El que no arriesga no gana.
N/A: En primer lugar quiero disculparme por tanto tiempo fuera. Este fic ya cumplió su primer año en enero, y aunque quise publicar para celebrar dicho aniversario no me fue posible. Lo importante es que estamos de regreso y más vivos que nunca como el mismo KawoShin.
—Es ella. —Habló Shinji al fin, bastante serio.
—¿Qué dices, cachorro?, no te entiendo.
Ikari miró a Makinami y volvió a repetirlo:
—Es ella. Es Sakura quien le ha estado mandando de forma anónima esas rosas rojas a Kaworu... Sakura Mogami también está enamorada de él.
Mari abrió la boca bastante sorprendida por lo que acababa de decir su amigo.
Pero Shinji se veía totalmente seguro.
—Y dime, ¿Cómo fue que llegaste a esa conclusión?. —Mari se acomodó los lentes—. Sabes que no puedes acusar a nadie sin pruebas.
—Bueno, en realidad es más fácil de lo que crees. —Empezó a explicar Shinji—. Las rosas en este país son caras para un estudiante. A Kaworu le llegan rosas a su casillero todos los días sin falta.
Se sintió un poco irritado de solo recordar como todos los días veía a lo lejos a Kaworu con una rosa en la mano.
Reponiendose un poco continuó explicando cómo si fuera un detective que acaba de descubrir la verdad de un asesinato.
—Eso significa que solo alguien que tenga una florería a su alcance, como lo es en el caso de Sakura Mogami, es capaz de regalarle todos los días y sin falta una rosa a Kaworu. Tú la escuchaste: sus padres son los dueños. Te parecerá absurdo si lo digo de esta manera, pero, las rosas que Kaworu recibe diario son las mismas que estaban en la florería Mogami hace unos momentos. ¡Estoy seguro!.
Makinami sabía que desde que Shinji estaba lidiando con el tema de la admiradora de Nagisa, andaba con los nervios algo alterados. No estaba segura de darle la razón por completo.
—Entiendo, cachorro. Entonces, si esa chica Sakura resulta ser la admiradora secreta del Príncipe, que busca conquistarlo con rosas rojas, ¿Qué harás tú al respecto?.
—¿Yo?...
Por su mente cruzó aquel momento en el que Sakura le ofreció sinceramente su amistad al haberlo descubierto salir triste del salón de música donde estuvo con Kaworu.
Tampoco se creía capaz de hacer rivalidades con nadie. Mucho menos con alguien como Sakura Mogami.
—Yo no haré nada... Mi postura sigue siendo la misma.
—¿Estás hablando en serio?. Creí que ahora que ya estabas seguro de haber descubierto a tu posible rival harías algo.
—Pues creíste mal, Mari, creíste muy mal.
—¿Y puedo saber por qué te darás por vencido?.
Shinji decidió caminar con lentitud, Makinami lo siguió esperando su respuesta.
—Porque creo que Sakura Mogami es la chica perfecta para alguien como Kaworu. —Respondió en un hilo de voz.
—Con que la chica perfecta, ¿Eh?. Ya veo. ¿Realmente crees eso?.
—Si, si lo creo. Ella es inteligente, bonita. Es jefa de grupo con Kaworu, y, por lo que sé, es la única chica que realmente ha logrado hacer una sólida amistad con él... Si sabe que es Mogami quien le ha estado regalando rosas rojas de forma anónima, ten por seguro que Kaworu quedará flechado.
Mari se le quedó observando a su amigo, no le quedaba duda de que le estaba doliendo dejarle el camino libre a Mogami.
—No puedo creer que prefieras huir. Me decepcionas, cachorro. —Afirmó con seriedad ella.
—¡Lo que yo no puedo creer es que tú no entiendas mi situación!. —Se atrevió a decir Shinji levantando la voz— Dime una cosa, ¿Crees que tengo realmente oportunidad en este asunto?, ¡Por supuesto que no!. Ni tú, ni yo sabemos cómo es Kaworu realmente.
—Tú si sabes como es el príncipe Nagisa, solo que, por alguna extraña razón, finges que no te enteras de nada y simplemente estás huyendo, como siempre.
—Mari, él me lo dijo... Kaworu me dijo que si quiere conocer a la persona que le deja las rosas rojas. —Respiró haciendo una ligera pausa. No debía llorar—. ¿No crees que cuando sepa que es Sakura Mogami se va a poner muy contento y se va a enamorar en ese momento?.
—No, no lo creo.
El hecho de ver a Mari tan impasible hacia que Shinji perdiera más la paciencia.
—¿Cómo puedes estar tan segura de eso?.
—Solo lo sé, y punto, Shinji.
—¡Eso no me ayuda!. En realidad nada me asegura que Kaworu sea igual a mí ... Quizás ya esté enamorado de ella, quizás ya esté enamorado de la versión anónima de Mogami, y cuando la descubra, finalmente...
—¡Ya deja de decir estupideces!
Shinji calló abruptamente al escuchar como su amiga le levantaba la voz. Era la primera vez que lo hacía.
Si bien solía regañarlo, jamás le había gritado antes de esa manera.
—Escúchame bien, —Lo tomó de los hombros— si quieres huir, hazlo. Esta vez no pienso detenerte. Sigue creyendo que el príncipe Nagisa se va a enamorar de esa chiquilla Sakura. Total. El único que saldrá perdiendo eres tú.
—Yo perdí desde un inicio, Mari. Perdí en el momento que dejé que estos sentimientos por Kaworu se expandieran.
—Muy bien, si eso es lo que crees, está bien. —Makinami lo soltó para cruzar los brazos, totalmente enojada—. Veo que ya tomaste tu decisión.
—Si. Y no pienso cambiarla.
Mari negó con la cabeza, pero ya no respondió nada. Sabía que era una discusión inútil. Simplemente se dió la vuelta y se fue de ahí sin despedirse de su amigo, ni dejando tampoco que éste se despidiera de ella.
Ikari no la siguió, se fue por el camino contrario, importandole poco si llegaba más tarde de lo normal a su casa.
........
Era domingo por la mañana.
Shinji despertó emocionalmente apaleado. La noche anterior, cuando regresó a su casa, le envío unos cuantos mensajes a Makinami pero ella jamás se los contestó.
Supuso que la chica se habia realmente enfadado con él y eso lo hizo sentirse aún más mal todavía.
Ahora no solo había perdido a Kaworu, si no que también a su mejor amiga de la infancia. Aunque igual no la culpaba si se alejaba de él, después de todo, la vida le estaba indicando que había sido destinado a ser un perdedor.
—Shinji, ¿Estás seguro que no tienes hambre?.
Misato Katsuragi, su tutora, había ido a hablarle un par de veces a su habitación, preocupada por Ikari.
El joven simplemente no tuvo ganas de preparar el almuerzo y ella decidió comprar comida instantánea. Al notarlo tan desanimado ya ni siquiera se atrevió a entrar.
—Ya te dije que no, Misato. Comeré más tarde. —Respondía el adolescente con sequedad del otro lado de la puerta.
—Bueno, cuando quieras puedes volver a calentar lo que preparé en el microondas, ¿Si?. Debo irme, quedé de verme con Kaji. Nos vemos en la noche.
Shinji no le respondió, solo escuchó los tacones de la mujer alejarse de su puerta.
De nada servía que fuera domingo si Katsuragi aún así no estaba en casa.
Al menos Misato era feliz y disfrutaba del amor.
¿Podría él disfrutar el amor algún día?
¿Llegaría ese momento?
Si quieres huir, hazlo. Sigue creyendo que el príncipe Nagisa se va a enamorar de esa chiquilla Sakura. Total. El único que saldrá perdiendo eres tú.
Extrañaba mucho a Makinami. No quería perder a su única y mejor amiga. Al menos a ella no.
—Ella tiene razón. No debo huir. —Se dijo el chico, levantándose de la cama enseguida.
Tomó su celular marcando con desesperación el número telefónico de Makinami. Había insistido con mensajes pero no con llamadas. Esperaba tener suerte esta vez.
—¿Bueno?. —La chica de lentes si contestó. Hasta ese punto todo iba bien.
—Hola, Mari... —Titubeó un poco—. Soy yo, Shinji.
—Si, ya sé que eres tú. ¿Qué es lo que quieres?.
Aún se oía enojada. Pero Shinji ya no se pensaba rendir.
—Mari, lo lamento. Sé que te hice perder la paciencia, y en verdad te quiero pedir mil disculpas por eso. En verdad lo que menos quiero es que te enojes conmigo.
—Yo tampoco quiero enojarme contigo, cachorro, creeme. Pero entiende, eres muy necio cuando te lo propones y desesperas a cualquiera.
—Bueno, en ese caso tú también eres demasiado necia cuando quieres. Así que no tiene que caso que me reproches si eres igual que yo.
—Es por eso que somos mejores amigos, ¿O no?.
El joven dejó soltar una pequeña risita, así afirmando por completo lo que la de gafas decía.
A pesar de ser tan diferentes tenían tanto en común. Y precisamente por esos detalles era que su amistad era tan sólida como cuando eran niños.
Ambos se querían mucho. Y no podían darse el lujo de enojarse por tonterías.
Los verdaderos amigos peleaban pero hacían lo imposible por mantener ante todo su amistad. Y ellos eran de esos verdaderos amigos.
—¿Eso significa que habrá tregua?. —Intentó bromear el muchacho.
—Solo si prometes que la próxima vez que vayamos al cine tú invites todo, y que sea al mismo que fuimos ayer.
—Mm... Es un trato.
Makinami soltó una risilla emocionada, y Shinji también se sintió feliz al comprobar que su amiga si lo había perdonado.
Ella tenía razón cuando le decía que el que no arriesgaba no ganaba.
Ahora lo comprobaba al arriesgarse a llamarla por teléfono para disculparse con ella, había ganado su perdón, y eso lo hizo sentirse bien.
Arriesgarse para ganar
Pronto se le ocurrió una idea.
—Oye, Mari.
—¿Dime?.
—De casualidad, ¿Crees que pueda ir a tu casa en este momento?.
A la de dos coletas le extrañó eso.
—Amm, si, claro... Por supuesto, digo, ya nos reconciliamos, claro que puedes venir.
—Te prometo que te explicaré todo en cuanto llegue. ¿Si?.
—Está bien, cachorro. Entonces te esperaré.
—Perfecto. Llego en media hora. Gracias.
Shinji colgó la llamada y se dispuso a prepararse para ir a la casa de la muchacha de lentes.
Buscó en su mochila con prisa y sonrió al ver que aún conservaba aquel sobre con las partituras de la melodía que Kaworu le había propuesto tocar antes de que ocurriera el incidente con las rosas rojas.
Tomó el sobre, algo de dinero y las llaves del departamento para salir directamente hacia la casa de Mari Makinami.
......
Mari no entendió que se proponía el castaño esta vez, pero habia escuchado algo diferente en su tono de voz. No era el mismo cachorro que conocía desde que eran unos niños.
Pronto se escuchó el timbre de la puerta principal y corrió a abrir, pues sabía que finalmente Shinji había llegado.
—¿Qué es lo que pretendes ahora?, me dejaste muy intrigada.
—Dime una cosa, Mari, ¿Aún conservan el piano que era de tu abuela Scariotte?.
Makinami hizo un puchero de fastidio al escuchar ese nombre. No le hacía gracia recordar que su segundo nombre era Scariotte en honor a su abuela.
—Si, ese piano aún sigue aquí. Mi mamá siempre se niega a venderlo. Pero, ¿Por qué me lo preguntas?.
—Porque ya no pienso huir. —Respondió el muchacho con total seguridad.
La muchacha, por su parte, seguía sin comprender.
—Te lo explicaré. —Continuó hablando Shinji— Antes de que suspendiera mis prácticas con Kaworu, él me había propuesto tocar una melodía completa. En este sobre tengo las partituras de dicha pieza.
Mari observó el sobre amarillo y volvió a mirar a Shinji para que continuara con su explicación.
—Quiero arriesgarme. No sé si pueda ganar, pero, ya no tiene caso que huya de mis sentimientos por Kaworu Nagisa. —Suspiró— No sé si sea una gran idea, pero, quiero creer que si logro interpretar de forma perfecta esta melodía podré llegar a su corazón.
La chica de dos coletas se llevó una mano a la boca por el asombro que le causaba el haber escuchado el plan que Shinji tenía en mente.
—No puedo practicar esto en el salón de música. Kaworu se daría cuenta y, entonces, todos mis esfuerzos serán en vano. Por eso, necesito... —Se acercó a su amiga, y tomó sus manos mientras la miraba a los ojos con firmeza y determinación— necesito que me ayudes, Mari, permitiéndome practicar aquí, por favor.
Shinji inclinó un poco la cabeza deseando en sus adentros que Makinami no lo abandonara. Necesitaba que fuera su cómplice en esta ocasión.
La chica de lentes sonrió con dulzura y afianzó el agarré del castaño con sus manos. Pronto ella se incorporó haciendo que su amigo también se levantara con ella.
—El tiempo pasa, cachorro. Si realmente quieres que sea algo perfecto, debes empezar por practicar ahora mismo.
Shinji comprendió la respuesta de Makinami y le correspondió con una dulce sonrisa como agradecimiento. Así que soltó a Mari para ir directo al piano.
La de dos coletas lo siguió y tomó asiento en un pequeño sillón que estaba ahí cerca del instrumento.
....
Las primeras prácticas le parecieron algo tortuosas. Simplemente, el castaño sentía que no lograba alcanzar el sonido correcto, el que deseaba que fuera el indicado para llegar al corazón de Kaworu y eso le frustraba mucho.
Mari lo observaba en silencio, sabía que Nagisa era muy buen maestro, pero también sabía del talento que su mejor amigo tenía. Un talento bien heredado de sus difuntos padres.
—¡Maldición! —Musitaba el chico sintiéndose frustrado—. Así no es como debe ser... ¡No!.
—Cachorrito, cálmate. —Se acercó él mientras colocaba sus manos en los hombros de Shinji— Entre más frustrado te sientas, menos va a salirte como quieres.
—Lo se, pero... —Exhaló cansado—. Siento que no es suficiente... Esto debe ser perfecto, Mari, ¡Perfecto!. ¿Tú me entiendes, verdad?.
—Claro que lo entiendo. A ver... —Lo abrazó tratando de reconfortarlo— Tómalo con calma... Mira, no soy experta en este tipo de cosas. Tú sabes que el piano jamás ha sido lo mío, pero, siento que aquí lo importante es que dejes fluir tus emociones.
Shinji siguió escuchando a su amiga, sin separarse de ella todavía.
—Me refiero a tus emociones buenas, no las malas. En pocas palabras, deja que fluya aquello que sientes por Nagisa. Que se vuelva tu fuente de inspiración principal. En cada sonido que emitas de este piano recuerdalo a él: a Kaworu. Recuerda lo feliz que eran juntos cuando practicaban en la escuela.
Con solo acordarse de esos momentos con el albino, Shinji sintió un nudo en la garganta.
Echaba tanto de menos aquellas prácticas de piano con Kaworu en el salón de música. Y si quería recuperar esos momentos junto a él debía esforzarse para lograrlo.
—Tambien piensa en tus padres, cachorro. Ellos te inculcaron el amor a la música. Sé que el piano te recuerda a ellos, así que puedes usar esas veces que tocaban canciones para tí, en sus ratos libres cuando eras pequeño.
Shinji sonrió nostálgico al recordar como quería que sus papás tocaran el piano para él todos los días. Cuando lo complacían se sentía el niño más feliz del mundo. Por eso cuando los perdió creyó que jamás trataría de acercarse a un piano o a cualquier otro instrumento musical.
Pero, al hacer eso era como si dejara morir todos esos bellos recuerdos con sus padres, y él se había jurado llevarlos siempre en el corazón sin importar el tiempo que pasara.
Y ahora Kaworu también formaba parte de aquellos momentos felices de su vida gracias, precisamente, al piano. Y si volvía a renunciar tan pronto a la música, estaba renunciando a todo aquello que lo hacía inmensamente feliz, incluyendo a Nagisa.
Se limpió unas cuantas lágrimas que escaparon de sus azules ojos, y se reincorporó al piano para empezar de nuevo, ésta vez sin perder la paciencia. Concentrándose en su verdadero objetivo, y sobretodo recordando por quienes hacía ésto.
Fue así que Shinji sintió que había logrado mejorar un poco. Pero era suficiente para sentirse motivado a seguir practicando durante los siguientes días sin cansancio.
También había hablando por fin con Misato días después, y la mentira que le dijo para ir a casa de Mari todos los días fue que iban a presentar una obra de teatro y que en la casa de la chica de dos coletas era donde se podía ensayar a gusto, después de clases.
Parte de ello era verdad. Los padres de la chica viajaban constantemente por lo que ella se encontraba sola casi seguido, y Shinji podía practicar el piano sin interrupciones.
La tutora del muchacho no lo cuestionó y aceptó que él saliera todos los días sin problema.
Lo único que le preocupó al castaño era que Katsuragi no sería capaz de ordenar y limpiar el departamento todos los días, como él solía hacerlo.
Ese sería el precio a pagar por su pequeña mentira piadosa. No le quedaba de otra si quería llegar al corazón de Kaworu Nagisa a través de aquello que le apasionaba al albino: la música.
....
Cierto día, cuando las clases finalizaron, Ikari y Nagisa se encontraron por casualidad.
Shinji había ido a dejar una llave a la sala de maestros, y, de regreso en los pasillos, se topó con Kaworu.
Al albino le dió mucha alegría ver al chico de primer grado otra vez. No tenerlo tan cerca de nuevo, como en las prácticas de piano, se le había vuelto tortuoso ya últimamente.
—Hola, Shinji. —Le saludó muy sonriente— Cuánto tiempo sin verte.
—Hola, Kaworu, lo mismo digo. Aunque en realidad no ha pasado mucho tiempo —Respondió sonriendo de forma apenada.
—Es cierto, pero... —Calló abruptamente al darse cuenta de que estaba a punto de decir "Estar lejos de tí me hace sentir que han pasado siglos".
—¿Pero?... —Shinji no entendió por qué Nagisa se había quedado callado.
—Pero casi no te veo. —Dijo al fin— Eso es. Me imagino que has estado muy ocupado.
—S-si... Algo así, Kaworu... —Ikari sonrió tratando de ocultar su nerviosismo— Por lo que veo tú también lo estás con los asuntos del consejo estudiantil, ¿No es así?.
—Asi es. Ni siquiera he tenido tiempo de ir al salón de música a practicar.
—Oh... Me apena escuchar eso. Supongo que sí aún siguieras lidiando conmigo para enseñarme sería una carga y una molestia para ti. —Rió para bromear.
Kaworu ni siquiera lo dudó para ver a Shinji y acercarse a él mientras posaba sus manos sobre los delgados hombros del castaño.
—Shinji, no quiero que vuelvas a decir eso, por favor. Tú jamás serás una carga, ni mucho menos una molestia para mí.
El mirar rojizo de Nagisa se tornaba triste y eso hizo sentir mal a Ikari. No creyó que el albino fuera a reaccionar así.
—Lo sé, y en verdad lo lamento. Solo intentaba bromear... No creí que fueras a ponerte así, ¿Me perdonas?.
—No te preocupes, discúlpame tú a mí por no haber entendido esa broma. —Rió apenado— De cualquier forma tú sabes que eres especial para mí, Shinji, ¿Verdad?.
Un ligero sonrojo se apoderó del rostro de Ikari al mismo tiempo sus ojos azules miraban fijamente a Kaworu, quien no dudó acortar más la distancia con el rostro del castaño.
—Kaworu... Tú también... —Susurraba Shinji un poco nervioso al tener a Nagisa tan cerca después de tanto tiempo, aún así, todo lo que estaba diciendo salía desde su corazón— Tú también eres muy especial para mí y mucho. Quizás no tengas idea de lo que eres y representas en mi vida, pero ... Hasta el día de hoy me siento muy feliz de haberte conocido.
Kaworu podía sentir la respiración del castaño en su barbilla. Aún tenía sus manos en los hombros ajenos, así que deslizó sus manos para frotar cariñosamente los brazos de Shinji. Y debido a eso, Ikari posicionó sus manos en el pecho ajeno.
Sus cuerpos se estremecían y querían juntarse aún más. Fundirse en un cálido abrazo de ser posible.
—Me hacen muy feliz tus palabras, Shinji... —Susurró también Kaworu en el oído del otro, haciéndolo estremecerse enseguida— Desde hace tiempo me dí cuenta de que nací para conocerte.
Shinji había echado tanto de menos esa voz tan candida y sensual. Tanto que pensó que moriría si no escuchaba de nuevo a Kaworu hablarle así tan cerca suyo.
Pronto el muchacho de cabello gris volvió a mirar a Ikari, mientras sus pensamientos repetían una sola cosa: debía besar a Shinji.
Hacer eso en la escuela era arriesgado, además jamás podría hacerle eso a Ikari sin su consentimiento. Posiblemente lo acabaría asustando. Aún así, el ver la pequeña boca de aquel chico tan cerca suyo le hacía que suyo le hacía querer correr ese riesgo.
Los delgados brazos del castaño rodearon pronto el cuello de Kaworu, dándole a entender que igual estaba dispuesto a arriesgarse si lo besaba ahí dentro en la escuela.
Ante esa acción, Nagisa no dudó en rodear la espalda de Ikari con sus manos y acercar sus labios para por fin tener ese contacto con los labios de Shinji haciéndolo entrecerrar los ojos.
Lamentablemente una voz conocida a ellos los hizo detenerse y separarse enseguida.
—Kaworu, ¿Sigues aquí?.
Se trataba de Sakura Mogami, quien al parecer no alcanzó a ver nada de lo que los chicos momentos antes de su llegada estuvieron a punto de hacer.
—¿Sucede algo, Sakura? —Preguntó Kaworu tratando de actuar natural.
—Se supone que ibas a pedir la llave del salón del consejo, y me quedé esperando.
—Ah, si, claro, lo siento, me encontré con Shinji y nos quedamos platicando...
Sakura procedió a ver a Shinji quien estaba a lado de Kaworu mirando hacia cualquier lado que no fuera a ellos dos.
—Ahora lo entiendo, ¿Cómo has estado, Shinji?. Que gusto verte de nuevo. —Le saludó ella.
Al muchacho no le quedó de otra que voltear para responderle el saludo.
—Hola, Sakura, lo mismo digo. Estoy bien, gracias por preguntar. Veo que tienen mucho trabajo que hacer todavía.
—Asi es, ya sabes cómo es de absorvente ser parte del consejo estudiantil. En fin, no esperaba verte por aquí.
—Si... Lo que pasa es que me quedé a estudiar en el salón un rato, justo venía de dejar la llave a la sala de maestros.
Sakura ya no le respondió al castaño, solo se limitó a sonreírle.
Parecía verse sincera y eso confundía e inquietaba un poco a Ikari.
Siempre creyó que, después de haberse salido de su florería con Mari sin avisar, ella lo hubiera tomado como un desplante y estaría enojada con él, pero no, la muchacha le hablaba sonriente sin ningún problema.
Mogami era una chica madura a pesar de sus 14 años.
—Bueno... Debo irme, no les quito más su tiempo —Comenzó a despedirse Shinji— Mari me está esperando afuera de la escuela.
Otra mentira piadosa para escapar de la situación, pues en realidad Makinami se había adelantado.
—Nos vemos mañana. Buenas noches a los dos.
Justo cuando dió unos cuantos pasos para irse, sintió que alguien lo detenía tomándolo de la muñeca. Y aunque no era de forma brusca no pudo evitar sobresaltarse, especialmente porque era Kaworu quien lo estaba deteniendo.
—Shinji ...
—Amm... ¿Sucede algo malo, Kaworu? —Preguntó nervioso al ver cómo el albino nuevamente lograba tomarle la mano.
—¿Has practicado la pieza que te recomendé y estábamos tocando la última vez?.
Shinji abrió los ojos un poco de más al recordar que era la misma melodía que él estaba practicando en secreto en la casa de Makinami.
—No he podido practicarla por falta de tiempo, en verdad lo lamento —Otra mentira más. Esta vez le dolió porque pudo ver cómo la sonrisa de Kaworu se desvanecía.
—No te preocupes, Shinji —Nagisa volvió a repararse mostrando su sonrisa, al mismo tiempo que lo soltaba— Solo tenía curiosidad por preguntar, nada más.
—Si... Bueno... Nos vemos. Adiós, Kaworu. Buenas noches, Sakura.
Tanto el albino como Mogami observaron a Shinji quien se fue casi corriendo de ahí.
Antes que salir del plantel educativo, el muchacho corrió a refugiarse en el baño lo antes posible. Para su suerte no había nadie ahí.
Cerró la puerta tras de él respirando agitado. Necesitaba calmarse. Se quedó con varios sentimientos encontrados.
No podía asimilar lo que había pasado allá afuera con Kaworu antes de que Sakura llegara. Pero le había gustado y demasiado.
Se abrazó a sí mismo para tratar de tranquilizarse. Todavía podía sentir a Nagisa abrazándolo. Aún escuchaba su voz en su oído y sentir su respiración.
Cerró los ojos y pudo sentir cómo se había quedado impregnado en él el aroma de Kaworu Nagisa.
Si Mogami no hubiera aparecido tal vez se habrían besado. Quizás ahí estaba la oportunidad perfecta para haberle hablado de sus sentimientos.
Desde hace tiempo me dí cuenta de que nací para conocerte.
—Mari, tenía razón de nuevo —Se dijo—. Soy el único que no quería ver cómo es en realidad Kaworu...
También se sintió triste por haberle mentido respecto a que no practicaba en el piano por su cuenta la pieza que Nagisa le había sugerido.
—Seguramente cree que no me tomo en serio las clases que tuvimos juntos. —Volvió a decir sintiéndose agobiado. —Tenía que mentirle... Cuando le muestre que en realidad he estado practicando, lo primero que haré será disculparme con él... Si.
Ya no tenía caso que se siguiera lamentando, ahora, con mayor razón sabía que ya no era correcto perder el tiempo y seguir practicando para perfeccionar sus habilidades en el piano.
Pronto decidió abandonar el baño para salir a paso rápido de la escuela.
Kaworu igual se quedó agobiado por muchas cosas. La única oportunidad que por fin había tenido, después de tanto tiempo lejos, de besar a Shinji no pudo ser aprovechada.
Kaworu... Tú también... Tú también eres muy especial para mí y mucho. Quizás no tengas idea de lo que eres y representas en mi vida pero... Hasta el día de hoy me siento muy feliz de haberte conocido.
Sabía muy bien que Shinji no mintió al decirle todo eso. La alegría que le producía recordar aquellas dulces palabras era infinita para él, pero el hecho de que le confirmara que no practicaba ya en el piano más, acababa con esa felicidad.
No podía obligar a Shinji a practicar si no podía o quería, pero le daba la sensación de que a pesar de todo el castaño se alejaba más de él y no quería. No quería por nada del mundo que el motivo de que ya no se sintiera alguien incompleto estuviera lejos.
Observó la rosa que llevaba en la mano.
Aún no sabía quién se las dejaba pero desde hace días se dió cuenta que ya no le importaba, ahora solo quería saber quién era la persona responsable para decirle de frente que a pesar de estar agradecido por ese tipo de detalles hacia él, su corazón ya estaba ocupado por otra persona: por un chico de primer año, que con sus hermosos ojos azules, su voz dulce y linda sonrisa le dieron un motivo para seguir adelante.
......
—¡Lo lograste, cachorrito!, muy bien.
Mari aplaudió contenta en cuanto terminó de escuchar la pieza de Shinji en esos últimos ensayos.
Ikari se veía agitado, le sonrió a su amiga como respuesta. Ante eso, ella le sirvió un poco de te que había llevado momentos antes.
A Shinji le cayó de maravilla con solo darle el primer sorbo.
Habían pasado ya algunos días, desde que sucedió aquel encuentro con Kaworu, y aunque decidió no contarle a Makinami lo sucedido de aquella vez, le funcionó de inspiración para seguir mejorando.
—Y bien, ¿Cuando tocarás esta canción para el príncipe Nagisa?. —Mari no podía con la curiosidad.
—Aún no estoy seguro. Faltan solo algunos detalles para que todo esté listo.
—Vaya, yo podría jurar que sonó muy bien. En fin, veo que te has vuelto un perfeccionista.
Shinji sonrió algo divertido al escuchar eso.
—Quizás tengas razón, Mari. En realidad, las prácticas en el piano jamás terminan. Si quieres ser perfecto en esto nunca debes dejar de practicar.
—Oh. Empiezas a sonar exactamente como el príncipe Nagisa, ¿Lo sabías?.
Al castaño le causó bastante gracia escuchar eso, pero luego afirmó.
—Eso es por una razón muy simple: Kaworu es parte de mi fuente de inspiración.
Mari pegó un grito emocionada, al mismo tiempo que abrazaba a Shinji.
Luego de unas cuantas risas y bromas, Ikari siguió prácticando un poco más.
Así continúo, y continúo....
En casa de Makinami, y a solas, también, en su habitación; escuchando la canción en su celular y con los audífonos, mientras simulaba con sus dedos que tocaba el piano.
Continúo hasta que finalmente, sintió que el verdadero momento había llegado.
—Bien... Ya es hora. —Se dijo con una gran sonrisa en los labios.
.…...
Shinji había llevado el sobre de partituras para la ocasión. Mari le aconsejó que hablara con Kaworu y le mostrara el fruto de sus esfuerzos cuando las clases finalizaran.
—Entonces, cachorro, todo parece indicar que estás de suerte. —Le dijo Mari—. El Príncipe no tendrá actividades después de clases con el consejo estudiantil. El destino te ha dado una oportunidad única. Más te vale no desperdiciarla.
—Descuida, Mari, no lo haré.
—Perfecto. Me gustaría quedarme para saber, pero entiendo que esto debe ser íntimo. Recuerda que vas a contarme con lujo de detalles mañana, ¿Eh?.
—Si, por supuesto, después de todo, gracias a tu ayuda, pude practicar. Bueno, ya me voy. —El muchacho tomó su sobre con las partituras y se fue con prisa del salón, sin dejar de sonreír.
—¿A dónde va Shinji tan contento? —Toji no pudo evitar mirar toda la escena aunque no escucho la conversación.
—Es verdad —Le siguió Kensuke— Ya no se veía así de feliz desde que dejó de practicar con Nagisa.
—Nunca entendí porqué ya no continuó las clases de piano con él. Se nota que le afectaba bastante no ir a ellas.
—Con Ikari nunca se sabe que esperar. Tú si estás al tanto de la situación, ¿Verdad, Makinami?
Mari se acomodó los lentes para responder muy segura y contenta
—Solo les puedo decir que, posiblemente, ese par volverá a practicar juntos muy pronto.
—¿Ya te irás a tu casa, Kaworu?.
A Mogami le pareció extraño ver al muchacho irse con algo de prisa.
—No, aún no quiero. —El albino se acomodó su mochila y caminó hacia la puerta— Iré al salón de música un momento. Nos vemos mañana, Sakura.
—Si, adiós.
La castaña lo observó con preocupación.
—Desde que se encontró con Shinji la otra tarde, se ve algo desanimado. Me pregunto que habrá pasado entre ellos.
Kaworu había dejado de practicar desde hace días, y aunque evidentemente no tenía ganas de hacerlo, creyó que yendo al salón de música, de todos modos, se reanimaría un poco.
Cuando abrió la puerta corrediza del aula no podía creer lo que sus ojos miraron en ese momento.
Se trataba de Shinji quien estaba sentado frente al piano, por supuesto, al verlo le saludó con una dulce sonrisa en los labios.
—Hola, Kaworu.
—Shinji... Hola. —El albino cerró la puerta tras de sí, aún sin reponerse muy bien de su asombro.
Ikari al verlo así decidió levantarse y caminar hacia a él para darle por fin una explicación.
—Te estaba esperando... —Comenzó a decir con un evidente sonrojo en su cara—. Algo me dijo que hoy vendrías aquí.
—Ya veo... Eso significa que finalmente ya estás mejor, y, por fin, podremos practicar juntos otra vez, ¿No es así?.
A Shinji le produjo ternura escuchar como Kaworu estaba ansioso de que le confirmara todo eso. Pero antes había algo importante que debía decirle. Se puso de pie para acercarse a él.
—Yo... En primer lugar quiero disculparme contigo, Kaworu. Necesito que me perdones por haberte mentido.
—¿A qué te refieres?.
—Verás... En realidad si he estado practicando la canción que me sugeriste. —Confesó el chico sintiendose aún avergonzado.
El albino miró a Shinji con verdadero asombro, el castaño continuó con su explicación:
—Es cierto que en un principio no practicaba, pero decidí hacerlo. La principal razón eres tú, porque, como te lo dije aquella tarde que nos encontramos por casualidad: eres especial para mí, Kaworu, y me siento feliz de haberte conocido.
—Shinji... —El albino sonrió conmovido— Te confieso que por un momento creí que jamás regresarías a retomar las clases de piano conmigo.
—¡No!, para nada. —Aseguró enseguida mientras acortaba aún más la distancia entre ambos— Creeme, tener que dejar de practicar contigo fue de las cosas que más me ha dolido hacer en la vida.
—¿Entonces, por qué lo hiciste?
—Por cobarde... Porque quise huir de una posible realidad que me lastimaría mucho. Pero, ahora lo importante es que ya no pienso escapar, por eso estoy aquí, Kaworu: Para demostrarte lo mucho que me has inspirado y, también, quiero mostrarte mis verdaderos sentimientos a través de esta canción.
Shinji volvió a sonrojarse, después de haber terminado de hablar.
Kaworu enternecido por verlo así, lo tomó con delicadeza del rostro, Ikari pudo sentir las suaves manos de Nagisa acariciando sus mejillas.
—Entonces, —Preguntó sin dejar de mirar al castaño— ¿Me mostrarás el resultado final de todos tus esfuerzos?.
—Si. Lo haré. Si tú quieres, claro.
—Por supuesto que quiero, Shinji. Y no tengo nada qué perdonarte, al contrario, lo que estás haciendo es muy dulce y valiente de tu parte.
Al escuchar eso, Ikari sonrió tímidamente, Kaworu tomó de las manos a ese adorable chico, quien correspondió ese contacto entrelazando sus dedos con los de Nagisa, sin dejar de mirarse.
—Bien. —Respondió al fin Shinji, sonriendo feliz— Te lo agradezco mucho.
El castaño se separó del muchacho de cabellos grises, para ir rumbo al piano.
Kaworu se sentó bastante en otro banquito que estaba cerca, sin disimular lo emocionado que se sentía al respecto.
Finalmente escucharía la Sonata para piano n° 14 de Beethoven, o también conocida como Claro de Luna interpretada por Shinji. Confiaba plenamente en que el muchacho tocaría dicha melodía de manera maravillosa.
Ikari estaba con una postura recta y las manos sobre las teclas de marfil, listo para tocar. Se veía como todo un pianista profesional.
Miró nuevamente a Kaworu y le sonrió, el albino le correspondió igual totalmente embelesado.
El castaño volvió a enfocarse en el piano y exhaló para eliminar cualquier rastro de nerviosismo posible.
Por fin estaba listo; listo para arriesgarse, pero, sobretodo, listo para ganar.
Continuará.
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