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Maratón 2\3
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¿Por qué a través de tus miradas encontré esa paz que tanto había buscado?
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Capítulo 16
Dime qué sientes.
—No te vayas... —susurró con una notable preocupación visible en sus ojos almendrados, su frente se arrugó a tal punto mientras seguía sosteniendo mi mano.— a mí sí me importa. —rodeo mi cintura viéndome mirarme fijamente a los ojos con temor, mi cuerpo paso por un escalofrío totalmente distinto a cualquiera que alguna vez hubiese sentido por ese gesto de su parte. —¿por qué?
Parpadeé tratando de salir del tonteo que sentí, lo miré, y fue mi grave error, pues parecía que estuviese viendo un mundo entero a través de sus ojos, se sentía familiar esa sensación nueva.
—Connor. —llamé bajó sin apartar la mirada, algo sorprendentemente nuevo para mí, por la razón de mi timidez con personas que apenas conocía. — ellas tienen razón, es mejor que estés con personas de ese tipo. —de alguna forma esas palabras fueron como una daga para mí, mi boca sólo dejó ir todo ese tren de estupidez, fue impulsivo.
—Sí piensas que ellas son mi tipo, te equivocas. —dijo sincero acercándose a mí, nuevamente.
—No lo decía por eso... mírame.
—Eso hago. —su mirada fija en mí me dio una leve corriente por todo mi cuerpo otra vez, volvía a sentirme como una obra de arte ante los ojos de un artista.
¿Por qué se sentía como si ya hubiese pasado ese momento?, ¿por qué me sentía así?, evitando tartamudear le sonreí amargamente recordando algo que me incomodará para no dejar que notase como me había afectado esa mirada.
—Soy una nerd. —respondí secamente separándome de él haciéndole fruncir el ceño, sus puños se tensaron a sus costados cuando me soltó y sus ojos tomaron una chispa de ira en su mirar.
—¿Y eso qué importa?
Mis inseguridades, eso es lo qué pasa.
Corrección, algo que estoy usando para escudarme de ti y este sentimiento familiar e impulsivo.
—Debes alejarte de mí. —le respondí con voz obvia pero sabía que jamás cedería, ahora mismo no quería alejarme de su presencia.
—Tú eres hermosa, y no me importa la etiqueta que tengan en esta estupida escuela. —respondió tomando mi mano pero volví a apartarme. —No necesitas ser como ellas para ser diferente... eres especial.
Una punzada en mi pecho me hizo volver al tonteo, estaba confundida y enojada conmigo misma.
Escuché la tos falsa de Valeria y se lo agradecí mentalmente, ya que no quería sentirme incómoda en un mar donde no había barco de rescate.
—Tenemos que irnos a clases, Barby. —dijo señalando la hora que marcaba su celular y rápidamente asentí, la mirada despectiva de la castaña se posó en la del castaño y luego ella jalo de mi mano para acercarme a su lado.
—Cierto, debo irme... eh, hablamos luego, Connor. —le respondí al castaño evitando por todos los medios ir con él de nuevo, enganche mi brazo con el de mi mejor amiga para empezar a correr lejos de él.
Mi interior parecía pedir a gritos que regresáramos donde Connor estaba, y mi yo fuera del tonteo me gritaba que me alejará.
Valeria le había dado otra mala mirada al castaño, pues antes de irnos me beso la mejilla sin darme tiempo a reaccionar.
Apenas entramos al salón me senté en el pupitre asustada, cubriéndome la cara con las manos soltando un largo suspiro.
—¿Qué fue eso? —pregunté en un susurro confundida.
—Sí te soy sincera, no tengo la menor idea.
Seguí enfrascada en mis propios pensamientos nuevamente hasta que escuché de nuevo la voz de Valeria.
—Los italianos son un completo dilema. —reí ante su comentario dejando de cubrirme la cara con las manos.
Había olvidado que Connor era italiano, y que había venido por un año de intercambio nada más, puesto que luego se volvería a su país natal.
—Sí creo. —respondí pensativa con una pequeña sonrisa, sus ojos volvieron a mi mente como si de un tatuaje se tratase.— o tal vez es sólo él y su forma de ser.
—El profesor Jhonatan se ausentará por unos días así que el examen se cambia para el día jueves de la semana que viene. —avisó la coordinadora entrando mirando a todos seriamente.—pueden retirarse.
Todos a nuestro alrededor quisieron gritar eufóricos por no tener examen, pero mantuvieron callados por la filosa mirada de la profesora Housem.
—¿Nos vamos?
La profesora siguió mirando a todos los que salían con extrema seriedad, Valeria asintió cuando volví a verla y tomó sus cuadernos para levantarse, recogí mis libros también y ya paradas esperamos que terminaran de salir dos chicos que teníamos en frente.
—Sí, vamos a la biblioteca tal vez ahí podamos hablar sin que las paredes escuchen. —mencionó ella cuando vio a una pelirroja estar pendiente de cada uno de nuestros movimientos o palabras.
—De acuerdo. —cuando salimos del salón casi pegamos la carrera de nuestras vidas hasta el punto que habíamos puesto.
Quizás el leer algo me ayudara a sacar esos ojos almendrados de mis pensamientos.
...
De nuevo nos retrasamos para la cuarta clase del día, al estar hablando de distintos temas en la biblioteca y justamente ahora estaba nerviosa, pues muy rara vez habíamos llegado tarde a alguna clase.
Eso sonó muy nerd.
Pero qué digo, soy nerd.
—Toca tú. —dijo Valeria apartándose de la puerta.
—No tú.
—Por favor. —pidió haciendo ojos de cachorro.
—Ahg, está bien. —rece en mi cabeza para no pasar vergüenza, cuando mis nudillos tocaron la madera mi corazón empezó a latir con suma rapidez.
El ruido dentro del salón se quedó en silencio, y mis nervios aumentaron más.
—Profesor. —saludamos nerviosamente en unísono.
—Señoritas Harries y Constantine, ¿se puede saber por qué su retraso? —absolutamente todos nos miraron, ¿quién dijo cliché?, esto siempre pasa cuando alguien llega tarde.
Yo miré a Valeria rogándole que me ayudara, ella miró al profesor y él giro su vista hasta Kian el cuál miró hacía la ventana.
Santa...
Con la frente arrugada por la confusión de lo que acabo de ver, suspiro muy bajo.
Será un largo pero muy largo día.
Dejé de pensar al ver la mirada del profesor.
—Está vez se los dejaré pasar sólo porqué son mis alumnas estrellas, pero que no se repita. —pidió serio y yo sólo me imaginé asesinándolo por haberlo dicho ante toda la clase quienes se burlaban en silencio.
Tomé mi habitual puesto al lado de la ventana y le aparté el otro puesto a mi mejor amiga.
—Un día de estos lo mataré. —susurré decidida y mi castaña amiga se rió en mi cara.
¿Qué?, no mentía.
—Idiotas, asquerosas nerds. —disimularon en una tos unas personas detrás de nosotras.
—Por está razón no quería que nos recordará el señor loco. —le susurré a la castaña mientras ignoraba los demás insultos de las personas sin oficio detrás de nosotras.
Mientras más ignorados sean, más fácil es el día.
—No les hagas caso es envidia, y respecto a lo otro un día de estos no estaría de mal sacar una mala nota. —bromeó sabiendo que realmente no pasaría eso de la mala nota, horrorizada la miré frunciendo el ceño.
Sí, en eso si soy ratón de biblioteca.
Relaje mis hombros al sentirlos tensos y claramente me dio risa pensarlo de nuevo.
—Sí claro... —ironicé riéndome, pero escuché el carraspeo del profesor frente a mí.
—Señorita Constantine, podría decirme lo último que dije acerca de las mezclas homogéneas a menos que no me prestara atención. —soltó en un tono de superioridad que me molestó, ¿por qué son así?
—Las mezclas homogéneas son las que no se pueden distinguir a simple vista ya que se conforman por dos componentes los cuales al hacer una mezcla uniforme no pueden distinguirse, un claro ejemplo, es la azúcar. —respondí inmediatamente escuchando los "uh" de algunos estudiantes.
—Excelente, sigamos con la clase. Hagan silencio. —dijo firmemente gruñendo, siguió explicando las mezclas heterogéneas segundos después y yo simplemente me dediqué a prestarle atención.
—¿Ves?, por esa razón necesitamos pasarnos al lado oscuro. —reí bajo por el comentario de Valeria sin dejar de prestar atención.
—Claro...
...
—A la final me aburrí, eso lo había leído el fin de semana y de por sí me hicieron un examen en mis clases de ciencia aparte. —me quejé haciendo un puchero recibiendo las miradas sorprendidas de todos en la mesa.— ¿Qué?, soy una persona normal, es común que me aburra con algunas clases.
—Diablos. —Finn abrió los ojos sorpresivamente tocando mi frente para comprobar que no tenía fiebre o algo así.
Le aparte la mano de inmediato riendo cuando su hermana le pegó en la cabeza.
—Espera un momento... ¿estás diciendo que tú, Barbara Constantine se aburrió en ciencias, de por sí tu clase favorita?
—Eh, ¿sí? —reí al ver su expresión donde ahora miraba al cielo y se tocaba la frente. —soy humana así que es normal. —me burlé divertida.
—¿Va a llover oro?
—Juls, haznos los honores. —pidió mi hermano mayor, Adam, mientras que su mejor amiga le lanzaba una papita en la cara haciendo reaccionar al loco ojigris.
—¡Oye!
—No seas tonto, Finny. —murmuré divertida. —tú cara está de foto, definitivamente.
—Nuestra pequeña está creciendo. —dijo el azabache de mi hermano mayor limpiándose una lágrima falsa.
—No sean tontos, es algo estupido decir eso. —me reí rodando los ojos siendo el centro de atención de los mejores amigos de Adam de nuevo, los cuales me hicieron reír hasta el cansancio, por otro lado, Clary estaba practicando para una obra.
Finn no dejaba de decir lo asombrado que estaba de que yo me aburriera de una clase, mientras tristemente Juls desperdiciaba sus papitas en mi mejor amigo.
Por una vez en la semana, Chase se quedó tranquilo con su grupo de idiotas y nadie me molestó.
...
Al salir de clases sentí que alguien me observaba, mis hermanos me habían pedido que los esperara en la salida, cosa que estaba haciendo pero me seguía sintiendo observada.
Fije mi vista en todos lados pero no había nadie.
—Barbara...
Un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal al sentir una pequeña respiración en mi oído, pero repito de nuevo, no había nadie alrededor.
Suspiré con alivio apenas vi a Carson estacionarse a una cuadra del instituto y salí corriendo.
Esos escalofríos que había percibido no eran nada agradables.
En todos los sentidos.
—Hola Cas. —salude cerrando la puerta con algo de fuerza.— perdona, es sólo que no medí la fuerza.
Escuché su risa y un "tranquila, señorita".
—Debemos esperar a mis hermanos aún. —confesé en un suspiro molesto observando la hora en mi celular, eran las tres y media.
Segundos después aparecieron todos mis hermanos riéndose de que un profesor había recibido una broma.
—Hey. —saludaron divertidos y nos fuimos a casa de Hazel, aunque yo seguía sintiendo esa extraña sensación de que me estaban observando.
Creo que intentar disimular sería pésimo, pero hasta el momento ninguno se había dado cuenta.
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