19
Dime más acerca de tu alma, mejor, déjame conocerla, cariño.
—•—
Capítulo 19
La carga del mes.
•Un mes después.•
Tan rápido pueden cambiar las cosas en par de días, que genial, ¿no?
El mes pasado podía llorar pero de la risa, y ahora lloró porque la persona que pensé que no cambiaría ese trato al más cruel, lo hizo.
Una persona de mi misma sangre.
Tranquila Barb, sólo faltan siete meses, sólo siete meses y adiós para siempre Richard Brue High School.
No llores.
No te derrumbes tan estúpidamente.
Exigí mentalmente lo último abrazando con más fuerza mis piernas, ¿por qué tan repentinamente me siento tan sola?
¿Qué pasó conmigo?
•Hace una semana atrás.•
Estos últimos días me he dado cuenta que mi hermano ha tenido una actitud completamente distinta a la que era antes, no se acercaba a mí en la escuela, pero ahora lo hace.
Y eso me incomoda, porqué me mira despectivamente cada que puede, su sonrisa burlona siempre aparece cuando los demás de su grupo se burlan de mí y otros chicos que en sí conforma el mismo estereotipo que yo;
Nerds.
Cansada de los papelitos que son aventados a mi espalda para mi suerte suena el timbre y todos salen apresurados para su siguiente clase, yo por mi parte me quedo un poco más aprovechando la compañía del profesor y así guardar todo con calma.
Aunque cuando notó que el profesor sale unos segundos para ir a buscar unos exámenes para el siguiente grupo con el que va a dar clases a la próxima hora, siento los murmullos a mis espaldas.
Y como sí de una pesadilla se tratase veo a el grupo de mi hermano esperándome tal cual asesino en busca de su próxima víctima.
Supongo que exagero, tal vez está vez ya no vayan a molestarme.
Un suspiro de alivio se escapa de mis labios sin mi permiso y cuando tomó mi bolso dispuesta a salir del aula escucho la risa de Karen.
No.
—Mira nada más cómo la rata se quiere escapar. —soltó con respectiva voz irritante, de por sí, chillona, la pasó porque quiero irme así que cuando estoy a punto de salir por la puerta siento que tiran de mi bolso y al dar la cara recibo una cachetada.
Espera que me vengue de ti, hija de tu mamá.
—Te estoy hablando, estupida. —chilla molesta y me giro a darle de nuevo la cara.
—Lo harás... pero la sangre que correrá en tus manos no debe ser la de un ser que no lo vale, ellos no lo valen, Barbara.
La voz femenina parece azotar mis pensamientos cuando menos lo espero, siento una especie de corriente en mi cuerpo pero la ignoró.
Voy a responderle enojada y es ahí cuando caigo en cuenta que la plástica, no está para nada sola en pocas palabras, con sus clones cliché, sino con los amigos de mi hermano y el mismísimo Jack.
—¿Creíste que te escaparías tan sencillamente, nerd? —soltó esa voz conocida.
Mi estómago se revuelve pero no de los nervios, como antes, sino del asco que me produce su presencia.
Vuelvo a mi intento de irme del salón pero de nuevo me jalan del bolso tirándome dentro del salón.
Pierdo el equilibrio en mis pies y me pegó duramente contra el suelo, como puedo me levanto ignorándolos de nuevo.
—Mira como va a llorar, ay, la rata va a quemar el suelo con sus lágrimas.—Luis avienta una patada contra mi estómago al tiempo que había dado con que dos lagrimas se me habían escapado de los ojos involuntariamente, boqueo como un pez puesto que me ha dejado sin aire y antes que diga algo en mi defensa y meta una patada entre las piernas siento de nuevo otra cachetada por parte de Karen.
—Te lo advertí, te dije que me las pagarías rata de biblioteca. —me escupe con asco y me limpió el rostro con disgusto.
—¡Déjame en paz, maldición! —gritó poniéndome de pie, tirándole lo primero que encuentro a la mano, un libro pesado el cual le da en toda la cara gracias a la fuerza ganada por la adrenalina.
—Corre, Barbara, corre.
—Patética. —se ríe repentinamente Jack al ver cómo caigo ante un puñetazo que me dan de nuevo en el estómago al intentar recuperar fuerzas e irme, Luis de nuevo sonríe superior y me ve desde arriba.
—Ni defenderte bien, puedes. —se ríe y siento más ira recorrer mi cuerpo, la chica en tacones anteriormente con una hemorragia en la nariz por el golpe empieza a patearme el estómago.
Maldigo soportando los golpes ya que no puedo levantarme y escucho cómo Jack suelta esas palabras hirientes que dejan que no luche más, mi hermano mayor está aquí presenciando cómo me golpean y se burlan de mí.
Y no hace nada.
—Será mejor que un día de estos mueras. —suelta con odio cuando pasa por mi lado llevándose a Karen sobre el hombro antes que me siga golpeando más.
Odio sentirme tan débil y frágil en estos momentos, odio estar tendida en el piso y que nadie haya llegado siquiera a ver, qué este tipo de situaciones las vivan las personas que no tienen voz en una sociedad de idiotas.
Que más personas sufran este tipo de abusos.
Es injusto.
Todos somos malditamente iguales.
Sabía que mi bolso estaba en la basura, así que con más dolor del que alguna vez he experimentado me levantó con cuidado sujetándome a una mesa, busco mis cosas en la basura y las guardo dentro del bolso, como puedo salgo cojeando hasta llegar al baño donde me siento a llorar, pero no del dolor, sino de la impotencia al no poder hacer nada al respecto.
Odio esta cambio en Chase, él no era así.
No era tan ruin como ahora...
Sí tan sólo supiera que fue lo que le pasó.
Él entró al bosque, el que estaba cerca de la casa de mi madre, ese día, regreso distinto.
—No vas a entenderlo ahora, pequeña.
Esa voz de nuevo, ahogó un grito de frustración contra mis manos y cierro los ojos.
El bosque nunca ha dejado de atormentarme.
Actualidad.
Es la segunda vez que Karen me toma desprevenida, sólo que está vez fue en el baño donde me golpeó por haberle roto la nariz cuando le lancé ese libro.
Y no me arrepiento, dejó de llorar al recordar lo patética que he de verme y me miró en el espejo, hay un moretón en mi pómulo derecho debajo de mi ojo, mi ropa esta arrugada, así que me la aliso con cuidado y lavo todo el sucio que pueda tener cerca.
Es hora de seguir manteniéndome, no cayéndome.
Me observo de nuevo en el espejo, alzo el suéter grueso y miro mi estómago cuando levantó la camisa gruesa que también me puse, hay un gran hematoma que se aprecia a la par de mi ombligo, no digo nada, como sí el agua fuese curativa me echo un poco y aprieto esa zona para que el morado no sea tanto cuando cambie el color.
Cuando salgo del baño, no hay nadie alrededor ya que todos están en clase, por suerte mía, no me encuentro con Finn, Valeria, Juliet o Adam quienes tenían que ir al gimnasio, ninguno sabía porqué podía ocultarlo bien, pero aunque todos conocieran mis reacciones respetaban el hecho de que no quería hablar.
—¿Barbara?, oh cariño, no puede ser. —susurra con horror la cocinera del instituto, abre la puerta de "sólo personal autorizado" y me deja pasar.— pero mira cómo te han dejado estos pubertos de nuevo. —gruñe disgustada dándome una botella de agua la cual acepto gustosa soltando un suspiro afligido.
—No es nada, señora Giselle. —susurro sintiendo la garganta reseca.— algún día esto parara y nadie tratará a las personas de esta manera.
—Barbara, hija, sé que no quieres seguir mi consejo, pero siguiendo en silencio no podrás arreglar nada.
—Hoy llevaron a Beatrice al baño para meterle la cabeza dentro del retrete cuando yo estaba lavándome las manos para volver a clases... —relate mirándome las manos mientras Giselle aplicaba cuidadosamente pomada en mis golpes y luego sacaba su estuche de maquillaje.— me paré frente a Karen y le exigí que la dejara en paz, entonces recordó que fui yo la que hizo que casi se le arruinará la nariz y dejó ir a Beatrice pero fui su saco de boxeo porqué me tomó en el momento que menos me lo esperaba. —concluí mirándola a los ojos.— sentí impotencia, quise golpearla al igual que ella lo estaba haciendo conmigo, pero de nuevo eran cuatro contra mí.
—Barbara...
—Señora Giselle, me molesta que el director no tome previsiones para este tipo de situaciones, y detesto ver cómo tratan a las personas que no son iguales a ellos.
—Y créeme que te entiendo, pequeña, pero no sé cuándo podamos tener acciones en estos asuntos.
—Yo sí, y empezaré a usar esa influencia que tanto portan mis padres económicamente para acabar con esto.
—Pequeña... sabes que lo que sea que necesites, estoy aquí para apoyarte.
—Y se lo agradezco mucho, señora Gis... —su mirada maternal en reprimenda me hizo reír.— está bien, Giselle.
—Bueno, Barb, ya quedó, hermosa como siempre. —intentó bromear débilmente acariciando mi mejilla suavemente reprimiendo sus lágrimas.— eres una niña fuerte.
—Siempre lo he sido. —le regale una sonrisa amplia y me pase el resto de las horas de clases con ella, evitando el receso ya que llamé a mi madre para pedirle que me viniesen a buscar porque me sentía mal.
Una buena excusa para recomponerme en casa y evitar verles las caras a los chicos.
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Debo confesar que este capítulo es más corto de lo que fue antes en respecto al tema del bullying...
Sentí unas ganas inmensas de llorar, eso es todo lo que diré.
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