¡A "relajarse" en el lago!
Capítulo 43
Narrador
Bajo un excepcional sol de marzo se extiende el pequeño lago Mesal, en los límites del pueblo. Concurrido por algunas familias es un sitio idóneo donde desconectar durante el periodo de vacaciones. Disfrutando de un atípico día caluroso, dos familias se empapan de la serenidad del lugar. O al menos por un tiempo.
-Ni se te ocurra meterme en el lago.
-Sólo nos daremos un chapuzón.
-¡Pero el agua está helada!
Una castaña es cargada a la fuerza por un chico dirección a la masa de agua. Golpeándole en la espalda y removiéndose intenta sin éxito liberarse de su agarre.
-Fer, bájame ahora mismo- le ordena sin surtir efecto.
-Sólo vamos a sumergirnos en la orilla, Elisa- comenta despreocupado- Además, así se quitará el resto de tinte rubio que te queda.
-Eso no funciona así.
Mientras, desde la distancia, el resto de las dos familias conversan y observan a la pareja.
-Ahora que les miro- habla Belén- No ha cambiado su actitud. Es como verles hace unos años.
-Eso es porque se comportaban como pareja sin serlo, Belén- aclara Diana a la vez que sonríe- Sólo era cuestión de tiempo que dieran el paso.
Al lado de las dos mujeres, dos gemelas rubias aprovechan para relajarse tumbadas en sus toallas sobre la hierba.
-Ugh- se queja una de ellas- Ni siquiera aquí hay señal de internet.
-Cris, deja de preocuparte tanto y descansa. Aiden puede sobrevivir sin ti una semana.
-Zaida, no es por él. ¡Es por mí!- grita alterada Cristina- Es a mí a quien le cuesta separarse.
-Pues llámale, hay cobertura.
-Lo he intentado pero aquí hay muchas interferencias- responde rendida.
-Entonces tendrás que esperarte a que volvamos a casa- se coloca las gafas de sol y se tumba- Allí tenemos buena señal.
Cristina suspira cansada y se levanta para caminar hacia la orilla del lago. Con sus shorts de tela acuática y el biquini verde en la parte superior se sienta justo en el inicio del lago donde el agua sólo roza sus pies. Desde allí tiene una vista perfecta de su hermano con su novia. Ambos han entrado al lago donde el chico ha logrado sumergirlos a los dos y ahora caminan por la zona que cubre hasta la mitad de la espinilla, cogidos de la mano. Le habría encantado juntarse con ella de nuevo, retomar esa amistad que tenían antes de convertirse en enemigas acérrimas, pero su orgullo se lo impide. Es verdad que ya no se odian pero es incapaz de acercarse a ella y hablar del asunto. Nunca le interesó Aurora como pareja de su hermano pero era la única forma que tenía de devolverle el golpe a Elisa después de transformarse y sustituirla por su propia hermana. Por eso ahora, al verles de esa manera, sólo puede sonreír. Quizá algún día tenga el valor para disculparse por sus actos, sin embargo es plenamente consciente del largo tiempo que pasará hasta que ocurra.
En la entrada del lago, un nuevo vehículo familiar se adentra en la explanada habilitada para el aparcamiento. Cuando se estaciona, dos rubias bajan de él con sus bolsas colgadas al hombro.
-Bueno, al menos es un lugar limpio- comenta una de ellas pasando la mirada por el paisaje.
-No te quejes- le reprocha la otra- Tú has querido venir, yo no te he obligado a nada.
-Tenía mis razones y has cumplido con la primera parte del trato.
-No era muy complicado, sólo te he enseñado dónde está su casa.
-Querrás decir mansión.
-No es tanto una mansión como una gran casa rústica.
-Déjate de tecnicismos Vanessa- se queja una bajando sus gafas de sol hasta los ojos- Vamos a intentar disfrutar de esto.
Ambas rubias de encaminan a una zona soleada cerca de la orilla aunque lejos de las familias de la pareja. Cuando se asientan, una pareja adulta se acomoda junto a ellas.
-Estaremos aquí hasta después de comer- informa la mujer- Tenéis libertad para pasear por toda la zona pero no os vayáis muy lejos.
-Sí, mamá- responde Vanessa.
Mientras la mujer alista el lugar con el hombre, las dos chicas se acercan a una gran roca pegada al borde del lago y se sientan.
-La vista es bonita- comenta la segunda rubia- Pero prefiero la playa.
-Algunos no tenemos la suerte de ser hijos únicos y marcharnos todas las vacaciones a la costa- reprocha Vanessa- No sabes cómo es soportar a dos hermanos pequeños en un pueblo tan vacío como este.
-No, pero ahora me tienes a mí- se halaga ella- Y tus hermanos están en un excelente campamento de deportes.
Vanessa, tanto por gusto como por alejarse un poco de su amiga, se levanta y se prepara para saltar al lago.
-¿Te vienes a darnos un baño?- pregunta aun sabiendo de antemano la respuesta.
-No, gracias- contesta su amiga mirando con asco el agua- Prefiero quedarme aquí, seca y sin meterme en ese agua repugnante.
-Tú te lo pierdes- responde resoplando por las incoherentes palabras de la chica- Sólo quédate aquí hasta que vuelva.
-Sí, sí- contesta con retintín y reclinándose en la roca- Aurora será una niña buena.
Vanessa se lanza al lago y entra con una zambullida limpia. En esa zona la profundidad es notoria y no llega a darse con el fondo. Varios metros hacia delante emerge de nuevo y se mantiene a flote mientras contempla el paisaje. Cerca de su posición la pareja prosigue con su paseo.
-Mañana quiero enseñarte el desván- le cuenta Fernando- Ese lugar es un mundo.
-No me convence mucho la idea- opina Elisa- No le tengo mucho aprecio a los desvanes.
-No digas eso- le abraza por los hombros- Ahí arriba hay hasta un piano y me encantaría que me escuchases tocar.
Elisa sonríe ante la idea y se apega más a él. Fernando por su parte, desliza la mano a la cintura de la chica y prosiguen caminando a paso lento. Pero la mirada del chico se posa en una figura que se sumerge hasta la cadera en el lago. ¿Es posible? De todas las personas del mundo que podían pasar ese día en ese mismo lago tenía que haber alguien de su misma especialidad y clase de la universidad. Y nada menos que Vannesa, su competencia femenina en piano. Aquella chica, además, tiene sus particularidades. De un momento a otro pasa de insultarle a volverse empalagosa. Para él, una compañía poco agradable.
-¿Qué miras?- le pregunta Elisa mientras intenta situar el punto donde su novio tiene clavados los ojos.
-Creo que he visto a alguien de mi clase.
Cuando finalmente Elisa consigue ver quién es esa persona, el color empieza a desaparecer de su rostro.
-Fer, ¿te acuerdas cuando te conté lo del encierro?- dice temerosa a lo que él asiente- Ella fue la que me vigilaba.
Si ya no tenía especial afinidad con Vanessa, ahora la situación es aún peor. Fernando comienza a apretar sus manos con furia mientras mira a la chica hasta que un gemido de parte de Elisa hace que se detenga. Seguía abrazándola y su mano apretaba su cadera con fuerza.
-L-lo siento mucho- se disculpa acariciando suavemente la zona.
-No pasa nada- le tranquiliza con una sonrisa- ¿Sabes? Olvidemos que la hemos visto. Si quieres nos tomamos algo en el bar.
Aunque en un principio había tenido miedo, recordar que ya le plantó cara a la principal causante de los problemas le da confianza y serenidad. Por otro lado, el cobrizo sonríe ante la actitud de su novia y les guía hacia las toallas.
-Vamos a acercarnos al bar a tomar algo- dice Fernando cogiendo su cartera- Volvemos enseguida.
Mientras ellos se dirigen al bar, Vanessa sale del agua y se acerca a la roca donde Aurora sigue recostada tomando el sol con las gafas puestas.
-Ya he vuelto- anuncia la rubia sentándose a su lado.
-¡Eh, cuidado!- exclama Aurora apartándose de la recién llegada- Me estás mojando.
-Lo siento- contesta con falso arrepentimiento.
Se escurre el agua del pelo y vuelve a levantarse a la vez que se estira.
-Necesito comer algo. ¿Te vienes al bar?
-Bueno, no me vendrá mal caminar un poco.
Se levanta de la roca y con su bolsa se acercan al bar situado en la entrada del lago. Cuando llegan a uno de los lados de la barra que rodea el puesto, en seguida un hombre les atiende. Mientras Vanessa pide un pequeño bocata, Aurora se limita a una Coca-Cola light y pasea la mirada por el lugar. No es una maravilla pero al menos puede tomar algo. Sin embargo su tranquilidad se desintegra cuando sus ojos se posan en un chico de cabello cobrizo y ojos verdes que habla amigablemente con una chica. Un escalofrío la recorre cuando comprende de quiénes se tratan, aunque la chica esté de espaldas a ella.
Tras aquella disputa en el apartamento de Emily, han prescindido de ella para la organización de la actuación de danza y sustituido por otra chica de su curso. Su pensamiento sobre ese tema es claro: la culpable de aquello es Elisa. Se había inmiscuido en su camino y había reducido las posibilidades de terminar con Fernando a cero. Había escogido ir esas vacaciones con Vanessa para comprobar si aquello que se perdía era de grandes magnitudes o su amiga estaba exagerando, desgraciadamente no magnificó en absoluto sus palabras. Quedarse en el pueblo de su amiga no sólo implicaba hacer una pequeña visita por los alrededores de la casa familiar de Fernando sino que, como en cualquier pueblo, conseguir información de sus habitantes, que era de lo más sencillo. Sólo tenía que pasearse con su amiga y en algún momento se cruzaría con alguna señora mayor alegre de ver nueva juventud en el pueblo. A partir de ahí sólo tenía que "interesarse" por las historias del lugar y ya conseguiría liberar el camino para preguntar sobre cualquier tema del pueblo. Y por supuesto ya había hecho aquello un par de veces, obteniendo información que no le ha hecho más que enfurecer.
Pero verles allí a ambos, felices y disfrutando el uno del otro, le produce rabia. Tiene aún muchas cosas que decirle a su prima y algunas a raíz de su disputa hace poco más de un mes. Unos segundos después, Elisa se levanta de su banqueta y se despide de Fernando con un beso para dirigirse hacia los aseos contiguos al bar. No lo duda ni un segundo antes de levantarse disimuladamente tras ella. Le da espacio, espera a que entre en el servicio y se apoya en la pared junto a la puerta. Pasan unos minutos antes de que Elisa salga del baño, sin percatarse de la presencia de su prima. No da más de dos pasos y la voz de Aurora detiene su marcha.
-¿Disfrutando de tus nuevos privilegios, primita?
El rostro de Elisa muestra pavor por unos instantes. No esperaba escuchar esa voz, no allí y no en ese momento. Por mucho que se hubiese enfrentado ya a ella no se siente todavía segura ante su prima. Con temeridad, se gira hacia Aurora intentando aparentar lo más segura de sí misma posible y por el momento lo consigue.
-No soy como tú, Aurora. Nunca me acercaría a alguien por dinero.
-Pero, tampoco te molesta ¿verdad?- sonríe cínica- ¡Cómo rechazar ahora a Fer sabiendo esto!
-No le llames así- advierte entre dientes- No tienes ni nunca tuviste ese derecho.
Ese minúsculo detalle de la forma de llamarle podría resultar ridículo e importante a la vez. Para infortunio de Aurora, el entorno de Fernando es consciente de lo particular que es llamarle Fer. Es un privilegio que sólo posee su familia y como caso excepcional Elisa. Incluso cuando salía con él se molestaba si le llamaba así aunque se lo permitía. Nunca tuvo ese privilegio y por supuesto en ese momento tampoco. Y le duele que su prima tenga razón.
-¿En serio crees que buscando a alguien con dinero solucionarás tu vida? ¿De verdad prefieres el dinero a la felicidad?
-Si tengo dinero no veo cómo no sería feliz- contesta mirando sus uñas.
-¿Y qué hay del amor?
-Eso está sobrevalorado.
-Pero al principio sentiste algo por Fer, ¿cierto?
-Sólo una corta atracción adolescente. Pero al menos ya tenía parte del camino recorrido.
Por mucho que Elisa intente disuadirla de su idea, ella seguirá pensando que su plan es bueno para conseguir asegurarse un futuro sin complicaciones y de abundantes comodidades. Ya ha sopesado las ventajas y desventajas de hacerlo y a su parecer tiene más pros que contras. El único límite que no se permite sobrepasar es la edad, no está dispuesta a casarse con un hombre que le doble en edad o incluso sea más mayor. En ese momento Fernando aparece tras la rubia, reconociéndola de inmediato.
-¿Aurora?
Ambas chicas se giran hacia él pero no dicen nada. Aurora, aún resentida por la repentina ruptura y la posterior actuación en el antiguo apartamento de Elisa, le observa a la vez que lamenta haberle perdido. Elisa sin embargo sólo quiere alejarles a ambos de allí y olvidarse de su prima.
-¿Qué haces aquí?- pregunta Fernando sin moverse.
-He venido a pasar las vacaciones con una amiga- contesta sin darle la más mínima importancia a la presencia de su prima.
-Supongo que se trata de Vanessa.
-Así es.
Un silencio sucede a esas dos palabras. Fernando mira a su novia y la ve con pocas ganas de continuar en presencia de la rubia. Sin embargo necesita hacerle una sola pregunta a Aurora.
-¿De verdad lo hiciste todo por dinero?
La vista de Aurora se posa en el rostro decepcionado de Fernando. Podría contestar con algún comentario similar a los que ha utilizado instantes antes con Elisa pero algo en su gesto se lo impide. Su mente viaja a los felices años como niños, jugando tanto con él como con Elisa. Con cada imagen que pasa por su mente, cada recuerdo, su corazón se oprime. Por mucho que sea todo un plan, esa mirada de Fernando la está destrozando por dentro. No es hasta ese momento cuando descubre realmente todo el daño que ha causado, no sólo a Elisa sino también a Fernando. ¿Realmente ha manipulado a tanta gente por su objetivo? Todas esas personas que a cambio de una carrera plagada de privilegios, ¿había conseguido que hicieran aquellos actos por ella? Ya no sólo le parece desorbitado sino también una locura. La primera en sufrirlos fue Elisa y aunque siguiera sin tenerla aprecio, reconoce que ha pasado el límite con ella. Y como peor parte, no fue consciente del daño que infringía a Fernando con todo aquello. Por primera vez, se pone en la piel del chico. Él, enamorado de Elisa profundamente, sufrió por cada caída de su prima y todas las agresiones directas e indirectas hacia ella. Una cosa era amenazar y extorsionar a Elisa pues técnicamente formaba parte del medio para conseguir el fin, otra distinta era dañar con ello al propio fin de las acciones. Ha estado tan ciega en lograr su objetivo que se ha olvidado de cuidarlo y conservarlo. Antes de que pueda dar una respuesta Fernando vuelve a hablar.
-Ya veo que sí- pasa por su lado y se pone junto a Elisa- Me parece increíble que nunca me diera cuenta de tus propósitos, sabía que había algo que no me cuadraba pero nunca pensé que fuese el factor monetario.
No. La situación no puede terminar así para Aurora. Es como si Elisa se hubiera convertido en la eterna víctima y ella la principal causante de sus problemas. Podría haber luchado, hacerle frente desde los inicios, pero en lugar de eso se comportó como una doncella en apuros que no sabe defenderse por sí misma. Con cada segundo que pasa se convence más de ello. Sólo con mirarla junto a Fernando, cual damisela en brazos de su héroe, la furia hierve en sus ojos. No está dispuesta a dejar las cosas así.
-Por lo menos yo lucho por mis intereses- contesta mirando fijamente a Elisa- y no dejo que otros batallen mis guerras.
Las alarmas de Elisa saltan al instante. ¿Su prima le está insinuando que no sabe defenderse sola, que no ha luchado durante los seis meses que llevan de universidad? Una parte de ella le da la razón, esa razón que no quería que saliese a la luz. Esos pensamientos se han manifestado antes en ella pero los ha ignorado. Tiene razón, ha sido débil y no ha peleado por su persona. Sin embargo eso está a punto de cambiar.
-Puede que hasta ahora no haya luchado- se acerca con paso decidido- pero ahora va a ser diferente.
Llega hasta Aurora y sin previo aviso le da una bofetada en la mejilla. Al instante, Fernando la separa de su prima. No es partidario de actuar con violencia. Por otro lado, Aurora no dice nada ni suelta un sólo sonido, se limita a llevar su mano hasta la zona impactada.
-Elisa, basta- intenta disuadirle Fernando- Vámonos.
Las dos primas se sostienen la mirada durante un par de minutos, ambas llenas de odio. Antes de que la situación llegue a más, Fernando tira de Elisa y la aleja de allí. Cuando ya están lejos del bar y de Aurora, Fernando se detiene.
-¿A qué ha venido eso?- pregunta molesto.
-Ha dicho que soy débil- susurra sin levantar la mirada del suelo.
-No lo ha hecho.
-Sí lo ha hecho- protesta alzando la vista a Fernando- Me ha dicho que no he librado mis batallas, que otros me han defendido. Y eso es lo mismo que llamarme débil.
Los ojos de Fernando examinan los de Elisa. Está dolida por los comentarios de Aurora, puede verlo en sus ambarinos ojos. Acerca su mano al rostro de su novia y lo acaricia haciendo que ella cierre los ojos.
-Si fueras débil no habrías soportado nada de lo que te ha hecho- susurra y la abraza con suavidad- Eres fuerte Elisa, sólo tienes que creer en ello.
Las palabras de Fernando le hacen sonreír, aunque en su cabeza siga sin estar convencida. Sin embargo tiene que seguir siendo "fuerte" y mostrarle esa sonrisa. Incluso cuando sabe que él no va a creérsela. Una sola mirada a su novio le devuelve el ánimo y termina enganchándose a su cuello para poder darle un largo beso.
-¿Sabes?- habla Elisa al separarse- Ahora me apetece muchísimo escucharte tocar.
-Entonces, ¿a qué esperamos?- sonríe Fernando- Descansemos un poco y luego pedimos regresar a la casa.
Le da un corto beso y ambos regresan con sus familias. Mientras, Aurora sigue sin inmutarse del lugar del suceso. Elisa se ha atrevido a golpearla, atreverse en el buen sentido. Ha sido capaz de plantarle cara sin tener que recurrir a la ayuda de nadie, aunque Fernando estuviera presente. Además, le ha restregado sus palabras por la cara. De aquel encuentro consigue llevarse dos conclusiones: que Fernando nunca podrá ni pudo estar con ella y que su prima al fin ha dejado de ser la niñata sin valor que fue siempre. Una experiencia agridulce pero igualmente satisfactoria a nivel personal.
-¡Aurora! ¿Qué ha pasado?
Vanessa aparece a su lado, asustada por la marca que luce su amiga en el rostro. Aurora sin contestar sonríe y sigue a su compañera hasta la barra donde pide un poco de hielo que ella acepta y coloca en su mejilla. Ignorando las preguntas de Vanessa, pierde su mirada en el paisaje hasta que vislumbra a las dos familias marcharse del lugar. Sabe que ninguno ha dicho nada de lo ocurrido, ni tampoco lo harán. Los únicos que podían llegar a ser informados son Bea y Carlos pero no le importa. A partir de ese momento ya no tiene motivos para volver a juntarse con ninguno de ellos y evitará hacerlo durante su periodo en la universidad. Salir de la Universidad Chesterton no es una opción, pocos centros ofrecen su carrera a un nivel tan elevado como esa. Proseguirá con sus planes de futuro aunque tenga que compartir lugar de estudio con ellos. La universidad es lo bastante grande para todos, ¿no? Cada uno seguirá su vida por su lado y teniendo mucha suerte, no se encontrarán con frecuencia.
Continuará...
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