Capítulo 18
El gato volvió. Como si supiera que estaba necesitada de un poco de cariño, el domingo se coló de nuevo en mi habitación y durmió acurrucado junto a mí. Al menos ese pequeño bicho no me juzgaba y dadas las circunstancias, no puedo pedir más.
Lanzo una mirada de odio a Mikael que está en la otra punta del comedor y me pregunto qué hubiera pasado con el gato si llega a estar en casa el viernes, con todo el jaleo que montamos. Seguro que entonces su instinto le hubiera avisado de que no era buena idea volver a nuestra casa.
—No he sabido nada de ti en todo el fin de semana —protesta Irantzu.
Me envió varios mensajes y lo cierto es que no contesté a ninguno. Bastante tenía con lo mío y lo cierto es que no sabía ni qué decirle. Hugo me apunta con el tenedor.
—¿No será que tienes un ligue?
—¿A qué viene eso?
—No sé, el amor suele hacer que uno se olvide de sus amigos —me informa con una sonrisita.
Y casi hubiera preferido que esa fuera la razón...
—Estuve enferma, ¿vale? Fiebre alta, mocos... lo único que hice fue ir a trabajar. A rastras os lo puedo asegurar. El resto del tiempo, estuve medio muerta en la cama.
—Vaya, qué putada —se solidariza Hugo.
—Pues sí, podrías habérnoslo dicho. Te hubiera llevado una sopa o algo.
Niego más rápido de lo que debería.
—¡Uf! ¡Qué va! ¿Qué queríais? ¿Que os lo pegara a vosotros?
Vanesa se detiene junto a nuestra mesa y aunque duda un momento, toma asiento junto a Hugo.
—Hola—saluda.
Yo estoy sorprendida pero la cara de mis amigos es todo un poema. Se miran entre ellos y por último a mí. Vanesa en cambio, se dedica a cortar en trocitos pequeños su ración de carne guisada sin prestarnos demasiada atención.
Irantzu vocaliza un "¿y esta?" y yo me encojo de hombros. Ojalá supiera qué pretende sentándose con nosotros. Este lugar es como los institutos clichés que salen en las novelas de adolescentes. La gente está dividida en grupos y estos, no se mezclan. Nunca.
—Tengo que ir al periódico. Irantzu, ¿me acompañas?
—Últimamente vas mucho —indago.
—Me pidieron que echara una mano también redactando, así que ahora tengo el doble de trabajo.
—Pues con negarte... —soluciona mi amiga.
—Lo cierto es que me gusta así que no tengo motivo para no hacerlo. ¿Vienes o qué? Me gustaría que echaras un vistazo a lo que he escrito.
Esta se levanta a regañadientes y toma su bandeja.
—Venga, antes de que me arrepienta. Luego nos vemos.
En cuanto salen del comedor, me giro hacia Vanesa.
—¿Qué haces aquí?
—Comer...
Así de simple. Como si fuera lo más normal del mundo. Pero no lo es. Señalo las mesas de la otra punta del comedor.
—Tu sitio es aquel. Llevas sentándote en aquella zona desde el principio de los tiempos. ¡No puedes cambiar así por las buenas!
—¿Por qué? —por primera vez desde que ha llegado me mira y sus inocentes ojos me ablandan un poco.
—No pertenecemos al mismo tipo de gente, Vanesa. Tú te relacionas con los populares y los pijos de este pueblo. Esta es la zona friki, ¿entiendes?
—¿Y entonces no me puedo sentar aquí?
Sujeto mi cabeza con ambas manos. No sé si no entiende o no quiere entender.
—Claro que puedes. Pero es raro. —Echo un vistazo rápido—. Estamos llamando la atención y eso es justo lo contrario a lo que deberíamos hacer.
—Hola —interrumpe Martín. Deja su bandeja y se sienta frente a mí.
No me lo puedo creer. ¿Estos se han puesto de acuerdo o qué?
—¿Tú también? ¿Pero qué os pasa? —Me estoy empezando a cabrear. Estoy sentada en el comedor del instituto con una de las chicas más populares y el capitán del equipo de baloncesto. Así es imposible pasar desapercibida.
—Yo... —comienza Martín aunque le cuesta encontrar las palabras—. Después de lo que ha pasado es todo muy raro. Y no sé cómo comportarme con mis amigos.
—A mí me pasa lo mismo —se suma Vanesa.
Pues lo llevamos claro.
Miro hacia Mikael que me hace un gesto con la cabeza, sin embargo no puedo hacer otra cosa que encogerme de hombros. Y rezar porque él no se sume a nuestra reunión informal. Eso sería el colmo.
—Os entiendo. Pero que nos juntemos así, tampoco ayuda. Tenéis que comportaros como siempre. En unos días se os pasará el mal rollo y volveréis a estar cómodos con vuestra gente.
Doy un bocado mientras ambos me observan pasmados como si lo que hubiera dicho fuera una tontería.
—Ya, claro —Martín no parece muy convencido—. Oye, ¿cómo es que podéis salir durante el día?
—¿Tienes un anillo de esos como en Crónicas Vampíricas? —pregunta Vanesa mientras examina mis manos.
Suelto el tenedor y me cruzo de brazos. Sin poder evitarlo lanzo un bufido.
—Pero en serio ¿qué os pasa? Tendríais que estar acojonados después de lo del sábado. Deberíais huir de nosotros como de la peste y en vez de eso, os sentáis como si nada y os dedicais a hacerme un interrogatorio sobre vampiros.
Quiero pensar que en el fondo se trata de estas nuevas generaciones, que están de vuelta de todo y en el fondo no les sorprende nada porque si no, no lo entiendo. Jamás pensé que se lo tomarían así...
—No te escaquees y contesta —insiste ella apuntándome a la cara con su tenedor.
—No hay anillo mágico ni mierdas de esas. Muchas de las cosas que creéis saber no son más que tonterías.
—O sea que el sol no os afecta.
—Ni nos afecta, ni brillamos como una bola de discoteca como si fuéramos Edward Cullen. ¿Vale?
No parecen muy conformes con mi respuesta pero no insisten. Algo me dice que los próximos días me van a torpedear con varias preguntas del estilo. Miro el móvil y decido que es hora de abandonar esta improvisada reunión.
—Me voy. De verdad, intentad comportaros como siempre. Y si alguien os pregunta qué hacíamos juntos, decid que es por un trabajo de clase.
No espero a que contesten y después de vaciar mi bandeja salgo a toda prisa del comedor. Que gran parte de los estudiantes estuvieran más atentos a nuestra mesa que a su comida, me estaba poniendo nerviosa.
Mi móvil vibra y cuando miro la pantalla encuentro un mensaje de Irantzu.
"Ya nos estás contando a qué ha venido lo de Vanesa".
Genial. Una cosa más en la que tendré que mentir a mis amigos.
¡Hola, hola!
No sé lo que opináis pero la situación es de lo más surrealista. Olivia se había hecho una tapadera perfecta y parecía una adolescente más y entre todos van a tirar por la borda todo su trabajo, jajaja
¿Y estos dos? Por si tenía poco con Mikael dando por saco, ahora Martín y Vanesa se comportan como si fueran sus amigos y ¡hasta comparten mesa en el comedor! ¿Dónde se ha visto eso? A Olivia le va a dar algo, de verdad.
Venga, apuestas. ¿Pensáis que a estos dos se les pasará rápido la tontería? Solo os diré que aún tienen que pasar taaaaantas cosas...
Por cierto, a estas alturas os pregunto ¿quién os gusta más para Olivia? ¿Mikael o Luca? Los próximos capítulos estos dos tendrán mucho que decir.
En estos momentos llevo 34 capítulos escritos. No voy a llegar con esta historia a tiempo para los Wattys de este año, pero ya he apuntado "Una historia sin título" así que tampoco me preocupa. Así tendré tiempo de terminarla tranquila y la apuntaré para el año siguiente.
Dejadme comentarios, que se agradecen un montón. ¿Os está gustando la historia?
Pronto más. Un abrazo muy fuerte.
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