Capítulo 44
Para cuando llegan, no solo hemos recogido los restos de nuestra pequeña juerga, sino que mientras Mikael se daba una ducha para parecer presentable, he tenido tiempo de poner algunos snaks y sacar vasos. Por suerte, el vampiro tiene la despensa bien surtida.
Les invito a pasar y me doy cuenta de que aunque quiera, esta reunión es de todo menos normal, sin embargo, a ellos no parece importarles pues actúan como si nada.
Las peores son Irantzu y Vanesa, que dedican un buen rato a cotillear todo lo que está a su alcance y acribillan a Mikael con preguntas sobre la antigüedad y procedencia de cada objeto del salón. ¿Quién dijo miedo?
Hugo en cambio se acerca a mí y me susurra preocupado:
—¿Todo bien?
—Sí, tranquilo. Ahora os ponemos al día.
El que más fuera de lugar se encuentra es Martín. Se ha sentado en uno de los taburetes que hay junto a la isla de la cocina, como si prefiriera mantener las distancias con el resto. O con Mikael, quién sabe. Tomo un par de cervezas de la nevera y le paso una a Hugo, mientras le acerco la otra a él. La coge y me dedica una tímida sonrisa, aunque no tarda en volver a mirar al vampiro, que sigue entretenido con las chicas.
Cuando rato después, ya estamos todos sentados, Hugo es el primero en preguntar.
—¿Qué ha pasado con los tipos de ayer?
—Están muertos —Aunque la primera imagen que vuelve a mi mente es la de Mikael con el corazón aún palpitante del vampiro en la mano, prefiero ahorrarles los detalles.
—¿Eran vampiros?
Me sorprende ver a Irantzu tan tranquila teniendo en cuenta que fue la que más riesgo corrió de todos ellos. Pronto se le ha pasado el susto.
—Así es.
—No sabéis lo que me alegro de haberme perdido todo el jaleo. Casi prefiero escucharos ahora hablar de ellos sin haber sido parte.
Martin carraspea y todos miramos hacia él.
—Entonces... ¿qué ha sido de ellos? No encontrarán sus cadáveres en el bosque como pasó con los otros tipos ¿verdad? Porque sería muy sospechoso que de nuevo aparecieran unos cuerpos despedazados...
—Los quemé ¿vale? —responde Mikael a la defensiva—. Me aseguré de que no quedaran más que las cenizas. No eran humanos, así que nadie les echará de menos, os lo puedo asegurar.
Durante un instante. la habitación queda en silencio y todos les miran sin acabar de entender a qué viene esa actitud tensa por parte de ambos. Todos menos yo, que sé exactamente lo que está pasando.
—Pero no lo entiendo ¿qué querían esos tíos? —pregunta Vanesa retomando la conversación.
—A mí.
Ahora soy yo el centro de las miradas y me preparo para explicarles el verdadero motivo del ataque de ayer. Me lleva un buen rato contarles lo más importante del asunto: mi sangre, la esencia y los rastreadores. Cuando termino pienso que me van a acribillar a preguntas pero todos observan a Mikael con gesto serio.
—¿Vas a intentar llevártela?
Hugo es el primero en saltar y no esperaba esa reacción.
—Ey, tranquilos —se justifica—. Nunca le haría daño a Olivia. Es mi amiga.
Irantzu se levanta y le amenaza con el dedo índice. A un vampiro de casi un siglo de antigüedad.
—Como se te ocurra hacerle algo, te las tendrás que ver conmigo, ¿has oído? No me importará ni lo más mínimo clavarte una estaca o lo que haga falta para acabar contigo, me da igual. Eres parte de este grupo, pero no me lo pensaré ni un segundo para mandarte bien lejos de una patada en el culo si es necesario.
Mikael levanta la mano izquierda y pone la derecha en el corazón.
—Te juro que si algo le pasa a Olivia, dejaré que tú misma me mates, ¿de acuerdo?
—¡Así me gusta! —resuelve y de la misma, toma de nuevo asiento en el suelo, cerca de la fuente de patatas fritas. Coge una y comienza a darle pequeños mordiscos—. Y entonces, ¿qué hacemos?
—¿Qué quieres decir? ¿Qué podemos hacer nosotros? —Vanesa parece asustada y su voz suena más aguda de lo normal.
—A ver, está claro que al igual que Mikael y esos tipos —le explica mi amiga—, otros pasarán por Valle Alto. Mientras la estén buscando, alguien puede encontrarla.
—Para empezar tendríamos que saber más sobre quién la busca —propone Martín —. Pero eso es imposible, ¿no?
Nada más ver la expresión de Mikael, sé que ha tenido una idea.
—¿En qué estás pensando? —Cualquier idea me vale.
—Puede que conozca a alguien que tenga información sobre esto...
—Y... —insisto para que nos lo cuente todo.
—Es una amiga, vive en la ciudad. Creo que me pasaré a hacerle una visita.
Doy un trago a mi cerveza. Empiezo a echar de menos el vodka.
—Iré contigo.
—De eso nada —protesta.
Miro al resto del grupo y luego a él.
—No es una opción. Voy a ir.
—¿No tienes que trabajar? —insiste como si con eso pudiera frenarme.
—Hablaré con mi jefe. No tendrá problema en darme unos días.
—Yo también me apunto —suelta Hugo, dando un golpe en la mesa.
Ahora soy yo la que salto.
—De eso nada.
—Tengo el mismo derecho que tú a ir.
—Déjame que lo dude...
—Lo cierto es que creo que deberíamos ir todos —sentencia Martín.
—Estamos de vacaciones —nos recuerda Irantzu—. Así que, ¿por qué no?
Mikael deja el botellín de cerveza con tanta fuerza que este se rompe sobre la superficie de la mesa. El vampiro está enfadado.
—¡Estáis locos! Vosotros no podéis moveros en ese ambiente. Hablamos de vampiros y vosotros sois humanos. Parece que se os olvida...
—Bueno, nos mantendremos al margen del riesgo. Cuando te reúnas con tu amiga podemos esperarte donde nos hospedemos o irnos de fiesta por nuestra cuenta —le explica Irantzu—. Pero nosotros también somos parte de este grupo y no nos vamos a quedar mirando. ¿De acuerdo?
La chica saca el móvil y comienza a teclear.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto con miedo.
—¿Tú qué crees? Buscar hotel.
¡Hola, hola!
Madre mía... ¿creéis que saldrá algo bueno de ese viaje? Ese grupo tiene un peligro...
Lo que más me gusta de este capítulo es Irantzu amenazando a Mikael como si fuera un igual y no un vampiro, jajajja. De verdad, yo creo que esta chica no es consciente de la realidad.
Contadme vuestras teorías. ¿Qué pensáis que va a pasar? ¿Quién creéis que es el vampiro que busca a Olivia?
Intentaré publicar el lunes, ya que el martes es Nochebuena. Besitosssss
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