Desconfianza

Enith:

El resto de la semana había transcurrido sin problemas, Rachele parecía estar bien y siguiendo las indicaciones del doctor Solon, ella no había presentado ningún signo ni síntoma, esto sin duda alguna me tranquilizaba de sobre manera.

El domingo por la noche se durmió temprano, había hablado con Astar Thesion, quién había pedido lo llamará Astar o Thesion fuera de consulta, recordaba que el padre de Jackson se llamaba Thesion, y él había sido una gran influencia para él, así que de niño decidió que si tenía un hijo, lo nombraría como su padre, al crecer había desistido de tener hijos, pero tras el nacimiento sorpresivo de este, optó por nombrarlo como su padre, de ahí el extraño nombre en pleno siglo XXI. El primer nombre fue cosa de su madre, aunque debía decir que le quedaba, era amable, caballeroso y empático, así que todo en el gritaba señor antiguo, no se lo diría por respeto, quizás a Jackson, pero no estaba segura de eso.

Cuando guardo todo lo de Rachele, decido darme un baño, uno largo, así que preparo la tina, pongo un playlist aleatorio de canciones en diferentes idiomas, muchos de ellos, había tenido que aprenderlos, al menos lo básico; para nuestras vacaciones en familia, pensar en eso me estrujo el corazón. Con lo de Rachele me ayudaba a no pensar en eso, concentrarme en ella me mantenía en pausa, terminaba tan cansada que caía en estado de inconsciencia en la cama, pero ahora que no había nada que me distrajera, es que el dolor volvía.

Cierro las llaves y me sumerjo en el agua, las canciones saltaba una detrás de otra, hasta que reconocí una en particular, era un cantante español, habíamos asistido a un evento dónde se presentaría de manera privada, recuerdo haberlas oído y quedar encantada, pero ahora, esa canción cobraba un sentido diferente, aunque no te pueda ver me recordaba a él, doblo mis rodillas y las llevo al pecho, comienzo a llorar bajo escuchando esa canción, mi cuerpo temblaba, ¿cómo puedes seguir cuando te falta tu otra mitad? Sentía que quemaba por dentro, los recuerdos se agolpaban en mi mente, de lo único que no podía arrepentirme, era de no aprovechar el tiempo con él, porque lo hice, y mucho. Habían sido ocho años que se sintieron como treinta, y ahora, lo único que me mantenía a flote eran mis hijos.

La música corre, pronto reconozco otra canción, sere nere, comienzo a llorar con fuerza, sabía que los medios hablaban de lo ocurrido, habían leído mi comunicado e incluso, que en Ragusa le harían un homenaje, porque no sólo era un gran empresario, también un gran ser humano que hacía eventos benéficos y donaba grandes cantidades a diferentes fundaciones a lo largo del mundo.

Me limpio las lágrimas como puedo, salgo del baño y me seco lo más rápido que puedo, enredo una toalla en mi cabello poniéndome una pijama de camisa y pantalón, reproduzco una y otra vez esa canción, tomo la urna de sus cenizas, voy a la cama y me siento abrazándola mientras lloro, mi vida se había resumido en esto, levantarme, ver a Rachele, revisar cosas de las empresas, comer e intentar no pensar, derrumbarme en las noches abrazada de la urna. ¿Era patético? Quizás alguien diría que sí, pero era en extremo doloroso, sólo podía pensar que esa parte del coro tenía razón: Di sere nere, che non c'è tempo, non c'è spazio e mai nessuno capirà, puoi rimanere, perché fa male, male, male da morire, senza te, senza te, senza te (De las tardes negras, que no hay tiempo, no hay espacio y nunca nadie lo entenderá, puedes quedarte, porque duele, mucho, bastante mal, sin ti, sin ti, sin ti). Era imposible que no doliera, incluso si sólo hubiésemos sido socios, dolería, pero lo amaba, jamás tuve que pensar en la idea de que no estuviera porque siempre creí que nos quedaríamos juntos hasta la vejez, que veríamos a Rachele crecer, ir a la universidad, viajar, conocer, casarse y cuidar a nuestros nietos, pero ahora eso se veía lejano, parecía algo irreal, como un vago y difuminado sueño.

Sabía que no todos los días serían así, de a poco dejaría de doler, algunos días dolería más que otros, pero hoy era uno de esos días dónde el dolor era insoportable, dónde sólo podía pensar en todas las cosas que pude hacer ese día diferente, aunque sabía que no era así, había hecho lo suficiente.

Acaricio la urna mientras lloro y recuerdo cada momento, sin saber en que momento, me quedo dormida.

Adley:

Hoy era la junta con Enith, me había levantado temprano, arreglado las cosas de Zack y había salido tras dar la instrucción a su niñera que lo acompañara al colegio.

El edificio parecía renovado, los contratistas que Bianchi había contratado se habían dado prisa, en dos meses habían logrado cambiar el edificio por completo.

Entro en la recepción, Clarisse estaba ahí revisando algunas cosas cuando me acerqué.

- Buenos días señor Cranston, pase a la sala de juntas –señala con su pluma–, en un momento irá la señora Bianchi –asiento caminando a dónde me indica, esta era una nueva sala, creo que conectaba con una de las oficinas, no sabía si a la de él o ella, aunque ahora, a saber quién ocuparía ese cargo.

- Buenos días caballeros –dice ella entrando, lucía un traje sastre negro, su cabello estaba recogido en un sencillo moño, lejos de hacerla ver desarreglada le daba un toque formal.

- Buenos días –decimos algunos, otros la observaban con desconfianza, sólo había visto las enormes ojeras en sus ojos, sabía que nuestra Rachele estaba bien, así que no era eso lo que causaba su estado de insomnio, quizás síntomas del embarazo o quizás lo extrañaba.

- He revisado sus propuestas, algunas las encontré, con todo respeto –mira a los hombres–, muy sencillas y comunes, hubo algunas que eran buenas pero –uno de los hombres alza la mano–, ¿sí señor McAllen? –le mira con una seriedad de muerte.

- Siendo sincero, usted no me genera ninguna confianza en los negocios, entre por su esposo, y lamento mucho su pérdida, pero no trabajaré con usted –cierra la carpeta, sonríe de lado sin humor.

- ¿Es por qué soy mujer?, ¿cree que estaba aquí porque lo mantenía entretenido? –pregunta alzando las cejas–. Entiendo, perdone usted que su frágil ego masculino no acepte que una mujer pueda ser buena en los negocios, así que si desea irse, adelante, sólo le voy a decir una cosa –alza su dedo–, una vez fuera no aceptó a nadie de vuelta, porque no me interesa hacer negocios con personas como usted, indecisas y estúpidas, y si alguien más se siente de la misma manera, pueden ir saliendo –señala la puerta con una fría calma, sus ojos ya no brillaban, es como si también se hubiese apagado su vida.

Veo a cinco de ellos ponerse de pie y salir, ella ni siquiera los ve salir, sólo habíamos quedado diez, no sólo me quedaba porque la amaba, sino porque confiaba en ella, sabía que Amirov no la habría puesto a cargo si no supiera lo que hace.

- Dijo que había revisado nuestras propuestas, ¿alguna le gusto más que otra? –pregunta Mark, éramos conocidos, salíamos de vez en cuando y hablábamos de negocios.

- Sí, justo tengo a la más llamativa, me parece algo innovador –saca la carpeta–, no lo había oído mencionar hasta ahora, y creo que vale la pena revisarlo a fondo, felicidades señor Yang, su idea de continuar usando las embarcaciones con las que contaba antes esta empresa trayendo casas armables, me parece bien, la cuestión ahora será evaluar el terreno, ya saben, datos sobre la efectividad de estas casas, los costos, pros y contras –asienten en respuesta, abrimos la carpeta que nos indica y comenzamos con la lectura, ella había agregado información, Yang presentaba las cifras y datos que había estado estudiando, era un buen mercado, los bienes raíces eran algo desconocido para mí, pero para él no, Enith le prestaba su total atención.

- Y según el sondeo realizado por mi compañía, muchos preferirían pagar por una casa ya hecha que construir una propia, además de que esto reduciría los incidentes de desastres debido a los materiales utilizados –dice terminando su presentación.

- Bueno caballeros, tienen toda la información, repásenla en sus casas y nos vemos en la siguiente junta, les pedí algo para comer, me retiro un momento –asentimos mientras entran dos meseros empujando carritos, colocan los platos frente a nosotros, colocan botellas de agua y una gaseosa antes de irse, muerdo mi labio, tenía curiosidad, ¿estaría hablando con nuestra hija?

Quería verla, aunque no sabía si ella me lo permitiría, no la veía muy feliz con la idea de mí estando cerca de ella, quizás debía cambiar la estrategia, pienso en una mientras como.

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