Estamos solos, hermanito


Por favor, no esperen nada de esta historia. Ni siquiera que la termine o la actualice alguna vez. 

En estos tiempos estoy en medio de muchas cosas (no necesariamente malas), que han mermado mis posibilidades y mis deseos de escribir historias largas.

Solo estoy seguro de dos cosas: la historia, en caso de que la termine, no será larga. Y además, los capítulos serán cortos, con alguna excepción.

Mil disculpas si esto no era lo que esperaban, pero es lo que puedo ofrecer por ahora a quienes me han hecho el honor de seguirme. 

Saludos y gracias a los que decidan leer.

Eidanyoson_

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Lynn se acercó lenta y deliberadamente. Se había sentado en el extremo opuesto del sofá, y ahora se deslizaba lentamente, como una gatita que acechaba a su presa.

Lincoln sentía que estaba a punto de desmayarse. ¡Por dios, eran tantas sensaciones mezcladas! Por un lado, la belleza de su hermana, ataviada con aquellos shorts más cortos y entallados de lo habitual. La expresión a la vez provocativa y amenazante de su rostro; la sensación irrefrenable de estar haciendo algo pecaminoso y prohibido, la posibilidad de que los descubrieran...

Y también, ¿por qué no? Sus propios escrúpulos y condicionamientos morales. Una cosa era darse un beso y acariciarse de vez en cuando. Pero esto...

Quizá aún estaba a tiempo de detener esa locura.

- Lynn... -musitó Lincoln con un hilo de voz.

- ¿Sí? -respondió ella, arrastrando la voz y sin dejar de mirarlo.

Lincoln tragó saliva: nunca había estado tan nervioso. Sería un milagro si no se orinaba en los pantalones.

- ¿Tú crees que... Bueno... Yo... Tú... N-Nosotros...

Sin dejar de acercarse, Lynn sonrió ampliamente. La chica estaba ahora sobre el sofá, gateando con lentitud y arqueando su cuerpo de manera deliberada.

A pesar de su tremendo nerviosismo, Lincoln no pudo dejar de apreciar su hermosa grupa, la adorable comba de su cintura y el marcado contraste entre la estrechez de su cintura y la amplitud de sus caderas y su bien formado trasero.

Sin duda alguna, el último año había sido muy generoso con Lynn. Su cuerpo, antes delgado y con poca forma, había despuntado por fin en un adorable conjunto de curvas y convexidades capaces de despertar el deseo de cualquiera. Incluso sus pechos habían tomado forma, y el propio Lincoln sabía que ya les faltaba muy poco para llenar el hueco de su mano.

La hermosa chica castaña extendió una de sus manos para acariciar los albos cabellos del muchachito.

- Tranquilo, Stinky. No hay por qué ponerse nervioso. Estamos solos, hermanito. Completamente solos. Tenemos toda la casa para nosotros, y no vamos a hacer nada que no hayamos hecho antes, ¿de acuerdo?

- ¡Ojalá! -pensó Lincoln, y fijó su mirada en el rostro de su hermana. La expresión de la chica había cambiado. Abandonó su aire pícaro y de superioridad, y ahora sonreía en un intento por tranquilizarlo.

- Solo relájate, ¿okey? No te sientas nervioso y no lo niegues. Sabes que lo deseas tanto como yo.

Muy a su pesar, tenía que reconocer que Lynn tenía razón. La belleza de su hermana y su propia pubertad ya estaban haciendo estragos en su cuerpo. La chica se deslizó y muy pronto lo sujetó entre sus brazos, entrelazando hábilmente sus piernas con las suyas.

El beso llegó sin prisas. Lynn lo deseaba, y Lincoln no tuvo la fuerza ni el deseo de resistirse. El hermoso rostro de la chica se acercó sin prisas, pero sin pausas. Su mirada anhelante fue demasiado para los escrúpulos de Lincoln, y no se resistió cuando aquellos labios de seda hicieron contacto con los suyos...

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