atrevió a mirar a Kaworu y le sonrió con dulzura y complicidad al mismo tiempo.
Las mejillas de Nagisa se tiñeron un poco de rojo al ver cómo Ikari se mostraba tan seguro frente a él.
—Shinji... —Comenzó a decirse el albino en sus adentros— Siempre me dijiste que yo era increíble, pero, realmente nunca te diste cuenta de lo increíble que eras tú hasta hoy, ¿Cierto?.
Kaworu correspondió aquella sonrisa de manera genuina. Sobretodo se veía bastante orgulloso de todo lo que Shinji le estaba mostrando.
De pronto, la melodía volvió a cambiar a un ritmo más acelerado e intenso.
El corazón de Kaworu latió con rapidez ante ese cambio.
Los dedos de Shinji se movían con tal agilidad y su mirada se tornó un poco más severa, de alguien que se estaba tomando bastante en serio su interpretación. Justo tenía la mirada de un pianista profesional.
Eso hizo a Nagisa sentir la piel erizada. Era la primera vez que veía a Ikari comportarse de esa manera y, sin duda, le encantaba.
Ninguno de ellos dos sospechó que había alguien más detrás de la puerta escuchando todo desde el inicio.
Era Sakura Mogami, quien atraída hacia el sonido del piano decidió escuchar.
Ella también logró darse cuenta que era Shinji quien estaba tocando aquel instrumento.
Se cubrió la boca bastante impactada al descubrir la verdad y en seguida recordó algo.
—Ahora lo entiendo todo... —Se dijo—En aquella ocasión, cuando le dijiste a Kaworu que no estabas practicando, en realidad le mentiste. Nunca dejaste de practicar, solo para darle una sorpresa especial a él.
Sonrió enseguida al seguir escuchando como Shinji estaba a punto de finalizar aquella canción que ella también conocía.
—Lograste engañarlo con una pequeña mentira piadosa que era necesaria. También a mí. Kaworu te creyó e incluso estuvo de pésimo humor los siguientes días por eso, aunque supo disimular muy bien.. —Observó la rosa roja que traía en la mano.
Era tan igual a todas aquellas que le estuvo regalando a Kaworu de forma anónima y sonrío desganada exhalando.
—En verdad eres bastante bueno, Shinji Ikari. Es obvio que mis rosas jamás llegarán a la altura de lo que tú estás haciendo en este momento. Jamás tuve oportunidad, y apuesto que tú, en ningún momento, me consideraste como tu rival.
Resignada, Mogami se marchó de ahí sin voltear hacia atrás.
Ya todo estaba escrito y decidido en aquel destino: Shinji había ganado la batalla con supremo esfuerzo y dedicación.
Cuando terminó de tocar, el muchacho castaño pudo sentir como las gotas de sudor corrían por su frente, respiraba agitado, aún así se sentía satisfecho por el resultado.
Estaba convencido de que había tocado aquella pieza a la perfección, hasta que se le ocurrió mirar a Nagisa y ahí fue cuando su sonrisa se esfumó.
—Kaworu... ¿Te sucede algo malo?. Dímelo por favor...
Shinji no sabía a qué atenerse al ver la expresión que Kaworu le mostraba.
Creyó que estaría feliz o algo por el estilo, pero todo indicaba lo contrario.
"¿En verdad lo hice mal?" Las dudas comenzaron a atacar a Shinji y poco a poco se agobiaba.
Fue entonces que, de un momento a otro, el castaño sintió como los brazos de Kaworu le rodeaban, estrechandole con tanto cariño, también pudo escuchar como el joven albino comenzaba a sollozar al mismo tiempo.
—¿Kaworu?.... —Tímidamente, el castaño correspondió aquel abrazo.
—Shinji, ¡Lo que acabas de hacer fue realmente fantástico! —Admitió sin soltar a Ikari—. Se nota que practicaste mucho; lograste tocar Claro de Luna a la perfección.
—Muchas gracias por decirme esas cosas, Kaworu —Shinji cerró sus ojos para disfrutar mejor de aquel abrazo sintiendo un nudo en la garganta.
—¿Sabes una cosa, Shinji? —Nagisa se separó un poco del chico, sonriéndole con dulzura y mirándolo aún con los ojos acuosos— Estoy seguro de que tus padres también escucharon tu interpretación de esta melodía y están muy orgullosos de tí por ello.
El muchacho de ojos azules pronto sintió su corazón desbordarse a causa de aquellas palabras y gruesas lágrimas corrieron pronto por sus mejillas.
La sonrisa de Kaworu se desvaneció al percatarse de que el llanto y los sollozos de aquel chico sensible se intensificaron.
—Oh, mi querido Shinji, lo lamento... Mi intención nunca fue hacerte llorar de esa forma. En verdad lo siento mucho.
—No... No te preocupes, Kaworu... —Respondió a la par que limpiaba aquellas lágrimas que no paraban de humedecer sus mejillas.
Nagisa lo tomó el rostro y siguió hablándole con una infinita ternura al verlo así:
—Shinji, yo nunca olvido el motivo por el cual tú sigues practicando el chelo y el piano... Siempre me pareció algo tan noble de tu parte. Tu interpretación de esta melodía de Beethoven es preciosa porque es también un homenaje hacia ellos, ¿O estoy equivocado?.
—No. No estás equivocado, Kaworu. Cómo te lo dije aquella vez: la música es lo único que me quedaba de mis papás y... Yo no quería dejar morir ese recuerdo.
—Ten por seguro que tu música les llegó, así como logró llegar a mi corazón, realmente eres alguien talentoso y muy especial, Shinji, me siento muy feliz de estar enamorado de tí.
El corazón de Ikari comenzó a latir de forma acelerada sin dejar de mirar a Kaworu, quién tomó sus manos para hablarle con total franqueza.
—Ya no quiero dejarte ir; Quiero estar junto a ti, verte sonreír, quiero permanecer a tu lado durante mucho tiempo... Quizás sean palabras mayores pero, es lo que mi corazón anhelaba decirte desde que me di cuenta de estos sentimientos, porque solo contigo me siento completo... Te amo tanto, mi Shinji Ikari.
A pesar de seguir llorando las facciones del muchacho se suavizaron ante esa bonita declaración.
El albino ya no respondió más. Se acercó a ese chico y le dió un beso en la frente al mismo tiempo que volvía a darle un cálido abrazo.
Pronto Shinji finalizó ese contacto para buscar algo más y tomar la iniciativa.
De manera tímida y algo torpe los labios del castaño por fin tocaron los labios de Nagisa.
El albino correspondió complacido deslizando de forma cariñosa sus pálidas manos, desde los hombros del castaño hasta su fina cintura, al mismo tiempo que Shinji rodeaba el cuello de Kaworu con sus delgados brazos.
Fue un beso suave, lento y algo inexperto, pero a pesar de eso, sentían un bálsamo de paz ante aquel dulce contacto. Al separarse unieron sus frentes de forma cariñosa y entrelazaron sus manos.
—Kaworu... —Habló Shinji en voz baja y abrazando al muchacho de nuevo.
—Dime, mi amor.
El castaño, sin dejar de abrazar a Nagisa, se acercó a su oído para susurrarle:
—Yo también me dí cuenta, desde hace mucho tiempo, que en verdad nací para conocerte.
Ahora fue Kaworu quien le sonrió al mismo tiempo que las lágrimas escaparon de sus ojos. Shinji las limpió con cuidado y cariño. Nagisa por su parte volvió a estrechar a ese adorable castaño entre sus brazos.
Finalmente ambos chicos habían dado un paso importante, ahora compartían la dicha de que sus sentimientos eran correspondidos.
Ikari sin dudarlo se acomodó mejor para recargar su cabeza en el pecho del albino, a la par que cerró sus ojos sintiéndose dichoso.
—¿Te sientes cansado, Shinji? —Preguntó Kaworu de manera cariñosa.
—Un poco... ¿Puedo quedarme así por mucho tiempo, por favor?.
Nagisa sonrió, besando su frente de nuevo.
—El tiempo que quieras y lo desees, mi amado Shinji.
"Amado" Ikari se sonrojó ligeramente al escuchar tal afirmación por parte de Kaworu. Era verdad, era amado por aquel muchacho albino tan hermoso y gentil.
Había sido amado desde antes y esa era su maravillosa realidad.
En su mente le dió las gracias a sus padres por ello y se acomodó mejor para disfrutar más de la calidez de su novio.
Kaworu, por su parte, acarició aquellos cabellos castaños y cerró sus ojos para disfrutar de aquel bello contacto. Sabía que habría algunas dificultades, pero saldrían adelante, defendería a Shinji y el inmenso amor que sentía por él.
—
Habían pasado diez días desde entonces, y en un mes iniciarían las vacaciones de verano para los chicos de aquella secundaria.
Sin embargo, a pesar de sentir tanta felicidad aún había cosas que al chico castaño le inquietaban, y la primera en darse cuenta de ello fue su mejor amiga Mari Makinami.
—¿Qué te sucede cachorro?. Durante toda la clase estuviste muy distraído, también te he notado muy serio. No pareces ser alguien feliz y enamorado.
Shinji soltó un gran suspiro. Claro que estaba enamorado, y sobretodo, claro que era muy feliz.
Se sentó en el pupitre y Mari le siguió quedando frente a él. La charla y el consejo estaban a punto de comenzar.
—Hay algo que me preocupa, Mari... Tal vez estoy exagerando porque, después de todo, yo también me esforcé mucho para lograr lo que quería. Pero aún así, no estoy tranquilo.
Mari ladeó la cabeza, esperando una foto explicación más precisa.
—Es sobre Sakura Mogami. De seguro ya se enteró de que Kaworu me eligió a mí
—¿Y se puede saber por qué te preocupa esa niña, cachorrito?
—B-bueno, es que ella... Ella nunca me desagradó..
Mari se acomodó los lentes mostrando una expresión seria en su cara. Pronto le hizo un ademán a su amigo de que se acercara un poco más a ella, y éste obedeció enseguida.
Lo que Shinji no se esperó fue que Mari le diera un golpecito con los dedos en la frente.
Pronto el muchacho se cubrió con ambas manos quejándose del dolor, mientras su amiga lo miraba con indiferencia.
—¡Me dolió!, ¿Por qué díablos hiciste eso, Mari?. —Protestó sin quitar las manos de su frente.
—Ni te pegué tan fuerte, mentiroso.
Al verlo que iba a quejarse aún más, Makinami continúo hablando.
—Es entendible que te sientas mal por esa chica Mogami. Pero debes entender que en esta lucha por el corazón del principe Nagisa solo debía haber un ganador.
—Ya lo sé. Aun así, Sakura se esforzó mucho. Incluso antes que yo para tratar de conquistar a Kaworu. Seguramente le gustaba desde siempre; desde antes de que yo me diera cuenta de estos sentimientos por él.
Shinji agachó la mirada y se empezó a sentir culpable como si hubiera cometido un delito.
Sin querer, a su mente siempre regresaba aquella ocasión en la que Sakura Mogami, al verlo tan triste y decaído, le ofreció su amistad.
Ikari sabía perfectamente que la castaña fue sincera con él en aquella ocasión.
Mari se recargó del respaldo de su silla y cruzó los brazos sin dejar de observar a su amigo.
—No tienes por qué sentirte mal, cachorro. Al final de cuentas es Kaworu quien tenía la última palabra y te eligió a tí —Respondió ella.
Ikari levantó la mirada, Makinami no decía ninguna mentira al respecto.
Tanto él como Mogami se habían esforzado a su manera para ser merecedores del amor del albino, y solamente Nagisa tuvo en sus manos el poder de decidir.
Al final lo hizo y eligió a Shinji Ikari. Un chico que había pasado momentos amargos en su vida cuando era niño.
Un chico que durante mucho tiempo se consideró a sí mismo como alguien irrelevante y sin destacar entre los demás; con todo eso, Kaworu lo eligió a él sin importar más.
"Ya no quiero dejarte ir, Shinji; Quiero estar junto a ti, verte sonreír, quiero permanecer a tu lado durante mucho tiempo; solo contigo me siento completo... Te amo tanto, mi Shinji Ikari"
—Lo comprendo al fin, Mari —Y sin más, el castaño se levantó de su sitio, para exclamar con determinación— Me esforzaré para que Kaworu sea en verdad muy feliz.
Makinami le sonrió a su amigo como gesto de aprobación.
El muchacho tomó los almuerzos que preparó en su casa y se marchó rumbo al salón de música.
—Tengo que hablar con Sakura. —Se decía mientras iba con prisa a su encuentro con el albino— Me disculparé con ella; lo que menos deseo es que me odie.
Cuando llegó al salón de música, pudo escuchar como Kaworu estaba practicando con el piano y eso lo hizo sonreír ligeramente.
Abrió la puerta muy despacio para no interrumpir a su novio, recargándose de la pared del salón se dispuso a observar y a escucharlo en silencio.
El muchacho de cabellos grises interpretaba una melodía de ritmo alegre.
Ikari, sin duda, estaba orgulloso de su novio y de lo que hacía. Sabia que para Nagisa la música era algo más que un simple pasatiempo en su vida.
Cuando Kaworu terminó su pieza con el chelo, los aplausos de Shinji lo hicieron por fin darse cuenta de que aquel bonito chico había estado ahí observando y escuchándolo.
Le sonrió con total alegría, y pronto se acercó a él para abrazarlo. El castaño correspondió feliz.
—Shinji, mi amor, ¿Cuánto tiempo llevas aquí observando?.
—En realidad no mucho —Respondió el chico ligeramente sonrojado— Es solo que estabas ejecutando tan bien tu melodía en el piano que no quise interrumpirte.
Kaworu sonrió ante esa sinceridad de Shinji y volvió a abrazarlo.
Pronto se separó un poco de él para observarlo detenidamente. Ikari no pudo evitar sentirse cohibido ante aquel mirar tan rojizo y tan penetrante de Nagisa.
—¿Te sucede algo malo, Kaworu?.
—No —Respondió el muchacho muy sonriente y sin dejar de mirarlo— Es solo que tienes unos ojos tan preciosos. Son como un par de obsidianas brillantes.
El muchacho no supo qué contestar pero a Kaworu no le molestó ya que en respuesta vió un adorable sonrojo en la cara de su novio. Para el joven albino sin duda era maravilloso pensar que ese y tantos sonrojos más en Shinji eran provocados por él.
No pudo resistirse más y lo besó en los labios de una manera tierna, con amor; lleno felicidad y esperanza.
Aunque ambos no eran unos expertos besando sin duda ya lo hacían mejor que los primeros días.
Kaworu ya no podía vivir sin aquellos delgados labios tan dulces y suaves de Shinji Ikari.
Y estaba seguro de que, en ningún universo, podría vivir sin besar aquella boca pequeña de su adorable castaño.
—Kaworu... —Habló el castaño cuando se separaron, a la par que se reponía de su vergüenza— T-te traje algo de almuerzo.
Nagisa quedó bastante conmovido por esa dulce acción por parte de Ikari. No era la primera vez que comía de lo que el joven preparaba, así que le emocionaba saber que iba a probar de aquel estupendo sazón suyo, esta vez siendo su novio.
A pesar de haber almorzado en silencio no fue algo incómodo. Claro que el asunto de Sakura Mogami seguía preocupando a Shinji, por lo que se vió obligado a preguntarle a Nagisa algo en particular:
—Oye, Kaworu, ¿Puedo preguntarte una cosa?.
—Claro. ¡Adelante!.
—¿Aun no sabes quién te dejaba las rosas rojas en tu casillero?
La pregunta dejó algo desconcertado a Kaworu, no se esperaba que Shinji fuera a sacar el tema a esas alturas. Aún así debía ser sincero con él.
—Para serte franco, esas rosas dejaron de aparecerme desde hace diez días.
Era precisamente el total de días que llevaban de noviazgo.
El castaño no pudo evitar sentir lastima por Sakura. No le quedaba duda de que ella también ya estaba más que enterada de que él era el novio de Nagisa.
—Ya veo —Respondió— Y, ¿Aún quieres saber de quién era la persona que te las mandaba?
—Claro que quiero —Admitió Kaworu con total sinceridad— Es como lidiar con la idea de que algo en mi vida se ha quedado inconcluso y no me gusta.
Shinji se limitó a seguir escuchando.
—Realmente me gustaría conocer a esa chica para agradecerle sus intenciones hacia mí durante todo ese tiempo que me dejó aquellas flores, pero, así como soy sincero contigo quiero ser sincero con ella.
Tomó el mentón de su chico y continúo hablando.
—A mí jamás me hubiera interesado ella o cualquier otra chica, porque la única persona de quién me enamoré casi desde que la conocí fuiste tú, Shinji.
—Kaworu... —Los ojos azules de Ikari brillaron y sus mejillas se sonrojaron enseguida al escuchar aquellas palabras. Pronto sintió los dedos del albino acariciando con mucho cariño su rostro.
—Tal vez en ese tiempo no supe darme cuenta bien, pero, desde que te conocí sentí que mi vida tenía sentido. Cuando practicabamos juntos eran los momentos más felices de mi vida, y aquellas veces en que estaba lejos de tí... Bueno... Realmente no me gustaban; yo solo quería verte y sentirte junto a mí.
Shinji pronto recordó las palabras de su amiga:
"No tienes por qué sentirte mal, cachorro. Al final de cuentas es Kaworu quien tenía la última palabra y te eligió a tí".
La única respuesta que Nagisa recibió fue a su novio besándolo con tanto amor y agradecimiento. Pronto rodeó con sus brazos aquel delgado cuerpo y correspondió feliz aquellas muestras de cariño de Shinji.
—Te amo tanto, mi Kaworu... —Susurró ikari al finalizar aquel tierno beso con su novio.
El albino lo abrazó cálidamente como respuesta, porque sí, él también lo amaba.
Había nacido para conocer y amar únicamente a Shinji Ikari.
.....
Sakura llevaba días sin querer salir a almorzar por lo que optó por quedarse dentro del salón.
Si bien suponía que Kaworu estaría con Shinji en el salón de música, aún así quedarse en el aula de clases era el sitio más seguro para ella, o al menos eso creía.
Un pequeño grupo de chicas pronto se acercaron a ella con ganas de platicar.
—¿Nuevamente te quedaste en el salón a almorzar, Mogami? —Le preguntó una chica de cabellos oscuros, sentándose frente a ella.
—Asi es —Respondió la castaña con aparente tranquilidad— Hace mucho calor allá afuera.
—Entiendo, pero es normal. Estamos en verano y las vacaciones están a la vuelta de la esquina.
Sakura asintió queriendo dar por terminada la conversación que lucía de lo más trivial.
La otra chica al darse cuenta de ello se alejó con sus dos amigas y cambiaron la conversación.
—Por cierto, ¿Ya saben que Kaworu Nagisa, nuestro delegado, tiene novio?.
El corazón de Sakura tambaleó al escuchar ese nombre. Solo se limitó a oír a las otras seguir hablando del tema.
—Claro que sí. —Respondió otra chica de cabello rubio— Justo ayer los ví cuando se iban juntos de la escuela. Nagisa se ve muy feliz con ese chico.
—¿Conoces a ese chico, Izumi?
—Por supuesto. No sé habla de otra cosa en el club de cocina. Se llama Shinji Ikari y va en primer año. A diferencia de Nagisa, él es un chico demasiado simplón e insignificante.
—Tienes razón —Afirmó la chica de cabello oscuro— Yo también lo ví y realmente no puedo creer que el gran Nagisa ande con alguien como ése. No me molesta que prefiera a los chicos, al fin y al cabo eso lo hace también interesante, pero, ¿Por qué precisamente tuvo que fijarse en ése simplón de primer año?.
—No deberían expresarse así de Ikari —Sakura sin más se metió en la conversación— Quizás ustedes no lo crean, pero Shinji Ikari es un muchacho con muchas cualidades. Es una buena persona, es amable y además es muy talentoso... Es obvio que Kaworu quedó enamorado de alguien así.
Las otras tres muchachas se miraron entre sí y se echaron a reír a carcajadas, dejando a Sakura desconcertada.
—Por favor, Sakura, no nos hagas reír, ¿Quieres? Todos sabemos que tú también estás enamorada de Kaworu Nagisa.
Mogami palideció al escuchar eso.
La chica de cabello negro siguió hablando.
—Ninguna de nosotras protestó al respecto porque a tí si te veíamos como alguien digna de tener el amor de Nagisa. Dentro de todo teníamos esperanza de que ustedes dos estuvieran juntos.
—¿Sabes una cosa, Mogami? —Intervino la chica de cabello rubio— Que quisieras conquistar a Nagisa con rosas rojas fue un detalle muy dulce de tu parte. A mí parecer ya tenías todas las de ganar.
Los ojos de Sakura se abrieron de más totalmente horrorizada e, inconscientemente, retrocedió unos cuantos pasos hacia atrás deseando huir.
—Chicas, yo... —Sakura trató de disimular su nerviosismo— Yo no creí que ustedes estaban al tanto de todo.
—Pero claro que nos dimos cuenta. Y como te repetimos, la verdad creímos que sucedería algo y serías la novia ideal para Nagisa, pero no fue así, por desgracia resultó que a él le gustaba ese mediocre de primer año.
—Dinos una cosa, Sakura, ¿Acaso no sientes rabia de saber que alguien como él te robó la oportunidad de salir con Kaworu Nagisa?.
—Si yo fuera tú lo odiaría de por vida.
Mogami sentía arder su sangre por todo el cuerpo. Ella no odiaba a Shinji, no tenía por qué hacer eso. Sin embargo, le había ofrecido su amistad y esa misma tarde él se dió cuenta de que Mogami también estaba enamorada de Kaworu.
—Y bien, Sakura —Las chicas insistieron— ¿Qué opinas realmente de Shinji Ikari?
—Él... —La castaña parecía estar segura de lo que iba a decir— Definitivamente a mí tampoco me gusta ver a Shinji Ikari como novio de Kaworu.
La puerta corrediza del aula se abrió de golpe sacando de su trance a Sakura.
La joven sintió que el suelo se le hundía al ver que era Kaworu quien había entrado al salón.
Nagisa había escuchado todo y saber que Sakura Mogami, aquella chica a la que consideraba casi como su mejor amiga, en realidad, había estado enamorada de él todo ese tiempo era como sentir un cubetazo de agua helada.
Pero escucharla hablar así de su noviazgo con Shinji, eso era algo que jamás pensaba perdonarle.
Pronto miró con desprecio a aquellas infames compañeras suyas y se sentó en su sitio.
Mogami se acercó a él para darle una explicación.
—Kaworu... Yo...
—El timbre sonó hace cinco minutos —Interrumpió él completamente serio— Se supone que ya deben estar sentadas en sus respectivos lugares. Tú, cómo subjefa de grupo debes imponer orden, Sakura. —Suspiró— Que decepción.
Mogami ya no se atrevió a responderle al chico, ni siquiera se atrevió a mirarlo por la vergüenza que sentía.
Esa misma tarde, cuando los alumnos del consejo estudiantil fueron convocados a una reunión, la castaña no asistió.
Excusándose de sentirse mal, Sakura se fue pronto a su casa y encerrada en su habitación se dispuso a llorar con amargura y tristeza.
Había perdido la oportunidad de ser la novia de Kaworu Nagisa y, ahora, gracias a lo dijo sobre Shinji Ikari, era más que obvio que para el albino ya ni siquiera era su amiga.
CONTINUARÁ...
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