La batalla de los reinos
Capítulo 45
Elisa
Estas dos últimas semanas han sido de lo más empalagosas a nivel amoroso. Desde que estamos "casados" Fer no ha dejado de hacer alusiones a ello cada vez que se sobrepasaba con los mimos, besos o muestras de afecto varias. Por ejemplo, hace tres días fue su decimonoveno cumpleaños y no dejó que me separase de él ni un segundo. Entiendo que era su día y que es el primero que compartimos juntos como pareja pero el hecho de que nos hubiesen unido de aquella manera tan extraña como efímera se le subió a la cabeza. Su gran defensa era que quería prepararse para cuando de verdad estuviésemos enlazados de aquella forma y no sé por qué esas palabras hicieron que dejase de quejarme por sus actos.
Hoy tendremos la reunión con nuestros aliados con motivo de las batallas que se realizarán el último día del cuatrimestre y en consecuencia del curso. Tenemos que saber de cuanta gente disponemos, los frentes a los que nos enfrentaremos y las estrategias de combate. Nos jugamos un buen puñado de créditos para canjear por asignaturas y algunos la renovación de su beca para proseguir con sus estudios aquí, por eso es tan importante ganar y prepararnos adecuadamente para la batalla. La quedada se hará en el apartamento de Adriana y nos hemos acercado nosotros antes para ayudarla a preparar todo. Bea y Raúl están en la cocina puesto que la reunión empezará a las ocho de la tarde y aprovecharemos para cenar aquí mientras hablamos. Me he sorprendido por las habilidades culinarias de Raúl cuando ha sacado para merendar los restos de un pastel que hizo hace un par de días. Fer y Carlos están colocando el salón y trayendo sillas de su apartamento para poder tener un lugar amplio donde discutir las cuestiones de la reunión. Finalmente Adriana y yo estamos organizando los temas a debatir y la información que disponemos junto con el calendario de días disponibles para próximas reuniones o preparación adicional. La universidad distribuirá armas de pintura en sustitución a las de pólvora que se usaban en el siglo XV por lo que ha surgido la idea de ir un día a un campo de paintball para entrenarnos y divertirnos un poco. Cuando el timbre suena por primera vez, el salón está colocado y la comida cocinada. Poco a poco el salón se llena de gente y al final nos juntamos dieciséis personas entre los sillones, sillas retiradas de las mesas y sentados en el suelo. Reconozco a los otros cinco reyes de la reunión al principio de curso y de diversos encuentros a lo largo del año. Los demás asistentes son príncipes y princesas pero a excepción de la chica del bloque dos, quien me ofreció la pelota en la ceremonia de los enlaces, no conozco a nadie. Las conversaciones fluyen sin reparo hasta que decidimos comenzar la reunión y nos sentamos en torno a las mesas tras los sillones. Al final no hay sillas para todos por lo que Carlos y Fer se quedan apoyados en el respaldo del sillón, además de usar las banquetas de la isla de la cocina como asientos para el príncipe del cinco y para mí.
-Lo primero -comienza Adriana-. Tenemos que saber con cuánta gente contamos antes incluso de proponer cualquier estrategia.
-Yo colgué una hoja de participación en el vestíbulo de mi bloque -habla Francisco, rey del bloque cinco-. Di un plazo de diez días para que todo aquel que quisiera participar se apuntase, pero o la gente no vio el cartel o no quieren participar. Si nadie se apunta a última hora, son cuarenta y ocho.
-Yo no he dado opción de no participar -salta Rocío, reina del bloque siete-. Todos han recibido mi aviso de participación y todos me han dado el visto bueno. Por nuestra parte son ciento veinte alumnos.
-Nosotros tenemos el problema de la enemistad con la mitad masculina del bloque -comenta Gabriela, reina del bloque dos-. Por ello no contamos con sus sesenta alumnos pero todas las chicas han querido contribuir a la causa.
"Todas las chicas" eso significa que Emily estará con nosotros.
-Y por nuestra parte, fuimos a cada apartamento para consultar en persona la participación de los residentes -habla Raúl-. Tenemos un total de noventa personas apuntadas. Pero no tenemos que preocuparnos excesivamente por el número de alumnos, aún contamos con un bloque más que ellos.
-Es decir que tenemos un total de trescientas dieciocho personas -calcula Bea-. En el peor de los casos, si ellos tienen sus bloques al completo, les sacaríamos menos de veinte personas. Pero seguiríamos con ventaja.
-No es mucho teniendo en cuenta que siendo un bloque más podríamos ser hasta ciento veinte personas por encima -objeta Nuria, reina del bloque cinco.
-Pero al fin y al cabo lo que cuenta al final es el número de supervivientes vivos y de altos cargos -apunta Fer-. Lo importante es no hacer demasiadas locuras y que el mayor número de personas de la realeza queden vivas al final de la lucha.
-Tengo una idea -veo que uno de los príncipes a quien no logro identificar levanta la mano-. Podríamos organizarnos en dos grupos: el primero con los reyes y la mitad de los campesinos y el segundo con los príncipes, princesas y el resto del campesinado. El primero competiría en la primera mitad de la batalla mientras el segundo se resguarda y en la segunda mitad sale a combatir dejando a aquellos que hayan sobrevivido que puedan resguardarse.
-Me parece una gran idea -le apoya Adriana.
Inmediatamente después el resto de los presentes apoyan la idea y se procede a realizar los grupos para la batalla. Raúl se escapa un instante y me hace señas para que vaya a la cocina a por la comida preparada. Asiento y me escabullo hasta la cocina donde ya están Carlos y Fer sirviendo en fuentes la comida.
-¿Necesitáis ayuda?
Fer se gira y me sonríe antes de volverse a introducir una fuente pequeña en el microondas con algo que ha debido quedarse frío.
-¿Puedes sacar los platos y vasos? Están en el armario de arriba.
Me acerco a la encimera y me estiro para abrir las portezuelas. Por alguna razón a Adriana no se le ha ocurrido otra cosa que poner los platos que se usan a diario en la balda alta y otros elementos de la vajilla como fuentes y ensaladeras en el estante de abajo. Intento alcanzarlos pero a pesar de ser ligeramente más alta que la media de mujeres no es suficiente para llegar hasta ellos. Antes de que pueda rozarlos, alguien se pone en mi espalda y baja por mí la pila de platos. Enseguida sé quién es porque cuando los posa en la encimera recibo un beso en mi cuello y algunas cosquillas en mi costado derecho.
-Lo has hecho a propósito -le acuso al soltarme de su pequeña trampa.
-¿Yo? ¡Claro que no! -consigue articular entre risas-. Mi principal motivación era que aportases tu ayuda a la causa.
Echo un vistazo rápido a la cocina. Carlos ya ha salido. Me acerco a Fer y me pongo de puntillas para acercarme a su oído.
-Si ves como causa enfadar a tu novia a cambio de jugar un poco, ¡adelante! Puede que si sigues así el entretenimiento se acabe pronto.
Tras esa frase, cojo los platos y salgo de la cocina dejándole solo pensando en lo que he dicho. Si a él le apetece jugar, yo también puedo. Al parecer mis palabras surten efecto en él porque desde ese instante no vuelve a intentar ningún acercamiento en toda la noche. Finalizada la reunión, todo queda organizado para la batalla entre reinos incluidos los días de entrenamiento en el paintball (detalle que a Bea ha ilusionado más que cualquier otro punto del día). Al final, terminamos nuestro pequeño grupo recogiendo el salón.
-Chicos -habla Raúl mirando su reloj y recogiendo su chaqueta-. Mañana tengo examen a primera y necesito levantarme antes si no quiero llegar tarde. Lo siento pero me voy.
-No te preocupes -logra decir Adriana antes de que Raúl termine saliendo por la puerta y cerrándola-. Siempre hace lo mismo.
-Algún día el karma le pasará factura -refunfuña Bea.
-Pues esperemos que sea antes o después de la batalla porque yo no quiero que justo en medio de la lucha todo sus actos se le echen encima y acabemos perdiendo por su culpa -se queja Carlos mientras guarda los platos en el lavavajillas.
-Venga chicos -intervengo-. Dejad las cábalas y concentraos en recoger.
En menos de lo que pensaba terminamos de recoger y nos despedimos de Adriana. Caminamos hasta nuestro rellano y nos quedamos unos momentos en silencio hasta que Bea suelta un bostezo.
-Deberíamos irnos a dormir -sugiero a mi amiga que asiente frotándose los ojos.
-Ah no -dice Fer mientras me coge de la muñeca y me arrastra al ascensor-. Tú y yo tenemos un asunto pendiente del que hablar.
Ahora comprendo su abstención de gestos afectivos. Sólo estaba pensando la forma de devolverme la jugada. No me da tiempo a reprochar ni reaccionar, el ascensor está en la planta y se abre enseguida. Fer me introduce dentro y aprieta el botón de cerrar las puertas. Pulsa para acceder a la planta de chicos y me arrastra hacia fuera.
-Acepto tu propuesta de no jugar en exceso en puntuales situaciones pero no puedes impedirme querer hacerlo después.
Una tierna sonrisa se escapa de mis labios mientras me conduce a su apartamento, sabiendo perfectamente lo que me espera al entrar.
***
Mis nervios están a flor de piel. Estoy escondida tras el edificio de la piscina cubierta, con una pistola de pintura en las manos y acurrucada a un arbusto lo suficientemente frondoso como para ocultarme. Hace media hora que se ha dado el pistoletazo de salida a la batalla entre reinos y sin embargo no escucho prácticamente señales de caídos en combate, tanto nuestros como enemigos. O nuestras estrategias son parecidas, o nadie está dispuesto a dar el primer gran paso. Bea y Carlos están batallando en este grupo y no sé si continúan vivos o pertenecen a los pocos que han sido alcanzados. Cada carrera que percibo en las cercanías de mi escondite me hace temblar. El objetivo es no ser descubiertos hasta que nos toque pelear pero nada nos asegura que así sea, sólo podemos tener esperanza y rogar por no ser cazados antes de tiempo.
Tras los primeros treinta minutos de partida, escucho el cañón que indica la muerte de un rey. La megafonía del campus indica que ha caído el rey del bloque cuatro. Me alegro por ello pero mi felicidad es corta. Otro cañón surca el cielo y el nombre que proclama la megafonía es la reina del bloque uno. Adriana acaba de caer. Lo más seguro es que haya sido una batalla dos a dos concluyendo con ambos muertos o una doble emboscada. Pero al fin y al cabo, lo importante es que Adriana esta fuera de combate. Ha tenido que ser disparo directo al chaleco del pecho o al casco porque un disparo en cualquier otra zona del cuerpo que lleve sensor de impacto sólo te limita disparar durante veinte minutos y necesitas un segundo impacto para declararte muerto. Como si fueras un herido convaleciente, los alcanzados una sola vez quedan inhabilitados hasta que pase el tiempo y se ven expuestos hasta que puedan volver a disparar. Los trajes que llevamos son negros, de cuerpo entero y con sensores en el casco, torso y muslos añadiendo una franja roja o amarilla a la cintura según seas de nuestro equipo o del contrario respectivamente. Si recibes un disparo en los brazos o las pantorrillas no cuenta pero no creo que alguien vaya a dar en esa zona a propósito sabiendo que no puntúa. Los miembros de la realeza llevamos una cinta azul en el brazo que nos identifica como tales y en ella el número de nuestro bloque porque nuestros trajes carecen de las franjas en la cintura para dificultar la identificación. Aun así, si no somos ya de por sí los principales en el punto de mira, con la cinta azul somos reconocibles a distancia.
Poco después las señales de alerta de bajas en campesinos se disparan. Ha habido un asalto de categoría a uno de los núcleos. Hay bajas de ambos bandos igual de numerosas aunque hay unas cuantas más en el otro equipo. Debería alegrarme, de no ser porque en su grupo todos los alumnos han querido participar y al principio de la batalla sólo les sacábamos dieciocho personas. El margen es mínimo y no podemos permitirnos un error, ya hemos perdido a una reina. El revuelo es notable, es la primera vez durante la batalla que hay un ataque de importancia. Me llegan pasos de grupos apresurados y gritos con órdenes de "¡Retirada!" y "¡A cubierto!" por lo que me sumerjo en el seto como puedo e intento que mi banda azul quede oculta entre las ramas. Los pasos y las voces se alejan y por un momento me relajo. Hasta que escucho unos pasos directos a mi posición. Alguien se escode tras el edificio por el lado contrario a mi escondite del seto. Respira entre jadeos a causa de la carrera que habrá tenido que dar para poder llegar hasta aquí. Cuando su respiración se tranquiliza, vuelve a moverse. Camina hacia atrás. puedo ver sus pies a través del follaje del seto. Tras dos pasos más, se detiene paralelo al seto. Es alto, y por su complexión deduzco que es un chico. Sigue mirando en la dirección por donde ha venido. Un pequeño ruido le hace girarse hacia el bosque que se extiende frente a mí y veo su brazo derecho: una banda azul. No me había fijado que no tiene cinta de color en la cintura. Podría dispararle por la espalda pero no sé si es amigo o enemigo, no veo el número de su banda. Si no me muevo, quizá no me vea y pase de largo. Por desgracia el destino no está de mi parte. El chico se da la vuelta y me ve. Me apunta con la pistola, aunque sin credibilidad. En una pantalla sobre su pecho luce un contador de tiempo, lo que significa que le han dado. Ahí es cuando me fijo en la mancha de pintura en la parte delantera de su muslo. Ahora soy yo quien le apunta con el arma y él alza los brazos en señal de rendición. Puedo dispararle, puedo acabar con un miembro de la realeza y dar ventaja a mi equipo. Sin embargo, un brillo proveniente del cuello de su traje me detiene.
"-Quiero devolverte esto.
-Dejé que te lo quedaras, no tienes por qué dármelo.
-Al menos póntelo durante la batalla, para que te proteja.
-Elisa...
-Hazlo por mí, por favor.
-Está bien, lo llevaré por ti"
Enseguida reconozco el broche en forma de corchea y con ello a la persona tras el traje. Bajo el arma y me deshago del casco.
-Fer.
Su cuerpo se relaja al verme y corre hacia mí, quitándose también el casco. En cuanto llega a mí, se arrodilla y me abraza con fuerza.
-Estás bien, no te han encontrado -murmura.
-No, nadie ha venido por aquí excepto tú -contesto mientras correspondo al abrazo.
-Sabía que en esta zona se ocultaba parte de nuestro regimiento y he venido buscando refugio.
Rompe el abrazo y se sienta frente a mí, dejando descansar su pistola sobre las piernas.
-Parece que a ti sí te han dado -desvío unos instantes la vista al impacto azul en su pierna-. ¿Qué ha pasado?
-Estábamos escondidos en la zona del bosque cercana al viejo almacén de material. Al parecer un grupo de ellos estaba justo detrás del edificio y ha ocurrido lo inevitable. Yo he conseguido escapar gracias a dos chicos del bloque siete que me han guardado las espaldas y a gastar parte de mi arsenal. Uno de ellos ha caído y el otro ha sido herido como yo.
Está completamente abatido por el ataque que acaba de protagonizar y puedo notar cómo el cansancio se acumula en los rasgos de su rostro. Me ofrezco para que me dé otro abrazo y no tarda en echarse en mis brazos y apoyar su cabeza en mi hombro. Nos quedamos así varios minutos hasta que escuchamos la sirena que anuncia el inicio de la segunda y última hora de batalla. Nos levantamos de nuestro escondite y preparamos nuestras armas de pinturas.
-¿Cuántos minutos me quedan de inhabilitación? -me pregunta intentando verse la pantalla.
-Ocho. No creo que debas salir aún, si recibes un segundo disparo morirás. Podemos quedarnos aquí hasta que puedas atacar. Además, dos príncipes batallando juntos y teniendo a uno de ellos incapacitado para disparar es un blanco demasiado apetecible para el enemigo.
-Está bien pero no pienso dejar que tú caigas por mí, ¿de acuerdo?
¿Tiene que salirle la vena orgullosa justo ahora? Niego con la cabeza, a veces es como un crío. Cojo nuestros cascos del suelo y antes de ponerle el suyo le doy un rápido beso en los labios.
-Para la buena suerte -justifico y me coloco el mío.
Nos ponemos en posición tras la pared y vigilo desde mi posición la presencia de enemigos. Sólo consigo ver actividad a lo lejos, casi en el otro extremo del campus. Logro divisar el punto de encuentro para los caídos en la batalla, hay más de los que me esperaba y no sé si es mi cerebro que sólo ve franjas rojas en los trajes o es que realmente han caído más soldados de nuestro equipo.
-¿Cuántos hemos perdido en tu emboscada? -le pregunto a Fer sin dejar de mirar a puesto de campaña.
-Teniendo en cuenta que era una de las zonas seguras que habíamos establecido, al menos quince o veinte personas.
No es la información que quería oír pero al menos así puedo hacerme a la idea de que es muy importante no ser acertados por el equipo contrario. Comienza a verse movimiento en la zona central del campo, logrando escuchar sirenas de campesinos caídos. Un pequeño grupo de soldados enemigos pasa cerca de nuestra posición y me veo obligada a resguardarme. Lo siguiente que ocurre pasa tan rápido que actúo por instinto. Dos soldados enemigos aparecen por la pared contraria a nuestra posición y disparo a cada uno en el pecho antes de que puedan hacerlo ellos. No sé cómo lo he hecho pero ninguno de los dos se lo esperaba y ambos se marchan maldiciendo hacia el punto de encuentro. Inmediatamente después de desaparecer de nuestra vista Fer me abraza y me alza por los aires.
-Esa es mi chica.
Suelto una pequeña risa y vuelve a dejarme en el suelo. Si hubiese podido me habría cubierto de besos. Poco después un pitido resuena desde el chaleco de Fer. Su tiempo de convaleciente ha terminado.
-Vamos a ir junto al edificio dos de clases -comienza Fer a caminar en dirección este a nuestra posición-. Allí, si no ha pasado nada, debería haber un grupo de soldados preparados para atacar y otro que acabe de resguardarse. Tú te llevarás a la mitad para patrullar por las zonas más próximas a los puntos de resguardo mientras yo intentaré con los demás avanzar cuanto pueda. Lo importante es que los reyes que quedan no sean derribados.
Asiento y le sigo por detrás de los edificios que vemos a nuestro paso y ocultándonos en las zonas más abiertas tras árboles o merenderos. Afortunadamente conseguimos llegar ilesos al punto indicado y efectivamente nuestros compañeros están allí. En cuanto enseñamos los brazaletes nos permiten resguardarnos con ellos.
-Hemos visto a un batallón dirigirse al escondite de los reyes del cinco en la entrada de a Universidad -nos informa uno de los soldados-. Tienen refuerzos pero no estoy seguro de que puedan sobrevivir a un ataque.
-Poniéndonos en lo peor -sigue otro soldado-. Nos quedarían el rey del bloque uno, la reina del dos y el rey del siete.
-¿Qué pasa con la reina del siete? -pregunto. No me ha parecido escuchar su cañón.
-Ha caído justo al toque de la sirena de mitad de batalla, por eso no se ha escuchado su derrota.
Fer, ante la noticia, se prepara para partir.
-Necesito cuatro soldados que me acompañen al refugio de los reyes. Ya han caído dos, no pienso dejar que lo hagan otros dos más.
Enseguida cuatro personas se levantan y se colocan a su lado. Con un gesto de parte de Fer, se ponen en marcha y les pierdo de vista. Me giro hacia el primer soldado que ha hablado para realizar mi parte del plan.
-Necesito saber más posiciones que haya necesidad de mantener protegidas.
-Tras tu bloque se resguarda el rey junto a tres soldados. Necesitarán ayuda, puedes llevarte a dos de aquí pero no más.
-Entendido.
Me levanto y dos personas se posicionan junto a mí.
-Yo os guío desde aquí -se ofrece una de las personas a la que sólo puedo distinguir su voz femenina-. Sé por dónde podemos ir sin ser vistos por los grupos enemigos.
Dejo que pase al frente y nos adentramos en la batalla por las zonas seguras. En unos minutos, llegamos al bloque donde veo a Raúl rodeado de los tres soldados. No lleva el casco puesto y parece tener un corte en el brazo. Me apresuro a llegar hasta él a la vez que retiro mi casco.
-¿Qué ha pasado?
-Mientras hacíamos un cambio de posición hemos tenido que resguardarnos entre los merenderos y cuando nos han descubierto me he cortado con un saliente de madera del asiento.
La herida no es profunda pero ha sido suficiente para atravesar el traje y producir un corte de ligero sangrado.
-¿Cómo está el panorama por el resto del campo? -pregunta uno de sus soldados.
-Adriana ha caído, también la reina del siete y los dos del cinco están al acecho del enemigo. Fer ha ido con refuerzos para evitar que caigan. También tenemos varias bajas entre los soldados. De ellos sé que ha muerto el rey del cuatro y que en soldados tienen bajas similares a las nuestras pero ligeramente menores.
-Estupendo -ironiza Raúl-. Esperemos que al menos Fernando sepa lo que hace.
Otro de los soldados suyos se retira el casco y descubro a Emily.
-Hola vieja compañera -me saluda.
-¡Emily! Cuánto me alegro de verte -exclamo con una gran sonrisa.
-Escucho pasos acercarse -alerta la soldado que nos ha guiado hasta aquí-. Poneos en posición.
Todos nos volvemos a colocar el casco y mientras dos protegen a Raúl, el resto vigilamos el perímetro. De pronto un disparo impacta contra la pared y todo se vuelve una amalgama de escopetazos y bolas de colores que surcan el aire. Su grupo es más numeroso pero nosotros estamos mejor repartidos y veo al menos a tres de sus soldados morir. Logro esquivar una bola que iba a impacta en mi pecho y finalmente termina manchando mi bíceps izquierdo. Algo bueno del entrenamiento en el campo de paintball es que mejoré en puntería y consigo atinar en su casco dejándolo fuera de combate. Veo de reojo cómo uno de nuestros soldados cae a manos de un miembro de la realeza contraria. Como puedo disparo a su cuerpo y atino en el costado de su chaleco. He matado a alguien de sus coronas. Un cañón en el cielo indica que era un rey, su rey del bloque dos. En cuanto el aviso surca el aire sus soldados restantes se retiran de este frente y desaparecen. El rey caído se quita el casco a la vez que se toma unos segundos para mirar a su asesino y cuando da conmigo, ante su mirada de desprecio, hago una vaporosa reverencia provocando su huida al puesto de campaña. En cuanto desaparece, todo son vítores por la pequeña victoria. Raúl que no se ha movido de su posición, se ríe y levanta su casco.
-Recuérdame no hacerte enfadar nunca.
-Espero no tener que hacerlo.
Echo un vistazo a los soldados. Éramos cuatro en primera fila y dos protegiendo a Raúl, pero dos de los nuestros han caído y les despedimos para que vayan al punto de encuentro. Nos sentamos un momento contra la pared y tras descansar nos movemos hasta las espaldas del bloque dos, sin batallón enemigo desde que el equipo de Raúl los ha descalificado en la anterior mitad de la batalla. Miro el reloj. Quedan quince minutos para el final.
-No he escuchado nada más que las bajas de nuestra batalla -nos comunica Emily-. Eso significa que los reyes del cinco todavía no han sido atacados o han desistido en el ataque al recibir refuerzos.
-Espero que la buena sea la segunda opción -murmuro esperanzada.
Nos quedamos Raúl y yo sentados contra el edificio con Emily y el otro soldado de Raúl montando guardia. A escasos cinco minutos del final escuchamos sirenas de soldados caídos. Se ha producido un ataque en un punto de concentración de soldados. No es hasta que terminan las sirenas cuando anuncian la pérdida de veinte soldados de nuestro bando y treinta y dos del contrario. Ha sido una victoria de nuestro equipo.
-Parece que hemos -las palabras de Emily son interrumpidas por tres cañones en el cielo.
Mi corazón reza porque no estén entre ellos nuestros dos reyes del cinco pero las esperanzas decaen cuando anuncian su caída. Sin embargo el otro descalificado es la reina del seis. Un minuto después la sirena del final de la batalla inunda el campus y nos dirigimos al punto de encuentro mientras nos quitamos los cascos y esperando que seamos los ganadores de la batalla. Cuando llegamos al puesto de control veo a Fer con un disparo azul en el pecho. No ha logrado sobrevivir al asalto de los reyes del cinco.
-No has conseguido salir vivo -susurro al ponerme a su lado a lo que él responde encogiendo los hombros y rodeándome con un brazo.
-He hecho lo que he podido por proteger a los reyes pero han conseguido alcanzarme. En cambio tú estás bastante viva.
-Soy bastante rápida y tengo buena puntería -me imito a decir.
Los reyes de todos los reinos se reúnen en el interior de la tienda que funciona como control y el resto esperamos fuera al veredicto del jurado. Diez minutos después escuchamos al director por los altavoces.
-Tras el conteo de supervivientes hemos obtenido los siguientes resultados: el número de soldados es equitativo en los dos equipos y las diferencias determinantes se hallan en los puestos de realeza.
Mis manos agarran con fuerza la que Fer tiene sosteniendo mi cintura en un intento de controlar mis nervios.
-En el recuento equitativo de príncipes y princesas, el equipo amarillo obtiene la ventaja.
La noticia provoca aclamaciones de victoria entre nuestros rivales pero todavía no decaigo en la derrota.
-En cuanto al conteo de los reyes y reinas, es el equipo rojo quien se alza vencedor y por tanto se proclama campeón de la batalla entre reinos.
Emocionada salto de alegría y abrazo con fuerza a Fer quien me responde de igual manera.
-¡Hemos ganado! -grito feliz sin separarme de él.
-Sí, lo hemos logrado Pelotita. Ya se ha acabado todo.
Ahora sí me separo de Fer pero para mirarle a sus ojos verdes y sonreír.
-Sí, todo ha terminado -susurro justo antes de sellar mis palabras con un profundo beso.
Continuará...
Hola mis lectores:
Siento muchísimo no haber escrito pero estaba bloqueada, necesitaba escribir este capítulo que cerrase este curso porque el siguiente es el CAPÍTULO FINAL. Sí, queridos lectores, después de dos años y medio de desarrollo de esta historia llegamos al final. Nos quedará sólo el epílogo que ya está planeado y medio escrito porque es lo único que tenía decidido. Gracias por seguir ahí tras los parones tan largos que he llegado a hacer y por esperar un mes de manera regular a que subiese capítulo. De verdad, hay veces que no sé cómo sois capaces de continuar tanto tiempo con esta historia habiendo escritores que suben cada semana un capítulo o incluso dos. En serio, muchísimas gracias.
Ahora, no sé cuándo subiré el final pero espero no tardar más de dos meses en hacerlo como con este capítulo. No puedo decir si será largo o corto, este tenía la idea y me ha ocupado 4500 palabras, uno de los más largos que he escrito si no es el que más. Pero aseguro que aflorarán emociones fuertes. No voy a contar más, tendréis que esperar a que suba el capítulo.
Un abrazo
Sophie_land_Elsa
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