Capítulo XXXI: El viaje a Kyoto (Parte 2)
Miku desapareció. Aunque eso no es del todo correcto. Solamente está en una habitación del hotel donde toda la clase se está hospedando actualmente.
Fuutarou y Yotsuba la habían estado buscando, pero no la encontraron hasta que regresaron al hotel. Se negaba ver a alguien y según lo que me dijo Nino, estaba destrozada.
El problema con el amor es que siempre habrá una tercera persona lastimada en el proceso. No siempre es con un gran desarrollo feliz y cursi, yo mismo lo sé.
Es demasiado complejo.
Suspiré cuando salí de la habitación que comparto con los chicos. Era más de la medianoche y lo único que me impedía dormir eran los ronquidos insoportables de Maeda.
No sé cómo estos dos duermen como bebés con ese ruido. Tal vez una bebida me haga dormir un poco más.
Con eso en mente, fui a la máquina expendedora que se ubica en el lobby. Normalmente los maestros que vigilan los pasillos, pero tal parece que ellos tienen su propia fiesta.
“Vaya día más extraño”. Suspiré para mí mismo mientras escogía una bebida fría de la máquina.
“¿Y me lo dices a mí?”.
Me di la vuelta para ver a la mujer que estaba hablando.
“¿Nino…? ¿Qué haces aquí?”.
“Eso debería preguntar yo”. Se cruzó de brazos y me miró con el ceño fruncido.
Que linda. Está en pijama. No, espera, concéntrate.
“No puedo dormir con uno de mis compañeros roncando fuertemente”. Suspiré con pesadez mientras abría mi lata. “¿Y tú?”.
“No puedo dormir por… ya sabes. Miku”. Desvió su mirada hacia otro lado.
“Sí… ¿Cómo está ella?”.
“Está en su habitación y no quiere salir”. Se frotó el brazo, luciendo preocupada por su hermana. “No sabemos qué hacer”.
“Tranquila, sé que encontrarás una forma de ayudarla”. Puse mi mano en su hombro. “Ven conmigo”.
“¿Eh? ¿A dónde?”. Preguntó cuando tomé su mano y la llevé conmigo.
Con una sonrisa, respondí. “Ya lo sabrás”.
La arrastré detrás del hotel, donde hay un enorme bosque verde. He investigado este lugar y he descubierto algo increíble y que estoy seguro que le gustará.
“E-está haciendo fr-frío”. Sentí su mano temblar cuando el viento helado de la noche nos chocaba al cuerpo.
Cierto, solo tiene su pijama puesta.
Para poder calentarla, envolví su cintura alrededor de mi brazo y la acerqué hacia mí. “¿Ya está mejor?”.
“S-sí. Gracias, Kai-kun”. Nino me ofreció una sonrisa y un sonrojo mientras se acurrucaba más a mí.
Con esa cercanía e ignorando el hecho que su cintura es muy firme y suave, la llevé a un pequeño espacio del bosque. Una pequeña cascada y un lago que estaba oculto a la vista del público en general.
Una pequeña sonrisa creció en mi rostro cuando vi la expresión de asombro de Nino.
“En general, este lugar no es muy visitado ya que nadie lo conoce. Pero si investigas con Google Earth, te llevas una gran sorpresa”.
“Es increíble…”. Fue lo único que pudo decir cuando vio la cascada, el lago y las pequeñas flores creciendo en el campo.
“Y todavía falta la cereza del pastel. Ven y no hagas ruido”. En silencio y con lentitud, fuimos al centro del campo, y le indiqué que nos sentaramos en el suelo.
“¿Qu-”.
“Shh”. La callé poniendo un dedo en sus labios.
Pasé mi mano sobre la hierba verde que nos rodeaba. Y al hacerlo, cientos de luciérnagas salieron e iluminaron el lugar.
La sorpresa de Nino no tenía precio. Pues sus ojos me decían que lo que veía era como un lugar mágico.
“Es como un cuento de hadas”. Dijo Nino completamente fascinada.
“¿Verdad?”. Sonreí para luego mirar el cielo estrellado. “Cosas así nunca sucede en la ciudad”.
“No es eso”. Negó con la cabeza.
“¿Eh?”. Volteé mi mirada hacia Nino. Ella me miraba con amor.
“Mi príncipe azul me mostró algo muy hermoso y maravilloso. Gracias”. Susurró antes de besarme, el cual yo no me negué.
Este beso no era como los anteriores, tan necesitados y salvajes, sino fue uno amoroso.
Un minuto pasó y lentamente nos separamos. No dijimos ni una palabra, solamente dejamos disfrutar el momento en la naturaleza.
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El segundo día del viaje escolar se vio interrumpido en la mitad debido al cambio de clima. Empezó a llover y eso nos obligó a todos a volver al hotel.
El tercer día, con el clima mejor que ayer, nos dividimos en grupos de A hasta la E, y por supuesto nosotros cuatro elegimos la E.
“Entonces, ¿a dónde demonios vamos?”. Preguntó Maeda mientras veíamos el mapa.
“Hay muchos lugares y tan poco tiempo”. Analicé los posibles sitios a donde ir y se me ocurrió algunas. “¿Qué les parece si va a-”.
“¡Ah, Nakano-san! Nos volvemos a encontrar, ¿no?”. Takeda me interrumpió y saludó a Miku, quien había pasado sigilosamente detrás de nosotros.
Pero, al ser descubierta, escapó corriendo de nosotros.
“Jaja… salió corriendo”.
“Tal vez te odia hasta los huesos”.
“A este paso jamás terminará esto”. Suspiré antes de empujar levemente a Fuutarou. “Ve, idiota”.
“Ya lo sé”. Dijo antes de ir por ella. “¡Miku, deten-”.
“¡Ugh!”. De repente, Miku chocó con alguien (Nino) disfrazada de campesino, haciendo que caía al suelo.
¿A eso llamas ser sigiloso, Nino? Por suerte ellos no pudieron identificar que eras tú disfrazada.
“Miku, ¿estás bien?”. Fuutarou preguntó preocupado mientras se acercaba a ella. “Debes fijarte por dónde vas”.
No pude ver bien debido al cuerpo de Fuutarou, pero debo suponer que Miku se sonrojó al verlo.
“¡A-adiós!”. Miku se despidió mientras se levantaba rápidamente y volvía a escapar.
“¡Ah, oye!”.
““¡¿A alguno le gustaría vestirse como un general Sengoku?!””.
No sé de dónde vino las voces de Ichika y Nino, pero eso hizo que Miku se congelara en el acto ante la idea de disfrazarse como general.
Muy sutiles, chicas.
“Dijeron vestirse, pero eso del cosplay es vergonzoso”. A Maeda no le gustaba la idea.
“Oh, vamos. Al lugar donde vayas, has lo que veas. Obviamente tú también lo vas a intentar, ¿cierto, Uesugi-kun?”. Preguntó Takeda.
“No”.
“Que lástima, creo que te quedaría bien”.
“Odio admitirlo, pero Tamako, quiero decir, Takeda tiene razón”. Me froté detrás de la cabeza para ser más convincente. “Pruebate uno, ¿qué dices?”.
“Ni muer-”.
“Pagaré por el tuyo”.
“¡Si tanto insiste, supongo que lo haré!”.
Fácil de manipular. Reí internamente. “¿Y tú qué dices, Miku? También quieres disfrazarte, ¿no?”.
Ella no me dijo nada, pero asintió.
Je, cayeron.
Fuimos a la tienda de disfraces 'Drama de época', la única tienda que alquila disfraces de la antigua época Sengoku.
Por elección, me dieron uno negro, haciendo lucir el más genial samurai de la historia.
Debido a que los demás tardaban, fui el primero en salir en silencio y dirigirme hacia otro lugar. Después de todo… tengo un trabajo que hacer.
Pov. Narrador…
No muy a lo lejos, una figura misteriosa vestida de ninja o algo así, visualizaba a Miku salir de la tienda de disfraces. Estaba escondido desde los tejados y sabía que era momento de atacar. Con un arco y flecha en sus manos, apuntó a la cabeza de la quintilliza.
*Bang*
Una bala atravesó la punta de la flecha, destruyéndola. Fue un disparo silencioso, cosa que nadie lo oyó.
“Vuelve a intentar eso y la próxima bala irá directo a tu cerebro”.
El ninja volteó la mirada y vio que en el tejado de la casa de a lado había un samurai de kimono negro con un antifaz de zorro blanco que disfrazaba su rostro. Ese era Kai portando una pistola con silenciador.
“No fuiste tan sigiloso como creías, ¿eh? Detecté sus movimientos desde que comenzó el día”. Una sonrisa apareció en el rostro de Kai. “Suelta ese arco y… espera, ¿no eran dos?”.
Los ojos de Kai se abrieron y retrocedió hacia atrás cuando el segundo ninja apareció e intentó cortarlo con su katana. Sin embargo, no pudo esquivarlo por completo y su arma fue cortada a la mitad.
“¡Oye! ¡Esa arma era de colección!”. Kai se quejó enojado.
Los dos ninjas se pusieron en posición de ataque, uno con su katana y el otro apuntandolo con su arca y flecha.
“Tks. Dos contra uno es trampa”. Kai arrojó su arma inútil por ahí. “Muy bien, idiotas, adivinen quienes tendrán sus traseros pateados. Alerta de spoiler: no soy yo”. Dijo mientras hacía una pose de boxeador.
CONTINUARÁ
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