Capítulo 30: Una mancha en medio de la alegría

Brandon:

Ya habían pasado más de un mes desde que empecé a salir con Laura, todo marchaba bien, en ese tiempo ya hemos conocido más de cada uno y debo admitir que la estaba queriendo un poco más cada día. Podría decirse que lo nuestro va por buen puerto, ya que no hemos tenido problemas serios, solo algunas discusiones estúpidas que se resolvían con abrazos y besos, al fin y al cabo, solo eran tonterías que ponían en prueba nuestra madurez, se trata de esas cosas que define si a futuro estas apto para estar sanamente en una relación y no causarle daño a nadie. Hemos estado saliendo mucho, ya sea en fiestas o simplemente vamos a cenar juntos, también vemos películas, creo que poco a poco estamos construyendo una relación sólida.

A mis amigos también les estaba yendo relativamente bien, en especial a Justin quien se lo ha visto bastante cambiado, ya no va a fiestas ni trae chicas cada noche, ahora la única que vemos por el departamento es a Camile, junto a Emma ya nos hemos acostumbrado a su presencia, hasta podría decirse que es ya una más de nosotros, pues es una persona muy buena, y en gran parte la admiro pues ha logrado cambiar el rumbo de mi amigo quien estaba algo perdido antes de ella. Incluso su relación con su padre ha cambiado bastante, ya no los escuchamos discutir o que el señor Anderson le esté reclamando cosas. Realmente me he alegrado mucho por eso.

Por ultimo mi querida amiga Emma, quien ha sufrido más de la cuenta, teniendo que cargar con la culpa por lo ocurrido con su hermana, todo ha sido tan fuerte para ella que incluso estuvo a punto de saltar de un puente. Pero afortunadamente eso ha quedado atrás y una luz está brillando al final del túnel para ella, pues ha vuelto a ser ella misma poco a poco, ha regresado a trabajar, se le ve más sonriente, hasta ella misma decía que estaba volviendo a vivir la vida plenamente, aunque solo le faltaba una cosa. Todo iba bien, todo era noticias buenas, pero la mejor noticia que pudo haber recibido fue la llamada que recibió dos días antes de su cumpleaños, ese día le habían llamado del hospital diciéndole que su hermana había despertado del coma. Tan fuerte fue la noticia para ella que incluso se le cayó el teléfono destrozándose su pantalla, pero era lo que menos le importaba en ese momento.

—¡Emma! —exclama Justin corriendo tras de ella—, ten cuidado no arrolles a todo el mundo.

En medio de la corrida no pude evitar reír, pues estamos corriendo por los pasillos del hospital donde tienen a Nataly, Emma corría a toda velocidad, esquivando a enfermeros y a cuantas personas se aparecían por el pasillo, yo pienso que ahora mismo le gana una carrera al mismísimo Usain Bolt.

Llegamos unos instantes detrás de ella y nos quedamos parados en la puerta de la habitación contemplando una de las escenas más emotivas de nuestras vidas. Emma estaba parada mirando a su hermana con los ojos totalmente aguados, luego estaba Nataly sentada en la cama, muy pálida claro, pero con lágrimas contenidas en los ojos, segundos después ambas hermanas estaban abrazadas hundidas en un profundo llanto. 

—¡Hermana! —exclamaba Emma en medio de su llanto.

—Emmita—le contestaba la otra.
Tanto Justin estábamos observando su reencuentro, y hasta podría asegurar que él también estaba con algunas lágrimas por la emoción que contagiaba la escena, porque yo no pude evitar que mis ojos se hayan aguado.

Por otra parte estaba el doctor, el mismo de aquella vez que la quería desconectar, también estaba una enfermera, ambos personales de blanco estaban boquiabiertos observando una y otra vez una pantalla y algunos papeles, al parecer no podían creer lo que estaba sucediendo. Realmente nadie podía estar creyendo esto, contra todo pronóstico Nataly ha despertado, prácticamente y tristemente todos la daban por muerta, pero esto es una demostración que los milagros si existen.

—Vaya esto es muy fuerte—comenta Justin frotándose los ojos.

—Tienes razón, ha sido muy emotivo.
Ambas hermanas se han separado de su largo abrazo.

—Te he extrañado tanto—musita Emma—. Perdóname, por favor.

—No hay nada que perdonar—Nataly la toma de las manos—, yo también tuve la culpa aquella vez.

—¡Esto es increíble! —exclama el doctor captando la atención de todos—. Nunca pensé que fuera posible se despertar—vuelve a mirar al monitor—, simplemente increíble, voy a notificar al neurólogo para que le haga unos chequeos.

—Está bien doctor—le dice Emma.

Luego el doctor desvió su vista a Nataly y le dijo:
—Bienvenida de nuevo señorita Nataly.

Ella tan solo asintió y el doctor salió de la habitación seguido por la enfermera.

—Hola Nataly, es un placer verte despierta de nuevo—le dice Justin con un toque de broma.

—Y Justin siendo Justin—le contesta ella, él se acerca y le da un corto abrazo.

Luego ella se percata de mi presencia también y me sonríe:
—Y sus gafas lo convierten en Brandon, el intelectual—me dice, ella me solía decir así antes.

Me acerco a ella para abrazarla —Es genial verte así, bienvenida.

En estos momentos nadie dice nada, creo las palabras estarían demás, este es un momento único para todos en especial para Emma, ella sonríe como nunca antes, aunque su sonrisa va acompañada de algunas lágrimas que bajan pos su mejilla.

—¿Ya le has avisado a tu madre? —pregunto Justin.

—Los doctores ya la han llamado, estarán aquí en quince minutos máximo.

—¿Justin que te parece si vamos por un café? —mi amigo asiente con la cabeza—¿Van a querer algo? —pregunte mirando a las chicas.

—Por el momento no, gracias—me contesta Emma.

—Yo por el momento no puedo consumir nada aun antes de que el neurólogo me haga algunos chequeos—comenta Nataly—. De todos modos, gracias Brandon.

—No hay de qué.

Le hago un ademan a Justin y ambos salimos de la habitación, caminamos hasta el final del pasillo donde se encuentra una cafetera, llegamos y me sirvo un café en un vaso desechable, mi amigo hace lo mismo.

—Por fin todo está mejorando—comenta dándole un sorbo a su café.

—Sí, tienes razón—asiento pensando en todo lo que ha pasado—. La tormenta está pasando para ella.

—Enhorabuena.

En ese momento a lo lejos aparece la madre de Emma junto a su otra hija Melany, ambas caminan apresuradamente con clara emoción reflejadas en sus rostros. Ya nos imaginamos el estruendo de alegría que se ha de armar allá dentro.

—Creo que debemos festejar esto—dice Justin entonces.

—Es cierto, sería bueno hacerle una fiesta a Emma por su cumpleaños o un festejo entre nosotros, sabes que no le gusta hacer cosas grandes por su cumpleaños.

Observo mi celular para saber la hora, y me doy cuenta de que tan solo me quedan cuarenta minutos para mi clase.

—Mierda.
—¿Qué sucede?

—Tengo clases en cuarenta minutos.

—Es cierto, yo también tengo clases hoy por la tarde.

Ambos nos frustramos porque tendremos que irnos del hospital, ya que ambos queríamos acompañar a nuestra compañera el día de hoy.

—No nos queda otra opción más que dejar a Emma aquí—espeta Justin.

—Bueno, al menos su madre ya está aquí.

—Bien, vamos.

Cuando llegamos hasta la habitación, todas estaban saliendo ya que el neurólogo ya estaba presente junto a dos enfermeros quienes iban a llevar a Nataly a otra sala para que se haga alguos chequeos correspondientes.

Todos nos quedamos en el pasillo viendo como se la llevan.

—¡Esto es un milagro! —exclama la madre de Emma con mucha emoción.

—Sí que lo es—dice Melany.

—Emma—ella se gira hacia nosotros, su rostro expresa felicidad pura—, nosotros nos tenemos que ir.

—Tenemos clases—complementa mi amigo a mi lado.

—Oh está bien—dice ella—. No se preocupen mamá ya está aquí, solo tendremos que esperar que le hagan los chequeos, luego será trasladada a una sala común.

—Entiendo.

—Así que pueden ir tranquilos.

—Volveremos por la noche, por si necesitan algo—musita Justin.

—Gracias chicos—ella nos abraza a los dos—. Los quiero.

—Nosotros también—contestamos al mismo tiempo.

Luego nos despedimos de todos para salir del hospital en el auto de Justin, de camino nos detenemos en nuestro edificio para tomar nuestras cosas y así marcharnos a la universidad.

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Luego de dos inagotables horas de psicometría, me dirijo al baño, para posteriormente ir al café, en donde pretendo empezar un largo trabajo que nos ha dejado el profesor.

Esta clase deberíamos haberla tenido por la mañana, pero como el profesor había dicho que no iba a poder por un asunto familiar, pasamos la clase para la tarde. La universidad se encuentra vacía, al menos en nuestra facultad, eso se debe a que las clases son solo de mañana y noche, por las tardes solo se encuentran algunos docentes o el personal administrativo que generalmente se la pasan la mayor parte del día en sus salones, tecleando sus computadores y atendiendo a los alumnos. Por el campus solo se ven a algunos alumnos hablando, otros estudiantes simplemente se están yendo.

Cuando llego al baño, ingreso directamente a uno de los cubículos para orinar, tenía unas tremendas ganas desde de la mitad de la clase, pero como la materia era algo complicada, decidí aguantarme las ganas e intentar concentrarme, aunque esto último me resulto algo difícil cerca del final de la clase. Salgo del cubículo para dirigirme donde se encuentran los lavatorios y el enorme espejo, cuando estoy finalizando mi lavado de manos escucho unos pasos, alguien está ingresando. Termino de secarme las manos con una toallita desechable, levanto la mirada y la veo a través del espejo. Es ella.

—Margot—digo su nombre girándome hacia ella.

¿Qué estará haciendo en el baño de hombres?

—Hola Brandon—dice ella con una sonrisa llena de malicia—, ha pasado mucho tiempo.

—Sí, bastante—asiento—¿Qué haces aquí en el baño de hombres?

—Tranquilo, muchas chicas entran a menudo aquí, ya sabes para qué.

—¿Ah sí?, pero este no es el caso.

—¿Quién lo dice? —levanta una de sus finas cejas.

—Pues yo lo digo—trato de sonar lo más firme posible, pero inexplicablemente siento que me estoy debilitando ante ella.

Ella se acerca dos pasos hacia mí.

—¿Qué sucede Brandon? —pregunta—. Antes te morías por besarme—dice acariciando sus labios con su pulgar—, y ahora me rechazas.

—Eso era antes, ahora soy otro, además que he conocido a alguien y la quiero.

—Ya lo veo—asiente mientras se aproxima una vez más, la distancia entre nosotros es más que diminuta—. ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Adelante.

Vuelve a acercarse, esta vez la distancia ya no es ni de un metro, estamos a centímetros y una fría gota de sudor se desliza por mi frente cayendo por la punta de mi nariz.

—¿No pudiste conseguir una chica que no sea rubia?

Para este momento mis piernas comienzan a temblar, no entiendo porque me está pasando esto, no sé cómo, pero ella me está tumbando.

—¿Es que acaso no logras superarme? —lleva una de sus manos a mi rostro para darle pequeñas caricias, pero la detengo tomando su mano.

—Basta Margot.

—¿Acaso me extrañas tanto que elegiste a alguien de mí mismo color de pelo?

Acerca su rostro al mío, pero giro mi rostro mirando a un costado.

—Detente por favor.

—¿Y si no quiero? —susurra cerca de mi oído—¿Qué me vas a hacer?, ¿me vas a hacer tuya, como aquella vez en el baño de la casa de Kelly?

Su respiración choca por mi cara, siento que voy a explotar en algún momento.

—¿Te acuerdas de aquel día?—vuelvo a mirarla a fijamente—¿te acuerdas?

Cierro los ojos apretando fuertemente los parpados y respondo:
—¡Sí, me acuerdo, era una fiesta estaba muy bebido, fui al baño tú me seguiste, estabas muy sensual en la puerta, yo te miraba como si tuviese hambre y paso!

Abro los ojos y la veo sonreír, ha logrado su propósito, causarme un dolor con un recuerdo que estaba borrando.

—Y ahora va a pasar lo mismo.

Antes de que logre decir algo mas o reaccionar, ella me besa. Sin darme cuenta nos estábamos besando, ella me domina por completo, es como si sus labios comandaran a los míos, ella se apegaba a mí, sus manos estaban rodeados en mi cuello, y yo estaba ahí, tieso con los ojos abiertos incapaz de mover un solo musculo.

—Vamos, sé que tú también quieres—me dice besándome en el cuello.

Luego toma mis manos y las lleva a sus caderas, en ese momento solo me preguntaba ¿qué carajos me estaba pasando?

Ella se detiene, retrocede un poco, su respiración esta agitada, al igual que la mía. Segundos después vuelve a acercarse con la intención de besarme, pero el sonido de la puerta abrirse hace que se separe.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunta un chico entrando al baño.

Nadie dice nada, el chico extrañado avanza hacia uno de los cubículos, murmurando cosas que no logro escuchar, y en ese momento mis piernas reaccionan, de hecho todo en mi reacciona y salgo corriendo del baño.

Llego hasta el campus universitario, pero no detengo mi paso por nada en el mundo, y fue así hasta llegar al departamento, todo sudado ingreso a mi habitación cerrando de un portazo, lanzo mi mochila en mi cama, ni siquiera me importa que en ella se encuentre mi computadora.

Me quito mi chaqueta por el calor, me miro en el espejo y veo una marca de labial en mi rostro, ahora mismo de doy cuenta de lo que acaba de pasar, le he sido infiel, la he traicionado. Mierda.

¿Pero que he hecho?

Tomo mi cabeza en mis manos, los nervios me invaden, de repente llegan los temblores, salgo corriendo al baño, me quito mis gafas, abro el grifo y empiezo a lavarme intensamente la cara, con agua y jabón. Luego regreso a mi habitación, cierro la puerta y me recuesto por ella hasta quedar sentado.

Sigo sin poder creer todo lo que acaba de pasar, soy un desastre, ella hizo lo que quiso conmigo y yo no hice nada para evitarlo. Ella ha arruinado mi día, todo iba bien hasta que ella apareció, ella fue la mancha en medio de la alegría.

Siento un enorme dolor en mi pecho, la culpa me carcome y las lágrimas no tardan en rodar por mi mejilla.

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