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Capítulo 28
—•—
Un fin de semana.

—¿Estás bien?

No quiero responder a esa pregunta de mis primos porque sé muy bien cómo van a atacarme con su interrogatorio, pero como sí la suerte me escuchará, Hazel les llama para busquen un chocolate caliente.

—Después nos dirás qué ocurre, ¿bien?

Asentí manteniendo mi boca cerrada, hasta que ellos no se fueron no me quite la pulsera y el suéter que tenía cubriéndome.

Cuando lo hice vi la media luna sin color, sólo con el borde de un tono oscuro, una rosa, era la silueta nada más, pero era un tono rojo color sangre.

Fruncí el ceño confundida viendo el tatuaje del tamaño de una moneda de un centavo.

—Pero qué...

¿Dónde había visto este dibujo?

—¡Claro!, mi cuaderno de...

El que había dejado oculto en la habitación de la casa de mi abuelo.

Intenté recordarlo mejor y fue cuando mi mente dio casi con el dibujo, faltaba un sol.

La luna y el sol; la rosa era más pequeña que la luna y recordaba que tenía pequeños espirales, demasiado diminutos.

Quizás se quite tal cual apareció.

•En la noche.•

Barbara... pequeña Barbara.

Me desperté agitada mirando a mi alrededor, esa voz, de nuevo había regresado, las luces de la habitación estaban apagadas, sí estaba oscuro y la luz de la luna no era tan fuerte esta noche.

Otro escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sentí una corriente fría en mis brazos, miré a los lados aún asustada y traté de encender la lámpara que estaba en la mesa de noche, esta no cedía.

—¿No te resulta placentero sentir miedo ante lo desconocido?

—¡¿Quién... quién eres?!

—¿Dónde quedaron los modales, Barbara?

—Deja de decir mi nombre, ¡respóndeme quién eres!

—Nadie puede escucharte ahora mismo, niña. Es más, no estoy presente aunque intentes iluminarme con ese celular. —se burló cínicamente y mi piel se erizó.— he podido venir a verte esta noche, quiero que sientas lo que se siente tenerle miedo a algo que no puedes ver y desconocido. —otra corriente fría toca mi brazo y tiemblo.

—¡Lárgate!, deja de atormentarme ya, quién quiera que seas.

—Veamos sí lo que estás intentando llamar te agrada.

Unos ojos rojos aparecen frente a mi rostro, grito, pero pareciera que un nudo ahoga el sonido, la sonrisa escalofriante se ve, la oscuridad desaparece y miró a mi alrededor.

El maldito bosque.

El lago está lejos, estoy entre las sombras, la figura se ríe cínicamente al notar mi miedo de nuevo, miro mis manos buscando mi celular pero no está.

—Empieza correr antes que te alcance. —susurra en mi oído y sin pensarlo me fuerzo a correr hasta el lago, ese lago donde la poca luz lunar ilumina, intentó llegar pero de nuevo escuchó a alguien gritar, el lobo que una vez apareció en mis sueños esta frente a mí en posición de ataque, sólo que no hace nada cuando me quedo quieta, salta sobre mí y cuando quedó detrás empieza a rugirle a la oscuridad del bosque.

Pellizco mi brazo deseando despertar, algo me dice que esta vez el bosque no me dará un momento de seguridad, necesito despertar.

—¡Barbara! —las luces me ciegan al principio pero cuando me acostumbro veo a Adam y Kristine a mi lado preocupados, estoy en la sala de la cabaña.

Pero sí estaba en mi habitación...

—¿Qué sucedió?, ¿qué hago aquí?

—Eso mismo queremos saber, estabas gritando "no" fuera de la cabaña. Hazel aún sigue en el pueblo con los chicos y las chicas.

—¿Qué hora es? —sentí mi garganta seca y ellos volvieron a mirarse entre sí, Kristine me tendió un vaso de agua y respondió con un tono bajo.

—Es medianoche.

—Creo que no me siento nada bie... —cierro los ojos y no sé más de mí en ese instante.

•Un días después.•

—Entonces le dije, "O me das la nutella o la momia viene por ti", y ni siquiera le importó.

—Era una señora mayor, Jean. ¿Qué esperabas?

—La verdad, en que me cediera el frasco, pero en vez de eso empezó a señalarme con su bastón y bailar raro, así que como toda persona que logra razonar, salí corriendo y le dije, "buen día, señora bailarina".

—¿Estás segura que no se cayó de pequeño? —Adam miró a mi primo alzando una ceja mientras decía eso sin importarle que Jean lo escuchara.

—¿Cuándo has visto que se pegué en la cabeza?, él nació así. —Ailam mordió el sándwich que sujetaba con sus manos cerrando los ojos alegre.— esto es delicioso.

—Se llama sándwich, no esto. —Jean le tiró una piedrita después de haber tirado el chocolate caliente de mi hermano mayor en el suelo, estábamos fuera de la cabaña disfrutando de una buena comida, ya que los chicos habían olvidado su llave dentro de la cabaña y la única que tenía repuesto era Hazel quien estaba en el pueblo de nuevo.

—Y todo por sacar una cerveza de la nevera.

Me reí cuando escuché la voz sarcástica de mi hermana pequeña, pues la idea de mis otras primas había sido comer afuera, pero no contábamos conque los chicos nos dejarían también sin llave.

—Ya llegó por quien lloraban. —Kristine salió de la cabaña de nosotras, ¿cómo?, son misterios de la vida, Chase por otra apenas estaba llegando con su mejor amigo.

Súper.

Mis primos sacaron de inmediato de la nevera dentro de la cabaña unas latas de ceverza, no eran tan fuertes como las que tomaban otras personas pero igual emborrachaban.

Jean llegó a mi lado y me ofreció la lata.

—¿Quieres probar?

—Definitivamente no, gracias primo, pero no. —le repetí y él me tendió una botella de jugo de fresa.

Mis primas pequeñas e hermanas entraron a la cabaña diciendo que verían la serie de la hada mágica de no sé dónde.

Kristine se quedo a mi lado riéndose con Adam sobre algo una broma de cabello verde.

Hazel llegó también al rato con los padres de Jean, mis tíos Damián y Karla.

El tío Damián comenzó el asado como era lo que habían planeado después de saludar a los presentes, miré mi celular esperando el mensaje de mis mejores amigos, y cuando llegó mi ilusión se fue, no podrían venir.

Por otro lado Connor estaba a unas cabañas lejanas a las de nosotros porque su familia tenía el mismo plan en cuanto salir de casa.

El bosque cercano a las cabañas no me hacía sentir tan incomoda como lo lograba el de la casa de mi madre.

Por la pequeña caminata que me había obligado a hacer hoy en la mañana Kristine me di cuenta que había una laguna preciosa y más vegetación, claro, olvidando el sueño de anoche todo iba bien.

Incluso ahora que Connor estaba empeñado en hacerme reír con cualquier chiste que se le ocurriera.

—Y así es como el techo saluda a otro techo. —negué riéndome limpiando las pocas lágrimas que se me habían escapado, tenía buenos y malos chistes, pero sus actuaciones me hacían reír sin parar.

Era agradable, me sentía cómoda hablando con él.

Ni siquiera le había prestado atención a Jack ni a Chase, estaba alegre escuchando las anécdotas de Connor.

—Hola, holaaaaa. —cantó mi prima acercándose.— acabo de probar el jugo de mora que trajo Hazel, dice que el pueblo hace el mejor, y le creo, sabe bien. —comenta mostrándonos la botella de vidrio con el contenido algo rojo.— no tiene alcohol no se preocupen.

Nos sirve en dos vasos que trajo y cuando lo pruebo mi paladar pareciera bailar. 

—Wow... esto, vaya qué sabe bien.

—Hazel dijo que lo hacen con una mora especial que se da en los bosques, es algo dulce pero acida, y ya no recuerdo el nombre, pero en fin; ¿qué contaban?

—Connor había empezado a hablar del cuento de una niña que amaba la luna.

Ella me miró curiosa y se acomodó mejor en la banca, lo significaba que quería escucharla también.

—Es sólo una historia que solía contar mi abuelo. —El castaño actuó algo nervioso pasando su mano por su cabello probando lo mismo.

Fue ahí cuando llegaron los padres de Ailam y Ariana.

Mis tíos, Hannah y Brock.

Al parecer hoy sería una noche animada.

Me alegraba de que Connor en verdad estuviese aquí.

—Barb, ¿vas ir a la fogata de hoy?

—Creo que sí.

—Según los tíos van a contar historias buenas.

—Mientras no sean de nuestra niñez y los pañales, estamos bien. —Ailam sonrió uniéndose a nosotros en la mesa de picnic, miró a donde su padre se juntaba con el tío Damián para terminar de asar la carne.

—Mira, conseguí una canción buenísima. —Jean puso una emisora latina donde colocaron algo que no entendía nada pero al parecer mi primo sí, pues tarareo la letra.

Bien, mi primo ya estaba ebrio pues bailaba de una forma muy rara.

Kristine se cubrió la boca cuando lo vio menear su trasero y yo me esforcé en no grabarlo.

—Oh no.

Por suerte nuestros padres estaban concentrados en otra cosa y algo lejos de donde nos encontrábamos.

Ya que era una mesa de picnic encima de una especie de roca lisa con pasto.

—Yewewwww.

—¿Está hablando en otro idioma?

—No, lo qué pasa es que nuestro primo está mal de la cabeza ahora mismo, ya ves que sí le dices qué hay un unicornio detrás de él, se lo va a creer.

—¡Jean! —lo llamó Ailam, mi primo se giró a verlo y este sonrió divertido.— hay un unicornio detrás de ti.

—¡Unicornio! —lo buscó emocionado pero se dio cuenta que no estaba, Ailam se estaba riendo a carcajadas del pelirrojo, quien lo miraba enojado en este preciso momento.

El rubio ni le interesó si el pelirrojo se acercaba pues estaba disfrutando de reírse con más ganas.

Ahora mismo mi pobre primo pelirrojo se había quedado mirando a la nada.

—Por eso no me explicó el por qué...

—Ya lo perdimos. —Está vez fue Adam quien habló, Kristine quien llevaba tiempo grabando a mi primo asintió dándole la razón al azabache.

—Hace mucho, querido primo.

—¿Y ustedes qué? —arrastró las palabras el aludido cuando los miró a ambos, quienes ahora se quedaban en silencio. —¿quién quiere pelea?, ¿tú? O la imitación del Ken chino? —ya no aguante más y me reí casi perdiendo el equilibrio cuando vi a Jean sacarles la lengua a mi hermano y primo.

Connor seguía presenciando ese pequeño momento extraño de mi familia, pero seguía manteniendo esa sonrisa divertida al escucharlos ahora discutir de qué Ailam no era teñido.

—Creo qué hay que llevarlo a la cabaña a que duerma. —sentenció Kristine divertida y asentí estando de acuerdo.— por cierto, ¿lista para la fogata de ahora?

—Un poco, no sé qué historias vayan a contar los tíos o Hazel.

—Tienes razón, podemos esperarnos mucho.

—Algo.

Ignoré ese recuerdo del bosque, el tatuaje, la sombra y el lobo de mi mente.

Mi familia no podría explicar algo como eso jamás.

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