Estaba mucho mejor sin ti

Capítulo 23

Fernando

No sé por qué lo hice, pero necesitaba hacerlo. Tenía que volver a besar sus labios, probar su sabor, abrazarla y sentir su aroma, su fragancia que me enloquece. Ahora mismo tengo una tonta sonrisa mientras me dirijo al edificio, pero mi objetivo después de esto es encontrar a mi mentiroso compañero y cantarle las cuarenta. Diviso a lo lejos dos figuras femeninas que se me hacen familiares. A medida que me acerco afianzo la identidad de esas dos chicas. Son Cristina y Zaida que discuten mientras caminan.

-¡No puedes decidir por mí!- escucho decir a Cris.

-Es lo mejor, no te conviene estar con él- le responde Zaida.

-Tú no sabes lo que me conviene o no.

-Cris no me fío de ese chico. Eso es todo.

-Pues no me importa. A mí me gusta y punto.

-¿Se puede saber por qué peleáis esta vez?- les digo cuando llego.

-Es que no me deja hacer mi vida en paz- reprocha Cristina.

-Pero es que se quiere juntar con un tipo que es una mala influencia.

-¡Aiden no es una mala influencia!- grita poniéndose frente a su gemela y mirándose mutuamente con odio.

-Esperad, ¿me podéis explicar quién es Aiden?

-El nuevo novio de Cristina- contesta Zaida sin quitarle los ojos de encima a su adversaria.

-¿Y qué problema hay en que tenga novio?

-El problema está en quién es mi novio- dice mirando con rabia a Zaida- Al parecer es demasiado "malote" para mí y merezco algo mejor.

-Un momento, creo que esto me suena de algo- comento mirándo a Cris ahora sabiendo lo que le hizo a Elisa.

-No te entiendo- dice Zaida apartando la vista de su hermana para fijarla en mí- ¿A qué te refieres?

-No eres tú quien lo tiene que entender sino Cristina- ella sólo abre los ojos de par en par.

-¿Y-yo?- se sorprende y queda mirándome.

-Sí. Que yo sepa tú intentaste hacer lo mismo conmigo y con Elisa- digo acercándome a ella desafiante- Decías que ella era muy poco para mí y que merecía algo mejor.

-Eso es diferente- baja el tono de voz pero me mira de igual manera.

-Yo creo que es lo mismo, solo que Zaida tendrá unos buenos motivos para hacerlo- Zaida me mira con alegría y una satisfacción desbordantes.

-Tenía muy buenos motivos. Que no sepáis cuáles no significa que no hubiese- contesta con rabia.

-¡Cris!- escucho a alguien a unos metros de distancia- Siento el retraso pero se me ha estropeado la moto y he tenido que arreglarla con mi hermano.

Un chico alto, castaño, de pelo rizado y ojos grises, se acerca mientras se limpia las manos sucias por el aceite del motor en un trapo.

-No importa Aiden, lo que importa es que has llegado- le habla dulce Cris dándole después un beso en los labios.

-Tú debes de ser Aiden ¿no?

-Exacto- dice extendiendo su mano que yo estrecho- Y tú Fernando, el hermano pequeño de Cris.

-Cierto- le digo con una sonrisa que él también pone.

-Bueno nosotros nos vamos- salta Cris- Tenemos cosas que hacer ¿Verdad Aiden?

-Sí, claro- responde mirando a mi hermana con ternura- Ha sido un placer.

-Lo mismo digo- se van los dos charlando muy alegres.

-Pues no sé qué le ves de malo a este chico- le digo a Zaida cuando ya se han ido- Si lo has juzgado por el aspecto no tiene nada que ver con su carácter.

-No es por eso.

-¿Entonces?

No responde, solo cierra los ojos y las manos con fuerza. Nos quedamos unos segundos en silencio mirardo en la dirección por la que se ha ido la pareja.

-Bueno ¿qué te parece si mañana comemos los tres y nos olvidamos de esto?- le propongo poniendo mi mano en su hombro.

-Claro, hace mucho que no comemos juntos- se relaja y muestra una sonrisa.

-Ey Fernando- me llama una voz a mi espalda- ¿Qué narices haces con eso puesto?

Un chico moreno de ojos azules vestido de rey está detrás de mí. Es Raúl.

-Pues veras...

-Bah, no me importa. Mañana tenemos una reunión a la hora de comer y espero verte con tu traje de príncipe- da media vuelta y se va.

Zaida me mira sorprendida.

-Puedo explicarlo.

-Oh, mi hermanito es un príncipe- dice ilusionada mientras me abraza y alborota el pelo.

-Sí, sí pero deja de sobar mi pelo- ne quejo zafándome del abrazo y colocando el destrozo de mi peinado.

-Y ¿por qué vas como campesino?

-Sabes que no nos podemos juntar así que le propuse a mi compañero un cambio de trajes para poder ir a veros.

-Aw que tierno- dice mi hermana dándome otro abrazo.

-¡Zaida! ¿conoces qué es el espacio vital?

Inmediatamente me suelta y ríe.

-Lo siento. Pero es que estoy tan contenta de que seas un príncipe.

-Ya, ya pero no todo es de color de rosa.

-Bueno, tendrás unas obligaciones pero lo demás serán ventajas y privilegios.

-Si tú lo dices...- digo soltando un suspiro.

-Ey, no quiero verte con esa cara larga. Ahora mismo te vas a ponerte tu traje de príncipe.

Le muestro una pequeña sonrisa y después de despedirme de ella con un beso en la mejilla entro al edificio. Recorro las escaleras hasta la tercera planta y entro en mi apartamento. La luz del salón está encendida pero no hay nadie así que supongo que Carlos habrá llegado y estará arriba. Subo al primer piso donde la puerta de su cuarto está abierta y hay luz. Espero unos segundos en frente del cuarto. Todavía no me he hecho a la idea de que tengo que convivir con mi enemigo y sólo de pensarlo me viene la rabia pero consigo controlarla. Me asomo y doy un par de golpes puerta.

-¿Puedo pasar Carlos?

-Claro, adelante.

Entro en la austera habitación y veo mi traje encima de la cama pero no a él.

- Ahí tienes tu ropa- dice saliendo del pequeño baño que tiene su cuarto vestido con unos pantalones cortos negros y una camiseta blanca- He tenido que ayudar a un familiar mío con un par de cosillas pero el traje está impecable.

-Gracias, el tuyo también lo he tratado bien.

Me acerco a la cama y cojo los ropajes para llevármelos a mi habitación.

-Bueno, creo que tenemos que hablar de algo- dice serio y ya sé de qué se trata.

-Es verdad- le digo de igual manera- Algo importante.

-Mira yo no quiero tener ningún tipo de problemas contigo por Elisa y entiendo que podamos estar enfadados por nuestro propios motivos- dice sentándose en el taburete de su escritorio- Pero somos compañeros y lo peor sería que estuviésemos de malas todo el curso.

-Tienes razón. Creo que cada uno debemos aceptar nuestra posición actual con Elisa y lo que pasó cuando no estábamos con ella.

Se forma un silencio. Cada uno tenemos que pensar en nuestra actual posición ante Elisa y aceptarla a pesar de parecernos mal o injusta. No puedo matarle por quitarme a Elisa ni él puede hacerlo por haber estado con ella antes. Aun así me es imposible negar que estaría encantado de tirarle por la ventana e ir corriendo a por Elisa. Son cosas normales que se piensan sobre los nuevos novios de tus amores ¿no?

-Oye esta noche se juega el clásico y lo echan en la tele- dice sacándome de mi mente- ¿Nos hacemos unas palomitas y lo vemos en el salón?

-Me parece perfecto- digo alegre y así Carlos se baja a la cocina mientras yo me cambio con algo más cómodo.

Antes de salir reflexiono lo que acaba de pasar. Mentalmente tenía pensado machacar a ese aprobechado y mentiroso compañero mío pero por culpa de su razonamiento no he podido hacer nada de eso. Frustrado golpeo la cama con mis puños dándome cuenta de que ¡es un colchón de agua! Sólo puedo tirarme encima y disfrutar de la agradable sensación que me hace olvidar el motivo de mi furia. Minutos después bajo para acompañar a Carlos y ver juntos el fútbol.

Elisa

Hoy es el primer día de clases y me levanto con mucha energía. Voy al baño y me doy una ducha rápida. Salgo ya con mi pomposo vestido puesto y me dirijo a desayunar. Antes reparo en la cesta de mimbre que dejamos en la mesilla anoche después de hablar durante horas en mi habitación. Encima de la tapa está la misteriosa funda con esa hermosa pulsera. No puedo saber a ciencia cierta quién me la regaló pero me es imposible resistir la tentación de ponérmela. Es preciosa y brillante además de quedarme perfecta. La dejo puesta en mi muñeca y salgo. Bea ya está abajo y (como no) junto a su taza hay una gran madalena de chocolate con trozos por encima.

-Buenos días. ¿Qué chocolatería has atracado hoy para tener eso?- digo entrando en la cocina y cogiendo una taza del armario.

-Ja ja, pero que sepas que ahí dentro hay como tres bolsas llenas- me dice señalando las puertas que acabo de abrir.

Efectivamente dentro está repleto de bolsas con bollería, cajas de cereales, mermeladas con pan especial para tostadas y tantas cosas más que no llego a identificar ni contar.

-Vaya, sí que se han esmerado con la comida.

Saco una pequeña caja con galletas de chocolate y naranja y me junto con Bea en la mesa.

-¿Qué crees que haremos hoy?- me pregunta dando un mordisco a esa gran masa marrón.

-Creo que tendremos sólo presentación de las asignaturas.

-Entonces, ¿para qué ir? Prefiero quedarme aquí viendo la tele.

-Tenemos que ir de forma obligatoria- le recrimino- Además después tengo reunión con Aurora.

-Sí, tú lo has dicho. La reunión sólo es contigo, yo no tengo nada que ver.

-Anda Bea...- le pongo ojos de cachorro y ella al cabo de unos segundos resopla.

-Está bien- acepta al fin- Pero me debes dos tabletas de chocolate.

-Ni lo sueñes. Como tomes más azúcar te subirá la tensión y acabaré teniendo que pincharte para controlar tus niveles.

-No exageres muchacha- adoro cuando habla así, es muy característico de ella- Si no me va a pasar nada.

-Lo que tú digas- termino dando un último sorbo a mi leche- Pero no me hago responsable de tu salud.

-Aish, qué pesada- dice rodando los ojos- Deja mi taza en el fregadero y guarda el resto, yo subiré a por nuestras mochilas.

Después de poner cada cosa en su sitio salimos las dos y bajamos para dirigirnos al edificio tres donde recibiríamos las clases teóricas. Algunas chicas nos miran con envidia ya que son campesinas mientras otras de nuestro mismo estado social nos juzgan y aunque lo escuchamos, ignoramos todo. Entramos en el aula veinte donde daremos la primera clase. Bea insiste en que, por arrastrarla aquí, tenemos que ponernos al final. No discuto y la sigo. Nos sentamos en dos asientos pegados a las ventanas que tiene la clase a la izquierda. Hablamos tranquilamente hasta que entra una profesora. Es de estatura baja, delgada y de pelo rubio oscuro. Es gracioso que necesite subirse a un pequeño escaño de madera para ver a toda la clase.

-Buenos días alumnas- ¿ha dicho en femenino? ¿Acaso aquí no hay chicos en patinaje artístico?- Soy Susana y seré vuestra profesora de Historia del deporte.

Genial, comenzamos la mañana con un plomo de asignatura. Saco mi cuaderno de apuntes y comienzo a dibujar. Una flor por aquí, un pajarito por allá, Fer y Elisa en este lado... Espera, ¿qué acabo de hacer? Miro la hoja y encuentro entre flores y corazones mi nombre y el de Fer. ¿Qué me está pasando? Aparto la mirada del cuaderno y la dirijo a la ventana. A causa de mi mala suerte Bea mira a mi mesa y me echa una mirada diciendo "¿Qué es eso?" Yo muestro mi incertidumbre negando con mi cabeza y poniendo las manos en la frente. El maravilloso sonido del timbre resuena por el edificio y recojo a toda prisa. Nos toca la presentación de las clases prácticas y tengo que dejar mis cosas en la taquilla. Bea no se ha molestado en traer nada así que sale directa a las pistas deportivas mientras yo salgo al pasillo. Busco el número 386 entre los casilleros y cuando lo encuentro dejo dentro todo.

He tardado más de la cuenta en buscar mi taquilla y sólo quedan por los corredores algunos estudiantes rezagados como yo. Para colmo las pistas están en la otra punta del campus y tengo que ir corriendo por pasillos. Al llegar a la zona de deporte paro a recobrar fuerzas y aire apoyándome en una pared.

-Mira quién está aquí- escucho a alguien no muy lejos y al alzar la vista veo a Aurora con las tres chicas que me molestaron cuando llegué. A pesar de eso me alegro de volver a ver a mi prima después de tanto tiempo.

-¡Cuánto tiempo sin verte! Te hemos echado de menos.

-¿Ah si? Pues yo a ti no mucho- me dice a la vez que se acerca- Más bien estaba mucho mejor sin ti.

-¿Por qué dices eso?

-Verás me he enterado de unas cosillas.

Las cuatro se han colocado alrededor de mí y yo sigo pegada a la pared.

-Después de la dramática noticia de nuestra separación decidí romper con Fernando. Lo que no me esperaba es que él también quería romper conmigo.

Trago saliva, esto no me gusta nada.

-Yo me quedé sorprendida y quería saber la causa. ¿Sabes cuál era? Que le gustaba otra- Se acerca a mí y quedo definitivamente acorralada- Y no me podía creer que fueses tú esa chica.

-¿C-cómo lo...?

-Oh me lo dijo el propio Fernando. Al explicarle que sólo fue un juguetito me soltó que tú estabas enamorada de él pero que por mi felicidad decidiste reprimir tus sentimientos.

-Uy pero que considerada fuiste con tu prima- se burla la rubia de ojos negros.

-Y ahora el pobre anda detrás de ti intentando recuperarte, aun sabiendo que ya le has sustituido- comenta la morena de ojos verdes.

-No puedo creer que semejante... "elemento" como tú tenga loquitos a los dos mejores partidos de todo primer curso- me dice la castaña de voluminosos labios.

-Mira sólo quiero que hagas una cosa- dice mi prima- Si ya estás con Carlos déjale bien claro a Fernando que no quieres nada con él para que yo pueda ir otra vez a sus brazos.

-¿Para que vuelvas a tratarle como una diversión más? Lo siento pero no- digo con todo el valor que soy capaz de sacar.

-¿Ah si? Pues corta con Carlos.

-No puedo dejarle sin motivo.

-Pues si no haces una de las dos cosas sufrirás las consecuencias- me amenaza la rubia.

-Estás advertida primita- dice Aurora- Y no te atrevas a desafiarme porque todavía no sabes de lo que soy capaz.

Después de esto se marchan no sin antes empujarme la morena al suelo, algo que le resulta fácil ya que me encuentro tan débil que casi no podía mantenerme en pie durante la conversación. Lentamente comienzo a ver todo borroso y lo último que veo es una figura masculina corriendo hacia mí.

Continuará...

Aquí tenemos el esperado capítulo. No ha sido tan malo como yo pensaba que sería pero ha tendo sus puntos... Os espero en el próximo y agradezco todos vuestros votos y comentarios.

Un brazo

Sophie_land_Elsa

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top