Capítulo 27

El ambiente ruidoso me crispa los nervios. Las gradas están a rebosar de gente que dedica todo su entusiasmo a animar a los dos equipos y yo intento modular mentalmente la intensidad. Es posible hacer una especie de barrera que da cierta paz mental pero para eso he de concentrarme y no soy capaz.

Quizás el problema es que estoy atacada porque creo que todo el mundo está pendiente de nosotros. Seguramente no sea cierto, no somos tan importantes, sin embargo cada vez que una mirada se dirige a nuestro grupo, me saltan todas las alarmas. Tengo que repetirme una y otra vez que nadie sabe que Mikael y yo somos vampiros. Que no hay motivo para extrañarse de que Vanesa, una vez más, haya venido a sentarse con nosotros. Y que el hecho de que Martín nos haya saludado desde el banquillo antes de empezar el partido, es algo de lo más normal.

De acuerdo, estoy paranoica.

Hugo hace rato que ha bajado a primera línea para sacar fotos desde todos los ángulos para documentar el partido y presto especial atención cuando veo que Luca se acerca hasta él. Este le enseña sus notas y ambos intercambian impresiones sobre lo que está sucediendo en la cancha. En estas, Luca lanza una mirada hacia mí y yo intento disimular aunque sé que me ha pillado de lleno. ¿Por qué no puedo ignorarle del todo? No sé el motivo por el que no quiere besarme, pero que no quiera hacerlo debería ser razón de peso para alejarme de él. No tengo ninguna necesidad de ser masoca y menos cuando yo decidí que no quería complicarme en temas amorosos.

El partido se me hace largo y eso que el baloncesto siempre me ha parecido trepidante. Pero los últimos minutos se alargan tanto que llego a desesperarme.

En cuanto finaliza, me levanto con intención de abandonar lo antes posible el lugar y estoy a punto de decirles al resto que me voy a casa, cuando Martín llega hasta nosotros.

Se seca el sudor que le cae por la frente con la toalla que lleva colgada sobre los hombros, mientras esboza una sonrisa de satisfacción de lo más auténtica. Se nota que han ganado.

—Vamos a ir un montón de gente a casa de Oriol a celebrar la victoria. Cuento con vosotros, ¿no? Está aquí cerca, a cinco minutos andando...

—Yo... —comienzo con intención de buscar cualquier excusa para retirarme.

—Por supuesto —acepta Mikael.

Sé que de no ser él, Irantzu hubiera contestado también. A esta gente le gusta demasiado ir de fiesta...

—Si queréis nos vemos en el parking y vamos todos juntos.

Resignada, acepto el plan pues no me fio de dejar a mis amigos sin supervisión y menos, acompañados de Mikael. Tengo que evitar a toda costa que se metan en más líos.

Rato después, hemos llegado a casa del tal Oriol. Martín nos ha entretenido por el camino, hablando de forma incansable de cada jugada del partido como si no hubiéramos estado presentes. Está tan entusiasmado por haber vencido a uno de los equipos más difíciles de la liga, que no puede evitarlo.

—Necesito alcohol —me susurra Mikael, cansado también de la verborrea de Martín —¿Vamos a buscar algo para beber?

En la cocina nos reparten unas cervezas y Mikael echa mano también a una botella de licor y un puñado de vasos de plástico. Acabamos sentados en el jardín, desde el que se escucha la música que sale del interior de la casa. Hay gente bailando, bebiendo y de charla por todas partes y por un momento parecemos un grupo más.

—¿A tus amigas no se les hace raro que no estés con ellas? —pregunta Irantzu a Vanesa. No tengo claro de si lo hace por curiosidad o porque preferiría que no estuviera con nosotros.

Esta se encoge de hombros y da un largo trago a su cerveza.

—Tampoco es que sean muy amigas. Salimos y eso pero no me siento unida a ellas. Muchas veces he pensado que se acercaban a mí porque yo era popular, nada más.

—Mujer no lo digas así —la anima Hugo.

—Lo que pasa es que aun sabiéndolo, es mejor eso que estar sola. No sé si me entendéis.

—Yo sí. A mí me pasa lo mismo. La mayoría están conmigo porque soy el capitán del equipo, si no, no verían en mí nada interesante. Es más, nunca se preocupan por conocer cómo soy en realidad.

Levanta el botellín en dirección a Vanesa y ambos hacen un gesto de brindis antes de dar un nuevo trago.

—Creo que necesitamos algo más fuerte. —Mikael se afana en servir vasos para todos y los reparte—. ¡Por nosotros! Venga de trago.

No sé por qué motivo obedecemos, pero así es. Al momento, nos sirve otra ronda. Quizás este plan no esté tan mal después de todo.

—¿Y vosotros? —Vanesa nos señala a Mikael y a mí—. Si cada tiempo cambiáis de lugar... ¿las amistades, las parejas?

Ambos intercambiamos una rápida mirada. ¿Qué contar? ¿Todas las veces que ha salido mal? ¿Los desengaños? ¿Enumerar a quién hemos dejado por el camino?

—Esa no es la pregunta —añade Martín con una risilla—. La cuestión es si habéis tenido muchas parejas...

—Las suficientes como para saber que es mejor no involucrarse —responde Mikael con un deje de tristeza en la voz.

Le miro sorprendida y él no tarda en recomponerse. No está acostumbrado a bajar la guardia y se nota.

—¡Pobres mujeres del mundo! —exclama Hugo mientras le hace un gesto para que vuelva a llenarle el vaso—. ¡Cuidado con Mikael! No caigáis en sus garras.

—¿Por qué dices mujeres? ¿Acaso crees que en todos estos años no me he liado con hombres también?

Hugo y Martín se atragantan al escuchar su confesión y podría decir que incluso les entra un ligero sofoco. Creo que por un instante, a ambos se les ha pasado alguna escena tórrida por la cabeza.

—Cuando se vive tantos años, todo se diluye un poco y el género deja de ser algo relevante —les explico—. Al final te fijas en las personas, en lo que despiertan en ti, nada más.

—Vaya... eso que dices tiene mucho sentido—razona Irantzu—. Y suena genial, fijarse solo en la persona... en realidad eso es lo importante, ¿no? ¡Toma nota Hugo!

Le da un codazo a su amigo y este le mira con cara de no entender. Lo cierto es que no la entiendo ni yo.

—¿Qué quieres decir?

—Que quizás deberías dejar de ser tan superficial y fijarte en algo más que las apariencias. ¿Por qué si no te gusta Vanesa? Sin ofender —le aclara a la susodicha.

Me tapo la cara con ambas manos, viendo lo que se avecina. La que se va a liar.

—¡Pero a ti quién te ha dicho que me gusta Vanesa! —le lanza una mirada de disculpa a la aludida—. Solo dije que me parecía bien si salía con nosotros. ¡Estás más cegata que un puñetero topo! A ver si te enteras que si alguien me gusta de este grupo, no es ella precisamente.

De la misma, se levanta y echa a andar hecho una furia. Pobre de quien se cruce con él en este momento. Irantzu observa cómo se aleja y después nos mira uno por uno al resto.

—Yo... yo... ¿qué acaba de pasar? —balbucea.

—Bonita, creo que es más que obvio —Martín le da una palmadita de consuelo en el hombro—. Pero si aún no lo pillas te puedo hacer un croquis.

Irantzu se levanta con determinación y por un momento pienso que va a hablar con él, sin embargo suelta:

—Voy a mear.

Se dirige al interior de la casa y espero que mientras hace cola en el baño, porque seguro que hay cola, reflexione un poco sobre lo ocurrido.

—¿En serio no sabe que Hugo está colado por ella?

Vanesa no se lo puede creer y no me extraña. Esto ya roza el absurdo.

—No sé si no lo sabe o se hace la despistada —aclaro—. Me inclino más por lo segundo.

De pronto, Martín pone cara de asco y se tapa la boca con la mano. Se levanta de un salto y se dirige corriendo al fondo del jardín, a una zona de arbustos bastante apartada.

—Creo que ya hemos tenido bastante fiesta por hoy—. Mikael se bebe lo que queda de la botella de licor y me pregunto a qué viene esa necesidad de apurar hasta la última gota de alcohol.

Me tumbo boca arriba en la hierba y pienso si debería ir a buscar a Irantzu y hablar con ella, pero por otro lado no sé si es buena idea meterme en medio de sus movidas.

Mikael se levanta y lanza una rápida mirada a lo lejos, alerta.

—¿Qué pasa? —pregunto, sabiendo que él no reacciona así por nada.

—Es Martín. Hay problemas.

¡Holaaaaaa! Mil perdones pues mi intención era publicar ayer pero me resultó imposible (y hoy de pura chiripa pues estoy que me muero de sueeeeeño). ¿Qué tal estáis?

Bueno, bueno... este grupito de "amigos" me gusta cada día más.

Vayamos por partes... ya veis, nuestros dos protagonistas se consideran pansexuales. Tal cual lo explican, vivir tantos años ha servido para que al final, el género no les importe y se fijen en las personas por sus cualidades y formas de ser. Lo cierto es que esto no lo tenía pensado pero al escribir esta escena me pareció natural que es fuera su forma de pensar. Así que... chicas y chicos del mundo, ¡temblad! Mikael anda suelto, jajaja

Y qué más... ¡ah, sí! Hugo e Irantzu discutiendo, vaya novedad. Y ella, en vez de ir a aclarar las cosas, se va a hacer pis. No tienen remedio.

Bueno, pronto más. Siento dejaros con la curiosidad de qué ocurre con Martín, pero no os preocupéis, en un par de días, nuevo capítulo.

Si os ha gustado, dejadme comentarios, ¡charlad un poco conmigo! Ah, y si en algún momento queréis hacerme preguntas de la historia (nada de spoilers), o de escritura, aquí me tenéis, os contesto sin problemas.

¡Os adoro! Pronto más. Besitossss

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