Capítulo 14: Adaptación
Vera
Dieciséis años recién cumplidos... ¡Y pensar que hacía ocho años solamente tenía ocho! Las cosas estaban pasando tan deprisa...
Ya habían pasado un par de días desde el aterrizaje de la nave, y por fin nos dejaron bajar. Bajamos por grupos, claro. Yo iba con Liam y con Lyra. Al bajar del cohete, nos dirigimos a una especie de campamento, donde había pequeñas casas de tela, similares a las que podía encontrar en un camping en la Tierra.
Nos asignaron una de esas casitas y entramos dentro. El espacio estaba repartido en cuatro habitaciones: tres eran dormitorios, y una era la sala de estar. No había cocina, ni televisión, y el sofá era muy pequeño, pero tampoco podía esperar más.
Entré a todos los cuartos en busca del más grande, pero todos eran iguales.
-Vale, ¿cómo nos repartimos las habitaciones? -Preguntó Liam, a la vez que echaba un vistazo a una de ellas. -Todas son iguales...
-Lástima. -Bromeé. -Tenía ganas de pelearme con vosotros por la habitación más grande. -Los tres soltamos una carcajada y entré en la habitación de la izquierda.
-Me gusta esta. -Dije. -Me la quedo.
Lyra entró a uno de los otros dos cuartos y se tumbó en la pequeña cama que había. Liam se sentó en el sofá para echarse una siesta.
Yo, en cambio, me quedé en la entrada de mi nueva habitación, pensando cómo la iba a diseñar. Es cierto que no podíamos malgastar objetos solo para decorar, pero, por suerte, había sido previsora y había empaquetado objetos de decoración.
"La cama la voy a arrastrar contra la pared" pensé "Sí, y el armario hacia al lado izquierdo de la cama". Me gustaba cómo estaba quedando: Poco a poco, empezaba a sentirme en casa.
Liam
Tuve un sueño muy extraño: estaba con papá y mamá en una nave muy pequeña, y casi no teníamos espacio para movernos. No había ni una sola ventana, y no sabía quién demonios pilotaba el cohete. Entonces empezaron a haber unas turbulencias cada vez más fuertes, y el cohete empezó a caer cada vez con más velocidad hacia... ¿Hacia dónde?
Entonces me desperté. Era una de las pesadillas que inundaban mi cabeza cada noche, cuando intentaba dormir. Me froté los ojos y eché un vistazo a mi alrededor. Claro, estábamos en Lilac.
Salí de nuestro nuevo hogar para inspeccionar nuestro nuevo planeta. Había mucha luz que me deslumbraba, por eso todo el mundo llevaba gafas de sol... Entonces un hombre con uniforme se acercó a mí:
-Estamos en horas de sol, tienes que llevar gafas. -Metió la mano en su bolsillo y de este sacó unas gafas negras. -Toma. -Miró mis muñecas. -¿No te han dado un reloj? -Negué con la cabeza. -¡Santo cielo! Pero, ¿se puede saber quién te ha vestido?
-Era un hombre de unos cuarenta años, con uniforme y barba...
-Ya... creo que hay muchos trabajadores así. -Se metió la mano de nuevo en el bolsillo y esta vez sacó una especie de reloj digital. -Las horas aquí no son las mismas que en la Tierra. Coge esto. -Me entregó un folleto. -Las primeras tres semanas de adaptación al nuevo planeta se hacen tutoriales y clases. En cinco minutos, allí, en esa casa, van a explicar las horas en Lilac. Creo que te resultará útil.
-Gracias. -¿Cinco minutos? ¿Solamente? ¡Me podrían haber dado el folleto antes! Me puse a correr hacia la dirección que el trabajador había señalado. Una vez allí, me senté en el suelo, al lado de Aldara, Heres y otro chico.
-¡Liam! -Aldara se inclinó sobre mí y me abrazó con todas sus fuerzas. Heres se unió al abrazo, mientras el otro chico nos miraba con una gran sonrisa.
-¿Quién es él? -Les pregunté a mis hermanos.
-¿Él? Perdón, no hemos hecho las presentaciones. Liam, él es Erlik. Ah, y, Erlik. Él es Liam, nuestro hermano.
-Hola. -Me saludó. Yo le dediqué una sonrisa.
-Erlik es un trabajador de la nave. -Me explicó mi hermana. -Pero tiene nuestra edad y es muy majo, seguro que te caerá bien. -Entonces alguien pidió silencio, y una mujer empezó a hablar.
-Bien, empezaremos con el curso de las horas. ¿Todo el mundo tiene un reloj? -Nadie contestó. -De acuerdo. En la Tierra había noche y día, aquí solamente hay día. Es cierto que hay algunas horas con algo más de luz, como ahora, pero el caso es que hemos dividido el día, no en veinticuatro horas, sino que dependiendo de la luz...
-¿Alguien lo está entendiendo? -Preguntó Heres, en voz baja. Aldara y yo negamos con la cabeza, mientras que Erlik nos animó a salir de la pequeña casa. Una vez fuera, el muchacho empezó a hablar:
-Esa señora se estaba explicando peor que se explicaría una uva.
-¿Qué?
-Nada, es una expresión que utilizaba en mi casa. Lo que digo es que probablemente esa mujer no entiende de lo que está hablando. Le deben haber dado un papel y ella lo está leyendo. Pero... bueno. Digamos que el guionista que ha escrito eso no es de los mejores. -Los tres hermanos soltamos una carcajada.
-¿Y nos lo puedes explicar tú?
-Claro. El caso es que aquí solo hay horas con luz, es decir, de día, ¿vale? Entonces, aunque el día siga teniendo veinticuatro horas, las horas aquí no importan. Se ha dividido el día en distintas secciones:
La primera se llama Helios. Le han puesto este nombre en reconocimiento a uno de los dioses del sol. Cuando ese satélite, -Señaló el cielo lila con un dedo. -, que es como la Luna, pero gira alrededor de este planeta, esté allí arriba, es que estamos en Helios.
La segunda sección se llama Deméter, en reconocimiento a la diosa griega de la tierra, la agricultura y los cereales. Cuando el satélite esté allí, es que es hora de comer. Es como el medio día en la Tierra.
La tercera sección se llama Apofis, en reconocimiento al dios egipcio que intentaba impedir que la barca solar hiciese su recorrido. En esta parte del día el satélite está allí, más bajo. En esta sección cenamos.
Y la última sección se llama Morfeo, en reconocimiento del dios griego. Él era el dios de los sueños. A esta hora, el satélite está aún más bajo, y eso indica que es la hora de dormir. -Heres y Aldara se miraron con los ojos muy abiertos.
-¿Cómo sabes tantas cosas? -Pregunté.
-Trabajar aquí tiene sus ventajas...
-Entonces, -Empezó Aldara mirando al cielo. -ahora es... ¿Deméter?
-No exactamente. Es Apofis, y eso significa que...
-¡Es hora de cenar! -Exclamó Heres. -Ya lo pillo.
Lyra
Llegué a mi habitación justo cuando la gente empezaba a entrar en las llamadas casas. Parecía que los horarios en Lilac eran más estrictos que en la Tierra, pero no pasaba nada, ese no era el mayor problema.
Bostecé, aunque no tenía sueño, para convencerme a mí misma de que era hora de dormir. Con tanto sol, no tenía la necesidad de dormir.
-Lyra. -Me sorprendió una voz a mi espalda. ¿Acabas de llegar? -Me di la vuelta, para encontrarme con Aldara, Heres, y Liam.
-Sí, he ido a dar una vuelta para conocer a nuestros nuevos vecinos. Los de la derecha son majos, os caerán bien.
-Me alegro. -Aldara me abrazó mientras me peinaba el pelo con los dedos. -¿Sabes dónde está Vera?
-Creo que se ha ido a un curso de formación. Para conocer los nuevos alimentos y esas cosas. -Miré el reloj que tenía puesto en la muñeca. -Debería llegar en breve.
Heres me dio un beso rápido en la frente y se marchó, al igual que Liam, quien entró a su cuarto. Aldara dudó un momento, pero finalmente decidió seguir a Heres.
Liam dejó unos folletos en la pequeña mesa que teníamos y luego entró en la habitación. Desde el cuarto gritó:
-Ahí te explica cosas sobre el planeta. -No tuve tiempo de responder, ya que él cerró la cremallera que fingía ser una puerta de su habitación y me quedé a solas con mis pensamientos. No tenía sueño, y, además, Vera aún no había llegado y quería esperarla despierta, así que tomé algunos de los papeles y empecé a leerlos:
¿Por qué el cielo de Lilac es lila, o morado?
El motivo del color del cielo son unos gases que están hechos a base de unos componentes de este color. Es como la atmósfera de la Tierra, pero de otro tono.
¿Cómo es la vegetación de este nuevo planeta?
De momento, no hay ninguna planta cómo las que había en la Tierra, pero está previsto plantar algunas semillas de: tomate, lechuga, cebollas, zanahorias, etc. El color de las plantas de aquí es más intenso, ya que, al tener muchas más horas de luz, hacen la fotosíntesis de otra manera y por este motivo obtienen otros tonos.
-Lyra, ¿aún estás despierta? -Liam abrió la cremallera de su cuarto para observarme.
-Sí, no tengo sueño. Hay tanta luz que...
-Vale, pues yo voy a dormir.
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