Capítulo 2
—¡A la cuenta de tres!—Exclama Eric—¡Uno, dos, ya!
Todos comienzan a arrojar las piedras menos Butters. Las piedras golpean las ventanas, la puerta y la mayoría caen al techo.
—Butters, ¿qué carajos?—Pregunta Eric molesto.
—No dijiste tres...—Responde el rubio tímidamente.
—Dije a la cuenta de tres.
—Pero no dijiste tres.
—Es cierto, no lo dijiste—Añade Kyle, únicamente porque le gusta llevarle la contraria a Eric.
—En este tipo de contexto, el ya es sinónimo de tres, ya lo habíamos hablado—Dice Eric—De acuerdo, a la cuenta de tres.
—No quiero arrojar piedras a una casa—Expresa Butters todavía tímido, y Eric suspira molesto.
—Está abandonada Butters, nadie vive ahí.
—Podría vivir un gato.
—¡No hay gatos ahí carajo!
—¿Cómo sabes?—Pregunta Kenny.
—No quiero golpear un gato—Añade Stan.
—El puto gato se habrá ido con las piedras, coño—Exclama Eric con las bolas hinchadas del enojo.
—Cuando dijiste que haríamos algo divertido no pensé en arrojarle piedras a una casa—Comenta Kyle con el ceño fruncido.
—¿Tienes una mejor idea? Todo está cerrado por el jodido año nuevo.
—Si la casa está abandonada podríamos explorarla en vez de arrojarle piedras—Sugiere Stan. Kenny está de acuerdo mientras que a Butters le da miedo, pero igual dice que le parece bien.
—¿Y si vive un vagabundo?—Pregunta Eric—Al carajo, cualquier cosa es mejor que estar con los padres, escuchando su horrible música de año nuevo.
En la mente de un niño de once años, cualquier cosa es mejor que estar sentado en el sofá, muriendo de aburrimiento.
Los cinco niños caminan hacia la casa abandonada, Kenny toma el pomo de la puerta y la gira, el sonido chirriante provoca escalofríos a Butters. Es una casa de dos pisos, con algunos muebles viejos y un piso de madera podrida.
—¿Prefieren entrar en esta mierda que arrojarle piedras?—Pregunta Eric mientras se cubre la nariz con la mano.
—D-Deberíamos permanecer juntos—Sugiere Butters mientras juega tembloroso con las manos.
—¿Escucharon eso?—Pregunta Kyle—Creo que hay alguien arriba, daré un vistazo.
—Voy contigo—Dice Stan de inmediato.
—Buena idea chicos, separemos al grupo—Responde Eric con una sonrisa antes de irse corriendo a la cocina. Después Kenny se va al patio trasero solo porque sí, y Butters se queda solo en la sala de estar.
—Oh, chispas…—Maldice Butters mientras sigue jugando con sus manos.
Kyle y Stan suben las escaleras y entran a la primera puerta que ven. Lo único destacable del cuarto es la enorme ventana; el pelirrojo se acerca y pone sus manos en el margen de madera, Stan camina a su lado.
—¿Cuántas estrellas rojas creen que lluevan?—Pregunta Kyle mientras estira los brazos—Creo que cada año llueven menos.
—Que mal porque las rojas son las mejores.
—Las amarillas comienzan a gustarme más, porque son más brillantes.
—¿Crees que la lluvia comenzará pronto? Nuestros padres quieren que estemos ahí antes.
—Entonces será mejor que regresemos—Pero Kyle se percata de una oscura mancha negra en una esquina—¿Qué es eso?
Un enorme murciélago revolotea por toda la habitación, los niños gritan y por instinto se toman de las manos y bajan corriendo las escaleras despavoridos.
Al cabo de un rato, los cinco niños logran salir de la casa, el techo había comenzado desprenderse y en minutos toda la estructura se derrumbó, creando una enorme nube de polvo, incluso un árbol cayó y una brigada de murciélagos despegó a surcar el cielo nocturno.
Y entre todo ese desastre, un gato negro camina tranquilamente, pasando frente a los niños.
—¡Si había un gato!—Exclama Butters molesto mientras mira a Eric.
—Oh bien, al carajo, me voy a casa—Dice Eric, restándole importancia mientras se da la vuelta y comienza a caminar—¡Por cierto chicos, se ven adorables tomados de las manitas!
Stan y Kyle se percatan que siguen con las manos juntas, así que rápidamente las separan. Por suerte, nadie ve como las mejillas del pelirrojo se colorean. Había prometido que dejaría esa costumbre de tomar la mano de Stan por cualquier minima cosa.
—Será mejor volver a casa—Comenta el pelinegro.
—Si, es un poco tarde—Añade Kenny.
Los niños se separan, Kenny acompaña a Butters a su casa mientras Kyle y Stan caminan a la casa de los Broflovski; se nota que falta poco para la lluvia pues algunas personas ya están afuera, enfocando el cielo con sus móviles y cámaras.
—¿Entonces si lo haremos?—Pregunta Stan—¿Dormiremos en la casa del árbol?
—Si, mis padres me dieron permiso.
—¿Cómo lograste convencer a tu madre?
—Le dije que estarías ahí.
—Genial—Ambos llegan a la casa de Kyle, donde casi todos se encuentran afuera, listos para filmar el espectáculo—Deberíamos ver la lluvia desde el refugio.
—Buena idea—Estuvo a punto de tomar de nuevo su mano, pero logra mantenerla quieta.
Corren al patio y suben por el árbol. Dentro de la casita de madera se encuentran dos bolsas para dormir, una linterna, una caja de pastelitos y una botella tamaño grande de jugo de manzana con dos vasos desechables; Stan había previsto todo lo necesario.
Se sientan frente a la única ventana del refugio, mirando el cielo, esperando con emoción. Stan piensa que el hecho de que se repita la lluvia cada año, provocará que con el tiempo deje de ser impresionante; por otro lado, Kyle opina que siempre será un show impresionante.
—¿Porqué crees que cada año llueven menos estrellas rojas?—Pregunta Stan sin dejar de mirar el cielo.
—No lo sé, pero tengo esa sensación.
Solo llueven cuatro tipos de estrellas; rojas, amarillas, azules y verdes. Hay gente que piensa que representa las cuatro estaciones del año, otras que son los colores primarios porque son las bases de todos los demás colores. Ninguno de los dos niños se cuestiona eso, Stan prefiere las rojas porque son más agresivas, y Kyle prefiere las amarillas porque deslumbran más.
—Las azules también me gustan—Añade el pelirrojo—Son bonitas, me recuerdan a varias cosas.
—¿Cómo que?
Kyle mira a su amigo unos pocos segundos antes de volver a posar la vista en el cielo.
—No sé, pero son bonitas.
Los primeros deslices comienzan, y poco a poco el cielo se cubre de aquellas refinadas líneas de polvo cósmico. Kyle las mira impresionado, en realidad, hay más estrellas rojas de las que pensaba, y agradece haberse equivocado.
Stan mira las amarillas, parecen rayos del sol y sin duda son las más destacables. Entonces se fija en las verdes, las cuales combinan bien con el cielo nocturno. Quizás deba apreciar todas.
La lluvia cesa y con ella el año nuevo. Kyle de inmediato mira emocionado al pelinegro.
—¿Cómo puedes decir que dejaran de ser geniales?—Exclama entusiasmado mientras toma sus manos—Las vería todo el tiempo.
—Quizás tengas razón—Stan también deja asomar una sonrisa. Pero de golpe Kyle suelta sus manos—¿Qué pasa?
—Nada—Kyle ni siquiera entiende porque le da vergüenza ahora tocar a Stan. Tienen una confianza estrecha, ¿porque entonces siente fiebre en su rostro cuando toma sus manos? ¿Porque solo pasa cuando está con su mejor amigo?
—Robe una caja de pastelitos de la cocina—Expresa el pelinegro—Hay de vainilla, chocolate, fresa y durazno.
—Quiero vainilla.
Stan abre la caja y le da uno, él decide comer uno de chocolate.
—¿Crees que alguien se haya dado cuenta de que destruimos esa casa?—Pregunta Kyle antes de darle una mordida a su postre.
—Solo si el gato y los murciélagos nos delatan—Stan también le da una mordida a su pastelito—Debería haber invitado a los demás.
—¿Porqué?
—¿Porqué no? Entre más, mejor.
—Estamos bien solo nosotros dos—Dado que Kyle es incapaz de entender sus propias emociones, decide hablar sin pensar.
—Está bien—Stan da otra mordida mientras mira por la ventana—¿Qué te parece si no dormimos?
—Mi madre me matara si sabe que no dormí.
—Entonces será un secreto—Stan acompaña su comentario con una diminuta sonrisa.
—Bien—Kyle toma la botella grande de jugo—Estaremos despiertos hasta que salga el sol.
Y como era de esperar, ninguno mantuvo su palabra. Treinta minutos después de haber dicho que no dormirían, terminaron sobre las bolsas de dormir, roncando y contando ovejitas.
Kyle sería el primero en despertar a la mañana siguiente. Abrió los ojos, dio un bostezo largo y observó su mano sobre la de Stan, quien por suerte, no se había despertado todavía.
Normalmente Kyle hubiera retirado su mano sin demora, pero esta vez la dejó ahí; puesta con suavidad sobre la de Stan, curvando un poco los dedos. Kyle es un niño curioso, si no sabe algo le gusta encontrar la respuesta, así que ¿porqué le gusta tanto tocar la mano de su mejor amigo? Quizás por eso, porque es su mejor amigo, y le gusta tenerlo cerca; ¿A Stan le pasa lo mismo?
—Mmh…—Murmura el pelinegro, así que Kyle quita su mano por miedo a que lo vea.
Supongo que será un pequeño secreto que jamás deba salir a la luz.
*
Gracias por leer! Nos vemos en el siguiente capítulo <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top