No tengas miedo
El primer beso fue suave, apenas un poco más que un contacto de labios. Sin embargo, fue suficiente para que ambos comenzaran a perderse en sus sensaciones.
Al tenerla tan cerca Lincoln esperaba sentir su aroma recio, a mujer asoleada y deportista; pero tan solo exhalaba un leve y delicioso olor a lavanda. Los suaves labios se sentían cremosos, húmedos, y descubrió con sorpresa que Lynn se había puesto brillo de labios.
La chica asumió la iniciativa. Le echó los brazos al cuello y tras el primer contacto, se apoderó de sus labios con inusual delicadeza. Comenzó masajeando suave, con un lento movimiento de succión que no tardó en enardecer sus sentidos. Sus ojos se cerraron involuntariamente, y antes de que se diera cuenta estaba rodeando la breve cintura de la chica con sus brazos.
Lynn se pegó un poco más a él, y estaba ahora casi encima de sus caderas. A unos pocos milímetros de su incontrolable virilidad. La sensación le ayudó a recobrar un poco la sensatez, y se inclinó hacia adelante para prevenir el contacto. Era evidente que su hermana disfrutaba el beso tanto como él, pero sin duda aquello era demasiado.
Abrió los ojos al sentir que su respiración comenzaba a agitarse, a tiempo para ver que Lynn se separaba y también abría los ojos. La chica sonrió, acomodó los brazos en torno a su cuello y le sonrió.
- Besas muy rico, Stinky -le dijo, mientras su sonrisa se ensanchaba-. ¿Quién te enseñó? ¿Ronnie Anne? ¿Stella?
Lincoln sintió que los colores se le subían al rostro.
- ¡No! Ellas no... Yo nunca besé a Stella...
Sin soltarlo, Lynn emitió una risita.
- ¡No me asustes, Apestoso! ¿Fue Clyde, entonces?
El chico apretó los labios, molesto; y se deshizo de los brazos de su hermana.
- ¡Oye, ya te lo dije! ¡Clyde y yo no somos así!
La muchacha quiso seguir bromeando, pero Lincoln se cruzó de brazos y volteó la cabeza.
Hizo un mohín de contrariedad y se mordió el labio inferior. Se había pasado de la raya... Otra vez.
- Vamos, ¡Era una broma! -dijo, y estuvo a punto de golpearlo en el brazo. De repente tuvo la certeza de que aquello solo arruinaría las cosas, y en vez de ello le acarició el hombro con suavidad. Lo abrazó, y se acomodó de manera que volvió a quedar sentada sobre sus piernas -. No lo tomes a mal, era solo curiosidad. Es que, de verdad... Besas delicioso. Nunca sentí que me besaras así antes.
Lincoln la miró, sintiendo que la vergüenza sustituía al enojo. Lo extraño y pecaminoso de la situación lo incomodaba de nuevo. Después de todo, no se suponía que pudiera besar a su hermana; ni siquiera una vez.
- Lynn...
- ¿Mmmn? – musitó ella, justo después de darle otro breve beso en los labios.
- De verdad... ¿tú estás bien con esto? Yo sé que no hay nadie en casa, pero...
Sus labios se vieron sellados por un nuevo beso de la chica. Ella prolongó deliberadamente el contacto y lo abrazó con fuerza, de manera que sus cuerpos se pegaron. Lincoln estuvo a punto de dejarse llevar, pero entonces sintió que los endurecidos pezones de Lynn se clavaban suavemente en su pecho. Las cosas estaban empezando a llegar más lejos. Nunca la había sentido así.
- Lynn... -comenzó de nuevo, cuando la chica hizo una breve pausa para respirar.
- ¿Mmmm?
- Es que... yo... -dijo, y de nuevo se vio interrumpido por el húmedo beso de su hermana. La chica parecía disfrutar, tanto del beso como del hecho de contrariarlo e interrumpirlo a cada momento; pero él comenzó a molestarse. Le disgustaba que ella tomara sus sentimientos tan a la ligera. Hizo un esfuerzo y la empujó con fuerza, obligándola a romper el contacto.
- ¡Lynn! ¡Estoy tratando de decirte algo!
La chica hizo un mohín de contrariedad, pero no perdió su buen humor. Volvió a acomodarse y abrazó a su hermano de inmediato, acercando su rostro lentamente.
- ¿Qué te pasa, Lincoln? Estamos solos, tú sabes. Nadie va a venir en varias horas. ¿Por qué no lo disfrutamos juntos? ¿Por qué no lo hacemos como en las otras ocasiones?
- Esto no es... como en las otras ocasiones... Lynn... -replicó él, siendo interrumpido a cada momento por los besos de su hermana.
- Es cierto... Esta vez, no hay riesgo de que nos descubran. ¡Relájate un poco, Stinky! ¿No te gusta lo que sientes? ¿No te gusto yo?
En realidad, la chica no preguntaba. Sabía muy bien lo que su hermano sentía por ella. Era solo su miedo, ¡Su maldito miedo! Pero, aunque aquello le molestaba y hubiera querido embromarlo, no se atrevía a hacerlo. Le costaba mucho trabajo reconocerlo, pero sabía que ella tenía gran parte de la culpa.
- Solo relájate, Linc. No tengas miedo. ¡No hay por qué tener miedo! Sabes que jamás te volveré a lastimar, ¿verdad?
- ¡Ojalá eso fuera cierto! -pensó Lincoln, y se sintió todavía más tenso que antes- En verdad detestaba aquello, pero no podía evitarlo. Los recuerdos, las sensaciones surgían por sí mismos.
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