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Capítulo 32
—•—
Ella.

—¿Sí?, hola Adam. —contestó mi prima mirándome aún tal cual detective, se quedó en silencio por unos minutos distrayéndose con la carretera.— ¿cómo?, ¿y por qué Clary... olvídalo, la buscaré. Adiós. —cortó la llamada y yo volví a presionar mis puños, sentía algo extraño en mí.

Mi cuerpo parecía emanar pequeñas chispas, raras a decir verdad, sumando mi ignorancia a lo qué sucedía, no podía explicarlo.

—Cuando lleguemos a casa saldré de nuevo, Barb.

La voz de la pelirroja me sacó de mis pensamientos, la miré confundida y ella sonrió divertida.

—¿Alguien tiene la mente ocupada hoy?

Buena idea, la distraeré con eso.

—¡Sí!, digo, si, es que, ya sabes, los exámenes y todo eso.

Ella rodó los ojos sin perder la sonrisa divertida que la caracterizaba.

—Me parece que estás diciendo mentiras, primita. No son los exámenes lo que te tiene la mente de cabeza, es una persona, y casualmente su nombre empieza por la "C".

Ay no.

Su mirada divertida lo dijo todo, ella no iba a caer tan sencillo en mi pequeña mentira, y en cierta parte al haber entendido esa referencia mi cuerpo ya actuaba nervioso, empezando por los latidos rápidos de mi corazón y estoy segura que mi sonrojo.

—No tengo la menor idea de lo que estás hablando, Kristy.

—¡Ooh!, ¡lo dijiste! —evite verla porque la había llamado por un apodo de cuando éramos pequeñas, en pocas palabras me había delatado yo misma.

—Yo... eh... nada de lo que pienses es cierto. —concluí dejando mi nerviosismo, miré por la ventana esperando que ya estuviésemos en casa, efectivamente fue así, pues Carson estaba aparcando el auto.— Si bueno, prima nos vemos después, eh, tengo que hablar con Danessa. —me excusé apresurándome a abrir la puerta rápido, Carson soltó una risilla cuando escucho a la pelirroja quejarse y decir un "esto no se queda así, pilluela."  —gracias por traernos, Cas.  —y con esas palabras entré corriendo a la casa.

¿Por qué se refería a Connor?

Cuando ya estaba dentro de la morada de mi madre no encontré ningún rastro de Adam, por lo que supuse que estaría en su habitación, pero siendo sincera quería estar a solas antes de hablar de cualquier tema de esos de los que él y yo sabíamos.

"Una unión bastaría para acabar con el mal."

Me sujeté de la baranda de la escalera con fuerza cuando ese extraño recuerdo apareció en mi mente, en verdad necesitaba llegar a mi habitación cuánto antes.

Mi cuerpo volvió a pesar, mis pies en cierta forma se sentían livianos y mi mente parecía estar en otro lado.

El cansancio me estaba afectando mucho.

"Sí el amor que alguna vez fue prohibido se desataba, muchos podrían morir."

—Pero qué...

"Tus ojos serán la perdición arenosa de el mar tormentoso con el que los míos cargan."

—¡Basta! —me quejé sujetando mi cabeza, cerré los ojos y los volví a abrir cuando la imagen de esos ojos al cual una tormenta arenosa desaparecían de mi mente, podía jurar haberlos visto de un amarillo similar al color del sol.

Me sujeté del tocador ya dentro de mi habitación y me vi en el espejo, mis ojos se veían más azules que nunca, casi irreales.

Tuve miedo cuando pude observar por completo mi reflejo.

Mis labios rojos como los pétalos de una rosa del mismo color, mi rostro libre de cualquier imperfección, algo raro, aunque no sufriera de acné no me libraba de tener uno de esos de vez en cuando, parecía que mi belleza física se había realzado.

Demasiado.

Estaba viendo muy bien.

—Espera...

Hace mucho tiempo que no usaba mis lentes, los busqué encima de la misma mesa del tocador y cuando los encontré me los puse. 

—No veo nada con esto.  —me quejé como si alguien más me escuchara, me quite los anteojos y logré ver de nuevo.— esto no puede ser posible... —volví a colocármelos y no vi nada, repetí el mismo procedimiento unas tres veces más, y cuando me convencí de que en verdad podía ver sin ellos e incluso leer, los guarde de nuevamente.

Miré mis manos sentándome sobre la cama, no habían chispas, no sentía nada extraño.

Parecía que ese dolor había desaparecido místicamente, algo totalmente raro.

Estoy segura que sólo son mis ilusiones, porque no soy ningún súper humano o algo por el estilo.

•••
La noche antes de navidad.

—Y bien, esas luces van ahí, perfecto. Adam, cariño ve a cambiarte que estás lleno de lodo, necesito que vayas a comprar unas cosas con tu hermano.

Hazel no había parado de dar órdenes en todo el día, Danessa la miraba con cierto deje divertido cuando ella se quejaba de que algo no estaba bien puesto.

Hace tres días había llegado la rubia, quien estaba más que contenta de pasar noche buena con nosotros.

Aunque mi padre no estuviese presente esta noche, ya nos sentíamos como antes de nuevo.

La mayor terminó de preparar el betún de un postre con chocolate que había hecho y yo como buena ayudante en control de calidad intentaba no comerme todas las galletas de chocolate.

Iba a probar el betún blanco cuando sentí la mano de Danessa manotearme y luego negar con la cuchara de palo seriamente.

—No, no, pequeña. No puedes comerlo aún. Tenemos que tener todo listo para mañana. —dicho eso se dio la vuelta para seguir con su tarea y nana sonreír divertida.

Al principio dije, "Danessa no va a llevarse nada bien con Hazel", pero cuando vi que la misma azabache fue la que le abrió la puerta y la saludo con un abrazo tal cual fueran amigas de toda la vida.

Conclusión mamá superó a papá.

—Entonces Drew pensaba que iba a ganarme en esa carrera y fui yo quien le ganó, había alardeado más de lo que debía. —bromeó lo ultimo divertida la misma azabache que decía caerle mal la rubia.—¿puedes creer lo tonto qué llega a ser a veces?

—Y que lo digas, la última vez casi se derramaba todo el café encima por estar de egocéntrico con su equipo de fútbol.

—Y la parte más divertida. —ambas se miraron y se carcajearon.

—A pesar de eso, es un buen hombre. —concluyó Nessa tomando de su copa de vino, mis hermanos y yo seguíamos sorprendidos aún de verlas entablar una conversación normal y hasta reírse.

Incluso Kris que le costaba ocultar la sorpresa que también sentía.

—Los aliens tienen que ver en esto. —fue lo primero que dijo Clary, Kris asintió y arrastrándonos a los únicos que quedaban ahí nos hizo abrigarnos para ir afuera.

Eran como la una de la mañana.

Todo estaba nevado, la nieve le añadía ese toque místico al bosque, casi podría decir que me sentía en Narnia.

—¡Adam! —me quejé por la nieve que ahora tenía sobre mi cuerpo, mi hermano se burló sacándome la lengua y cuando se giró yo le lancé una bola de nieve en toda la espalda.— dulce venganza, hermanito.

Kris y Clary se carcajearon y ellos empezaron a lanzarse bolas de nieve cuando la pelirroja le llamó "Olaf" al chico.

—¡GUERRA DE NIEVE! —chillo Clarisse desde una pequeña montaña de nieve, en la cual se terminó hundiendo y nos reímos al verla salir cubierta de esta misma.— ¡LA TRAMPA!

—Oh oh. —Dije yo pues había sido la primera en reírme, y como niños seguimos correteando siguiendo la pequeña guerra hasta que algo en el bosque llamó mi atención, me alejé por completo de ellos sin pensarlo atraída por esos ojos que habían salido de la nada. — Eres tú. —unos ojos amarillos brillosos me hipnotizaron, aún no sabía qué era eso que se ocultan tras las sombra pero no me sentía en peligro.— Sé que no me harás daño. —esas palabras salieron de mi boca sin pensar.

Una criatura, no, un lobo de pelaje oscuro y brilloso me miró fijamente, lamió mi mano y bajo la cabeza como si quisiera que yo lo tocará.

—Me siento como una loca hablándote, pero eres demasiado grande a diferencia de un lobo normal.

Su mirada se quedó en mí y como si me entendiera cerró sus ojos.

—No me haces temerte, gran lobo, en este caso serías feroz, pero te ves demasiado dulce; ¿qué haces tan lejos de casa? —su cercanía no me hizo retroceder, pegó su cabeza contra la palma de mi mano buscando más caricias tal cual cachorro.— ya te había visto en mis sueños... desde que Connor... —me quedé en silencio, esos pensamientos eran demasiado incoherentes para darle fuerza a esa teoría.

Esas cosas no existían.

—¿Barbara? —salí de mis pensamientos al escuchar la voz de mi hermano y prima, el lobo lamió mi mejilla y dándose la vuelta salió corriendo de donde vino, pero algo en mi cabeza me decía que no sería la única vez que iba a ver al gran lobo. —¿Barbara?, chica, ¿dónde estás?

—Aquí. —salí de entre esos arbustos antes de entrar al bosque y la mirada que ambos me dirigieron me hizo sonreír como si nada.— creí haber visto un venado.

—Definitivamente eres un caso, hermana. —Clary sonrió divertida tomando mi mano para alejarme del bosque.

Minutos después ya estaba en mi cama cubierta entre mis propias mantas, los ojos del lobo no salían de mi mente.

Me forcé a dejar de pensar en ellos y fije mi vista en la ventana.

Cerré mis ojos pensando en la festividad de mañana y esas salidas con mis nuevos conocidos de Italia.

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