Capítulo 14
-Me largo de aquí.
La voz de Ino logró penetrar los oscuros pensamientos en los que Sakura estaba sumergida. Sacó la cabeza de debajo de la almohada e intentó concentrarse en su amiga.
-¿A dónde vas?
-No sé. Al cine. A donde sea. Está claro que no vas a salir -dijo mirando el estado desaliñado en que se encontraba-. Y no pienso quedarme aquí para ver cómo te peleas con Naruto.
-No puedo salir con él.
-Va a venir a casa -le recordó con seriedad-¿Qué piensas hacer? ¿Darle con la puerta en las narices?
-No lo sé. ¡No sé qué puedo hacer! -gritó con angustia.
-No me pega que sea el tipo de hombre al que le puedan cerrar la puerta en las narices. Así es que te dejo sola. Faltan solo quince minutos para las siete, será mejor que te des prisa.
Una vez dicho eso, Ino se marchó.
Un cuarto de hora...
El orgullo hizo que saliera de la cama para arreglarse un poco. Se quitó la ropa que llevaba y se pusieron unos vaqueros limpios y una camisa de cuadros que se dejó por fuera. No le apetecía que Naruto la encontrara atractiva.
Se cepilló el pelo, pero no se puso ni gota de maquillaje. Sakura Haruno al natural, pensó con sarcasmo mientras se miraba al espejo. Esa noche, Naruto no podría decir que iba disfrazada.
El timbre sonó y su corazón dio un vuelco. La rata sin escrúpulos que le había dado la cuerda para que ella misma se ahorcara estaba en la puerta esperando para darle otro mordisco.
Antes de llevársela a su dormitorio, ya sabía quién era. Lo que allí sucedió no tuvo nada que ver con Haru Sakurai, una mujer a la que acababa de conocer. Las concesiones que le había sacado en el calor del momento se las había arrancado a Sakura. El objetivo era obtener una ventaja para futuros encuentros.
Pero ella lo había deseado.
Le había suplicado.
Le había hecho el amor.
Muerta de vergüenza por las humillaciones, Sakura hizo un esfuerzo para abrir la puerta que la separaba de Naruto. No quería hacerlo, pero Ino tenía razón. Sabía que no se iba a marchar sin verla. Además, sentía curiosidad por saber cómo iba a explicar su comportamiento.
En ese momento, no había ningún hermano pequeño que ofrecer como excusa. Y la razón por la que había metido a su hermana en el asunto carecía de toda lógica. No necesitaba que Mei le dijera quién era ella porque ya lo sabía. Había sido un juego sucio, como el gato que juega con el ratón antes de comérselo. Igual que había hecho con ella el lunes por la noche.
Sakura abrió la puerta con rabia contenida decidida a dejar las cosas claras. Sus ojos verde eran tan duros y letales como dos balas de plata, pero las balas alcanzaron un objetivo totalmente inesperado.
¡Sus alas!
Él tenía las alas de hada en la mano... ¡y estaban completamente restauradas!
Con solo echarle un vistazo, Naruto se dio cuenta de que lo esperaba una tempestad. La tensión lo invadió al darse cuenta que todas las armas femeninas utilizadas para la seducción habían sido abandonadas. No llevaba maquillaje, ni una gota de carmín, y su ropa era más apropiada para hacer las tareas de la casa que para recibir al hombre que una desea.
¡Esfúmate!
El mensaje le llegaba claro y significaba que lo había llevado hasta lo más alto para que la caída fuera lo más dolorosa posible.
El descubrimiento le produjo un ataque de rabia.
No se merecía eso.
Y no lo iba a admitir.
-Abre más la puerta para que pueda darte las alas -le dijo con determinación y aprovechó que la había pillado desprevenida para colarse dentro-. No querrás que se estropeen.
Sakura se había quedado de piedra al ver lo que le llevaba y lo dejó pasar sin oponer ninguna resistencia. Él dejó las alas apoyadas en la pared de enfrente. Ahora estaba en el corazón de su territorio y no iba a ceder ni un ápice del terreno ganado.
Sakura cerró la puerta de manera automática observando la prueba de que era importante para él. ¿Cuándo habría tenido tiempo para arreglarlas? Se sentía tan confundida como cuando las vio en su oficina.
-¿Cómo lo hiciste? -preguntó llena de incredulidad.
Él se acercó a ella con una sonrisa irónica.
-Contraté a una modista de disfraces el lunes por la tarde.
-Así que lo hizo otra persona.
-Quería que estuvieran perfectas.
-Me imagino que tienes la costumbre de utilizar el dinero para allanar cualquier dificultad.
El levantó un poco la barbilla y sus ojos se entrecerraron por el comentario ingrato.
-Solo quería complacerte.
-Complacerte a ti mismo -dijo de golpe-. Complacerte en comprobar hasta dónde se atrevía a llegar Sakura Haruno.
Naruto se quedó helado por la acusación. La furia que había almacenado en su interior después de descubrir su juego salía a borbotones: -No creas que puedes burlarte de mí.
-Sé que sabes quién soy. Incluso puedo decirte cuándo lo descubriste exactamente: cuando hiciste el comentario sobre mis ojos durante la cena.
-Entonces, ¿por qué no me dijiste la verdad?-le respondió con dureza-. ¿Por qué mentiste, en primer lugar, y por qué continuaste con la mentira. Te di muchas oportunidades para que lo admitieras.
Ella se cruzó de brazos a la defensiva.
-No quería que me asociaras con la chica que te seguía a todos lados y a la que tuviste que parar los pies. Sin embargo, me descubriste fácilmente. Tenías que habérmelo dicho en lugar de jugar conmigo
-Te recuerdo que era tu juego -respondió con furia en la mirada-. Y no sabía qué diablos pretendías.
-Si tanto te preocupaba, ¿por qué no lo preguntaste directamente?
-¿Y qué me rechazaras?
-Lo mismo que tú hiciste. ¿Te sientes un poco culpable, Naruto? ¿Decidiste que lo que yo pretendía era conseguirte para después abandonarte?
-Era una posibilidad -respondió con las mejillas rojas por el calor de la discusión.
-Así es que, en lugar de arriesgarte, decidiste pintar el pasado de un color diferente. Seguro que te inventaste esa historia sobre Sasori.
-No me la inventé -aseguró con fuerza.
Ella movió la cabeza con incredulidad.
-Bueno, esta vez no me has rechazado. Fuiste directamente a tu piso, a tu dormitorio.
-Podrías haber parado cuando quisieras.
-Tú también. Pero te parecería muy divertido, ¿no? La chica que había estado colada por ti en el pasado volvía ahora dispuesta a meterse en la cama contigo. ¿Te sentiste bien al conseguir que admitiera que te deseaba, que te suplicara?
-¡Maldita sea! -explotó elevando las manos con un gesto de frustración-. Estás retorciéndolo todo. Solo quería que admitieras quién eras, que todo fuera real entre nosotros.
-Yo era de carne y hueso. ¿Sueles conseguir algo más real?
-No pensé que fueras a llegar tan lejos sin identificarte. Y te di un montón de ocasiones para hacerlo.
Naruto comenzó a caminar hacia ella con los brazos extendidos a modo de suplica.
-Quédate dónde estás, Naruto! -ordenó con fuego en la mirada-. Ahora soy yo la que manda.
Naruto dejó caer los brazos.
-Siempre fuiste tú, Sakura. La actuación de hada tenía como objetivo excitarme, no lo niegues.
-Sí -reconoció con orgullo beligerante-. Quería provocar una reacción diferente a la que provoqué en tu veintiún cumpleaños.
-Dulce venganza -dijo, asintiendo con la cabeza como si lo hubiese sabido todo el tiempo-. ¿Te divirtió mucho marcharte después de haberme cautivado?
Sakura se negó a sentirse culpable. Ya le había hecho pagar caro esa pequeña venganza.
-Esa era la intención -reconoció con franqueza-, pero cuando me besaste- -el recuerdo de la respuesta la hizo ponerse colorada-... agitaste todo mi ser y deseé no haberlo hecho.
-Pero después te lo pensaste dos veces y decidiste venir a mi oficina a por más -dijo inflexible-. Y cuando lo conseguiste, decidiste ir más y más lejos- llevándome hasta donde querías. Tampoco puedes negar eso.
-No sabía que tenías a Sakura Haruno en la cabeza -le dijo con resentimiento.
-Pero tú me tenías a mí en mente -se quejó mientras caminaba hacia ella hirviendo por las acusaciones-. Tú lo recordabas todo. Estuviste todo el tiempo cuestionándome, poniéndome a prueba. ¿Crees que no me di cuenta?
-No quería que lo notases -contestó Sakura, aunque sabía que él decía la verdad. Había conseguido que se sintiera incomoda con sus propios planes y tuvo que buscar una disculpa-: solo quería saber a qué atenerme contigo.
-Sin dejarme saber a qué tenía que atenerme yo contigo -respondió burlón-. ¿Durante cuánto tiempo iba a durar eso, Sakura? ¿Cuándo iba Haru Sakurai a convertirse en ti?
-No era mi intención vengarme. No, después de tu cumpleaños. Solo quería estar segura de que no se trataba de una historia de una sola noche... Te lo habría dicho cuando me sintiera segura contigo -se defendió Sakura.
Descruzó los brazos al ver que él se acercaba.
Se quedó parado justo delante de ella utilizando la seguridad en sí mismo para hacerla sentir como si estuviera en el estrado de los acusados. Sus ojos la retaban de manera salvaje.
-¿Por qué trataste a mi hermana como lo hiciste... si querías tener algo conmigo? Primero, te negaste a recordar los viejos tiempos y luego rechazaste la invitación para la celebración familiar.
-Estaba asustada. Pensé que era una coincidencia y quise escapar rápidamente. Pero no era una coincidencia ¿verdad, Naurto? No debías haber metido a tu hermana en esto.
-Fue lo único que se me ocurrió para evitar que siguieras escondiéndote. Para sacarte la verdad. Necesitaba saber qué sentimientos albergabas en tu corazón: ¿esperanza o venganza?
Fuera cual fuese, estaba claro que ahora no había la más mínima esperanza. La relación estaba irremediablemente dañada por el engaño y la decepción. Ya era imposible saber qué era verdad y qué mentira.
Él posó la mirada en su indumentaria.
-Viéndote con esa ropa la respuesta está clara. Ni siquiera te separas de la puerta. Es como si quisieras mostrarme la salida.
¿Era ese el final de lo que había empezado de manera tan prometedora? ¿Era eso lo que quería?
Su corazón le gritaba que no y su mente luchaba por encontrar una salida. Antes de que pudiera decir o hacer nada, él apoyó las manos en sus hombros.
-Pero antes quiero darte la oportunidad de saborear la venganza más dulce.
Tenía la cara al lado de la de ella y sus ojos eran como imanes que atraían a su corazón. Se sentía destrozada. Su mente quería negar que alguna vez hubiese intentado vengarse.
Él deslizó las manos hasta la cara de ella y, mirándola a los ojos, le dijo:
-Te deseo, Sakura Haruno. Incluso sabiendo que vas a retorcer el cuchillo y echarme de tu vida-confesó mientras sus dedos le acariciaban las mejillas y el pelo-. ¿Es dulce escuchar cómo me declaro? Pues para que sea aun más dulce quiero que pruebes esa pasión, que la sientas.
Los latidos le martilleaban las sienes impidiéndole pensar: sabía que iba a besarla. Un burbujeo excitante le brillaba en los ojos, calentándole la sangre, despertando apetitos que no podía reprimir.
Entonces sus cálidos labios descendieron sobre los de ella atormentándola y llenándola de placer. No la forzó para que abriera la boca, esperó a que ella lo hiciera por decisión propia.
¿Volvería a pasar de nuevo? ¿Incluso después de tantas acusaciones? Sakura ya no podía discernir lo que estaba bien de lo que estaba mal. Deseó un beso más profundo y, sin darse cuenta, sus labios se abrieron como los pétalos de una flor.
De manera instantánea, la embargó una sensación erótica. Desde la coronilla hasta la punta de los pies. Su beso era tan poderoso, tan apasionado, tan penetrante, que era totalmente imposible resistirse. El único pensamiento que persistía en su mente estaba relacionado con la necesidad salvaje de responderle y de poseerlo.
Subió las manos hasta su cabeza y le introdujo los dedos en el pelo. Él la envolvió con un abrazo.
Podía sentir cómo la estrujaba contra su cuerpo haciendo patente su excitación. El deseo no era mentira, podía saborearlo, sentirlo... De nuevo. Sakura gozó con él.
Sintió cómo su mano se movía bajo la camisa y le acariciaba la espalda. Después, le desabrochó el sujetador y una voz de alerta tronó en la cabeza de Sakura traspasando su propio deseo ¿Estaba bien esa necesidad imperiosa de satisfacción sexual?
Sus pechos le dolían anhelando su caricia. Era totalmente consciente de la mano que se deslizaba por su carne, de los dedos que apretaban sus pezones con suavidad, que los frotaban. Estaban tan duros y sensibles, que de su garganta salió un quejido. Quería más, no quería hacer ninguna pausa para considerar la situación.
Entonces, él deslizó sus manos con la intención de desabrocharle el pantalón. Sakura se dio cuenta de que pretendía tomarla allí mismo, contra la puerta. ¿Era esa la única manera en que Naruto podía quererla? ¿Estaría utilizando el sexo para mantenerla a su lado... para obtener más sexo?
Un dolor repentino invadió su corazón y eclipsó la necesidad latente de todo su cuerpo. Separó las manos de su pelo y lo apartó de su boca.
-¡No! -dijo tomando aire-. ¡No! -repitió
-¡No! -dijo tomando aire-. ¡No! -repitió con un grito de angustia negando al mismo tiempo su propio deseo.
-Este es el presente, Sakura. Siéntelo, dale una oportunidad -suplicó Naruto con ojos abrasadores.
Volvió a rodearla con sus brazos, a presionarla con su erección, recordándole abiertamente lo que habían compartido juntos.
-Sakura, lo que hay entre nosotros es muy especial -le aseguró acariciándola con su aliento-, Lo sabes. Y no voy a permitir que renuncies solo porque hice lo que creí mejor para ti hace nueve años.
¡Lo mejor para ella!
Eso era el colmo.
Desde luego, estaba mintiendo descaradamente.
El deseo que sentía no era mentira. Pero estaba intentando manipular sus sentimientos igual que la había manipulado el lunes o esa mañana al arreglar el encuentro con su hermana. Ese era el Naruto que quería las cosas a su manera, sin importar lo que ella sintiera.
Lo golpeó con las manos en el pecho empujándolo con todas sus fuerzas.
-¡Suéltame! ¡Aléjate de mí!
La violencia con la que lo trató lo hizo retroceder unos pasos. Naruto levantó los brazos a modo de súplica.
-¿Por qué? -preguntó-. Estabas conmigo. Igual que cuando hicimos el amor el lunes. No te estaba forzando...
-No. Pero el sexo no lo es todo. Por lo menos para mí -le gritó acusándolo con los ojos de haberse aprovechado de su vulnerabilidad.
-Ha sido la cosa más honesta que ha habido entre nosotros.
-En eso tienes razón. Pero quiero más sinceridad. Lo mejor para mi -añadió con ironía-. Lo único que te importa es lo mejor para ti. No tuviste en cuenta mis sentimientos hace nueve años, ni tampoco ahora... tenderme una trampa con tu hermana... las cosas solo podían tomar el curso que tú decidieras.
Su cara se tensó como si lo hubiera golpeado físicamente. Movió la cabeza de un lado para otro. Cuando sus ojos se volvieron a encontrar, los de él estaban sombríos, ya no había ningún fuego que combatir.
-Realmente creía que era lo mejor para ti -dijo con dulzura-. Eras muy especial, demasiado especial para permitir que centraras toda tu vida en mí. A los dieciséis años, aun hay mucho por descubrir...
Ella lo aceptó a regañadientes. Su lógico razonamiento abría pequeñas heridas. Era como si él fuera el adulto objetivo que explica algo a un niño y ella ya no era una niña.
-Si yo era tan especial, ¿por qué no intentaste nunca buscarme, Naruto?
Él se encogió de hombros.
-Así es la vida. Tú te marchaste, yo empecé con los negocios...
-La verdad es que nunca me volviste a dedicar ni un pensamiento hasta que volví a tu vida.
-No; eso no es cierto -contestó dando un gran suspiro-. No puedo cambiar el pasado, Sakura. Siento mucho que mi decisión te hiciera tanto daño. Sé que no manejé bien la situación...
El devastador sentimiento de aquella noche volvió a la mente de Sakura. La necesidad de mostrarle lo que sentía, de ver agradecimiento y comprensión en sus ojos. Pero allí no había habido nada de eso. Él había decidido que no podía ser.
En esos momentos, volvió a escudriñar sus ojos en busca de alguna prueba de ternura, de estima, incluso de deseo. Pero en ellos no encontró nada. Parecían vacíos, derrotados, sin vida.
-Después de eso -continuó con una suavidad que borraba cualquier resentimiento que pudiera sentir-. Bueno, pensé que tu vida había seguido su propio curso. Y así ha sido. Demasiado alejado de mí para poder alcanzarlo. Me gustaría que no fuera así... pero esta vez no hay una segunda oportunidad.
Naruto se echó la mano al bolsillo y sacó algo.
¡Un reloj! ¡Un viejo reloj! El corazón le dio un vuelco al reconocerlo. Tenía que estar equivocada. Era imposible que lo hubiera guardado todos esos años...
-Tómalo -le ordenó él.
-Quizás no te busqué, Sakura, pero nunca te olvidé.
Antes de que ella pudiera decir nada, él pasó a su lado, abrió la puerta y salió de su vida.
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