18

Esperaré por ti.
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Capítulo 18

El demonio de Tasmania.

Escuché el despertador casi que en todo mi oído apenas abrí los ojos, cuando me di cuenta que era mi celular estuve a punto de lanzarlo pero me arrepentí poniéndome de pie de inmediato.

El lado de la cama de Valeria estaba tendido, así que supuse que se había levantado más temprano.

5:00 am.

Y un pepino, no se había levantado porqué sí, huyó al ponerme la alarma para dos horas antes de la escuela.

La voy a matar.

—¡Valeria!, te voy a matar.

—Buenos días, hermanita. —un Adam con ropa de deporte abrió la puerta sonriendo divertido, a su lado estaba Valeria con ropa de deporte igualmente sonriéndome inocentemente.

—Los voy a matar. —sentencie parándome de la cama rápidamente pero al intentar moverme más me tropecé llevándome un buen golpe contra el suelo.

—¿Te caíste, pulga?

—Nooo, pues fíjate que el piso se sentía solo y lo quise saludar. —Valeria se cayó riéndose a carcajadas mientras en eso le seguía mi amado hermano mayor.—Acaban de firmar su sentencia de muerte.

—¡Huye Val!, el demonio de Tasmania.

—Será mejor que empiecen a correr. —ambos gritaron cuando logré levantarme y sí corrí, pero para cerrar la puerta de la habitación.— a ver cómo te arreglas Val. —me burlé divertida bailando una cosa rara.— ya que no puedo seguir durmiendo... —me encogí de hombros porque no tenía sueño, entre al baño y tomé mi ducha correspondiente.

Cuando abrí la puerta del baño, ya estaba tranquila, caminé hasta mi armario con el albornoz rosado puesto y la toalla en mi cabeza.

Abrí la puerta de este relajada alargando mi mano para tomar un suéter y me giré para buscar mi pantalón.

—Hola Barb. —saludó mi mejor amiga divertida tirándome la ropa en la cara, estuve a punto de resbalarme, pero logré mantener mi equilibrio gruñendo frustrada.— dicen que el que madruga le va bien todo el día.

Al diablo mi buen humor.

—Cállate, y dile a Adam que tenga cuidado cuando vaya a dormir. —ella se empezó a reír terminándose de maquillar y arreglarse el cabello, mientras yo tomaba lo que ella me había dado de ropa a regañadientes.— y tú no te extrañes sí se te pone la cara naranja...

—Noooo. —chillo empezando a revisarse la cara.

Quién se ríe de último, ríe mejor.

—Venganza completa, hija. —reí divertida entrando al baño para ponerme la ropa, sin mirar siquiera, cerré la puerta y con tranquilidad revisé lo que me había lanzado.

Esta vez mi morena amiga me había escogido la ropa.

Por favor no.

Por suerte tenía un suéter ancho afuera, me acomode la blusa roja vino manga larga dentro del pantalón que no tenía tan ancha la bota y se adornaba en la parte de la cintura con una delgada correa marrón.

Apenas salí del baño me puse mis lentes y el suéter azul, evité mirarme en el espejo, no iba a verme.

Mi mejor amiga le llamaba "sentirse bien consigo misma y su cuerpo tal cual era"

Yo lo llamaba, "tortura"

—Aw, yo pensé que no usarías el suéter. —Valeria hizo un puchero y le saqué la lengua tomando mi bolso. — arruinaste mi obra maestra. —sus pucheros siguieron a pesar de que yo sólo reía.— te lo quitarás en algún momento del día?

—Nop. —reí haciéndome una coleta para después salir de la habitación.—vámonos, bonnie.

—Hoy sí podremos desayunar fuera, ¿viste lo hermoso que es levantarse tem...

—No me hagas recobrar la venganza, Val. —ella se rió nerviosamente por la mirada que le di, salimos de la casa subiendo al auto con Carson, a los chicos los llevaría Abraham.—Buenos días, Cas. ¿Qué tal dormiste?

—Buenos días, señorita Constantine, excelentemente, ¿y usted?

—De maravilla. —mentí sonriendo de lado, claramente no iba a hablar del bosque y la luna.— ¿ya desayunaste?

—Eh...

—Por qué no vienes con nosotras a Le caffee?

—No quisiera incomo...

—No, no, ni lo pienses, venga acompáñanos a desayunar y sabes que puedes dejar la formalidad conmigo siempre.

—Está bien, señorita c... Barbara.

—¡Genial!

—Cuando menos te lo esperes me voy a deshacer de la ropa holgada que está en un armario. —comentó mi mejor amiga repentinamente recordando el suceso de hace unos minutos colocándose el cinturón de seguridad al mismo tiempo.— por lo menos mejorarla un poco, no me gusta que te sientas mal con los conjuntos. —agregó con sinceridad y una mirada triste recordando aquellas veces que solía odiarme a mí misma, mejor dicho, mi figura.

Ella decía que era porque no me gustaba ver mi cuerpo, yo decía que eran mis inseguridades, unas largas que se han fortalecido a través de los comentarios de mis compañeros de clase.

—El que no use ropa como la Karen no quiere decir que no me sienta cómoda, Bonnie. Es sólo que, así me gusta más, paso más desapercibida entre las personas.

—En realidad, eso es lo menos qué pasa, Barb. —confesó suspirando suavemente.— te compró un pote de nutella sí te quitas el suéter aunque sea por dos horas.

Puse una mano sobre mi mentón pensando en la oferta y asentí, después de todo dicen que el que no arriesga no gana.

—Bien, pero... le sumas un pote de helado. —la señale con el dedo seriamente pensando, de todas formas la blusa no era una segunda piel como otras que había visto.

—Trato hecho.

...

—Luces fabulosamente hermosa y sin perder tu esencia, definitivamente soy un as en esto de la moda. —hizo una pose de diva apenas salimos de la cafetería riéndonos, pues el mesero me había pedido mi número al verme sin los lentes y el suéter.

—Eso le suma un pote de nutella extra, Val.

—Todos los que quieras mientras sigas subiendo esa confianza en ti misma. —sonrió ampliamente entrando al auto sonriéndole a Cas que amablemente espantó al mesero y me salvó de ese momento incómodo sumando lo emocionado que estaba con su sándwich de queso especial.

—Te dije que la pasarías bien, Cas. —sonreí de lado alegre porque él había estado cómodo y también tenía un bocado en su estómago.

—Pues la verdad es que me ha gustado esta comida, señorita... digo Barbara, y su invitación la he de agradecer muchísimo.

—Tampoco así, hombre. —bromee ante tanto formalismo.— ten un buen día, Cas, ¡ah!, y muchísimas gracias por todo.

—En eso la apoyo, señor Cas. —comentó mi amiga sonriente.— tenga un muy buen día y gracias por traernos temprano.

—No hay de qué, señorita Harries. —nos regaló una sonrisa amplia y luego salimos del auto disparadas hasta la entrada.

No habían muchos estudiantes aún, por ende so significaba que más temprano no pudimos llegar.

—¿Ves que no es tan malo?

—Shh... —hice un puchero y con el café extra que había pedido antes de irnos de la cafetería entre al instituto con mi mejor amiga empezando a tomar aquel delicioso líquido para la energía de la mañana.

—La la la. —tarareó la castaña repentinamente a la par que tomábamos camino hasta nuestros casilleros.— no he podido sacar esa melodía de la cabeza, sé que era algo como la la la, ba ba ba. —confesó tarareando de nuevo mientras abría la puerta de su casillero para dejar sus cosas.

—Que raro, ¿es una nueva canción? —ella negó pensativa ante mi pregunta y suspiró levemente.—¿Entonces qué es?

—Sólo llegó a mi mente de la nada.

—Buenos días chicas. —saludó Chase algo adormilado llegando al lado de mis hermanos, cuando abrió bien los ojos nos dio una mirada confundida y le lanzó una mirada asesina a Adam.—¿Acaso esto es un sueño?

—Nooo, sólo es una ilusión óptica en la que prácticamente puedes sentir. —contestó irónicamente Val a mi lado con una sonrisa ladina.

—¡Así se habla, nena! —Adam levantó la mano chocando los cinco con ella y mi otro hermano bufo.

—Bueno, pues eso comprueba que la mente humana ha evolucionado completamente, felicidades Valeria, lo has descubierto. —contraatacó Chase guiñándole un ojo coquetamente a la final.

—Ah pues, fíjate bien, que tú solito te has ganado el Oscar a la persona más prepotente en este mundo. ¿Alguien podría traerle el premio a este chico que arde en conocimiento? —Los presentes a nuestro alrededor se rieron con gusto a tal contestación.

—¿Sabes qué sería mejor?, un premio Nobel y un Grammy incluidos, así que también me los entregan. —sonrió triunfante cuando notó que ella se quedó con la boca abierta y volvió a guiñarle un ojo divertido. —¿Los murciélagos te comieron la lengua, muñeca?

—¡Ahg!, estupido ca... engreído. —gruñó molesta notando como él ahora se despedía con un asentimiento y se iba por su propio camino.

—¿Qué hora es? —Preguntó Adam tratando de sacarnos del silencio incómodo en el cual nos habíamos sumido.

—Son las siete y cuarenta. —Clary le respondió mirando su celular, su mejor amiga estaba a su lado, por lo que intuí que habían llegado en el auto de Adam.

Evitando así sospechas de quienes eran nuestros padres a nivel económico e empresarial, por la misma seguridad y menos gente falsa alrededor.

Algo difícil pero una fantasía que algunos se creían.

Aunque después de todo era algo complicado fingir que no veníamos de una situación económica en muy buen estado.

A pesar de todo Adam sí dejaba en claro lo mucho que amaba su deportivo negro de último modelo.

No le daba importancia a las opiniones que nos rodeaban.

...

—Ahora entiendo porque las chicas dicen que tu hermano es todo un rompe corazones. —comentó repentinamente una de las amigas de Clary suspirando embobada al ver cómo Adam se pasaba por los pasillos con su habitual caminar de confianza.

—Nos vemos luego, Clar. —le sonreí y fui a saludar a Juls junto a Finn.

Juls le gustaba pasarse más tiempo con nosotras que con los locos del grupo tiburón, en sí sus propios amigos.

No era que no los quería sino que al ser la única mujer en el grupo le era aburrido a veces no poder hablar de cosas en lo que sí, son de chicas.

—Amo mi vida realmente ahora. —confesó esta misma al ver los nuevos diseños que Valeria había plasmado en su celular.

Ambas vuelvo a decir, eran fanáticas de la moda.

—Y entonces, hermanita. —Finn dejó de hablar conmigo sobre el festival que se aproximaba para mirar a la recién nombraba con burla. —¿Quién tenía razón?

—Ella me dijo primero que tú. —contestó triunfante y reí al ver que la expresión de mi mejor amigo no flaqueó en ningún momento.

—Sí claro, me debes igualmente mis veinte. —extendió su mano hacía ella pero recibió un manotazo y una risa de su parte.

—Tú me debes mi nutella.

—No, tú me debes mi nutella.

—Hablando de nutella... tenemos un trato, bonnie. —ella se giró hacía mí con una sonrisa nerviosa asintiendo.— sí siguen discutiendo, me darán veinte cada uno y dos potes de nutella sumando los anteriores de Val.

Ellos negaron rápidamente y se quedaron callados con una expresión de niños pequeños regañados en sus rostros.

Apenas sonó el timbre Juliet dejó de reír junto a mí y yo sólo salí corriendo hasta el salón donde se impartían matemáticas, era mi primera clase del día y realmente estaba nerviosa.

No compartía esta clase con ninguno de mis amigos, sino con el grupo de Chase, gracias a que me habían avanzado unos dos cursos por esa sencilla razón estaba en el lugar que estaba.

Sentí que empezaron a molestar apenas me senté, los ignoré por completo rogando que el profesor Johansen llegase pronto, y al parecer mis plegarias fueron escuchadas porque llegó en el preciso momento.

Aunque ignoré las burlas cuando respondía a las preguntas del profesor, me afectaban un poco.

La clase se me terminó siendo tediosa a la final, a pesar de que me gustaran los números.

No tanto como te gustará el futuro.

Esa voz volvió a aparecer a mi alrededor pero no había nadie, y era diferente, era femenina ahora.

Sacudí mi cabeza con disimulo tratando de ignorar mi lapsus de estupidez saliendo del salón.

Sólo son cosas mías.

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