Capítulo 7
La Sala Ilargi está a las afueras del pueblo, en el polígono industrial. Eligieron ese lugar para evitar las quejas de los vecinos pero a cambio hay que darse un buen paseo para llegar.
—¡Maldita sea! —protesta Irantzu a mi lado.
Miro sus zapatos de tacón infinito y luego mis desgastadas botas militares. Hay veces que es mejor ser práctica que intentar estar guapa y esta es una de ellas.
—Sabes que no necesitas sufrir de esa manera, ¿verdad? Tú estás estupenda con lo que sea.
—Eso es cierto —apunta Hugo, no como si se tratara de un cumplido sino una obviedad.
Cruza los brazos sobre su fino abrigo, otra equivocación teniendo en cuenta el frío que hace. Y eso que no son ni las diez.
—¿Os digo yo lo que os tenéis que poner vosotros? —responde malhumorada—. ¡No me deis la noche!
Hugo y yo intercambiamos una mirada y decidimos no insistir. Si acaba caminando descalza de regreso a casa, será su problema, no el nuestro.
Después de esperar un buen rato en la interminable cola, conseguimos entrar en el local y el concierto ya ha empezado. En realidad no me importa. Ni siquiera conozco al grupo, solo me apetecía hacer feliz a Irantzu ya que pocas veces puedo salir con ella. La música es atronadora, sobre todo para alguien con el oído tan fino como yo y sin querer, aprieto los dientes. Esto es demasiado para mí. Sabiendo que no me podré escaquear, acompaño a mis amigos a la barra y no tardo en tener en mis manos una cerveza. Y tras esa, va otra y después otra más. Un par de horas más tarde, he perdido la cuenta de lo que he bebido y bailo en la pista como si fuera el último día de la humanidad. El concierto ya acabó hace rato y ahora un dj se afana en poner música actual, aunque lo cierto es que me da igual. Lo único que quiero es pasármelo bien.
Irantzu lleva un rato hablando con un chico un par de años mayor que nosotras y Hugo ha desaparecido en algún momento de la noche. Le hago un gesto a mi amiga para que sepa que voy al baño y me dirijo allí a toda prisa. Demasiada cerveza incluso para una vampira. No sé en qué momento la fisonomía de los vampiros mutó y las nuevas generaciones pasamos a ser semihumanos pero está claro que nos quedamos con todo lo malo de una persona corriente, como tener estas necesidades fisiológicas básicas. Y que nos afecte el alcohol, claro. Mi mareo lo confirma, por si tenía alguna duda.
Regreso con intención de decirle a mi amiga que para mí ya es hora de volver a casa, pero no la encuentro. Al que sí veo es a Mikael y ¡oh, sorpresa!, está acompañado Vanesa. ¿En serio ese idiota me ha hecho caso? Dije el nombre de esa chica como el de otra cualquiera y ahora, sin querer, la he puesto en su punto de mira.
No puedo evitar observarles y si no supiera de su naturaleza, lo que tendría ante mis ojos sería a un par de personas que se gustan, tonteando. Se hablan al oído, se ríen de las ocurrencias del otro y en un momento dado, Vanesa se lanza a besarle sin ningún reparo. Como era de esperar, Mikael le sigue el rollo y sus manos se aferran a su culo, para acercarla a él todo lo que sea posible.
Miro alrededor, sorprendida de que nadie más les preste atención teniendo en cuenta cómo la situación va subiendo de tono, sin embargo parece que yo estoy más avergonzada que ellos mismos y el resto del mundo... simplemente les ignora.
Cuando se separan, después de un buen rato de beberse hasta el último aliento del otro, él la coge de la mano y se la lleva fuera del local. Tardo unos segundos en darme cuenta de lo que eso puede suponer, pero achaco a la cantidad de alcohol en mi organismo mi falta de reflejos.
Si él fuera un chico normal, pensaría que no hay de qué preocuparse, pero es un maldito vampiro y no sé si su "dieta" incluye sangre humana recién exprimida. Agito la cabeza para intentar espabilarme y salgo tras ellos.
Fuera del local hay mucha gente, sobre todo grupos que beben y ríen en corrillos. También hay parejas enrollándose a la vista del resto y yo miro a mi alrededor, intentando distinguir si alguna de ellas son Mikael y Vanesa. Mi temor aumenta al no encontrarles. Tengo un mal presentimiento.
Decido rodear el pabellón, hacia la zona más oscura y apartada. Algo me dice que él la ha arrastrado hasta un lugar más tranquilo con las peores intenciones.
Escucho un jadeo y me dirijo hacia allí a toda prisa. La escena que me encuentro me descoloca, pues en un primer momento pienso que me he equivocado de lleno. Vanesa está sentada sobre un montón de cajas y Mikael tiene la cabeza metida entre sus piernas. Ella mantiene el rostro levantado y su expresión es de puro éxtasis. Hubiera creído que se trataba de un momento meramente sexual, si no fuera porque desde donde estoy puedo reconocer el olor a sangre.
—¡Serás cabrón!
Sin pensarlo me lanzo sobre él y mi empujón hace que caiga al suelo a varios metros de distancia. Miro entonces a Vanesa y descubro la marca que Mikael le ha dejado en la parte interior del muslo. Por un instante se me nubla la vista al notar de nuevo el jugoso olor así que me aparto y apenas consigo decir:
—Vete a casa Vanesa.
Ella, saliendo de un estado que rozaba la hipnosis, me mira asustada, como si de pronto no comprendiera lo que está pasando. No protesta y veo cómo se aleja del lugar a toda prisa, mientras intenta colocarse la falda. Mañana estará aún más confusa.
En cuanto gira la esquina y desaparece, me vuelvo dispuesta a enfrentarme a Mikael. Está justo a mis espaldas y no puedo evitar sobresaltarme al encontrarle tan cerca.
—Me has fastidiado la diversión.
—Ve a divertirte a otro pueblo, Mikael. Deja a la gente de este lugar tranquila.
Se cruza de brazos visiblemente molesto y acerca su cara más a mí. Durante un instante busca en mis ojos algo, aunque no sé el qué.
—¿Estás celosa?
Vaya por Dios. ¿En serio?
—No seas idiota.
—Pues tú dirás.
Esboza una enorme sonrisa de suficiencia y veo los restos de sangre que aún manchan sus labios. Aunque no hay mucha luz, también puedo distinguir sus ojos, ahora de un brillante rojo.
—No quiero que hagas daño a nadie de aquí. Tampoco quiero que despiertes sospechas, ni que la gente empiece a hablar de que pasan cosas raras. ¿Qué crees que dirá Vanesa mañana cuando se despierte?
Se lo plantea un momento y cuando se ríe, soy consciente de que no se toma este asunto demasiado en serio.
—Pensará que estuvo a punto de tocar el cielo. No podrás negar que estaba disfrutando... —Pasa la lengua por sus labios, no sé si para limpiar los restos o intentar provocarme. Quizás ambas cosas.
—¡Le has mordido! —grito—. ¡Ahora tiene la marca de tus dientes en su pierna!
Se encoge de hombros tan tranquilo.
—Creerá que me dejé llevar por el momento. No sé de qué te preocupas.
Me doy la vuelta dispuesta a marcharme. Está claro que con este chico no se puede hablar. Sin embargo, una vez más, él no ha tenido suficiente. Tira de mi brazo para que me detenga y yo le lanzo una mirada asesina.
—Aprende a disfrutar más, Olivia. Le das demasiadas vueltas a todo.
—Lo único que quiero es llevar una vida tranquila, pero creo que contigo aquí eso es imposible.
Sin soltarme, desliza su otro brazo alrededor de mi cintura, manteniéndome cerca de él. Forcejeo un poco pero sé que es inútil. Frente a un igual no cuento con ninguna ventaja.
—Deberías dejar que te enseñe a sacar mayor partido a tu condición. Te empeñas en comportarte como una simple mortal cuando sabes que estás muy lejos de serlo.
—¡Déjame en paz!
—No olvides que tú has sido la que me has buscado.
—¡Para evitar que hicieras una estupidez! Ya te lo he dicho: si quieres matar a alguien vete bien lejos de aquí.
Intento librarme de nuevo de su abrazo justo cuando escucho a alguien a mis espaldas.
—¿Todo bien, Olivia?
¿Quién ha aparecido en el último momento? Venga, que lo sabéis fijo. Esta pregunta no la falla nadie, jajaja.
Bueno, si Olivia había disfrutado de una existencia tranquila durante el último año, queda claro que ya no va a ser así. No al menos mientras el to-ca-pe-lo-tas de Mikael siga en el pueblo (que conste que a mí me encantan los personajes así).
Y ya os digo que esto no es nada. Las cosas se van a complicar aún más.
Si os está gustando la historia dejadme vuestro voto y comentarios, please. ¡Quiero saber qué pensáis!
Gracias por estar ahí. Besitosssss
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