Capítulo 1

Una noche de viernes más en la maldita cafetería.

Mientras sirvo platos combinados y hamburguesas a medio instituto, me recrimino a mí misma por elegir este trabajo. Las conversaciones, las risas varios decibelios por encima de lo soportable y sobre todo ese tufo... No, no me refiero al de la comida, fritanga y salsas capaces de hacer reventar un corazón. Hablo del olor que desprenden ellos, todos y cada uno de los humanos encerrados en este pequeño espacio...

Sacudo la cabeza para intentar librarme del pegajoso y denso olor a sudor y otras secreciones que me saturan los sentidos mientras distribuyo los batidos en la mesa de las chicas populares de mi clase. Por supuesto ni se enteran ya que para ellas soy totalmente invisible y de la misma, me doy la vuelta y regreso a la cocina.

En cuanto atravieso el umbral y la puerta abatible se cierra tras de mí, respiro aliviada pues a ese otro lado, los vapores enmascaran cualquier otro olor y me evitan tentaciones.

—¿Mucho jaleo ahí fuera? —me pregunta uno de los cocineros—. ¿Esos chavales solo saben gritar o qué?

—Tienen las hormonas revueltas, Simón. No pueden evitarlo...

—Lleva lo de la mesa tres.

Genial, esperaba poder evitar al equipo de baloncesto. Son los peores y ni siquiera el hecho de que esté Martín es suficiente recompensa. Como no me queda otra, decido pasar el mal trago cuanto antes, así que cargo con la bandeja y salgo a toda prisa. Esquivo a varios chavales y llego hasta la mesa. Voy entregando los platos, intentando pasar desapercibida como con las chicas, pero a estos, les vale cualquiera con tal de entretenerse.

—Oye cuatro ojos, ¿por qué no te quedas un rato con nosotros?

Miro al chico sin entender a qué viene eso.

—¿Qué pasa Omar? ¿Ahora te gustan las empollonas? —ríe Gorka, mientras le da codazos.

—¡Qué mal tenéis que andar de chicas para que me hagas una proposición así a mí!

Veo cómo él abre la boca sorprendido y los demás se carcajean a su alrededor.

—Solo lo decía por hacerte un favor ¿eh? Parece que estás un poco necesitada...

La respuesta provoca una punzada en mi pecho y durante un instante me imagino cómo sería acabar con él de un solo golpe. Quien me saca de ese pensamiento es Martín que apurado se disculpa.

—No les hagas caso, entre los dos no tienen una neurona.

Le regalo una tímida sonrisa y regreso a la cocina mientras escucho a mis espaldas cómo ambos le protestan y se enzarzan en una estúpida discusión.

El olor a sangre me golpea como una bofetada y la bandeja se me resbala de entre los dedos. Busco a mi alrededor el origen y no tardo en descubrirlo: Simón se ha hecho un corte profundo y otro de los cocineros intenta detener la hemorragia.

Aparto la vista de él, tiene la chaquetilla salpicada y el trapo que envuelve la mano comienza a mostrar una enorme mancha roja. Allá donde mire hay gotas, en la mesa y también en el suelo. Sangre, sangre, sangre...

Comienzo a sentirme mal. La respiración se me acelera y la vista se me nubla. Es peligroso que continúe en este lugar. Yo soy peligrosa en este lugar.

—No es tanto como parece —me intenta tranquilizar Simón.

¡Ay, si él supiera lo que se me pasa por mi cabeza en este instante!

Mi jefe también se preocupa al verme.

—¿Estás bien? Pareces mareada.

Me cuesta concentrarme y tardo aún un par de respiraciones en poder hablar.

—La sangre, me marea. No puedo ver tanta... Tengo que irme.

Reprimo una arcada, lo que me ayuda a dar credibilidad a mis palabras. A trompicones salgo de la cocina. De camino a la salida trasera tomo mi bolso y ni siquiera me planteo cambiarme de ropa. O salgo ya de aquí, o se me va a ir de las manos.

En cuanto piso en el exterior, siento el aire fresco de la noche, pero ni siquiera eso es suficiente. Y lo peor es que no sé si seré capaz de llegar hasta casa.

¿Por qué elegí trabajar en un lugar así? Ahí es fácil que sucedan estas cosas. No podría haber optado por otra cosa como por ejemplo, no sé, ¿una biblioteca? Al menos, en ese lugar, el mayor riesgo sería que alguien se cortara al pasar de página.

Doy varios pasos y me tambaleo. Me siento caer en cámara lenta pero alguien, salido de la nada, me sujeta.

—Olivia, ¿estás bien?

Entre la neblina de mi mente distingo la voz de Luca y aunque me alegro de que haya detenido mi caída, no es una buena idea estar tan cerca de él.

—No... Simón se ha cortado y la sangre me marea. Me voy a casa —murmuro mientras me zafo de él.

—¿Quieres que te acompañe? —pregunta solícito.

Mala idea.

—No, tranquilo, ya se me está pasando. Además atajaré por el bosque y llegaré en nada.

—¿Seguro?

Hago un gesto de asentimiento y me alejo de él. Huele demasiado bien para permanecer a su lado. Sigo andando hasta tomar el camino que lleva al bosque, no porque vaya a llegar antes a casa, sino porque en estas circunstancias si no calmo el ansia que siento, haré una tontería mayor.

Ahora solo espero encontrar algo a lo que dar un buen bocado.

¡Hola gente de Wattpad! ¿Qué tal por ahí?

¡Empezamos fuerte! Apenas acabo de terminar "Una historia sin título" y comienzo a publicar "Una vampira novata". ¿Qué os vais a encontrar aquí? Pues obvio, una historia de vampiros, pero unos un poco raros o mejor dicho, "actuales", es decir ya no son vampiros puros sino una especie de híbridos entre lo que conocíamos hasta ahora y los humanos. ¡Culpa de la evolución!

Y aquí nos encontramos a una vampira joven, con poca experiencia que intenta ser una adolescente más. ¿Qué puede salir mal? Todo lo que se os ocurra y más.

Habrá acción, habrá amor y lo justo de salseo. Vamos, un poco de todo como me gusta a mí.

Y bueno, que ya me conocéis y sabéis mi estilo escribiendo. Y si sois nuevos y nuevas por aquí, espero que os guste la experiencia.

¡Bienvenidos todos y todas! ¿Preparados para lo que se viene?

Se os quiere. Besitosssss

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