43 •Último capítulo•

Capítulo 43
•—Final—•

Ella había sido su mundo entero, lejano de no poder demostrarle amor, lo había hecho con toda su corazón, amarla era prohibido, peligroso y pasional.

¿Cómo diría que no daría la vida por ella?, era capaz de hacerlo, para nadie era un secreto que estaba enamorado de la hija menor de los marqueses, esa misma que era reclamada por un príncipe.

Uno que no la quería, ni la trataba como merecía, con amor.

Azorado por el descubrimiento de lady Woodstone, ella lo había descubierto cuando se había decidido a dar uno de esos paseos que en realidad eran sólo por verla desde lejos y asegurarse que estuviese bien.

Su familia era ajena a su presencia, y él como duque sabía que eso no sería bien visto ya que no debía tener contacto alguno con la joven de rizos dorados.

Igualmente no le importo.

Ahí seguía, serio y formal en extremo con la curiosa jovencita que ahora mismo le estaba sonriendo.

—Buen día... ¿señor? —confundida de no conocerlo, se encogió de hombros ofreciéndole una de las manzanas que había estado recolectando de su árbol. — supuse que tendría hambre.

—¿Qué acaso sus padres no le han enseñado que no trate con extraños, milady? —ella no le dio importancia a su comentario porque igual le siguió ofreciendo la manzana con una tierna sonrisa.

—Realmente dudo que sea alguien de desconfiar, debido a su costosa ropa, no creo. Cómo decía, señor, lo escuché caerse de su caballo.

Con una mirada hacía su semental quien comía tranquilamente del pasto alzó una ceja confundido.

—Ahora que lo recuerdo, usted es lord Mclliguem. —pensativa colocó una mano bajo su mentón, él seguía impresionado por esa delicadeza que ella igual poseía, al igual que su amabilidad y carácter.

—Lady Woodstone, tiene que regresar a su hogar.

—Usted siempre habla con mi hermano cuando viene de visita.

¡Mierda!, lo había descubierto totalmente.

Ni tratando de disimular su título pasó desapercibido por la joven que ahora sonreía divertida.

—¿Por qué tarda tanto en llegar a la entrada? —curioseó y él en parte quiso reírse, la razón de su tardanza era ella, porque siempre velaba por ella cuando estaba fuera de la vista de sus carabinas.

Recordar cómo habían intentado secuestrarla cuando apenas tenía siete años aún le revolvía el estómago.

—Es usted una señorita muy curiosa, Lady Woodstone. —él admitió con diversión aceptando la manzana.

Era cierto que los años pasaban y después de cada punto se le hacía más difícil encontrarla de nuevo, pero cuando lo hacía, era feliz viéndola desde lejos aunque ella siempre se enamorará de él como él de ella.

La trágica misma historia.

—Y es usted un hombre muy serio, lord Mclliguem. En fin, espero y no forme parte del servicio secreto, porque si así fuese, ha sido muy divertido descubrirlo. —bromeó sonriente dándose la vuelta para ir hasta donde su doncella la llamaba.

—Un placer verla, lady Woodstone. —no se atrevió a llamarla por su nombre de pila, porque no quería esa sensación que este le provocaba.

Aunque para él siempre sería esa princesa que lo amo hasta el fin de sus días.

La vio adentrarse a la mansión con tranquilidad y una última mirada hacía donde él se encontraba.

Quién diría que estaría de nuevo embobado por ella, la hermana de uno de sus mejores amigos.

Y prometida de el príncipe.

Bufo deseando ser algún día su amado, nuevamente.

—Algún día, princesa.

Con esa sonrisa melancólica procedió a seguir su propio camino para ver al hermano de la menor y tratar sobre su empresa.

Bastaron dos años para que ambos compartieran de nuevo, ella enamorada de él como desde el primer día, y él perdido en su amada princesa.

—Es usted la mujer más hermosa de esta noche, lady Woodstone. —la miró tontamente besando su mano cubierta por sus guantes de seda, ella se sonrojó sosteniéndole la mirada con cierta diversión. — ¿me concede esta pieza, milady?

—Muchas gracias, lord Mclliguem. Y sería un honor. —ambos se rieron con disimulo ignorando algunas miradas curiosas, para nadie era un secreto que aquella dama había roto el compromiso con el príncipe, tras su engaño con una mujer de la cual desconocía su identidad.

Un escándalo que no se pasó por alto; un año y medio después estaba ahí bailando con aquel hombre que la había enamorado con una sonrisa dulce, su ahora prometido.

Lord Mclliguem, Matthew Davison.

Él pensaba que esta vez había vencido el ciclo, pues lady Woodstone era su prometida ahora, a pesar de todos los obstáculos que habían tenido que pasar por culpa del malvado príncipe, estaban juntos, enamorados y completos.

Tiempo después de casados con un hijo y su amor eran felices, sin preocupaciones.

O eso creyeron.

El disparo que la mujer recibió esa fría madrugada por el mismo príncipe obsesionado rompió sus burbujas.

Una madrugada la cual Matthew odio con toda su existencia, al tener su esposa y a la madre de su primogénito fría entre sus brazos, sin ningún signo de vida.

El ciclo volvía.

—Buenos días, señores Constantine. —saludó el hombre de la gabardina oscura, sonriéndoles educadamente.

•••

—¡Hazel! —Barbara gritó aterrada despertándose de golpe, ¿donde estaba?

Las paredes blancas la habían sofocado, era el hospital no existía duda alguna.

—Barbara, ¿cómo te sientes, pequeña? —su tía la miró apenas entró a la habitación con un bolso de mano, Connor no se apartaba de su lado, pero ella aún seguía alterada.

No sabía por qué esos sueños donde siempre esa pareja se amaba y la mujer moría, era una pesadilla terrible.

Después de unos minutos en los cuales su tía con ayuda del doctor le hizo el chequeo de sus hematomas por la golpiza de Karen y los demás, procedió a colocarle crema con cuidado.

El castaño esperaba afuera de la habitación mientras eso pasaba.

—¿Por qué?

—Es normal Barbara, casi te forzaste a tener una transformación completa. —respondió ella con obviedad a su pregunta, esa que le había respondido apenas ella había llegado.— bien cariño, sólo descansa, tus padres llegarán en una hora, el doctor también pidió descanso, así que hazlo. —ella asintió silenciosamente ante las palabras de la mayor quien salió de la habitación minutos después dejando que el chico entrará.

Barbara's POVs.

Eso fue una locura.

—¿Podrías acostarte aquí a mi lado? —palmee la camilla suavemente aún sintiendo el dolor en mi cuerpo, Connor me miró indeciso y nervioso, yo le sonreí asegurándole que estaba bien.

—Tranquilo. —él terminó accediendo cuando lo tomé de la mano y se acomodó a mi lado, apoyé mi cabeza en su pecho cerrando los ojos despacio, pronto tendría que levantarme a terminar de hacer mi equipaje, aún me quedaba un día y medio antes de partir a Italia con el castaño en búsqueda de respuestas a mi pasado y futuro.

Esperaba poder superar todo lo que me había atormentado en mi presente, pues solían decir mucho que el tiempo ayudaba a soltar eso que te retenía en el sentimiento doloroso.

Algo que no podría negar era cómo también la compañía del castaño me estaba afectando, él me rodeó con un brazo abrazándome y esa muestra de afecto se sintió familiar.

Sintiéndome protegida procedí a dormir, en realidad me quedé dormida entre sus brazos apenas cerré los ojos.

No sabía cuánto tiempo había pasado, sólo sé que papá estaba mirando mal a mi amigo quien le sostenía la mirada seriamente, podría decir que en cierta forma nervioso.

—Te dije que no te acercarás a ella así. —gruñó mi progenitor con ese mismo tono que usó la última vez en la tormenta.

Un tono de voz que te incitaba a obedecer las órdenes, claramente el castaño ni se inmutó ante él, ambos eran ajenos a mi presencia ahora, mamá mantenía los ojos cerrados a mi lado como si estuviese durmiendo, había llorado, toda su expresión la delataba.

—¡Koch, te dije que no te acercarás a mi hija!

Mejor interrumpo.

—Papá. —se quedó estático donde estaba, de espaldas a mí ahora, totalmente tenso. — ¿qué sucede?

—Oh, pequeña. ¡Que bueno que estás despierta! —mamá saltó con emoción y alivio a abrazarme con cuidado de cierta forma tapando mi visión.—estábamos preocupados por ti, ¿por qué nunca nos dijiste sobre las cosas que te estaban ocurriendo? —su mirada de reproche me hizo desconcentrarme de ellos, guarde silencio pensando una buena respuesta.

—Yo...

—Queremos la verdad, hija. —la secundó mi padre acercándose a mí, Connor ya no estaba en la habitación, y eso me extraño.

—Yo, está bien, no quería decir nada porque...

•••

—Ya está arreglado todo lo de los boletos, el hospedaje, la comida y todo eso, estarán llegando a Italia un día después.

Papá dejó de revisar sus documentos sobre la mesa levantándose para tenderme un sobre amarillo.

—En plan es que piensen que estás en otro país, no sé cómo descubrieron los del consejo que tú estabas aquí.

Los Harries.

—Yo apenas me estoy enterando de esto papá, bien, no importa, llegaremos bien a...

—No he terminado, hija. Vas a viajar con tu guardaespaldas, confío en que se encargará que lleguen en perfectas condiciones a el avión privado, cuando lleguen a Italia, tú tía los estará esperando al igual que la señora Koch.

Asentí despacio procesando toda esa información.

Cierra los ojos, Barbara. —ese susurro me puso la piel de gallina, aterrada tragué con fuerza fingiendo que todo estaba bien, no me iba a dejar llevar por esa voz.— no te sorprendas en la noche. —la temperatura había vuelto a estar en su estado normal, respire profundo sintiendo como si volviese a la realidad.

Mis manos temblaron un poco ante esa corriente en mi cuerpo, ¿cómo controlaría lo que me pasaría?

—Ve con tu tía, Barb. Ella te dará algo importante.

Salí de su despacho relamiendo mis labios al sentirlos secos, tenía sed, mucha sed.

—Sabría que esto ocurriría algún día. —la azabache camino hasta mí tendiéndome una caja de madera antigua la cual parecía tener un mecanismo un poco complicado.— no debes abrirla, no aquí, cuando cumplas los diecisiete vas a hacerlo.

—¿Cuándo se supone que vuelva?

—Tu padre dijo que será un largo tiempo, así qué tal vez dentro de unos años más, quizás en tus veinte; Barbara. —tomé la caja entre mis manos mirándola después y ella sonrió ladinamente.— sé que podrás controlarlo. —cerró los ojos con fuerza quejándose bajo.— ¡Por nada del mundo abras la caja antes de tiempo!

Sus ojos habían perdido su color cuando los abrió, eran negros, sin vida alguna.

—¡Vete!

Entre empujones me sacó de la biblioteca cerrando con pestillo a la vez.

¿Esto es normal?

No, no lo es.

Y tampoco debería de ser real, pero lo es.

—Tengo suficiente conque no me recuerde ahora, Adam.

Las voces de mi hermano y amigo se escucharon cercanas, no quise ser curiosa, intenté pasar de largo pero el escuchar mi nombre por parte de mi hermano me detuvo.

—No puedes acercarte a ella y lo sabes. —su voz había sonado dura y sería.— no debe recordarte y lo sabes, es peligroso.

—Pero ella es mi...

Sin querer al pegarme contra la pared no me fije en el jarrón de cerámica que estaba sobre la pequeña mesa, el cual ahora estaba hecho pedazos.

Silencio.

Me escucharon.

Estaba acabada.

Huí del lugar con toda la velocidad que pude, no quería mirar atrás, cerré la puerta de mi habitación sintiendo seguridad apenas entré, guardé la caja entre mis cosas importantes de equipaje, cuando estaba por cerrar la maleta nuevamente una punzada me atacó, sujeté mi cabeza agachándome en el suelo, dolía muchísimo.

Barbara...

—¡Sal de mi cabeza! —grite cerrando los ojos pensando de que esa sería la única forma de estar normal nuevamente, pero no podía, el dolor de cabeza había incrementado aún más, mi pecho también dolía, me sentía pesada.— ¡Déjame en paz! —llore con fuerza perdiendo el control por esa sensación dolorosa.

No podía más.

Mi cuerpo ya no respondía a mis órdenes, ni mucho menos mi mente cedía.

Abriendo los ojos con esfuerzo noté una cosa con capucha frente a mí, extendiendo su mano sonrió cínicamente.

Tú acabas de traerme de nuevo. —confesó sin dejar de sonreír levantándome del suelo a la vez que rasguñaba mi brazo.

—¡Vete de aquí!

No, no, no puedo irme de aquí. Porque tú, querida, me perteneces.

—¡Yo no te pertenezco! —chille de dolor nuevamente encogiéndome en el suelo, mi cabeza parecía que iba a explotar. — jamás voy a pertenecerte ni ser un objeto, ¡no te acerques!

¡Eres mía, Barbara!. Y por lo visto, me estás obligando a hacer algo. —chasqueó sus dedos desapareciendo, la ventana se había abierto de golpe y ante mí aparecía una cosa extraña, las luces fallaron y no supe cómo pero con mi debilidad actividad intenté no dejar que sus rasguños me afectaran.

—¡Fuera de aquí!

—¡Barbara, abre la puerta!

Connor.

—¡PAPÁ!, ¡CONNOR!

Lo último que recuerdo es una luz brillante salir de la puerta y luego caer en un profundo sueño.

—Todo hubiese sido más sencillo sí él no estuviese aquí. —fue la queja que aquel príncipe dio a la nada, ignorando las peticiones de su padre, el rey, en dejar de una vez por todas a Lady Woodstone, algo que él no haría con facilidad.— él no podrá protegerte siempre, Daphne. —con su sonrisa cínica elaboró el plan para destruir a aquella mujer, a pesar de su tiempo lejos de casa.

—¡Ahhh! —la garganta me dolió apenas mis ojos se abrieron, ¿qué había pasado?, ¿dónde estaba?

Lo último que recordaba era a aquel chico o hombre de la capa negra, la cual sólo dejaba ver mitad de su rostro y mano.

¿Quién era?

Luego esa cosa que me atacaba en la oscuridad.

—Tranquila, nena. —la voz masculina baja me hizo saltar en posición de defensa quejándome por el dolor que sentía en mi cuerpo.

—Soy yo, Connor.

—No va a recordarte tan pronto si está en ese estado, tonto, es mejor que la dejes descansar, su vuelo saldrá en dos horas y media.

No entendía ni una sola palabra de a qué se estaban refiriendo y mucho menos sentía ganas de saber.

Ellos salieron de la habitación asegurando que pronto vendría mi madre a ayudarme para prepararme.

No les hice caso, pues aún me sentía confundida, en extremo de qué podría asegurar que tardaría un poco en caer en la realidad, así que lo único que hice fue darme una buena ducha, dejando que el agua recorriese mi cuerpo como si así lo mejorara.

Tomé la ropa que estaba sobre mi cama colocándomela con rapidez, los pantalones negros suaves eran cómodos al igual que aquel suéter color rojo y mis zapatos deportivos blancos.

Recogí mi cabello improvisadamente porque estaba algo húmedo aún, mi mamá recién estaba entrando a la habitación en el preciso momento que yo ya me sentía mucho más tranquila y no confundida o nerviosa.

—¿Cómo te sientes, Barb?, ¿mejor? —la miré con una pequeña sonrisa terminando de guardar algunos de mis libros en su lugar asintiendo ante su pregunta.

—Hola Nessa, sí, pero algo agotada.

—Lo bueno es que vas a poder descansar en el avión. —aseguró dejando ese semblante preocupado para luego mirar el reloj de su muñeca.— lo que me recuerda que debemos estar saliendo ya hacía el aeropuerto.

—¡Cierto!, vamos. —salgo de la habitación con las dos maletas que tenía y el bolso de mano pues mi mamá lo tenía, la tía Hazel no parecía estar en casa y eso era algo que me hacía sentir incómoda.

No había rastro alguno de ella.

—¡Ahí están!, ya no me saques más canas, Koch. —se quejó mi papá irritado, el castaño se volteó mirando a las escaleras que era donde yo me encontraba.

—Siempre luces hermosa. —comentó en un tono dulce viéndome fijamente.

—Koch. —papá habló serio y él lo ignoró haciéndome reír, llegué hasta ellos y como sí fuese una película, recordé todo lo de ayer con esa cosa.

Me tensé y todos a mi alrededor parecieron notarlo, mis padres se miraron entre ellos y fue ahí cuando mi progenitor se apresuró a salir de la casa con mis maletas.

Mis hermanos estaban ahí, los tres.

Pues aunque Chase no lo quisiera igual seguía considerándolo mi hermano, aunque ahora mismo parecía ausente.

—No sabes cuánto vamos a extrañarte. —la primera en abrazarme fue Clarisse quien lloraba mientras decía que igual siempre sería su hermana mayor.— no me importa la verdad de esto, vuelve pronto, ¿puedes prometerlo? —me apretó sollozando más negándose a soltarme y yo no pude evitar no sentir ese dolor que sería no tenerlos a mi lado.

—No te lo prometo, porque no puedo asegurarte algo de lo que ni siquiera estoy segura, pero lo haré. —la abracé con un poco de fuerza suspirando con tristeza.

Ahí es cuando caigo en cuenta que la tía Hazel estaba en casa, pues separa a mi hermana/prima de mí con lágrimas en los ojos, pero no dice nada.

Adam no me da tiempo de pensar y me abraza con fuerza.

—Sé que igual no podré verla. —ya sabía a quién se refería.— pero dile que también la quiero como te quiero a ti. Son mis hermanitas y las cuidaré con mi vida. —susurró sólo para mí, y eso me rompió el corazón. — te quiero, enana, que no se te olvide. —asentí sin romper el abrazo despeinando su cabello cariñosamente.— y otra cosa, es importante esto. —se separó de mí dándole una mirada recelosa a Connor supongo y luego de vuelta a mí.— ya sabes lo de los chicos. —asentí riéndome entre lágrimas cuando él hizo un gesto de una pistola, golpee su mano con delicadeza riéndome más volviendo a abrazarlo dejando un beso en su mejilla a la vez.

—Lo tendré en cuenta, tonto. Yo también te quiero mucho, Adam, y sé que sí, siempre nos has protegido. —sonreí triste alejándome de él, se haría más tarde, pero no importaba, entre más lágrimas me despedí de las nanas y todos en casa. Quedando de última mi tía Hazel quién me abrazó suspirando.

—Quiero que sepas que siempre serás como una hija para mí, ahora, corre que sabes que no soy muy sentimental. —bromeó débilmente besando mi cabeza soltándome de su abrazo.

—Vamos, Barbara. —la voz de mi padre me hizo salir corriendo hasta el auto para luego adentrarme rápido, evitando pensar en esa mirada de odio de Chase.

Ninguno sabía cuál era mi destino excepto mis padres y Connor, no quería que me buscarán en ese poco tiempo que estaría en "Rusia".

Danessa mantiene esa mirada nostálgica mientras ve por la ventana del auto, algo curioso porque sentí que en parte ese algo que ellos no habían decidido contarme era una de las razones por las que debía tener cuidado.

Ya minutos después de despedirme de mis progenitores, estaba en la cabina del avión con mi mano entrelazada a la de Connor, sintiendo como este empezaba a despegar ya.

Sabía que todo lo que me esperaba en Italia no era del todo bueno, aún quedaban secretos por descubrir, muchos secretos. 

Pero de algo estaba segura, todo eso que alguna vez me había hecho reír, llorar, sonreír, sentir, confiar y demás no estaría más; era el momento de soltar el peso que me retenía, tener una nueva oportunidad.

Ya en los aires mis mejillas estaban totalmente empapadas de lágrimas, amargas, así eran, el castaño me rodeó con sus brazos cuidadosamente dejando un beso en mi mejilla.

—Todo va a mejorar. —prometió en voz baja.

Y yo decidí creerle.

En la vida se pierde y se gana, pero siempre se reciben cosas más valiosas a pesar de todo el dolor o la felicidad que se pasó.

Una vez más, tendría una oportunidad más.

Cerré mis ojos concentrándome en mi tranquilidad ajena a la realidad.

********

Quisiera decir muchas cosas, pero no sé cómo expresarles el sentimiento que esto me provoca.

Fueron tantas emociones plasmadas en letras y una imaginación algo limitada por ser mi primera vez desarrollando un tema de estos ficticios, porque ciertamente tenía miedo en cómo irla desarrollando, y creo que eso se nota un poco. 😅

La cosa es que en verdad me gustó el resultado final, sé que faltan algunas cosas por pulir pero poco a poco lo iré haciendo.

Espero les haya gustado esta loca historia en todo su momento de brillar, jaja, en fin, no tengo más nada que decir que darles también gracias por el apoyo que me brindaron, y bueno, shorar.

El epílogo ya está listo para que lo lean, en fin, los quierooooo pequeños aliens.

❤️🦑

—Em.🐚

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top