[9] ♡El Fin de Semana♡
Y ya estábamos aquí, en el Redwood National Park.
Este sitio era sumamente hermoso, las maravillas de la naturaleza que hay aquí me han dejado sin aliento.
Estábamos todos los estudiantes de último año en un gran grupo siendo atendidos por un guía turístico mientras que nuestros profesores nos seguían desde atrás junto a la mayoría de los guarda espaldas que poseía cada estudiante.
Hale la correa de la mochila que tenía sobre mis hombros y observé maravillada el lugar. Como desearía que Kiara estuviera aquí. Y sí, mi mejor amiga no estaba para acompañarme en este loco fin de semana, ya que ayer después de clases, llegó a casa con muchos puntos rojos en el cuerpo y su doctor le ha diagnosticado sarampión.
Iba a estar sola.
Detrás de mí los Lewis venían a unos metros de distancia con rostros asqueados viendo a nuestros alrededores. Jung daba pasos fuertes en la tierra en tanto soltaba gruñidos porque odiaba estar en este tipo de ambiente. Thiago tenía la cara arrugada sintiendo repulsión mientras que con una lata de protector contra insectos se lo echaba a cada animalito que veía y se apegaba a Jung al ver los mosquitos queriendo picarlo. En cambio Jayden permanecía en silencio oyendo su música y veía a sus costados tarareando una canción relajante.
—Jayden, vinimos aquí para desconectarnos de la tecnología—replica el profesor.
El castaño se saca un audífono y mira al hombre con una ceja alzada.
—¿Es usted el que soportará los quejidos de estos idiota?—insinúa señalando a sus hermanos y el maestro niega con la cabeza devolviendo su vista al frente—lo supuse—volvió a escuchar sus notas.
Nos sumergimos en la inmensidad del bosque y nos encontramos con altos árboles que me daban una sensación tenebrosa.
La niebla se cuela por las ramas para dar un efecto de humedad constante.
El espectáculo llega cuando entramos a un área en donde yacen varias casas modernas y pequeñas hechas de madera. En esa zona, el sol comienza a colarse por las ramas y crea un efecto de colores diferentes que no había experimentado nunca. La niebla baja y las altas precipitaciones hacen que el bosque huela de una manera especial.
El guía se sube a un tronco que está en el centro del círculo de casas para campistas y sonríe carismáticamente.
—Este es el fin de nuestro recorrido. Se hospedaran en este campamento y esta tarde comenzaremos con el itinerario. A continuación, el profesor Marlens les dirá con quienes compartirán cabaña—el chico se baja del tronco y le da espacio al profesor que comienza a nombrar a cada alumno.
Siento como alguien se inclina detrás de mi sobre mi hombro y susurra unas palabras en mi oído.
—Espero que me toque contigo—musita con fanfarronería Thiago en tanto me doy vuelta para encararlo con cara de póker.
—Solo hay cinco cabañas, así que hombres y mujeres deberán compartir—varios silbidos y ovaciones se escucharon y el profesor rodó los ojos—son grandes, así que cada uno podrá tener su propia habitación—ahora se oyeron abucheos.
—Yo pido con Kya para ver si termino con la misma suerte que ella—vociferó un chico con voz burlona y todos rieron por su comentario.
Bajé la cabeza con las mejillas rosas y Thiago, Jung y Jayden le regalaron una mirada al chico llena de veneno provocando que éste pasara saliva ante los ojos amenazantes de los tres.
—Ya dejen el alboroto—pide el otro profesor que vino con nosotros, el maestro Nick de literatura—no les hagas caso, Kya—me sonríe comprensivo y hago un mohín asintiendo.
El profesor Marlens se aclara la garganta tratando de llamar la atención de los estudiantes y nos detalló a todos con su típico semblante cansino.
—En la primera cabaña estarán Diane, Archie, Eugenia, Irene y William. La guía a cargo de ustedes será la señorita Grace.
Una mujercita aparece con el uniforme del campamento y se lleva al grupo hacia su cabaña.
El profesor siguió nombrando los grupos hasta que quedamos solo seis estudiantes en espera de ir a nuestro lugar de hospedaje.
—Y finalmente, Jung, Thiago, Jayden, Cassie, Dylan y Kya estarán en la última junto con el joven Arthur—anuncio el hombre y todos nos miramos entre sí.
Esto no podía ser real. No podía serlo. No ahora.
—Profesor Marlens—Cassie alza la mano—yo no compartiré cabaña con ésta—me señala sin nada de pudor y ruedo los ojos por como se refirió a mi persona.
—Eso no es de mi incumbencia, yo ya dije los grupos y así se quedarán—el nombrado la ignora.
Veo a la pelirroja bufar por frustración y le lanza su maleta de malas ganas a sus guardias para que las lleven a su alcoba. Thiago me mira con picardía, Jung vuelca los ojos y Jayden sigue de largo escuchando sus bandas.
Quedé yo sola junto a Dylan y al sentir la presencia del chico mis piernas se convirtieron en gelatina.
Él se gira a verme y me sonríe de esa manera tan encantadora como suele hacerlo y el ardor se apodera de mi anatomía ante la simple idea de recordar que estaremos en la misma cabaña.
—Dame tus maletas, le diré a los míos que las carguen—se ofrece tomándola de mis manos y suelto titubeos sin sentido.
—G-Gracias—agradezco cuando se las entrega.
—No hay de que—me guiña un ojo y una risita se escapa de mis labios—ven, vamos a ver la cabaña—alega caminando, pero se detiene a unos centímetros en espera de mis pasos.
Lo sigo a tropezones y después de unos minutos llegamos a dichoso aposento.
Este sitio era sumamente hermoso y lleno de lujos que me dejaban embelesada. Una de las muchas comodidades que me brinda estudiar en un instituto como este es todas estas cosas.
Era una cabaña de techo de madera y paredes principales hechas de vidrio como ventanales gigantescos. Era cálido y te daba un aire silvestre. Todo era de colores tierras y estaba lleno de muebles de variados tamaños junto con seis habitaciones, una para cada uno. La casa era de dos pisos y en el último se encontraba cada alcoba.
Miro todo asombrada y los hombres de Dylan dejan nuestras maletas en el suelo en tanto él les dice que ya pueden retirarse junto a los otros.
Todos se encuentran en la sala de estar, cada uno con una expresión diferente de fastidio.
—Lo esperaba más grande—escupe Jung y Thiago asiente confirmando las palabras de su hermano.
¿Más grande? Si esta cosa era inmensa.
Si ellos esperaban más no me quiero imaginar como será su hogar por dentro.
De repente, la puerta de la cabaña es abierta y el mismo chico carismático que nos guio hasta este lugar entra con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Sean muy bienvenidos!—exclama eufórico—mi nombre es Arthur Deep y seré su guía este fin de semana—junta sus manos feliz—por ahora pueden ir a dejar sus maletas y ponerse el respectivo uniforme para así comenzar con las actividades que darán inicio luego del almuerzo—nos detalla a cada uno—ahora los dejaré descansar y pasare por todos a las doce.
Se aleja haciendo una rápida reverencia.
Todos quedamos en silencio y Thiago es el primero que decide romperlo.
—Bueno...—habla haciendo cara inocente—yo compartiré habitación con Kya.
—Hay habitaciones para cada uno idiota—reprocha Jung.
—Yo me iré a dormir—Jayden le resta importancia a la situación y sube por las escaleras de madera al segundo piso.
—Esto es una estupidez, no planeo compartir cabaña con ella. Ni siquiera sé que hace aquí, es una maldita pobre que se apoya de una tonta beca—Cassie me observa con desagrado.
Su oración es como un veneno para mi orgullo y me siento un poco mal al oírla.
—No le hables así, por favor—interviene Thiago y Cassie chasquea la lengua con ironía.
—Realmente no te soporto—se dirige a mí.
—Pues el sentimiento es mutuo cariño—espeto de manera sardónica.
—Oigan chicas, ya dejen de discutir—Dylan se interpone y los Lewis restantes lo miran con una cara de ¿es en serio?
—Deja que hagan lo que quieran. Si se quieren pelear como gatas, déjalas y ya—Jung se encoge de hombros y toma su maleta y la mía—vamos Kya, te acompañaré a tu habitación.
Captando su ayuda, lo sigo sintiéndome enfadada y preocupada por la simple idea de compartir cabaña con Cassie. No entiendo el gran odio que me tiene, pero ese sentimiento se está volviendo mutuo.
Abro una habitación y Jung entra a ella dejando mi equipaje en el suelo. Permanezco descorcentada visualizando el lindo cuarto, pero un extraño dolor se apodera de mi estómago.
Jung nota que algo no está bien y se acerca a mí con la intención de apoyarme.
—No le hagas caso a Cassie, ella no sabe de lo que habla—me acaricia el hombro.
—Todos creen eso.
Una lágrima baja de mi mejilla, pero rápidamente la seco para que Jung no la vea.
—Deja que el mundo crea lo que quiera, ellos no merecen tus lágrimas—seca mis ojos con la yema de sus dedos cuando más de ellas escapan—nadie las merece—me sonríe pasándome un mechón del cabello detrás de mi oreja.
Su mirada se torna tierna y me muerdo los labios viendo mis pies.
—¿Por qué siempre me miras así?—pregunto en un susurro.
La comisura de su labio se eleva.
—Siempre me ha gustado ver los templos más maravillosos del mundo y tú eres uno ante mis ojos.
Oírlo hace que mi corazón se acelere y no tenga la valentía de encararlo. Mis manos tiemblan cuando él da un paso hacia mí y por instinto, alzo la cabeza para fijarme en su rostro pálido y tan liso como la porcelana. Sus párpados achinados se encogen al sonreír y mis emociones se descontrolan al verlo así.
—¿Jung...?—mi voz sale inaudible, casi como si diera un jadeo.
Su cercanía me intimidaba, pero a la vez me incitaba a quedarme en mi puesto.
Su mano sube para acariciar mi cara y mis labios se entre abren cuando él los ojea. Mis piernas flaquean y veo como todo se detiene por un segundo al percibir en mi boca un sabor dulce, como si algo me acariciara sedosamente. Y ahí caí en cuentas de que estaba siendo besada por Jung.
Estaba besando a alguien..... ¡Estaba besando a alguien maldita sea!
Sus labios se mueven sobre los míos con agilidad y yo como una inexperta trato de seguirlo. Sus manos viajan hasta mi cintura y me atraen más hacia su cuerpo, mis brazos se enrollan alrededor de su cuello y cierro mis parpados dejándome llevar por la exquisita sensación que esto me transmite.
Poco a poco él fue extremando su contacto hasta convertirse en un beso frenético y desesperado.
Sus labios eran suaves y parecían estar hechos de pétalos de camelias. Creía que este beso sería sempiterno, ya que ninguno de los dos daba indicio de querer separarse, pero yo terminé haciéndolo para tomar aire.
Nuestras miradas se conectaron al instante y las fuertes respiraciones de ambos resonaban en la habitación.
El silencio se llenaba con nuestra falta de aliento y ninguno se alejaba del otro, sino que simplemente nos quedábamos en la misma posición, pero sin unir nuestras bocas.
Mi rostro estaba rojo, de eso estaba segura.
—Lo siento....—se disculpa sin apartar sus ojos de los míos—no lo pude evitar.
No sabía a hacer o decir, aún no procesaba del todo lo que había ocurrido.
Me separo de él dando un puntapié con el semblante enrojecido entre tanto él se pasa la mano por el cabello, abrumado.
—Nos acabamos de.....—no puedo completar la frase.
—Besar—Jung sigue por mí y presiento que se avecina un ataque de pánico—mierda—masculla aterrado.
—¿Qué? ¿Tan mal beso?—inquiero al verlo tan estresado.
—Mierda—vuelve a reprochar.
—Podrías dejar de decir mierda—reclamo con los brazos cruzados.
—¡Mierda!—se acerca a la puerta.
—Cálmate, ¿Puedes?—demando dándole una bofetada para que reaccione.
Él parpadea varias veces adaptándose a la realidad y me mira fijamente tocando mi cara.
—Besas increíble—dice acunando mi rostro.
—¿Gracias?—respondo confundida por su severo cambio de actitud.
—Este será un fin de semana largo—habla después de descifrar la interrogativa en mi expresión.
—Sí que lo será—musité anonadada.
—Le gritare al mundo que al fin pude besar a la chica más hermosa en este universo—sonríe y observo mis pies avergonzada.
Experimento algo nuevo en el centro de mi estómago y un aire de intimidad se apodera de nuestro alrededor. La ferocidad arrasadora de lo irreconocible, lo irreprochable me llena.
Era una emoción que jamás había sentido antes y eso me daba miedo.
—Jung, hagamos que esto solo quede entre ambos—suelto en un hilo de voz y él ladea la cabeza sin comprender.
—¿Por qué?—interroga como un niño pequeño.
—Porque....—no tengo palabras para definir la tormenta de emociones en mi interior.
—No importa—dice con una calma poco común de él, pero que agradezco inmensamente—sé que tal vez no te sientes preparada para dar el siguiente paso—con su pulgar acaricia mis labios—pero me siento feliz en ser el primero que ha probado esto—lanza casquivano y me relamo los labios conteniendo el suspiro que me arrebatan sus palabras.
Jung podría seducir a cualquiera con esa sonrisa en la deja entrever su dentadura tan blanca e insinuadora. Sus ojos también, podrían llegar a dominar al mundo entero y por supuesto traspasar todas las paredes del corazón de una mujer.
No puedo evitar mirar sus labios juguetones, traviesos, atrevidos y retadores, sin recordar la escena de hace unos minutos. Se remoja la voluptuosidad lentamente por todo el contorno con la lengua.
—Te dejo descansar.
Toma el pomo de la puerta y la abre sin dejar de contemplarme haciéndome sentir una obra maestra frente a su latente mirar.
—Nos vemos más tarde—se despide sin eliminar la sonrisita conmocionada que decoraba su semblante y sale dejándome sola en esta inmensa habitación.
Un vacío llena estas cuatro paredes y me lanzo de espaldas sobre la cama tomando una almohada y ahogando un grito de niña emocionada con ella.
Termino en posición estrella y detallo el techo pasándome la yema de los dedos sobre mis labios aún sintiendo los de Jung contra ellos.
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Nota de la autora: Las #TeamJung ya pueden empezar a gritar♡
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