Capítulo 19: Más vida


Heres

Al salir de casa la gente me había arrastrado. 

Había empujones, codazos, y más empujones. ¿¡Es que esto no iba a terminar nunca!? Finalmente, y por alivio para mí, la gente paró en seco. Casi me caí hacia adelante, pero por suerte una chica de mi edad logró sostenerme. Intenté presentarme, al igual que ella, pero había tanto ruido, tantos murmurios, que ninguno de los dos logró entender al otro. Al final los dos miramos hacia dónde lo hacía la gente. 

Los empujones volvieron y esta vez sí que caí. Aprovechando el estar en el suelo, me arrastré entre las piernas de la gente hasta llegar delante de todo, donde unas vallas de metal y plástico nos impedían seguir avanzando. Me levanté a la vez que empujaba a un chico que se intentaba colar. 

-Ni de coña, tío. -Él también me intentó echar y los dos nos quedamos forcejeando durante unos segundos que se me hicieron eternos. Esa pelea iba a ser eterna: los dos teníamos la misma fuerza y edad. Tenía que ganar el que aguantase más rato, y mis fuerzas empezaban a agotarse. Pero para mi suerte, una silueta apareció entre la multitud y me ayudó a echar al muchacho. Me giré para agradecerle su ayuda a mi salvación, pero me sorprendió ver que era la chica de antes. 

-Gracias. -Dije, aunque creo que esta vez tampoco me escuchó. Ella hizo un "OK" con el dedo y sonreí. Ella podría ser mi primera amiga en la zona... ¡Era todo un logro! 

-Silencio, por favor. ¡Nuestros trabajadores necesitan concentrarse! Así que, si en breve sigo escuchando voces, tendremos que desalojar la zona. -Todo el mundo calló de inmediato, lo que me provocó risa. Pero, una risa nerviosa. 

Alguien vino por detrás y se agarró a mi brazo. 

-¡Qué ganas, eh! -Me dijo a la oreja. 

Era Joel, el único amigo que tenía en Lilac. Había perdido a todos mis seres queridos en la Tierra, y no es que hacer amigos fuese mi especialidad...

-Eh, sí, claro. Pero, ¿de qué tienes ganas exactamente? -La chica se acercó a nosotros, llena de curiosidad. 

-Tío, ¿aún no lo sabes? ¡Han encontrado vida en Lilac! Aparte de nosotros, claro. -¿Cómo? ¿Vida? Pero eso significaba que... -¡Los extraterrestres sí existen! -Joel alzó demasiado la voz, y la mujer que nos había mandado callar le clavó su mirada desafiante de advertencia. 

-No puede ser... -La chica se puso a dar pequeños saltos mientras aplaudía sin hacer ruido. -¡Extraterrestres! ¡Siempre lo he sabido! -Mi amigo y yo nos miramos. ¿Era una loca de los extraterrestres? Cuando terminó, se volvió hacia nosotros y me dio la mano a modo de saludo. -Soy Atira. - Así que... Atira. Era un nombre bonito. Ella no me soltaba la mano. Ah, claro. Tenía que decir mi nombre también. 

-Soy Heres. 

-¡Bonito nombre! -Se giró hacia Joel y repitieron la acción de darse la mano. 


Vera

Todo el mundo se había acercado al mismo sitio. 

-¡Corre, Vera! ¡Tenemos que pillar un buen sitio! -Liam gritaba, ilusionado, mientras corría cogido de mi mano entre la multitud de gente. 

-¡Liam! ¡Vamos a tirar a alguien!

Llegamos delante de todo el mundo, donde encontramos a Aldara, Heres y Joel. Aunque vimos que Erlik estaba intentando llegar a nosotros. 

Miré hacia delante, dónde unas vallas nos separaban de un enorme agujero, aunque de poca profundidad. En él había muchos hombres y mujeres con trajes sucios. Había algunos con palas, excavando, otros con lupas, otros con distintos objetos de laboratorio...

Una mujer con el pelo rubio y corto cogió un micrófono con fuerza y miró a la gente:

-Buenos días, -Empezó. Después se aclaró la garganta. -como muchos sabéis, hemos hecho un gran descubrimiento que cambiará el sentido de la humanidad. Pero también sé que muchos de vosotros no sabéis con exactitud qué hacéis aquí. Así que, sin más rodeos, me enorgullece decirlos que... ¡Se acaba de encontrar vida extraterrestre! -Todo el mundo se puso a gritar, y no pararon de oírse exclamaciones de alegría, y también alguna de miedo, no sé por qué. -Bien, no lo acabamos de descubrir, exactamente. Hace ya tiempo que sospechábamos, pero hasta ahora no teníamos ninguna prueba. -Se retiró del medio para dejar a la vista en enorme agujero. -Pero esta, señores y señoras... ¡Esta es nuestra prueba! -Aplausos. -Bien, ejem, pongámonos más serios, ¿de acuerdo?

Todo el mundo empezó a lanzarse miradas intrigadas, incluida yo, que miraba a Erlik con cara de curiosidad. Quizás él sabía de qué iba todo esto. 

Como leyendo mis pensamientos, Erlik negó con la cabeza. De acuerdo, él no sabía nada. 

-Esta especie ya tiene nombre: Lisub. Muchos os preguntaréis por qué este nombre. E aquí la respuesta: Li, de Lilac, nuestro planeta. Sub, de subterráneo, ya que estos animalitos microscópicos que están bajo tierra. 

-¿¡Hay muchos?! -Gritó alguien desde el fondo de la multitud. 

-Sí, por supuesto. Se trata de una gran especie, aunque no muy avanzada.

Mucha gente empezó a abrazarse y a soltar gritos de alegría, pero tanto yo, como mis hermanos, nos quedamos inmóviles. No era capaz de sentir una alegría sobre algo totalmente desconocido. Quería, pero no podía. 

-La aparición de esta especie va a cambiar muchas cosas. -Soltó Heres con un soplido. -No sé si la humanidad está lista para... no sé, investigar tiempo atrás y descubrir el por qué de nuestra existencia. -Aldara asintió, mirando al suelo. 

-Sí, es guay, pero al mismo tiempo solo nos va a traer problemas. ¿No?

-¡Pues yo estoy contenta! -Lyra se acercó a Erlik y la otra chica y se unió a ellos mientras soltaba exclamaciones de alegría.


Liam

Ese día se convirtió en una celebración. 

Los trabajadores montaron un banquete con comida algo parecida a la de la Tierra, y se declaró este día como festivo. Eso a mí no me afectaba, pero igualmente estaba contento, ya que cuando fuera mayor un día como hoy no tendría que trabajar. 

Me senté junto con Vera, quién ya había empezado a comer. Me incliné sobre su plato para ver qué era eso tan delicioso que hacía que se le cayera la baba. 

-¿Qué es eso?

-¡No lo sé! ¡Pero está muy bueno! -Y sin ni tan solo mirarme, siguió comiendo. Me levanté para ir al bufé, dónde un montón de gente hablaba pero no comía. No pude evitar tener el pensamiento de empujar a las personas que solo me hacían parecer torpe bloqueándome el paso. 

La gente se había puesto elegante, casi parecía una boda. 

Cuando por fin llegué a la mesa dónde se servían algunos de los platos, vi que ya no quedaba demasiada cosa, así que tomé un refresco de limón. No sé por qué, me pareció divertido. Al fin y al cabo, todo el mundo bebía champán, excepto nosotros, los menores, quienes teníamos que conformarnos con las bebidas con gas. 

Me giré para volver a la mesa y me sorprendió encontrarme con Aldara, quién se había cambiado de ropa. 

-Te queda muy bien. -Le dije. Ella se sonrojó mientras se alisaba el vestido rojo y largo con la mano que le quedaba libre, ya que con la otra sostenía una copa de vino. 

-A veces puedo sorprenderte. -Me dedicó una sonrisa misteriosa y se marchó. 




















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