Capítulo 1. Los padrinos de Melody Lupin.

Capítulo 1. Los padrinos de Melody Lupin.

El aire en la sala de espera en San Mungo era tenso, y cada vez más gracias a los gritos que provenían de la sala de partos. Los Weasley se removían nerviosos por toda la extensión de la sala, en especial uno de ellos.

—Mi hija, mi niña —susurraba Bill tristemente—. Está sufriendo... ¡Lupin va a pagar por eso!

— ¡William Weasley! —lo regañó su esposa Fleur—. ¡Deja de atentar contra la vida del pobre Teddy!

Bill volteó a verla indignado, mientras la rubia echaba humo por las orejas. Estaban en medio de un nacimiento y su esposo sólo pensaba en asesinar al esposo de su hija, Teddy.

— ¡Pero mi hija está gritando por el dolor! ¡Suena a que le están arrancando los brazos!

—Está pariendo, papá, es normal que grite tanto —comento Louis mirando una revista de Quidditch.

Era pequeño pero comprendía mejor que su propio padre el dolor que su hermana mayor estará pasando.

Y el matrimonio Weasley-Delacour siguió discutiendo, un poco más bajo. Fleur comenzaba a sentirse avergonzada por el numerito que hacían en la sala de espera. Todos los miraban atentos.

—Espero que Victoire le rompa la mano a Ted —dijo Ron Weasley, a quien los gritos le estaban desesperando—. Como mínimo se merece eso. Si no se hubiese desmayado, Victorie habría tenido un parto en cesa-aéra.

—Es cesárea, Ronald —le corrigió Hermione—. Y no digas esas cosas, ¿acaso no recuerdas que te desmayaste cuando Rose iba a nacer?

—Era mi primera hija... —se excusa con el rostro y las orejas coloradas.

—También te desmayaste cuando nació Hugo —le recordó Harry Potter, su amigo—. Y cuando nacieron James, Roxanne, Lily, Albus, Molly, Lucy...

—Sí, sí, no soporto que griten tanto —se tapa los oídos—. Herms, ayúdame a ir al baño, por favor.

Rodando los ojos, Hermione llevo a su esposo al baño, donde había una mujer embarazada saliendo, respirando con dificultad y con agua cayendo de sus piernas. Ron cayó a los pies de su esposa, desmayado. El pobre no puede soportarlo.

— ¡Que alguien me ayude! —grita Hermione apenas sosteniendo a su marido—. Un médico por favor.

Miró a su marido con el rostro en el agua que había caído de las piernas de la embarazada. Una mueca de asco apareció en el rostro de Hermione. Si Ron se enteraba de eso... Tendría como tres infartos. Volvió a levantarlo con dificultad.

—Ay, gracias —jadea la mujer.

—¿Ah? Sí, sí claro usted —asintió, aunque en realidad se refería a Ron.

¡Cuánto pesaba ese hombre!

Mientras que en otra zona del hospital, con los más jóvenes (que ya deseaban quedar sordos con tanto grito)

—Rose, tu padre te esta avergonzando de nuevo —gritó Louis a su prima al ver a Ronald ir en una camilla.

—Merlín —susurra la chica tapándose la cara— ¡Louis! ¡Pero si ese no es mi padre!

El muchacho rió y siguió con su lectura deportiva.

—¿En serio crees que vendrá?

—Si hermano, va a venir.

—Se está tardando.

Lily suspiro frustrada, su hermano, James Sirius, hacía una hora desde que venia preguntándole sobre Meredith y eso ya le estaba hartando.

—¿No te avisó que se fue de via...?

— ¡Ya, James! ¡Eres desesperante! —le gritó—. Actúas como si ella te gustase y...

— ¿De qué hablas? —bufó ocultando su nerviosismo—. ¿Gustarme Meredith? Claro que no, es una niña loca, no puede gustarme.

Y le dio la espalda a Lily, muy ''ofendido''. La pelirroja rodó los ojos y se dedico a contar las baldosas como las últimas tres horas.

A los cinco minutos, aún con los gritos de Victoire -y Ted- como fondo musical, las puertas se abrieron y dos mujeres de ojos verdes entraron.

Albus Potter alzo la vista y al reconocer a su amiga, le sonrió, ella le devolvió la sonrisa. Vaya que estaba cambiada. Más delgada y alta, su cabello siempre descontrolado, su rostro ya no era infantil, parecía más atlética y, ¿cómo no decirlo? Estaba más hermosa. Aunque sus ojeras no pasaban desapercibidas.

—Meredith Greengrass —se le acercó con fingida sorpresa—. ¿Acaso estas usando maquillaje?

Ella se sonrojó cuando fue el foco de las miradas, todos quedaron en silencio. James la miró con los ojos muy abiertos y luego sacudió la cabeza, aparentando confianza y que su aparición no le había afectado.

—¡Mi amiga está sensual! —chilló Lily levantándose para luego abrazarla—. ¡No la miren! Es mía.

Meredith reía sin parar mientras se abrazaban. Era muy gracioso, Lily Luna era tan pequeña junto a ella, una pelirroja pálida y menudita, con rostro angelical, pero obviamente ella no es angelical.

¿Cómo había dicho Meredith? Ah, sí, es un cielo del infierno.

— ¡También te extrañe mi peli-peli pasión!

—Estas más alta —señaló admirándola de pies a cabeza—. Bueno, mamá, papá —Se volteó hacia ellos, quienes estaban muy divertidos—. Creo que he encontrado al amor de mi vida.

James había llevado un vaso de agua a sus labios, al escuchar eso se atraganto y comenzó a toser mucho. Fred le dio unos golpecitos en la espalda.

¡¿Amor de su vida?! ¡Lily estaba chiflada!

—¿Ya nació? —preguntó Astoria, minutos después del saludo familiar.

En respuesta un grito masculino se hizo escuchar.

— ¡Merlín! ¡Victoire! ¡Está saliendo! —Era la voz de Ted, se escuchaba en realidad espantado—. ¡Sáquenme de aquí! ¡Auxilio! ¡Ahhhh!

Todos fueron a la habitación exaltados por el grito, pero la abrir la puerta se arrepintieron al instante.

La mayor de los Weasley con las piernas abiertas, el bebé a medio camino, la medimaga tomando su cabeza. Ted sujetando la mano de Vic, sudado y pálido, incluso peor que Victoire.

— ¿Ya nació? ¡Veamos al campeón! —Llegó Ron, recuperado y empujando a sus hermanos.

—No, Ron, no creo que debas—le advirtió Ginny.

—¿Dónde esta mi sobrinito?—al fin se posicionó al frente—. ¡Ahhhh!

—¡Ahhh! —gritó Victoire con el rostro rojo y sudado.

— ¡Puja! ¡Ya casi sale! —dijo la medimaga.

— ¡Mi mano! —lloró Teddy.

—Ahhh —pujo Victoire.

Y de la nada  Ronald cayó al suelo. ''¡Medimago!'' repitió Hermione, tomando brazo de su esposo.

—Ya nació —sonrió la medimaga con el bebé en manos.

Todos se inclinaron un poco para intentar ver al recién nacido. Pero la medimaga les daba la espalda y obstruía su vista.

—Al menos dígame si es niño o niña—rogó Ted a punto de desfallecer.

La medimaga lo examino y dijo— Es una bella niña, felicidades.

Y así terminamos con dos hombres desmayados (Uno de ellos con la mano fracturada), una ex embarazada exhausta, adolescentes traumados de por vida, y una hermosa bebé.

***

—Es muy bonita —dijo Meredith una vez tuvo a la bebé en brazos.

Aún no abría los ojos, pero hacia sonidos muy graciosos y tenia un mechoncito de cabello azul. Metamorfomaga como el padre.

— ¿Cómo se llamará?

Ella era la única que se había quedado con Victoire luego de lo que pasó. He visto cosas peores le aseguró al psicólogo que había ido a ver a los ''traumados''

—Melody —respondió Victoire con una sonrisa—. Melodía.

—Vaya melodía le hiciste cantar a tu familia, Melody—se dirigió a la niña, quien subió una de sus manitas y toco su nariz.

Un flash cegó a Meredith por unos segundos. Vio a Melody llorando en sus brazos, lastimada y temblando. La imagen era obra de su subconsciente que insistía en recordarle a su otra yo.

—Mar, Mar... ¡Mar!

Sacudió la cabeza y miro a Victoire embozando una falsa sonrisa— ¿Qué?

—Te preguntaba si... querías ser su madrina.

—Wow... umm, vaya —suspiró sorprendida y volvió a mirar a la niña—. ¿No soy muy joven para eso?

Victoire se acomodó en la cama, intentando sentarse un poco.

—Serás joven, pero sé que eres responsable —afirmo la rubia y la mira incrédula—. Al menos confío en que la vas a querer, y algo me dice que tu debes ser la madrina, Mar.

—Bien —murmuro—. Esta bien —acepta ante la sonrisa de Vic.

Mucha responsabilidad, Mar, ¿segura que puedes con eso? La voz de Andy resonó en su cabeza. Si no están sus padres, tu deberás cuidarla.

—Sí puedo —susurra aferrándose a Melody.

—Ejem, Meredith, si no te molesta... ¿podrías darme a mi bebé? —rió Victoire al verla aferrarse así.

— ¡Por supuesto! —Se la pasó delicadamente—. Yo... creo que debería irme, mañana sale el expreso a Hogwarts y ya sabes.

—Claro, suerte.

— ¡A ti también, nueva mamá! Adiós, Mel —Le dio un beso en la nariz y la bebé soltó algo parecido a una risa.

No fue una buena idea Andy hablaba en lo más recóndito de la mente de Mar, caminando en su aparentemente eterno encierro. ¿Cómo podrías cuidar a una bebé? Siendo que incluso tu necesitas que te cuiden. Sin ofender, claro.

—Me tienes tan poca confianza, Andy —murmura casi sin mover los labios. Ha aprendido a no hablar tan fuerte, de lo contrario la encerrarían por loca—. Si acepté, es porque me siento capaz.

Lo importante es que tu lo sientas suspiro su hermana.

—Wow, digo, hola.

James Sirius nunca se había puesto nervioso al hablar con una fémina, a menos que sea su madre o sus primas en medio de la histeria. Y tampoco entendía porque ahora estaba tan nervioso, hacia poco le había hablado y fue casi normal (Fue antes de un juicio por violar las leyes de NO MAGIA FUERA DE HOGWARTS, MUCHO MENOS MALDICIONES IMPERDONABLES, que en aquel caso fue perdonado)

—Hola James—le sonrió sintiendo sus mejillas arder.

De pronto recordó la extraña relación que tenían. Besos aquí y allá, ya casi amigos con derechos, ya casi novios pero... diablos, era una relación extraña.

—Y... ¿qué tal todo?

—Pues normal, supongo.

Ambos odiaban el silencio, pero allí fue inevitable, no sabían que decir. La deuda de besos había sido pagada, James por un momento se arrepintió de haberla besado tantas veces el día de su juicio, si no lo hacia, ahora habría silencio pero porque sus labios estarían ocupados.

—Vic me pidió ser la madrina de Melody —comentó de repente Mar, harta del silencio.

—¿De verdad? — sonríe de lado—.Teddy me pidió ser su padrino.

Otro silencio, esta vez sus miradas eran competitivas.

—Ella me amará más que a ti, ¿Qué dices?—soltaron a la vez frunciendo el ceño.

Mar siguió.

—Es obvio que me amará a mi, soy chica y ella igual, nos llevaremos de maravilla.

—Lo más sensato sería que me amara a mí, soy muy guapo, todas me aman con solo mirarme— alardea el Potter dándole una mirada significativa.

—Yo no te ame con solo mirarte —le desafía Meredith—.  Más bien me pareciste un idiota, y si lo eres hasta ahora.

—Muy cierto —James a veces podía darle un giro a su favor en una conversación—. Necesitaste un poco más que mirarme para amarme.

Ella respira hondo, quería tener esa cualidad de ser tan egocéntrica como para acorralar otros.

—Nos vemos en Hogwarts, idiota —hizo un ademán de irse y el chico le dio un beso rápido en la mejilla, demasiado cerca de sus labios.

—Por supuesto que sí. Y voy a esperarte ansioso.

James se veía espléndido, había ganado, le dejo sin palabras y le encantó. Luego tendría todo un año para hacerlo, todos los días. Hasta que cumpla su cometido. Hasta que en verdad pueda conquistarla y tener una relación real ante todos.

A fin de cuentas ya no era un juego, esto se estaba tornando en algo más.

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