14. ÉXTASIS
Después de pasar un breve tiempo en el extranjero en un par de cursos de preparación previa y de que recibiera más quemaduras y rasguños de los que podía contar, Drake decidió que lo mejor para su futura integridad física era cuidar a sus amados dragones desde la seguridad de un escritorio en el Departamento de Control y Regularización de Criaturas Mágicas. No sería lo mismo, claro, pero el muchacho era tan torpe que hasta él mismo aceptaba que, si trabajaba constantemente con estas bestias de manera directa, terminaría peor que el profesor Kettleburn.
Kelly quería ser abogada.
Y así estaban las cosas.
Los cinco años de educación mágica que le faltaban a Hagrid pasaron más rápido que lo que él hubiera querido. Un momento estaba cambiando su viejo paraguas rosa por una varita nueva en el Callejón Diagon, y al otro tenía los ÉXTASIS prácticamente encima.
Todos sus compañeros estaban sumidos en un caos total. O en un silencio absoluto. No había punto medio.
Hagrid sabía que no tenía que preocuparse demasiado por sus Exámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas. Su trabajo como guardabosques le gustaba demasiado como para pensar en dejarlo una vez que se graduara. Pero tampoco iba a dejarse reprobar. ¿Qué respondería cuando en diez años la gente preguntara cómo le había ido en la escuela después de interrumpir su educación mágica durante cincuenta años? Aunque tampoco estaba dispuesto a matarse estudiando.
• • •
La primera semana se presentaron los exámenes de Encantamientos, Transformaciones, Herbología y Defensa Contra las Artes Oscuras. El viernes Hagrid estuvo libre, pero hubo algunos como Drake que sí tuvieron que ir al Gran Comedor, por Runas Antiguas.
El fin de semana se dedicaron a repasar Historia de la Magia, pues si bien era uno de los últimos, nadie tenía una idea muy clara de qué era lo que el profesor Binns había estado explicando el último par de meses.
—¡El tipo es un fantasma! —se quejaban todos los que llevaban la materia—. ¿No creen que es hora de que McGonagall se consiga a alguien que no esté muerto?
Por supuesto, quejarse no sirvía de nada, así que siguieron tratando de descifrar los apuntes escritos con tanto desinterés que les habían prestado. Hagrid incluso envió a Hermione una nota de auxilio con Morfeo. Un resumen bastante bueno, aunque sin fechas exactas, fue lo que obtuvo como respuesta. ¿Qué haría Hagrid sin su amiga?
El semigigante estaba más que seguro de que obtendría al menos un Aceptable en su examen, calificación más que suficiente para conservar el empleo que tanto amaba. Pociones fue pan comido. Ni hablar del de Cuidado de Criaturas Mágicas. O de Estudios Muggles. Claire Tanner no habría podido facilitarles más las cosas aunque hubiera querido.
Y listo.
Estaba a nada de graduarse.
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