Capítulo 43
—Pero, eso no tiene ningún sentido —respondo derrotada—. Yo no he intercambiado mi sangre con ningún vampiro. Tú eres el único que ha bebido de mí...
Mikael comienza a pasear por la habitación, como si estar en movimiento le ayudara a pensar.
—No sé quién hizo el encargo. A veces hay intermediarios para mantener el anonimato. Pero en este caso se trata de alguien poderoso pues se ha ofrecido una suma nada desdeñable. ¿Puede que se trate de la persona que te creó? Él bebió tu sangre y viceversa. ¿Qué sabes de eso?
—Yo... apenas recuerdo nada de aquel día. —Estrujo las manos con nerviosismo al notar que me tiemblan. Cuando Mikael se agacha y posa su mano sobre las mías, levanto la vista y me encuentro con una mirada de comprensión que no esperaba por su parte.
—La mayoría no guardamos un buen recuerdo de ese momento —dice mientras permanece arrodillado frente a mí—. Sin embargo creo que cualquier cosa nos puede servir para saber por qué te busca.
—Ocurrió en un edificio abandonado. Un montón de gente sin hogar dormíamos allí y una noche, nos acorralaron. Se divirtieron a nuestra costa ¿sabes? Aquello fue una verdadera masacre. Gritos por todas partes y el olor a sangre llenándolo todo. No sé quién se alimentó de mí. Cuando desperté ya era vampira y estaba con Camille. Ella siempre me ha contado que me encontró tirada en un rincón a varias calles del lugar.
Ahogo un sollozo y el vampiro no duda en abrazarme. Me acuna en sus brazos y yo me dejo hacer. Siempre he evitado recordar ese día y por suerte, Camille nunca ha insistido con ello.
—Ojalá no hubieras tenido que pasar por algo así.
—Me convertí en vampira y borré toda mi existencia anterior de un plumazo. Nunca me había pasado nada bueno en la vida, así que no había motivo para sentir pena por ello.
—¿Se puede saber qué hacías en un lugar así? —me pregunta con cierto reproche en la voz. Como un padre que recrimina a su hija por no tomar buenas decisiones.
Me separo de su abrazo y me seco las lágrimas con las manos.
—Viví en un orfanato horrible, donde nos daban comida rancia y una paliza ejemplar cada vez que desobedecías una orden. Me escapé con mi único amigo y él fue quien me llevó a aquel edificio. Unos chavales del barrio le habían contado que estaba lleno de gente sin hogar y que seguro que ahí podíamos pasar un par de noches. Ese par de noches se convirtieron en un par de meses. Era difícil salir de aquél agujero ¿sabes? Sin dinero, ni trabajo... el orfanato era malo, pero ese lugar era peor.
—Lo siento tanto...
Le miro sorprendida. ¿He conseguido que se sienta mal con mi triste historia?
—No tienes la culpa. Además, aunque esa noche fue horrible, conocí a Camille y pude empezar una nueva vida.
—Y tu amigo...
—No me vi capaz de regresar al lugar. Ella lo hizo por mí y dijo que allí no quedaba nadie con vida.
—Vaya mierda... ahora entiendo por qué el día que nos conocimos no quisiste hablar de ello. No pensé que tendríamos en común un pasado miserable.
Me recuesto en el sofá y miro al techo.
—Pues ya ves... aunque ahora veo aquello tan lejano que es como si esa nunca hubiera sido yo.
—No sabes cómo te entiendo...
Eso me recuerda a su propia historia y no puedo reprocharle que haya intentado salir adelante a lo largo de estos años.
—Entonces... ¿estás seguro de que la sangre de la muestra me señala a mí?
—Puede que no solo a ti, pero tú eres una candidata, de eso no hay duda.
Ahora todo cuadra.
—Y el vampiro de ayer, también tenía uno de esos frascos.
—Así es.
—¿Qué piensas hacer, Mikael?
Le miro y el vampiro se remueve incómodo en el asiento.
—¿Qué quieres decir?
—¿Pretendes cobrar esa recompensa?
El chico coge la botella de vodka y da un generoso trago.
—Me ofendes con esa pregunta. Pensaba que había quedado claro que somos amigos.
Me incorporo de nuevo y no puedo evitar sonreír. Si al final va a resultar alguien de fiar...
—Vaya, después de todo parece que te importo un poco.
—¡No seas tonta! —protesta—. Al segundo día ya me había olvidado de ese estúpido encargo. Me divierto demasiado en este pueblo como para echarlo todo a perder por unos pocos euros.
—¿Y ahora qué hacemos? Si estos vampiros llegaron hasta mí, pueden aparecer otros. Y no podemos pasarnos la vida, matando a todo el que pise este pueblo.
—¿Ah no? —responde en tono socarrón lo que me recuerda que Mikael disfruta cada vez que puede despedazar a alguien.
Miro la hora y le hago un gesto para que me ayude a recoger las copas.
—He quedado con el grupo aquí...
—¿Perdona? ¿En mi casa?
Me da igual que se haga el ofendido, no me parecía buena idea hablar de estos temas en la cafetería.
—Nuestros amigos se merecen saber a qué vino lo de ayer y no creo que un sitio público sea el mejor lugar.
—¡Tú también tienes una casa!
—Sí, pero está Camille y si puedo evitarlo, prefiero mantenerla al margen de todo esto. Así que ayúdame a quitar las copas, me parece que no queda bien estar bebiendo sangre delante de nuestros amigos humanos, ¿no crees?
Mikael me observa mientras me acerco al fregadero para enjuagar los vasos.
—¿Sabes? En todos estos años no me creí capaz de ser parte de un grupo y mira...
—Sí, es genial. Ahora solo hay que conseguir que sigan vivos.
¡Ay, qué razón tiene Olivia! Al final lo que más les preocupa es que sus amigos no se vean metidos en más jaleos. ¿Creéis que eso será posible?
La historia de Olivia me parece muy triste. Realmente su vida mejoró al convertirse en vampira pues hasta entonces todo había sido sufrimiento. Aun así fue una decisión que no tomó ella...
La cuestión es ¿es la persona que la convirtió quien la está buscando o ni siquiera se trata de ella?
Ahora se lo van a explicar todo a sus amigos. ¿Cuál creéis que será la reacción del grupo? Podemos esperar cualquier cosa... ¿Se les ocurrirá algún plan?
Pronto lo sabréis...
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¡Mil gracias por estar ahí! Besitossss
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