capitulo 3
Como cada lunes por la mañana, Shikamaru se dirigió al despacho de Naruto. Tenía la esperanza de que su amigo hubiese olvidado el incidente del cumpleaños; sin embargo, al entrar en el despacho, comprobó que aún seguía obsesionado con el tema.
-¿Qué están haciendo esas alas sobre tu mesa?-preguntó con exasperación.
Naruto elevó su cara con una mirada de determinación.
-Voy a repararlas.
-¿Y cómo se supone que vas a hacerlo? Hinata ha destrozado el tejido.
-Ya me he dado cuenta -le dijo amenazante-.Por eso necesito encontrar un género igual para poder cambiarlo. He pensado que no te importaría dejarme a tu secretaria esta mañana. Ella probablemente sepa...
-No puedes utilizar a Akiko para trabajos personales.
Su ceja se elevó retadoramente.
-¿No puedo?
-Esto es ridículo -exclamó Shikamaru-. Dije que pagaría la factura y lo haré- Tan pronto como llegue.
-Voy a arreglarlas -reiteró con resolución.
-¿Por qué?
-Porque quiero. Creo que significará algo cuando se las devuelva.
Shikamaru lanzó un gran suspiro. Naruto había perdido la cabeza.
-Solo era una actuación, una actuación por la que pagué, Naruto, nada más.
-Se convirtió en algo más.
-¡De acuerdo! Era tan preciosa y atractiva, que te cautivó. Pero ni siquiera la conoces. Podría ser...
-No me importa ni lo que sea ni quién sea-dijo golpeando el escritorio mientras se levantaba-. Quiero volver a verla. Tengo que saber...
Naruto se paseó nervioso por el despacho gesticulando con los brazos.
-Cuando la besé... Nunca había sentido nada así, en mi vida. Ella es diferente Shika.
-Las hadas de cuento tienden a ser diferentes, Naruto. Algo así como un sueño.
-No puedo dejarlo correr -dijo con resolución.
Shikamaru podía reconocer un muro de piedra cuando lo veía.
-¿Ya la has encontrado? ¿Vas a quedar con ella?
La cara de Naruto mostró frustración.
-Ayer me pasé el día llamando por teléfono a Fiestas En Casa y todo lo que conseguí fue un contestador automático. Esta mañana, por fin conseguí hablar con esa tal Ino Yamanaka, pero se negó a darme la dirección o el teléfono del hada. Iba contra las normas de la empresa.
«Bien hecho», pensó el pelinegro. Fantasía y realidad eran diferentes y opinaba que ir tras un sueño era una pérdida de tiempo
Con una sonrisa, Naruto murmuró:
-Pero lo voy a conseguir. Ino Yamanaka dijo algo sobre una actuación llamada Girasoles Cantantes.
Le voy a pedir a mi hermana que contrate ese espectáculo para sus hijos. Mi hada es cantante... Quizás también sea un girasol.
La convicción desesperada en la voz de Naruto le dijo a Shikamaru que su amigo necesitaba ayuda urgente. Se temía que, si no se la daba, el trabajo no iba a avanzar mucho.
-No hace falta que hagas eso -dijo para tranquilizar a Naruto.
-Haré lo que haga falta -respondió Naruto de golpe con un brillo de determinación en la mirada-. Tengo que encontrarla.
-Por supuesto. Te entiendo perfectamente-añadió rápidamente Shikamaru-. Antes de que acabe el día, tendré su dirección y teléfono.
Nick frunció el ceño.
-¿Cómo? -preguntó.
-Llamaré a Ino y la invitaré a comer como disculpa por el desastre del sábado; en el restaurante que ella elija. Le prometeré que le voy a extender un cheque por lo que quiera. La distraeré un poco y... Como muy bien sabes, soy el mejor vendedor.
-¿Qué pasa con las normas de la empresa?
-Encontraré la manera de que se las salte. Confía en mí.
Naruto suspiró. Después, sus ojos se empequeñecieron.
-¿No empeorarás las cosas?
Shikmaru se rió.
-Esa pequeña rubia no se va a echar para atrás mientras tenga un buen negocio a la vista. Es un poco como yo. De hecho, creo que voy a disfrutar de la comida.
-De acuerdo- Pero ten cuidado, no lo vayas a fastidiar todo. Esto es realmente importante para mí.
-No te preocupes, Naruto. Te lo prometo. Solo tienes que apartar esas alas de tu mesa y ponerte a trabajar mientras yo...
-Todavía pienso arreglarlas.
Shikamaru apretó los dientes.
-De acuerdo. Pero no tardes mucho. No es una buena idea utilizar a la secretaria para asuntos personales. Además, tú también tienes mucho trabajo.
-Solo voy a pedirle consejo -le aclaró Naruto.
-¡Bueno! Ya me contarás.
El pelinegro se marchó echando humo.
«Mujeres».
Se había librado de Hinata para cargarse con otro problema. ¡Qué ironía! ¡Se suponía que el hada iba a solucionar las dificultades, no a crearlas! Debía haber contratado a una muñeca y no a una mujer de verdad. Gran error, Shikamaru, se castigó a sí mismo.
Aunque había un rayo de luz en todo el asunto: una pequeña rubia, guapísima.
Sí, seguro que iba a disfrutar de la comida con ella.
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Sakura estaba intentando reparar la varita mágica cuando sonó el teléfono de Flores Secas. Lo miró con desagrado. Ino había salido a comer con Shikamaru Nara, segura de conseguir un cheque por los daños ocasionados. Mientras tanto, ella se había quedado al cargo de los negocios. Pero a Sakura no le gustaba responder al teléfono de la venganza, como ella lo llamaba. ¿Por qué no había sonado el teléfono de Fiestas en Casa en lugar de aquel?
-El trabajo es el trabajo -murmuró con resignación y dejó la varita a un lado.
No estaba a favor de la venganza, sobre todo después del cataclismo del sábado, por lo que descolgó el auricular con desgana.
-Flores Secas -contestó fríamente incapaz de mostrar el entusiasmo de Ino-, ¿en qué puedo ayudarlo?
-Quiero que lleve una docena de rosas marchitas a un tipo llamado Naruto Uzumaki de Promociones Multimedia.
A Sakura le dio un vuelco el corazón. ¿Se trataba de la bruja morena que los había atacado con la varita y que había pisoteado sus alas?
-¿Cuál es su nombre? -preguntó.
-Hinata Hyuga.
«Hinata». No cabía la menor duda. Solo oír su voz le ponía los pelos de punta.
-Y quiero que solo escriba una palabra en la tarjeta; «¡perdedor!»
-¿No quiere escribir su nombre?
-Él sabrá quién se las envía. ¿Cuándo se las puede entregar? Tiene que ser hoy y cuanto antes mejor.
El tono categórico le hizo echar chispas. Sin lugar a dudas, se trataba de una mujer que quería y esperaba que todo saliera a su gusto. De todas formas, cualquier cliente tenía derecho al servicio por el que pagaba.
-Un momento, voy a mirar -dijo con calma aparente, escondiendo la tormenta de pensamientos que la otra mujer provocaba en ella.
«¡Perdedor!» Quizás Hinata Hyuga tuviera alguna razón para creer que Naruto valoraba su relación con ella. Si era así, se había portado como un necio en su propia fiesta de cumpleaños. Por otro lado, tal vez las mujeres solo le servían para una cosa y pensaba que ella podría cumplir ese requisito mejor que Hinata. ¿Por eso insistía tanto en conseguir su dirección y teléfono?
-¿Y bien, a qué hora puede ser? -preguntó la mujer con impaciencia.
-A las tres -Se resignó Sakura, sintiéndose realmente mal por tener que complacer Hinata Hyuga.
-¿No puede ser antes?
No, si era Ino la que iba a hacer el trabajo. Pero ¿qué pasaba si iba ella? Podía vestirse de negro, cubrirse el pelo con un sombrero, ponerse gafas oscuras... la imagen sería completamente diferente a la del hada que había encandilado a Naruto el sábado por la noche. Y si por alguna casualidad la reconocía, podría rechazarlo por segunda vez.
Además, sería... interesante... volver a verlo, en su lugar de trabajo.
La tentación era algo realmente terrible.
-Podemos arreglarlo para las dos.
Eran casi las doce y necesitaba tiempo para arreglarse.
-¡Genial! Eso le fastidiará la tarde.
Hinata era realmente maliciosa y a Sakura no le gustaba formar pareja con ella. Sin embargo, no podía juzgar lo que había pasado entre ellos.
-¿Puede darme sus datos bancarios, señorita Hyuga?
Sakura completó la transacción pensando si habría sido muy inteligente aceptar ese encargo. Las llamadas de Naruto probaban que quería verla de nuevo. Pero él no sabía quién era. En ese sentido podía estar tranquila. ¿Qué pensaría si se enterase?
En la fiesta la había besado con ardiente deseo y ella había sentido lo mismo; sin embargo, tenía que reconocer que todo sucedió en un momento muy especial. La realidad era bien distinta. Venganza.
Tal vez el propio Naruto se hubiera estado vengando de Hinata.
Quizás no debiera ir. Ino podría hacerlo cuando volviera de su comida con Shikamaru Nara.
Quería ver a Naruto con sus propios ojos, a plena luz del día. Se suponía que el sábado ya se había vengado de él, pero cuando la besó... de alguna manera lo había empeorado todo, haciéndole recordar lo que quería olvidar. Hoy sería diferente.
Lo mejor era que fuera y se cerciorase de que no había nada en Naruto Uzumaki que mereciera la pena retener en la memoria.
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