Quince años después...

Una lechuza parda sobrevoló los terrenos de Hogwarts ya entrada la tarde, probablemente regresando de una entrega, y se posó en el alféizar de la ventana de la lechucería.

Abajo, una niña con la túnica mal acomodada salía a toda prisa del castillo, haciendo malabares con su varita, una mochila en la que los libros no terminaban de entrar y su propia capa cuyos bordes se le enredaban en los brazos a pesar de traerla puesta.

    Miró su reloj, que se había volteado hacia el lado interno de la muñeca.

    —¡Tarde como siempre, Tracy! —se riñó en voz baja.

    Tracy sujetó su varita con los dientes, se acomodó la capa lo mejor que pudo con movimientos de hombros e intentó tener la paciencia para guardar los libros uno a uno. ¡Menos mal que su madre la había convencido de cortarse el cabello!

    Para cuando terminó de quitarle los restos de saliva a su varita con la manga del uniforme, ya había llegado a su destino.

    Tracy apartó un mechón rubio de su cara con un soplido y alzó el puño para llamar a la puerta de la cabaña junto al bosque. Unos pisadas que sonaban bastante pesadas hicieron temblar la puerta, pero en vez de asustarse, Tracy comenzó a balancearse sobre la planta de los pies, impaciente por ver al socio (y viejo amigo) de su padre.

    La puerta se abrió y un rostro escondido tras una oscura barba enmarañada con algunas canas la recibió con una sonrisa.

—¡Tracy, hola! —la saludó el hombre gigante—. Adelante, adelante...

Hagrid se hizo a un lado para que la nueva Hufflepuff pudiera pasar, quien se descolgó la mochila y la dejó caer junto a la puerta, fascinada con todas las cosas de enorme tamaño que veía.

—¿Qué tal tu tía Kelly? —preguntó el guardabosques sacando la tetera del fuego.

Su varita estaba sobre la encimera de la cocina, un poco apartada de su dueño. Quizá a pesar de que la mayoría de las personas lo consideraban una especie de personaje icónico en la historia de la educación mágica, a él le gustaba más hacer las cosas por sí mismo, sin ayuda de la magia. Tracy pensaba que eso te hacía sentir menos inútil.

—¡Oh, estupendo! La próxima semana va a Ilvermony por unos cursos, pero papá le dice que está loca y que debería tomárselo con más calma, aunque él va a visitar criaderos de dragones cada que puede. Su favorito es el de Rumania, pero a mí me gusta más el de...

    Su mirada se posó en el chico de ojos verdes que ya se encontraba sentado a la mesa con una taza de té.

    —¡Ah! Tracy, éste es Albus. También empieza primer año. Espero que no te moleste.

    A Tracy no le molestaba. Mientras Hagrid servía agua caliente en otra taza, ella se sentó en otra silla (demasiado grande para ella) y le dirigió una sonrisa amistosa al joven Slytherin. Él se la regresó.

-:-:-:-:-:-
¡Lumos!
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Y eso es todo 😄
Sé que ésta no es la mejor historia del mundo, pero me gustó mucho escribirla y eso es lo que cuenta❤️
~A gretellmoyron115 por leer el primer borrador.
~A aguilera21 por animarme a seguir.
~A D3LGSR por estar siempre para mí.
~Y por supuesto, a ti, si has seguido con Hagrid hasta el final (no pude evitarlo 😅).

    ¡Gracias por leer!

Travesura realizada.
Nox.

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