Capítulo 1
Cuando el sol en su punto más alto ilumino una habitación un sonido similar a un gruñido humano de molestia, con el resultado el dueño de aquel gruñido simplemente apretase los ojos mientras ocultaba el sol con su mano. El canto de los pájaros y el suave susurro del viento forzaron a que su cerebro se activase para lograr abrir los ojos notando tanto el techo como aquella ventana, conectando un lejano recuerdo de su memoria.
Lentamente se fue incorporando mientras dejaba que sus ojos registrasen la habitación, trayendo cada vez más y más recuerdos asaltasen su mente. Los pocos recuerdos que pudo disfrutar antes de la Selección Final. Pero para él no tenía ningún sentido, ayer se encontraba recostado en su casa sintiendo como todo cada vez le era más y más complicado seguir despierto o siquiera despertarse. Lo último que tenía grabado en su mente eran los rostros de Tanjiro, Kanao, Nezuko, Zenitsu, Inosuke y por último Yae, su esposa y la madre de sus hijos. Lo último que recordó fue ver les llorar por su estado tras amenazarles con volver como un fantasma si hacían llorar a sus sobrinos, siendo nombrado el padrino de los hijos en los tres matrimonios.
Sus ojos se cerraron con fuerza mientras apoyaba su cabeza sobre sus manos, a través de sus palmas podía sentir el calor de su frente junto al dolor proveniente tanto de su cabeza como de su costado izquierdo. Todo le enviaba las advertencias de que algo había pasado y no era algo leve. Cuando pudo aclarar su mente se forzó a usar la "Respiración" para controlar el penetrante dolor de su costado, algo que había adaptado como algo normal y básico acabo por provocarle que el dolor se expandiese por todo su pecho. Sentía como su diafragma se contraía impidiendo que sus pulmones se expandieran y lo estuviese asfixiando. No pudo evitar sufrir un ataque de tos como un reflejo para aflojar su diafragma y ante sus ojos zafiro contemplo como sus manos temblaban para rápidamente sujetar su brazo derecho. Cuando abrió su yukata azul dejando a la luz al completo su brazo, él mismo que perdió contra Muzan estaba una vez más unido a su hombro.
- ¿Qué?
La voz que escapo sé sus labios asentó los últimos clavos en su mente para saber que estaba pasando algo muy grave. Su voz era muy aguda, como la de un preadolescente. Sumado a que volvía a tener su brazo derecho y que parecía estar en la casa de Urokodaki-Sensei. Todo simplemente carecía de sentido alguno, si había muerto ¿por qué volvía a los últimos días en los que disfruto de la compañía de su familia? ¿Acaso era una simple transición y Sabito o Tsutako-nee lo acompañarían? Realmente no sabía qué pensar o esperar, pero si lograba volver a verlos era algo que albergaba en su corazón. Podría contarles todo lo que había vivido, el cómo habían derrotado a Muzan y acabar con el ciclo de sufrimiento. El cómo había sido padre y padrino. Tantas cosas por contar y hasta que tuviese que reencarnar, por quien sabe cuántos años o siglos.
Mientras se hundía en sus pensamientos el sonido de varios objetos cayendo al suelo y fragmentándose llamo su atención justo a tiempo para ser atrapado por un par de brazos mientras que el olor a té, medicinas y sal inundaban la habitación. Sus oídos se llenaron con el sonido del llanto y la única palabra qué alcanzaba a entender, siendo únicamente su nombre "Giyu". Frente a sus ojos se encontraba una gruesa trenza atada con una cinta clara de color roja sembrando la semilla de la duda sobre quien era, aunque lo primero que se aseguró fue el corresponder al abrazo. Lo primero que sintió fue el aumento en la fuerza de los brazos, como si temiera que se desvaneciera en el aire. A través de sus palmas notaba como su corazón latía con fuerza, como un caballo desbocado. Realmente no sabía cómo actuar en esta situación, la pocas veces que había estado en esta situación era siendo el quién lloraba y su hermana mayor quien lo consolaba. En su mente buscaba la forma en la que siempre lo calmaba, por lo que lentamente fue colocando su cabeza contra su pecho para empezar a acariciar suavemente su cabeza. Al mismo ritmo que los latidos de su corazón el llanto se fue ralentizando hasta prácticamente detenerse. Lentamente la luz ilumino el rostro que se había hundido en su pecho revelando un par de ojos azules oscuro junto, un rostro redondeando y un flequillo suelto sobre su frente. Acompañado por el kimono rojo sólido fue lo suficiente como para que su mente acabase de asignar un nombre a ese rostro.
- Tsutako-nee . . . - Tras pensarlo en voz alta simplemente acabo sintiendo como su hermana ahuecaba sus mejillas, dejando ver con claridad el enrojecimiento de sus ojos al igual que las bolsas bajo los mismos. Un claro indicador de una importante falta de sueño. - ¿Qué ha pasado? - Realmente quería gritar y abrazarla con fuerza, volver llorar en su hombro y contarle cuanto la había echado de menos. Contarle todo lo que había pasado. Por una vez quería ser un poco egoísta y acapararla, pero verla así era algo que le dolía.
Aún que entre los sollozos pudo ver como simplemente se le atragantaban las palabras. Para Giyu era todo más complicado todavía, estar en la casa de Urokodaki, pero tener a su hermana junto a él era una broma de mal gusto del destino. Pero no se iba a quejar, el poco tiempo que pudiese tener junto a su hermana era un tiempo más que bien ocupado y empleado. Lentamente poso sus manos sobre las mejillas de Tsutako, limpiando los rastros de sus lágrimas.
- Veo que, por fin despiertas, le diré a Urokodaki-Sensei que ya estas despierto.
Esa frase atrajo la atención del dúo, siendo para Giyu una voz conocida pero extraña. Tampoco le dio tiempo a ver exactamente quien era, cuando sus ojos se posaron en la puerta ya no había nadie allí. No llego a escuchar sus pasos ni para llegar o irse, casi como un fantasma. Aunque el tono en sí mismo le era ajeno, había algo que le decía que le conocía, que sabía quién era con exactitud. Pero la sensación seguía siendo la misma, esa sensación incomodidad punzando su nuca.
- Iremos en un momento Makomo-san. - La voz de la mayor de los hermanos guio el hilo de los pensamientos de Giyu al observarla levantarse y tender su mano derecha hacía él para ayudarle a levantarse. - Vamos Giyu, ahi que agradecer a quien nos ha ayudado.
No hubo respuesta, ya que se estaba concentrando en mantener la boca cerrada y aguantar el dolor de su pecho simplemente acepto la ayuda para levantarse y al instante sentir como el un suave peso sobre sus hombros. Cuando sus ojos se posaron en sus hombros el color granate le dio la suficiente idea de que se trataba, su hermana había depositado su haori sobre sus hombros. Solo pudo sonreír le de vuelta para sentir como cerraba su mano sobre la suya para dejarla guiar el camino para salir de la pequeña habitación.
Cuando vio la pequeña sala de estar/cocina decenas de recuerdos llenaron su mente, aunque los replegó una segunda posición para centrar su mene en el ahora y sobre todo en las tres personas que estaban frente a ellos. Al lado derecho se encontraba una joven de baja estatura, en la mente de Giyu la estaba comparando con Shinobu intentando ver quien de las dos era más alta, y de piel pálida. Sus ojos eran suaves con un color cian profundo, notando con mucha facilidad una tonalidad turquesa en el interior. Su cabello le caía por los hombros tomando una forma puntiaguda en los extremos mientras que un pequeño flequillo ocultaba levemente su frente. Pero algo que si le llamo la atención fue que llevaba el uniforme de la organización. Su mirada se mantenía sería e impasible.
Al lado derecho se encontraba Sabito, alguien que reconoció sin ningún problema ya que seguía aparentando los doce o trece años. Ese cabello grueso y desaliñado de color melocotón, con cada mechón creciendo a su aire. Esos ojos amables y parecidos a los de un gato, de un color lavanda con una tonalidad púrpura pálido cerca del fondo. Siempre se asemejo al color de las Glicinas. Mientras que su mejilla derecha mostraba esa cicatriz desde la esquina de sus labios hasta su oreja. Seguía vistiendo de la misma forma que en los recuerdos de Giyu. Con ese yukata verde con esos cuadrados amarillos y verdes, esos hakama negros y el haori blanco liso.
Y entre ambos se alzaba la única persona que en sus recuerdos siempre le escribía una carta para recordarle su cumpleaños o invitarlo a comer salmón con daikon cada vez que pasaba cerca. Su sensei Sakonji Urokodaki, usando esa mascara de Tengo roja junto a ese kimono jinbei de color azul claro con estampado de nubes.
Aún que mucho antes de que cualquiera de los anfitriones Tsutako se inclinó pegando su frente al suelo. - ¡¡¡Gracias por salvarnos Urokodaki-dono, Makomo-dono!!! - A ojos de Giyu la reacción de los anfitriones solo vario en la expresión de incomodidad de los menores, ya que el anciano del trio ocultaba la suya tras su mascara.
- No es necesario solo hice mi trabajo como Cazadora de demonios. - Ahora la mente de Giyu pudo darle rostro a la voz que los había despertado. Los labios de Makomo se movieron en una suave sonrisa cuando los ojos de su hermana se posaron en ella. - Realmente si hubiese llegado antes toda vuestra aldea estaría viva.
Ese dato logro hacer que Giyu mostrase parte de su asombro. Si fuese revisar su pasado esa noche solo murió su hermana, no toda la aldea. Tampoco llego ningún Cazador durante los meses que se quedó allí hasta marcharse y ser encontrado por Urokodaki casi muerto de hambre.
- Nos salvaste a mi esposo, a Giyu y a mí de ese demonio. Si no hubieseis llegado todos estaríamos muertos. Incluso atendisteis las heridas de Giyu. No sé cómo agradecéroslo. – Su voz temblaba mientras que sus ojos se cristalizaban, volviendo a derramar lágrimas por sus mejillas. En su corazón la necesidad de abrazarla y calmarla rugía por actuar, pero su cuerpo se seguía encontrando débil y dormido. Todo su cuerpo se sentía dormido y aletargado como un reptil por la mañana. Cuando quiso mover su brazo derecho tuvo que desistir debido al extremo hormigueo conjunto a la sensación de que no era su brazo que abarcaba desde las yemas de sus dedos hasta la coyuntura de su hombro.
- No hicimos nada. Tu hermano se vio afectado por el demonio, de no haberlo hecho seguramente estuviese muerto ahora mismo. - La voz de Urokodaki se alzó, cambiando la expresión una que el mismo Giyu conocía. La expresión que él había mantenido desde la muerte de Sabito. – Hemos hecho lo que hemos podido por eliminar su veneno de su cuerpo, pero aún quedan rastros. No morirá de inmediato, pero no puedo asegurar que sea capaz de retomar sus antiguas capacidades físicas. No estoy seguro siquiera que algún día sea capaz de recuperarlas. Hacernos responsables de vosotros hasta que tu hermano despertase era lo mínimo que podíamos hacer para compensar nuestra falla.
- No es vuestra culpa, si no mía. – La leve voz del menor de los Tomioka atrajo la atención de todos los presentes. – Si hubiese sido más fuerte, no tendríais que haber intervenido. Si lo hubiese sido Tsutako ahora podría disfrutar de su esposo en vez de desvelarse por cuidar de mí. – Sus ojos se centraron en sus manos, notando el movimiento por parte de su hermana para acercar sus manos hacía el. – Quiero ser más fuerte para no perder a nadie y proteger a mi familia. Quiero ser más fuerte para que nadie más tenga que sufrir por ellos y acabar con este estúpido sufrimiento. – En ese momento Giyu simplemente estaba vaciando su corazón, vaciándolo de todas las inseguridades que había albergado durante toda su vida al ver como siempre era salvado y aquellos que le importaban morían para salvarlo. Simplemente quería desahogarse en aquella espera distorsionada. - Quiero aprender a blandir la espada.
- ¿Niño, sabes lo que estas diciendo? - Ante los ojos de los presentes el primero en alzar su voz fue el portador de la mascara de Tengu, su misma pregunta atrajo los ojos de Tsutako. - Somos miembros del cuerpo de Mata Demonios, somos alrededor de unos cientos. Es una organización que no ha sido reconocida por el gobierno. Aún así, seguimos existiendo y continuando matando demonios. Es una vida dura y sin descanso. Enfrentamos a los demonios incluso con heridas mortales, las lesiones en nuestros cuerpos tardan en sanar y los miembros cercenados no vuelven a crecer a diferencia de nuestro enemigo. Aún con todo esto nos mantenemos en esta lucha por el resto de la humanidad. - Una información básica para cualquier miembro de la organización y por mucho que le gustase decirlo era mejor cerrar sus labios y esperar a que terminase su relato. - Muchos se unen por dos motivos; Ser el único superviviente de un ataque o ser un trabajo familiar. Si bien es cierto que sois supervivientes, en tu estado por la técnica del demonio es muy probable que no aguantes el entrenamiento en si o incluso la prueba. Y seguro que si mueres tu hermana se pondrá triste.
- Giyu, Urokodaki-dono tiene razón. - Una vez más la voz de Tsutako se elevo con una suavidad que siempre usaba para convencerlo de algo. La misma voz que uso el día que se sacrifico para salvarle. - Estaría muy triste si algo te pasase, por favor ven conmigo y vive con nosotros.
- ¿Como crees que me sentiría si algo te pasa a ti y sigo siendo así de inútil? - Esta vez los labios de la mayor se mantuvieron en una pequeña mueca de asombro. - ¿Crees que podría vivir si te sacrificases por mi? Tu ahora tienes un marido, no quiero molestaros en vuestra vida marital. No quiero que te sigas sacrificando por mi, no quiero que lo sigas haciendo nunca más. - Ante los presentes lo único que veían era a un niño queriendo proteger el futuro de su hermana mayor.
- Giyu...
- SI tan decidido estas a probar, entonces de probare. - El anciano de la vivienda sencillamente se alzo asombrando a los presentes por su falta de tacto, aún que una de ellas conociese el lado oculto del anciano. - Si puedes levantarte sígueme.
Sin mucho más que decir o esperar abandono la casa dejando con la palabra en la boca a la mayor de los Tomioka, pero peor fue su expresión al ver a su hermano pequeño seguir al dueño de la vivienda. Pero para el menor poco le importo. Aún con el dolor en sus piernas y en su pecho intentasen obligarlo a arrodillarse cuando apenas había logrado dar tres pasos fuera de la casa.
Su mirada se centro en la espalda del anciano mientras forzaba a sus piernas a mantener el ritmo lento que mantenía Urokodaki, un rasgo que en el pasado acompañado por su rostro amable le obligaron a usar esa mascara de Tengu. La amabilidad de permitir que un niño herido y cansado pudiera mantener un caminar lento pero estable.
Las laderas de la montaña por cada paso que daban se iban llenando lentamente de un espesa niebla, y tal como lo recordaba el aire iba volviéndose cada vez más escaso provocando que su cabeza empezase a palpitar mientras que su cuerpo se sentía cada vez más y más pesado. Cuando la niebla se cerro a tal punto que se podía cortar con un cuchillo, fue el momento donde Urokodaki detuvo la travesía para mirar al joven Giyu. - La meta es mi casa en las faldas de la montaña. No voy a esperar al atardecer...
No hubo contestación alguna por parte de Giyu, el simplemente se mantenía allí de pie tomando el control lentamente de su propia respiración mientras ignoraba el punzante dolor de sus costados. Cuando lo logro se suavizo tanto la sensación de pesadez y el dolor de cabeza, fue cuando se dejo caer hacia delante para empezar a correr ladera abajo. Tal y como lo recordaba era el mismo recorrido que tuvo que pasar en sus recuerdos, la misma cuerda trampa atada entre dos árboles. Cuando alzo sus piernas para sortearla lo primero que proceso fue el sonido de algo algo siendo liberado para sentir el duro y frío suelo de montaña cediendo bajo su peso para ver el cielo encapotado cercado por un circulo de tierra.
Cuando alzo su brazo izquierdo lo primero que noto fue el punzante dolor por múltiples zonas del mismo y de su rostro, tuvo que apretar los dientes para evitar emitir cualquier queja.
- Si salte el cable... ¿Por qué se activo?
Su voz se elevo desde el fondo del hoyo mientras se incorporaba para iniciar la el ascenso por la pared terrosa, notando con un gruñido que el nuevo dolor de su brazo izquierdo dificultaba por completo la tarea. Sus pies resbalaban por la pared, siendo el instante donde cayo en la realidad que estaba descalzo. Sin mucho más que hacer desistió en su tarea para retirar los calcetines, para retomar la tarea con la sensación de incomodidad la misma que tenía cada vez que se le olvidaba algo importante. La misma sensación que decidió ignorar para centrarse en salir de aquel hoyo.
En el instante que logro posicionar ambas manos recordó con terror el motivo de aquella incomodidad, para dejarse caer una vez más al hoyo al mismo que el sonido de una cuerda corriendo libre surcaba el aire y en apenas unos segundos la imagen den un tronco joven avanzando sin freno alguno en la misma dirección y altura que estaba situada su cabeza.
Una vez más se encontraba acostado en el fondo del hoyo contemplando el cielo a la vez que el sonido de la lluvia empezaba a propagarse por la montaña, sintiendo como las gotas mojaban su kimono y embarraban las paredes del hoyo. En ese momento cerro los ojos en un intento de dejar de jadear y volver a controlar su respiración, esta vez sumando la dificultad de la adrenalina y de la posición en si misma estando contrayendo su abdomen a la vez que su pecho se aplastaba contra la pared. Recordaba el camino a recorrer pero no entendía el porque su cuerpo tardaba tanto en reaccionar o fallaba en seguir el ritmo de su mente, incluso el motivo por el que Urokodaki le había dicho que había perdido sus capacidades. Pero comprendía una cosa a la perfección, quedándose ahí abajo no lograría absolutamente nada.
Tras prácticamente diez minutos de esfuerzo continuo entre resbalarse y volver a intentar salir del mismo, logro arrastrarse fuera para tumbarse boca abajo. En su mente ya anticipaba una colada y darse un baño para eliminar tanto el barro como la sangre de los moretones, pero por mucho que le gustase esa caída recompensa el presente sigue obligándolo a concentrarse y forzarse a levantarse una vez más y continuar con el descenso.
Por cada pasó una nueva trampa se activaba para obligarlo a decidir si intentar esquivar o por le contrarío bloquearlo, siendo esta la más usada tras varias heridas abiertas por tus antebrazos y en su rostro. Cuanto más descendía más heridas recibía, para su incomodidad y el poco amor propio que tenía por sus habilidades como Pilar.
Pero tanto dolor y agotamiento fueron recompensados con la imagen de la cabaña, aún con la lluvia dispersando y ocultando la. En ese instante noto la dificultad para mover sus propias piernas, lo que apenas una hora había atribuido a levantarse tras y a la presión por la altura. Ahora veía con claridad la advertencia de la perdida de sus capacidades. El dolor de mover sus gemelos recorría al completo sus piernas, mientras que la sensación de presión de sus tibias por la tensión de sus músculos apenas le daba el equilibrio necesario para continuar en pie y arrastrando los pies. Apenas lo separaban de aquel Shoji unos míseros veinte metros en línea recta, pero los sentía peor que su batalla contra Muzan acompañado de los demás pilares. El dolor ascendiendo por su columna desde sus piernas, sintiendo como los músculos se tensaban hasta el punto que sentía que en vez de carne tenía madera. Cuando logro acortar esos últimos metros y posar su mano en la puerta, la misma se abrió mostrando los rostros de la Cazadora de Demonios y de Sabito portando una mirada compasiva y asombrada. Giyu simplemente los asocio al estado de su cuerpo en ese mismo instante, pero cuando sintió la mirada temerosa de su hermana solo pudo forzar sus labios en una sonrisa.
- Reconozco tus habilidades... Tomioka Giyu.
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Lo primero es que quiero agradecer a @HIVAN87 por dejarme inspirarme en su historia para aventurarme en hacer la mia propia con esa tematica y que me haya aconsejado sobre como llevar la misma.
Quien quiera ver la "original" le invito a ir a su perfil, seguirle y visitar su historia. Púes tiene algo que muchos de los que estamos aquí pecamos, el sabe narrar y desarrollar los romances. Ya solo por eso vale la pena dedicarle una hojeada a su historia.
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