Capítulo 1 - ¿Quién soy en realidad? y ¿Qué debo hacer?

Jon POV

Todavía podía sentir como el latido de su corazón iba cada vez más y más lento al igual que también podía ver como la sorpresa y el miedo inundaban sus ojos. La mujer a quien más he amado en toda mi vida, Daenerys Targaryen, mi tía por sangre, pero el amor de mi vida a quien había apuñalado en el corazón siguiendo el deber y el honor y pensando después de ver como había dejado Kings Landing que ella sería peor que su padre y mi abuelo, Aerys Targaryen, El Rey Loco.

- Lo siento, Daenerys... - dije mientras la bajaba al suelo con cuidado y con mis ojos derramando lágrimas. - Lo siento mucho...

- Jon... ¿Por qué...? - dijo Daenerys como últimas palabras al mismo tiempo que sus ojos quedaban sin vida.

En ese momento grité lleno de rabia y de dolor mientras la abrazaba al igual que el arrepentimiento por mis acciones inundaba cada fibra de mi ser, comencé a suplicar que ella volviera a mi lado y que no me dejase. Veía el puñal con el que la había atravesado con odio y saqué el mismo para después arrojarlo lejos de mí con ira y pesar en mi corazón.

- ¡Dioses Antiguos y Nuevos! - grité mirando hacia el cielo y abrazándola. - ¡Señor de Luz! ¡Devolvédmela os lo ruego! ¡Os lo suplico con todo mi ser! ¡Haced que vuelva! ¡Por favor! Dany...

Pero mis súplicas no fueron escuchadas sin importar cuanto gritase ni cuanto suplicase, al igual que todas las veces que llamaba por ayuda desde que salí de Winterfell para unirme a la Guardía de la Noche, ni siquiera cuando pedí que no se llevasen a Ygritte y ahora Daenerys también se había ido. Parecía que no importaba lo que ocurriese ya que las dos mujeres a quienes había amado con todo mi corazón se habían ido por mi culpa de una forma o de otra.

Maldije todo a mi alrededor, a ese maldito Trono de Hierro que tanto nos había costado a todos, a Cersei, a los Lannister, mi debilidad y falta de carácter, a mi tío Eddard por no haber enseñado a ser un Targaryen en vez de un bastardo y alguien complaciente... Hasta maldije al propio Tyrion por haberme obligado y convencido a que cometiese el peor error en toda mi vida en lugar de escuchar a mi propio corazón para intentar convencer a Daenerys de que la misma había cometido un error y ayudarla a solucionarlo.

Pero mis lamentos no duraron mucho ya que poco después de haberla apuñalado llegó un dragón de color negro como la noche y de una gran tamaño, el único superviviente de los 3 dragones que Daenerys había conseguido sacar de los huevos y criarlos como sus hijos... Drogón. Drogón se dio cuenta prácticamente al instante de que su Madre estaba muerta y que yo había sido el causante de la misma, pero Drogón no me atacó tal y como yo lo esperaba.

Rugió y golpeó todo lo que pudo alcanzar con su cola y garras, hasta que al final atacó lo que a sus ojos había sido uno de los principales causantes de la muerte de su madre... El Trono de Hierro, el cual recibió una poderosa llamarada por parte del dragón haciendo que incluso hasta yo sintiera aquel calor infernal en todo mi ser.

Aquel aliento de llamas procedentes de Drogón quemaban el Trono de Hierro haciendo que las espadas que Aegon el Conquistador había utilizado para crearlo fuesen dobladas y derretidas una tras otra hasta hacer que aquel horrible asiento que había provocado tantas muertes y tanto dolor dejara de existir de una vez y para siempre. Pero la situación no acabó ahí, en ese momento y con los ojos de aquel dragón viéndome con odio y con ganas de acabar conmigo, dejé a Longclaw en el suelo y a Daenerys no sin antes acariciar su rostro por última vez para justo después caminar a Drogón para después abrir los brazos.

- Hazlo, Drogón... - dije mirando a los ojos de aquel dragón y arrodillándome con los brazos abiertos. - Venga a tu madre y acaba conmigo de una vez... Dracarys.

Drogón me miro a los ojos en ese momento donde pude distinguir las emociones que estaban pasando por aquel dragón: Decepción, Tristeza, Odio, Venganza e Ira. En ese momento pude ver como las llamas volvían a juntarse en la boca de aquel enorme dragón de color negro y con el mismo preparándose para acabar con mi vida, pero justo antes de que aquel torrente de llamas surgiera de la boca de Drogón y conmigo sintiendo aquel calor abrasador, me giré por última vez para ver el cuerpo de Dany al mismo tiempo que dejé que una última lágrima saliera de mis ojos.

- Te amo, Dany... Perdóname.- dije cerrando los ojos esperando volver a verla en donde quiera que los dioses eligieran cual sería mi destino y esperando que finalmente pudiéramos estar juntos.

Sentí un breve instante de dolor en el que supe que las llamas estaban consumiendo mi cuerpo hasta no dejar prácticamente nada del mismo, pero no fue un dolor tan intenso como el que sentí cuando me he quemado en alguna ocasión. Sentí como la oscuridad me daba su frío abrazo para después caer en una especie de abismo que parecía no tener fin, no sabría decir si caí por horas o por días, pero al final me detuve en una especie de suelo y en una sala de donde no se podía ver nada.

- ¡¿Hola?! ¡¿Hay alguien?! ¡Quien sea! - dije gritando y caminando hasta que al fin la sala en la que estaba comenzó a ser iluminada por varias velas y una chimenea donde el fuego ardía con intensidad y proporcionándome calor.

- Bienvenido, Jon Snow. - dijo una voz a mi espalda la cual parecía que llevaba un tono de decepción y poder consigo. - Debo decir que este no era el resultado que esperaba al igual que debo confesar que no esperaba volver a verte cara a cara hasta pasados muchos años...

En ese momento me di la vuelta esperando ver a un ser humano, pero lo que vi hizo que me sorprendiera al mismo tiempo que retrocedí instintivamente, lo que vi delante de mí parecía un hombre, pero muy diferente a cualquier ser humano que haya visto nunca. El mismo tenía los ojos sin pupilas y brillando del mismo color del fuego de la misma forma que parecía que tenía símbolos en la frente, orejas un poco puntiagudas, sin pelo, con un corazón por fuera del cuerpo y con una gran cantidad de llamas rodeándole y elevándose.

- ¡¿Q-q- quien siete infiernos eres?! - dije mientras llevaba mi mano a la cintura esperando agarrar mi espada, Longclaw, pero la misma no estaba ahí. - ¡¿Acaso eres una especie de demonio que ha venido a llevarse mi alma?!

- Me sorprende y me divierte que te refieras a mí como si fuese una especie de demonio teniendo que en cuenta que es gracias a mí que has estado vivo hasta ahora, Jon Snow. - dijo aquel ser mientras en mi interior sentía que decía la verdad. - Mi nombre o más bien el nombre que me pusieron mis padres es R'hllor, aunque seguramente me conocerás mejor como el Señor de Luz.

En ese momento no sabía como sentirme o como debería actuar, delante de mí se encontraba un dios, aquel dios Señor de Luz del que tanto me habían hablado Melissandre, Thoros de Myr y Sir Beric Dondarrion donde los 3 me hablaban sobre como este dios guiaba nuestros pasos. Pero tampoco pude olvidar lo que me mostró Sir Davos después de arrebatar Winterfell de manos de ese maldito monstruo de Ramsay. Un pequeño muñeco de un ciervo quemado y este habiendo pertenecido a una pequeña niña inocente y soñadora, tal vez, la persona que menos merecía haber sufrido una muerte tan terrible y dolorosa como ser quemada en la hoguera.

- Di lo que tienes en tu mente, chico. - dijo el ser delante de mí mientras este parecía dibujar una sonrisa. - No eres el primero con el que me reúno y que tiene cosas que decirme, por lo que di lo que te pasa por la mente.

- Tengo miles de preguntas ahora mismo. -dije con seriedad. - Pero hay una que me lleva rondando desde hace semanas... ¿Por qué exigiste la vida de la pobre Shireen Baratheon para levantar la tormenta y así permitir que el ejército de Stannis avanzase? ¡Era una niña! ¡Era buena! ¡Era amable! ¡Y no se merecía que su vida terminase de aquella forma tan cruel e inhumana!

- ¿Para qué iba a querer yo la vida de aquella niña? - dijo aquel ser delante de mí al mismo tiempo que de él salió una llamarada que amenazó con quemarme. - No siento ningún placer en demandar sacrificios al igual que los mismos no me sirven absolutamente para nada, los humanos pensáis que los nuestros necesitamos esos sacrificios o sobornos para intervenir. Pero los únicos que los piden son aquellos quienes disfrutan de la sangre y del dolor hacia los demás. Además, fue la propia Melissandre quien hizo ese sacrificio al realizar un ritual de magia de sangre, toda magia tiene un precio y este es mucho mayor cuando se realiza magia de sangre. Pero te aseguro que nunca quise la muerte de esa pobre niña.

En aquel momento, R'hllor se acercó a mí y yo comencé a retroceder instintivamente alejándome de aquel ser tan poderoso que era no solo capaz de traer devuelta a alguien de la muerte, también era capaz de quemar todo a su paso o al menos eso pesaba nada más como sus llamas aumentaban y estas se extendían hasta donde alcanzaba la vista.

- Supongo que esta forma es demasiada para ti. - dijo aquel ser delante de mi con la mano en su mentón para después sonreír. - En ese caso... Supongo que lo mejor que puedo hacer es tomar otra forma la cual será muy familiar para ti, chico.

En ese momento, R'hllor comenzó a juntar llamas a su alrededor para después ser envuelto en ellas creando un enorme torbellino de ardiente fuego que hizo que no tuviera más remedio que cubrirme con mi brazo para de cierta manera intentar evitar que mi rostro y parte de mi cuerpo fuesen quemados por todo ello. Pero todo aquel torbellino comenzó a disminuir poco a poco hasta mostrar a un hombre un poco más mayor que yo, con el pelo y los ojos típicos de los Targaryen, con una vestimenta de color negro junto al dragón de color rojo y de tres cabezas en su pecho. Aquel hombre era la persona a quien muchos culpaban por haber secuestrado falsamente a mi madre, Lyanna Stark y por haber provocado la Rebelión de Robert era mi padre... Rhaegar Targaryen.

Rhaegar Targaryen interpretado por Wilf Scolding

- Confió en que esta forma no te intimide tanto, chico.

- ¡¿Rhaegar Targaryen?! - dije mientras me sorprendía al ver al hombre delante de mí. - ¡¿Cómo es posible?!

- Rhaegar Targaryen es la forma que tomé hace muchos años cuando decidí aprender que significaba ser un humano y así poder preparar a los Reinos de los Hombres para la Larga Noche. - dijo el hombre delante de mí con serenidad y con la misma voz que R'hllor. - Pero lo que me apena en estos momentos es que no te refieras a mí como tu padre, hijo.

- ¡¿HIJO?! - grité con asombro al mismo tiempo que caía hacia atrás, pero Rhaegar estiró la mano e hizo algo que me puso en pie nuevamente.

Rhaegar movió ambas manos atrayendo un par de sillas donde me ofreció asiento para después sentarse él y comenzar a contarme su historia, debido a que el mismo llevaba mucho tiempo viendo el mundo mortal y solo escuchando como los sacerdotes rojos le rezaban y pedían cosas, el mismo deseaba aprender que significaba ser un humano, por lo que decidió reencarnar como uno, pero sin memoria y sin poderes. De ahí que decidiera renacer como un Targaryen y el primogénito del Rey Aerys el Loco, porque esperaba que en el momento en el que fuese coronado como rey el mismo podría mejorar la situación de los Siete Reinos y que así estos estuviesen mejor preparados para la Larga Noche. Yo escuchaba con atención toda su historia y sin abrir la boca, era algo que necesitaba al igual que también explicaba la razón por la que era su hijo.

- Si es cierto que en realidad eres mi padre... - dije después de levantarme y caminar hacia él finalmente agarrarle del chaleco y mirarle fijamente a los ojos. - ¡¿Por qué no me ayudaste en todas esas ocasiones en las que te necesité?! ¡¿Por qué no impediste que los de la Guardia de la Noche me asesinaran?! ¡¿Por qué me dejaste solo y no salvaste a Elia y a sus hijos?! ¡¿Por qué no salvaste a mi madre?!

- Siempre estuve contigo en todos los momentos de tu vida, Jahaerys, aunque no pudieras verme. - dijo Rhaegar mientras alrededor nuestra se creaba una especie de salón más elegante de los que había podido ver en toda mi vida. - He estado contigo en cada momento de tu vida, tanto en los buenos como en los malos y en los peores. ¿Quién crees que hizo que te recuperases de la viruela cuando te enfermaste por culpa de esa maldita Tully? o ¿Quién crees que te vigilaba y te protegía todas aquellas noches donde varios de tus llamados "hermanos de la Guardia de la Noche" intentaron entrar en tu cámara para atacarte? ¿Quién crees que estuvo dando su fuerza al Muro para daros todo el tiempo que era posible para evitar que los White Walkers se acercasen y lo cruzasen? Fui yo y lo hice por el deseo de protegerte.

- Entiendo... - dije con seriedad al mismo tiempo que le soltaba. - Pero no has contestado a mis preguntas.

- Paciencia, hijo mío, paciencia. - dijo Rhaegar sonriendo y poniendo la mano en mi hombro. - Cuando fui vencido por Robert Baratheon en la Batalla del Tridente hace ya tantos años, volví a este lugar donde permanecí dormido 5 años para así poder recuperar mis poderes y mi forma que viste antes. Pero antes deja que te cuente algo que no sabe nadie en los Siete Reinos y que es hora que conozcas.

Rhaegar empezó a hablarme de la verdadera razón por la que se había fugado con mi madre y se había casado con ella a pesar de que todavía permanecía casado con Elia Martell. Me contó de que amaba a Elia con sinceridad, pero llegó el día del nacimiento de Aegon, pero este a pesar de lo que se contaba nació muerto y ese nacimiento había debilitado enormemente a Elia y que casi la mató. Para ocultar el hecho de la muerte del heredero al Trono, Aerys decidió en su diversión y locura traer a uno de sus bastardos a la Red Keep y hacerlo pasar por el fallecido Aegon, nadie lo cuestionó ya que aquel niño tenía el pelo plateado de los Targaryen. Sin embargo, tiempo después Elia se debilitaba rápidamente y cada cierto tiempo se desmayaba o escupía sangre lo que la hizo entender que no podría darle otro hijo a su esposo y tampoco poder criar a Rhaenys.

- En aquel momento, Elia me hizo llamar a su lado después de dejar a Rhaenys al cuidado de Lewin Martell a quien Elia ordenó no decir nada de su estado. - dijo Rhaegar creando una ilusión y mostrándome ese día.

Elia Martell interpretada por Aiyisha Hart

- Rhaegar... - dijo Elia Martell y con la misma tosiendo en un pañuelo y mostrando sangre en el mismo. - Lo siento mucho, amor mío, pero siento que mi final se acerca...

- No digas eso, Elia. - dijo Rhaegar agarrandola de las manos a su esposa y besándola. - Estoy seguro de que algún maestre podrá curarte lo que te aflige al igual que no puedes pensar en eso... Rhaenys te necesita... Yo te necesito...

- Me conozco mejor de lo que piensas, mi dragón y sé que no viviré para ver a nuestra hija ser una mujer. - dijo Elia con uyna triste sonrisa y soltando unas leves lágrimas. - Al igual que sé que Aerys te obligará a casarte con una mujer de su elección o tal vez te obligue que sea con Cersei Lannister, pero no me gusta... Esa mujer es malvada y temo que le haga algo a Rhaenys.

- No se lo permitiría, Elia. - dijo Rhaegar con seriedad. - Antes la arrojaría desde la más alta torre de la Red Keep o la mataría a golpes antes de dejar que hiciese daño a nuestra pequeña.

- Lo sé, Rhaegar, lo sé... Pero yo tengo una idea mejor... - dijo Elia levantándose ayudada por Rhaegar hasta un escritorio desde el que sacó una carta. - Sé que Lyanna Stark te ama y más desde que la coronaste como la Reina del Amor y la Belleza en el Torneo de Harrenhall.

- Sabes que lo hice como un premio a su valor y fuerza como el Caballero del Árbol Sonriente. - dijo Rhaegar riendo y recordando como había salido a buscar a aquel caballero por órdenes para después encontrar a Lyanna quitándose la armadura y su charla con ella. - Sé que mi padre la hubiera ahorcado o quemado por haberse metido en ese torneo, pero yo sentía que la misma merecía algo y era lo único que se me ocurrió en ese momento.

- De todas formas, he mantenido correspondencia con ella y sé que es la mejor opción para ser tu esposa y la madre de Rhaenys cuando yo muera. - dijo Elia con una triste sonrisa. - Además, sé que tú también sientes algo por ella, no me lo niegues. Te conozco perfectamente, amado esposo.

- Pero... ¿Qué hay de su prometido, Robert Baratheon? Sabes perfectamente que el mismo la ama y que además hay un acuerdo entre las casas Baratheon y Stark para que ambos contraigan matrimonio.

- Robert Baratheon ama todo aquello que tiene 2 piernas y un coño donde meter su triste polla. - dijo Elia riendo. - Al igual que tú y yo sabemos que el mismo ya tiene una bastarda de la que no se hace cargo y seguramente muchos más en camino... Rhaegar, Lyanna lo odia, lo odia con toda su alma y no le importa lo mucho que intente su hermano Eddard convencerla de que es un "buen hombre". Estoy segura de que la misma preferiría matarlo antes de que se consumara su unión.

- Tiempo después y acompañado por Sir Arthur Dayne y por Sir Gerold Hightower fui a buscar a Lyanna cerca de Wolfswood tal y como habíamos acordado en una de nuestras numerosas cartas que nos enviábamos desde el torneo de Harrenhall. - dijo mi padre para después ver como de este comenzaba a salir fuego y sus ojos brillando del mismo color. - ¡PERO JUSTO CUANDO ME VI A LYANNA ME ENCONTRÉ QUE ELLA ESTUVO A PUNTO DE SER VIOLADA POR ESE GORDO BASTARDO DE ROBERT BARATHEON!

En ese momento mi padre creó una imagen en la que se mostraba a un joven Robert Baratheon cerca de Wolfswood y con mi madre tirada en el suelo y con él borracho y quitándose los pantalones para después mostrar como Rhaegar acompañado de esos legendarios caballeros de la Guardia Real atacaron a Robert y con este recibiendo una paliza por parte de mi padre que le destrozó la nariz y le llenó de morados. Con ese bastardo hijo de mil putas en el suelo, mi padre ayudó a mi madre a levantarse quien inmediatamente besó a Rhaegar en los labios y finalmente girarse y darle varias patadas en la polla al Baratheon.

- No soy tuya y jamás lo seré, hijo de mil putas. - dijo mi madre escupiéndole en la cara para después darle otra patada en la cara. - Métete esto en la cabeza, amo a Rhaegar y voy a casarme con él. Nunca te he amado y nunca lo haré, te odio Robert Baratheon y ni siquiera la muerte hará que mi odio hacia ti desaparezca.

Justo después de eso mi padre me mostró la Guerra del Usurpador, como este perdió contra Robert en la Batalla del Tridente, como Tywin Lannister traicionó a los Targaryen y saqueó la ciudad, como Elia murió no como todos pensaron violada y asesinada por Gregor Clegane, The Mountain, más bien ella se tomó un vial que hizo que ella muriera poco antes de ser encontrada por Clegane y Lorch, como este estampó al bebé Aegon contra el suelo, y finalmente la batalla en la Tower of Joy donde vi como Sir Arthur perdió la vida en realidad no siendo vencido por mi tío, más bien siendo apuñalado por la espalda por Howland Reed.

- Como se suele decir en estos casos, el resto es una historia que conoces muy bien... Lo único que me es de importancia de verdad en los reinos de los hombres en estos momentos eres tú, Jahaerys. - dijo R'hllor con seriedad y mirándome a los ojos con fuego en ellos. - Stark, Baratheon, Lannister, Tyrell, Martell, Greyjoy, Targaryen... Todos esos apellidos de grandes casas, todos esos reinos e incluso las tierras al otro lado del Mar Angosto me son de poca importancia si te soy sincero. Las únicas cosas que de verdad me importaron en el mundo fueron tu madre, Lyanna, Elia, Daenerys, mi madre mortal, Rhaella, tus hermanos, Rhaenys y Aegon y tú.

En ese instante por primera vez pude sentir a Rhaegar Targaryen o a R'hllor como mi verdadero padre en lugar de Eddard Stark, a diferencia de Lord Stark podía ver en los ojos de Rhaegar el cariño y la preocupación que tantas veces había visto en otros por sus hijos. Pero lo que de verdad me sorprendió fue que ese hombre vino hacía mí y me abrazó como un padre a un hijo y conmigo aceptando finalmente a aquel hombre como mi padre y devolviendo ese abrazo.

- Me alegro de ver que los 2 hombres más importantes en mi vida por fin estén juntos y se abracen por el padre y el hijo que son. - dijo una voz femenina a mi espalda.

- Espero que esto ponga al fin una sonrisa en tus labios, amor mío. - dijo mi padre y conmigo sorprendiéndose. - Porque no te había visto con esa sonrisa tan bella que tienes desde hace mucho tiempo... Date la vuelta y saluda a tu madre, hijo.

Me giré con nervios para encontrarme de frente con una de las mujeres más bellas que había visto en toda mi vida, la misma tenía el pelo de color negro de los Stark al igual que los ojos de color gris. La misma iba con un vestido que parecía estar hecho con piel de lobo junto a un colgante en el cuello donde se podía ver el símbolo de la familia Targaryen. Aquella mujer era Lyanna Stark... Mi madre...

Lyanna Stark interpretada por Katie McGrath (Nota de autor: no me gustó mucho la actriz que eligieron para Lyanna, cuando leía los libros me la imaginaba como alguien así)

- Hola, mi queridísimo hijo... Jahaerys. - dijo la mujer delante de mí y con mi corazón sabiendo quien era. - No sabes lo mucho que he esperado para volver a verte delante de mi una vez más.

- ¡¿Madre?! ¡¿De verdad eres tú?! - dije con lágrimas en los ojos para después ver como la mujer caminó hasta mí y puso su mano en mi rostro. - ¿Es esto un sueño o una ilusión?

- Si, soy yo, Jahaerys. Soy yo... - dijo Lyanna Stark sonriente y tocando mi rostro con cariño y dulzura. - Te has convertido en un hombre muy hermoso y fuerte, igual que tu padre...

En ese momento caí de rodillas y abracé a mi madre de la cintura con todas mis fuerzas al mismo tiempo que las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos. De mi boca solo salía un lo siento una y otra vez al igual que la pedía perdón por haber ocasionado su muerte al haberme dado a luz aquel día en la Torre de la Alegría en Dorne.

- No llores, Jahaerys. - dijo mi madre con ternura al mismo tiempo que ella me acariciaba la cabeza para después moverla para que pudiera ver su cara sonriente. - No te culpes por mi muerte, hijo, yo nunca te culpé y nunca lo haré. Lo haría una y mil veces de ser necesario, eres lo más preciado y maravilloso que pude crear en toda mi vida, además, soy yo quien debería pedirte perdón por haber muerto dejándote solo y con una gran carga sobre los hombros.

- Pero, Madre, yo...

- Te juro por todo el amor que os tengo a ti y a tu padre que de verdad pensaba que Ned cumpliría su promesa de protegerte cuando morí. - dijo Lyanna con tristeza y arrepentimiento para después comenzar a hablar con dureza. - ¡Pero el mismo permitió que esa imbécil de Catelyn Tully te maltratara al igual que también el muy tonto siguió creyendo que ese gordo putero de Robert Baratheon era mejor Rey que tú! ¡Debería haber sido Robert quien debería irse a la Guardia de la Noche en vez de ti! ¡Al igual que el mismo debería haber sufrido una muerte mucho peor que ser asesinado por ese jabalí!

Me sorprendió ver a mi madre lanzando todas esas maldiciones hacia todas esas personas quienes me habían herido o daño a lo largo de toda mi vida, en ese momento solo pude imaginarme que si mi madre hubiera sobrevivido para criarme y cuidar de mi, la misma seguramente habría agarrado la espada más cercana a ella para asesinar con mucho dolor a todos ellos de tener la oportunidad. En ese momento pude ver a la Lyanna Stark de quien todos hablaban, la Loba de Winterfell, al igual que de cierta manera pude ver el enorme parecido de Arya con mi madre.

- Bueno, querida. - dijo mi padre riendo al mismo tiempo que abrazaba a mi madre por la cintura para después besarla en los labios. - Creo que Jahaerys comprende perfectamente tu enfado contra todos esos traidores, pero sabes perfectamente que nuestro hijo tiene que saber sobre ciertas cosas sobre él...

En aquel instante, mi madre asintió para después mi padre chasquear los dedos haciendo desaparecer la sala y mostrar nuestro mundo desde fuera donde me comenzó a contar su historia, una diferente a la que nos contaba el maestre Luwin y a la que les contaba la septa Mordane a Sansa y Arya. El mundo en el que vivíamos no era como la leyenda que nos contaba la Vieja Tata en la que decía que vivíamos en el ojo de un gigante y tampoco como las leyendas de los Dioses Antiguos o la Estrella de Siete puntas.

Me mostró como se generó mi mundo a partir de diversas rocas gigantes que se unieron entre ellas hasta formar una especie de roca semiesférica y con la misma siendo habitada por unos espíritus los cuales comenzaron a darle agua, aire, plantas, animales... Vida al fin y al cabo y como poco a poco los Primeros hombres, gigantes y niños del Bosque comenzaban a surgir dando paso a las primeras civilizaciones del mundo.

Esos espíritus agotaron sus fuerzas creando todo nuestro mundo hasta que al final los mismos tomaron hogar en unos árboles los cuales después de entrar comenzaron a cambiar volviéndose de color blanco y en su tronco formándose unos rostros de cuyos ojos parecían que caían lágrimas de sangre y con sus hojas tornándose de ese mismo color. Esos árboles eran a los que en el Norte e incluso más allá del Muro considerábamos como los Dioses Antiguos, los arcianos.

- Entonces los Dioses Antiguos ya no existen... - dije con seriedad y recordando todas las lecciones que nos había dado el Maestre Luwin en sus lecciones.

- No exactamente, digamos que el poder de los mismos se debilitó a medida que los árboles con rostro comenzaron a ser talados, por lo que los mismos no tuvieron más remedio que buscar nuevas formas de proteger el mundo y a los habitantes que en ellos habitan.

En ese momento mi padre me mostró como los espíritus de los árboles talados comenzaron a juntarse en un lugar que conocía bastante bien, el Septo de Piedra, un lugar que es sagrado para los que siguen la antigua como la nueva religión en Westeros. Los espíritus comenzaron a juntarse hasta que los mismos comenzaron a darse a ellos mismos la forma de 2 cuerpos, uno de hombre y uno de mujer.

- Estos que ves aquí son mis progenitores y a quienes los mortales conoces como son los Siete que en realidad son Uno, pero en realidad siempre fueron 2 quienes se convirtieron en los siguientes guardianes de nuestro mundo y a quienes varios cientos de años después los Ándalos comenzaron a adorar como Dioses dando lugar a lo que se conoce actualmente como la Fe de los Siete.

- A los que llaman los Siete, quienes en realidad eran Dos se encargaron de proteger el mundo en el que vivías durante un tiempo, al igual que estos comenzaron a pasear entre los humanos tomando distintas formas tal y como las conoces como el Guerrero, el Herrero y el Padre por parte del hombre y La Doncella, la Vieja y la Madre con las que comenzaron a impartir distintos conocimientos para así ayudar a la civilización a avanzar y que así estos no se quedasen estancados permanentemente o que fueran como los Wildings sin construir nada y solo siendo unos nómadas.

Pero mi padre siguió hablando mientras aparecían los Seis haciendo distintas obras que aparecían en la Estrella de Siete Puntas, al igual que tampoco pasó mucho tiempo hasta que comenzaron a aparecer los primeros fanáticos que atacaban a la gente con la simple excusa de hacer cumplir lo que ellos habían dicho o como decía mi padre tener una excusa con la que lavarse las manos y disfrutando de hacer daño a la gente sin consecuencias. Esos primeros fanáticos fueron lo que en un futuro evolucionaría hasta ser los llamados "Martillos del Herrero"

- Pero también llegó la hora para que ellos se retirasen y por eso decidieron que había llegado el momento de dejar paso a la siguiente generación de dioses, pero a diferencia de los que los precedieron. Ellos decidieron unirse tal y como lo hacen un hombre y una mujer y con eso teniendo descendencia dando a luz a 2 hijos. El primero de ellos, el mayor, recibió el don del frío y el hielo y el segundo lo recibió el del fuego y la vida. Sus nombres fueron Ymir y R'hllor y si te preguntas quien era el Stranger y el padre de todos los White Walkers... Ese fue mi hermano mayor.

Me sorprendí nada más saber que tenía un tío, pero la mirada de mi padre estaba sería como si el mismo solo sintiera rencor hacia su hermano, después comenzó a crear una imagen en la que apareció una especie de White Walker, pero mucho más grande y fuerte de lo que me podría haber imaginado desde un principio. El mismo iba vestido con una armadura parecida a la del Night King, también portaba una enorme espada de hielo tan alta como él, una casco de guerra, una barba blanca tan larga que llegaba hasta su pecho al igual que este estaba acompañado por los cadáveres de 2 lobos huargos con los ojos azules y mucho más grandes que mi viejo amigo, Ghost.

- Parece un monstruo. - dije observando aquel enorme White Walker al igual que a los cadáveres de esos lobos. - No me extraña que el mismo se hubiera convertido en el señor de todos los White Walkers y creando la Larga Noche...

- Él no fue siempre así, Jahaerys. - dijo mi padre con una mezcla de seriedad y de tristeza. - Debes entender que nadie nace con el mal y el deseo de muerte en su interior, ni siquiera los peores asesinos de los que has oído hablar o enfrentado durante toda tu vida.

Después de eso, me mostró como ambos habían nacido y crecido como un par de niños normales con sus juegos, sus peleas y el cariño que ambos se tenían protegiéndose el uno al otro de todo lo que pudiese dañarlos. Al igual que el momento en el que se hicieron adultos y sus padres se retiraron de nuestro mundo dejándolos a ellos como los siguientes guardianes y al parecer ambos vivieron numerosas aventuras viviendo entre los humanos al igual que también hicieron frente a una gran cantidad de monstruos como los que hablaban en las antiguas leyendas como dragones malignos, gigantes que devoraban a las personas o las utilizaban como juguetes, etc. Hasta un monstruo marino el cual parecía que tenía varios tentáculos y garras y de un tamaño lo bastante grande como para superar la Red Keep con facilidad.

En ese momento mi padre me contó que ese ser era el que los hombres de las Islas del Hierro llamaban como el Dios Ahogado, pero en realidad no era nada más que un enorme monstruo el cual disfrutaba atrapando a todo ser vivo que podía para llevarlo a las profundidades donde los devoraba o utilizaba para crear una prole monstruosa con la cual tenía planeado llevar la muerte y el agua a todas las partes del mundo para hacerse con él. Al parecer los Hombres de las Islas del Hierro se convirtieron en sus esclavos y lo adoraban como un dios por temor a convertirse en su cena por lo que comenzaron a servirle llevándole tesoros y gente para alimentarse.

- Pero eso no ocurrió debido a que mi hermano y yo le enfrentamos con todo nuestro poder en diversas partes de Westeros, más concretamente en las Riverlands y las Islas del Hierro. - dijo mi padre. - Debo decirte que esa batalla fue una de las mejores que he tenido en toda mi larga vida, estuvimos luchando durante varias lunas siendo los hombres testigos de nuestra batalla y con ella siendo narrada tiempo después por los hombres de las Islas del Hierro para tener a su propio dios alejado de las religiones de los Dioses Antiguos o la de los Siete. Pero al final le vencimos y arrojamos su cadaver a las profundidades del mar de donde jamás saldrá.

En ese momento vi como el hermano de mi padre creó una enorme estaca de hielo a partir del mar con la que atravesó el pecho de ese monstruo y como mi padre creó un enorme torrente y tornado de llamas que incinerando los brazos y la cabeza de aquella criatura provocando que la misma gritase de dolor e intentando librarse de los que le enfrentaban, pero todo fue en vano ya que al final aquel monstruo dejó de moverse y cayó al agua haciéndose pedazos y con los mismos hundiéndose o llegando hasta la costa de lo que años después se conocería como Harrenhall.

- Sé que la leyenda de las Islas del Hierro cuentan una historia un poco distinta con respecto a lo que ellos llaman el Dios Ahogado, pero a la gente le gusta dramatizar los eventos en las canciones para hacerlos más épicos o tristes dependiendo a quien quieres que se dirija la historia, Jahaerys. - dijo mi padre riendo levemente. - Incluso tú puedes imaginártelo con las diversas canciones sobre los llamados héroes o incluso con la Guerra del Usurpador o de la Conquista, te aseguro que las personas de las canciones no siempre son tan valerosas o heroicas como se muestran.

Tiempo después vi como mi padre y mi tío comenzaron a distanciarse el uno del otro con mi padre viendo a los hombres y al resto de razas como seres con potencial que tal vez con el tiempo serían capaces de dejar atrás las locuras y las guerras que estos hacían. Pero mi tío disentía ya que él decía que los seres vivos solo habían manchado el paraíso que sus abuelos y sus padres habían creado y que los mismos solo merecían la misericordia de la muerte. Pero lo que de verdad provocó el punto de no retorno entre mi padre y mi tío fue lo que para mi sorpresa fue la destrucción del Antiguo Imperio de Valirya.

Aquel legendario Imperio parecía ser una civilización avanzada y civilizada y lo que mi padre llamaba lo que él esperaba lo que se convirtiera la humanidad con el suficiente tiempo, pero mi tío solo los vio como los causantes de la destrucción de nuestro mundo por lo que comenzó a presentarse entre los hombres de ciencia y los magos animándoles a hacer experimentos más y más peligrosos hasta que en uno de ellos provocó la erupción de varios de los volcanes dormidos allí y con la muerte de los mismos siendo las familias Targaryen y Valerion las únicas supervivientes del cataclismo.

- Tardé mucho tiempo en enterarme de lo que había pasado... - dijo mi padre con pesar. - Nunca me imaginé que el hermano que conocí durante toda mi vida pudiera volverse loco y causar tanta muerte y destrucción. Ese fue el primer incidente que me hizo darme cuenta de que el hermano con el que crecí y al que siempre quise y admiré había muerto y ahora solo quedaba un monstruo.

Nunca me imaginé ver algo así, mi padre con la cabeza baja de la tristeza y con mi madre consolándolo, ahora podía entender un poco de lo que hablaba la gente sobre que Rhaegar Targaryen parecía ser alguien melancólico y con seriedad en su mirada. Pero no pasaron más de unos segundos cuando mi padre me mostró la siguiente traición de mi tío, este comenzó a hablar a los hombres para que talasen los arcianos con la intención de provocar a los Niños del Bosque y que estos utilizasen magia de sangre y prohibida para crear un ejercito para que les sirviera... O más bien un ejército para mi tío con el que pretendía asesinar a toda criatura viviente, los llamados White Walkers.

- Cuando mis padres me avisaron de lo que hizo mi hermano y lo que pretendía, solo pude hacer una cosa, preparar a los vivos para la mayor guerra jamás vista hasta ese momento. - dijo mi padre con seriedad. - Decidí elegir un campeón entre los hombres quien sería el que los guiaría durante la batalla mientras que yo lideraba la carga principal , pero para ello debía tener un arma capaz de eliminar a los White Walkers. Un arma con la que distinguirse y dar fuerzas a los vivos... Pero el destino hizo que ese tonto decidiese hacer magia de sangre para crear el arma.

Vi la leyenda de Azor Ahai y de Nissa Nissa, como este forjaba una espada y con la misma rompiéndose cada vez que la completaba hasta que este decidió utilizar magia de sangre nada más escuchar lo que habían hecho los Niños del Bosque para crear a los White Walker. Por lo que decidió utilizar la vida de su mujer para forjar esa espada atravesando el corazón de la mujer con su espada y provocando que la misma hoja se prendiese en llamas.

- Cuando vi lo que ese imbécil había hecho le golpeé a la cara diciéndole que no era nada más que un estúpido, pero ya no había tiempo para elegir a otro campeón. - dijo mi padre apretando los puños. - La guerra empezó y esa espada tenía la capacidad de hacer lo que debía, pero antes de la lucha le dije que una vez que terminase aquella guerra me quedaría la espada ya que este con sus actos no se la merecía. Años después dividí esa espada en 2 y forjé las espadas más poderosas que existen en tu mundo... Blackfyre y Dark Sister, las espadas de los Targaryen.

Entonces mi padre me contó como este lideró la lucha contra el ejercito de los muertos de su hermano junto a los Stark y los Wildings provocando la mayor pelea que había visto Westeros hasta ese entonces, me contó que la lucha duró varios días donde las muertes se contaban por miles. Pero al final mi padre y su hermano tuvieron un duelo frente a frente donde ambos estuvieron luchando por horas mientras intentaban matarse el uno al otro.

- Finalmente conseguí desarmar a mi hermano para después decapitarle con mi espada. - dijo mi padre mientras el mismo parecía recordar lo ocurrido. - En ese momento la luz volvió a surgir en el horizonte y con la mayor parte de los muertos y White Walkers controlados por mi hermano comenzaron a morir excepto unos pocos que huyeron a los extremos más lejanos del Norte. Sin embargo, mientras los White Walkers huían pude ver como uno de ellos comenzó a cambiar de aspecto hasta convertirse en lo que tu conoces como Night King, el White Walker al que mi hermano pasó su espíritu y desde el que ha estado esperando hasta que llegase la oportunidad para conquistar todo una vez más.

Tiempo después mi padre dijo a Brandon Stark, the Builder, que algún día los White Walkers regresarían, por lo que más le valdría prepararse para la llegada de la segunda guerra de la llamada Larga Noche, por lo que mi antepasado Brandon construyó el Muro ayudado por gigantes y por los Hijos del Bosque. También me enseñó como ese White Walker superviviente con los años comenzó a cambiar poco a poco de aspecto hasta convertirse en ese maldito Night King al que tantas veces enfrenté y vi como el enemigo al que debía matar con mis propias manos.

- Pero ese monstruo ya no existe, Arya lo asesinó apuñalándole con la daga de la familia Targaryen que ella llevaba consigo. - dije recordando lo que ella me contó. - Me dijo que el mismo se hizo una estatua de hielo para después desaparecer y con él murieron el resto de los White Walkers y con los muertos que este levantó entre nuestros aliados.

- Arya Stark solo acabó con el cuerpo de lo que los hombres llaman, Night King, pero eso no significa que acabaseis con su espíritu. - dijo mi padre mientras este miraba la imagen de aquel White Walker con seriedad. - El Night King sobrevivió a la batalla de Winterfell y todo fue gracias a que el mismo pasó parte de su ser dentro del cuerpo de Brandon Stark.

- ¡¿Bran?! ¡No puede ser! ¡Night King nunca llegó a tocar a Bran ni hacerle nada durante aquella batalla!

- Mi hermano no es ningún idiota, hijo. - dijo mi padre mirando con seriedad al espectro del Night King a los ojos al igual que también pude ver fuego en los suyos. - El mismo ya se imaginó que era muy posible que no pudiera conseguir la victoria y mucho menos si había dragones del lado de los vivos, por lo que el mismo aprovechó que había dejado su marca en Brandon Stark para dejar un poco de sí mismo como una especie de plan de reserva en caso de morir. ¡Mira como quedará Kings Landing ahora que él es el nuevo Rey!

En ese momento todo a nuestro alrededor comenzó a cambiar como si una nube de humo se alzase bajo nuestros pies provocando que no tuviese más remedio que tapar mis ojos, pero cuando el humo se fue me di cuenta de que mis padres habían desaparecido dejándome solo y caminando un poco vi donde me encontraba, Kings Landing. Pero la ciudad era diferente a como la había visto por última vez con toda esa estela de caos y destrucción que dejó Daenerys a lomos de Drogón quemando y destruyendo todo a su paso, en esa ocasión la ciudad parecía que había sido construida un poco, pero no pude ver a nadie en ningún lugar.

En las calles no se veía ni a un alma a excepción tal vez de los numerosos cuervos que había posados en las cornisas de los edificios y en algunos árboles, pero lo que más primaba en todo aquel lugar era la nieve y estacas de hielo surgiendo del suelo y de algunas paredes. Seguí caminando derecho hasta lo que quedaba de la Red Keep, pero mientras más avanzaba vi que había una gran cantidad de personas o lo que antes eran personas, lo único que había eran los espectros con ojos azules brillantes campando firmes y mirando al frente.

Pero a pesar de ver esa horrible visión sabía que debía seguir caminando por lo que me abrí paso entre todos esos muertos quienes parecían ignorar mi presencia hasta que unos minutos (los cuales se me hicieron lunas) llegué finalmente a lo que anteriormente era la sala del trono en donde estaba el Trono de Hierro.

- No... - dije cayendo de rodillas nada más ver el fondo de aquella sala. - ¡NO! ¡NO! ¡NO PUEDE SER! ¡ES IMPOSIBLE! - grité mientras sentía que se me hacía un nudo en la garganta.

No podía creer lo que estaba viendo, estábamos prácticamente todos los que habíamos tenido un papel en las guerras de los últimos años en Westeros, el Trono de Hierro estaba una vez más en el salón del trono, pero en vez de ver a Bran como esperaba en su lugar vi que el aspecto de aquel a quien consideré mi hermano pequeño había cambiado muchísimo hasta convertirse en el hermano gemelo de Night King mientras que los presentes se arrodillaban ante su presencia en una especie de mundo en el que la muerte había vencido. En ese momento, Bran o el ser en el que se había convertido alzó la vista como si el mismo me estuviese viendo directamente a los ojos.

- La victoria es mía, R'hllor. - dijo Night King con una siniestra voz al mismo tiempo que su cara dibujaba una sonrisa. - Te lo dije hace mucho tiempo, estúpido hermano menor, la muerte siempre vence a la vida y no hay nada que puedas hacer para evitarlo ya. Ahora daré al resto de este mundo el regalo del descanso eterno tal y como debería haber hecho hace ya tantos años... ¡Ja, ja, ja!

Nada más escuchar esas palabras vi al Night King directamente a los ojos para después lanzarme a por él con toda la intención de acabar con él sin importarme que este estuviese ocupando el cuerpo de Bran, Bran estaba muerto y estaba completamente seguro de que preferiría morir a que ese monstruo siguiera utilizando su cuerpo para seguir llevando el caos y la muerte a nuestro mundo. Pero justo cuando estaba a punto de darle un puñetazo a ese maldito monstruo le atravesé como si no fuese nada más que un espectro para después ver como toda esa visión desaparecía para después ver que mis padres y la sala en la que estaba justo antes de ver toda visión de caos y de muerte.

- Ese es el futuro que le espera a ese mundo en caso de que a este se le permita continuar el rumbo que ha estado siguiendo desde que despertaste de tu muerte, Jahaerys. - dijo mi padre poniendo la mano en mi hombro. - Incluso la locura de Daenerys y tus acciones en no aceptar estar con ella y tomar el Trono de Hierro para los 2 tal y como debía ser fue causado por mi hermano, a ti influyéndote para alejarte de ella y finalmente acabar con su vida y con la pobre Daenerys creyendo que estaba sola y que no podía confiar en nada ni en nadie a excepción de Dragón y el Fuego con el que arrasar a todos los que se interpusieran en su camino.

- ¡Pues detenlo! - dije con algo de súplica en voz. - ¡Por favor, Padre! ¡Os lo ruego! ¡No dejes que ese monstruo venza y acabe con todo! ¡Por favor!

- Me temo que tu padre ya no puede hacer nada para detener a su hermano, hijo. - dijo mi madre sorprendiéndome. - Él ya hizo todo lo que estaba en su mano para evitar que el mundo acabe así, puede que no te lo parezca, pero sus fuerzas están agotadas. Necesitaría de siglos para recuperar todo su poder para derrotar al Otro, pero ya nada se podría hacer por nuestro hogar ni nuestra familia... La muerte sería la que dominaría todo nuestro mundo.

En aquel momento me derrumbé, comencé a golpear el suelo de donde estaba con rabia mientras maldecía el no haberme dado cuenta que aquel quien vino del otro lado del Muro no era Bran, también el no haberme dado cuenta de que las palabras que salían de mi boca cada vez que estaba con Daenerys no eran las que yo deseaba pronunciar. Lo que de verdad quería era decirla lo mucho que la amaba y que la ayudaría a ser una gran reina, vi el rostro burlón y sonriente del Night King en mi mente para después desear con todas mis fuerzas poder tenerle delante de mí para quitarle esa puta sonrisa de la cara cortándole la cabeza por la mitad.

- Aún no es demasiado tarde, Jahaerys. - dijo mi padre mientras este comenzaba a acumular un círculo de llamas justo delante de mí. - Todo lo que has estado viviendo hasta ahora desde que creíste despertar en The Wall después de la traición y las demás cosas que te ocurrieron desde entonces... No era nada más que un sueño en el que has vivido lo que habría pasado si no te alzas como la persona quien eres en realidad.

- Si cruzas este umbral regresarás al momento en el que despertaste después de que Melissandre invocase el poder de tu padre para traerte devuelta al mundo de los vivos, hijo. - dijo mi madre. - Pero tienes que tener en cuenta que tu padre está muy cansado y solo podrá hacer unas pocas cosas más para ayudarte, después de eso solo tendrás esta última oportunidad para enmendar las cosas.

Enmendar las cosas... Solo podía pensar en las equivocaciones que había cometido desde que desperté como la muerte de Rickon, todas esas muertes en la Batalla de Winterfell al no pensar una estrategia mejor, haber pensado que esa puta de Cersei nos enviaría ayuda y en mi estupidez haberle dado un dragón al Night King, no haber evitado que Daenerys cayese en la locura al hacerla creer que esta sola... Había cometido tantos errores que no sabía si merecía esa segunda oportunidad de arreglarlo todo, sin embargo, no iba a dejar que ese monstruo en el que se convertiría Bran existiera y se hiciese con todo... Por lo que tomé una decisión.

- Entiendo... ¿Qué debo hacer? - dije con decisión y preguntando como un hijo que busca consejo de sus padres y con ambos sonriéndome.

- Deja atrás a Jon Snow, deja que muera cuando este fue traicionado por la Guardia de la Noche y haz que Jahaerys Targaryen Stark nazca, hijo. - dijo mi madre abrazándome. - Has dejado que la marca de ser un bastardo y todo lo que te han dicho y hecho desde entonces te marque y te guíe, pero eso debe terminar aquí y ahora.

- Sabes bien quien eres. - dijo mi padre. - Eres nuestro hijo, el único y verdadero Rey de los Siete Reinos. Eres Jahaerys Targaryen Stark. ¡DILO!

- Soy Jahaerys Targaryen Stark. - dije en voz baja.

- ¡OTRA VEZ!

- ¡SOY JAHAERYS TARGARYEN STARK! - dije dando un enorme grito al mismo tiempo que fuego rodeó mis brazos y este no me quemaba, más bien parecía que me obedecía.

Debo admitir que ver fuego rodeando mis brazos me asustó, pero la mirada de orgullo y de alegría de mis padres hicieron que mis preocupaciones desaparecieran prácticamente al instante. No sabía la razón exacta, pero nunca me había sentido tan bien como con aquellas llamas rodeando mis brazos y entrando dentro de mí, en ese instante di un último abrazo a mis padres quienes me rodearon con sus brazos al mismo tiempo que me decían que me querían y que estaban orgullosos de mí. Caminé hacia aquel círculo de fuego delante de mí sabiendo que una vez que lo cruzase despertaría el mismo día en el que volví de la muerte y esperando tener el tiempo suficiente para hacer las cosas mejor y no volver a cometer los mismo errores que hice en aquel sueño.

- ¿Estaréis conmigo? - dije deteniéndome un instante y mirando hacia atrás.

- Siempre, nuestro queridísimo hijo, Jahaerys. - dijeron mis padres sonriéndome. - Ve, vive y sé muy feliz, nosotros estaremos contigo a cada paso que des al igual que siempre te querremos con todo nuestro corazón.

Sintiéndome lleno de energías y al igual que de una inmensa felicidad en mi corazón, atravesé ese portal que había creado mi padre sabiendo que en esa ocasión haría las cosas bien. No dejaría que Daenerys cayese en la locura al igual que la demostraría lo mucho que la amo al igual que no dejaría que la reina de las cenizas llegase a nacer. Lo juro...

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- No te preocupes, amada mía. - dijo R'hllor abrazando a Lyanna quien no dejaba de mirar el lugar donde había desaparecido su hijo. - Jahaerys estará bien, él ya ha aceptado quien es y por lo tanto estará mucho mejor preparado y listo para llevar a cabo la tarea que tiene sobre los hombros.

- Lo sé... Solo pienso en como me gustaría poder ir con él y ayudarle en lo que le espera. - dijo Lyanna limpiando sus lágrimas para después poner sus manos sobre las de su esposo. - Pero dime una cosa, Rhaegar. ¿Por qué no le has contado todo? ¿Por qué no le has dicho que ella estaba viva?

- Porque es mejor que descubra la felicidad que le espera por sí mismo a que yo se la cuente, amor mío. - dijo R'hllor sonriendo. - No soy un desalmado que vaya a quitarle una sorpresa tan feliz a su hijo, al igual que ella tendrá que tomar la decisión de dejar las sombras y salir a la luz ya que ambos se necesitarán más de lo que se imaginan.

- Eso espero... - dijo Lyanna suspirando. - Eso espero.

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Volví a aquella estancia dentro del Castillo Negro y con mis pulmones luchando para volver a coger aíre, también sentí como las heridas que esos malditos bastardos no me dolían como lo habían hecho en aquella otra ocasión en la que desperté. Me incorporé para después girar la cabeza y ver como Ghost mostraba una especie de sonrisa con su boca y con su cola moviéndose de un lado para otro. Sonreí a mi viejo amigo y protector para después ver nuevamente aquellas horribles cicatrices que me habían provocado las puñaladas de esos hijos de perra, pero vi que las cicatrices eran menores que la anterior ocasión al igual que tuve la sensación de que las mismas se encogían hasta parecer no mas que simples rasguños.

- ¡Por todos los dioses! - dijo una voz que provenía de la entrada de la habitación. - ¡Estáis vivo! ¡¿Cómo es posible?!

- ¡Muchas gracias, Señor de Luz! - dijo una voz de mujer al lado del hombre. - ¡Muchas gracias por no abandonarnos y responder a mi plegaria, mi señor!

Las personas quienes acababan de entrar era el llamado Onion Knight, Sir Davos Seaworth quien me ayudó y me aconsejó lo mejor que pudo en aquel sueño y un verdadero amigo y también estaba la mujer roja, Melissandre, una de las sacerdotisas de la religión del Señor de Luz y con quien todavía tenía algo de enfado por haber provocado la muerte de la pequeña Shireen.

Davos Seaworth interpretado por Liam Cunningham

Melissandre interpretada por Carice van Houten

Mientras Melissandre no dejaba de rezar a mi padre agradeciéndole el haberme devuelto al mundo de los vivos, Sir Davos vino corriendo con la capa del Lord Comandante de la Guardia de la Noche con la cual cubrí mi desnudez al igual que sentí el calor de la misma.

- ¿Qué recordáis? - dijo Sir Davos preocupado sin apartar la vista. - ¿Qué fue lo que os ocurrió?

- Me apuñalaron... Ollie... Me apuñaló en el corazón. - dije apartando un poco la manta y viendo mis viejas cicatrices al igual que volví a toser. - ¡¿Donde están?! ¡¿DONDE ESTÁN TODOS ESOS TRAIDORES HIJOS DE MIL RAMERAS?!

- Deberíais descansar, joven Snow. - dijo Sir Davos arrodillándose ante mí y poniendo una mano en mi hombro. - Si os soy sincero, no sé que es lo que acaba de pasar, pero lo que sé es que estabais muerto y que ahora volvéis a respirar y a la vida. Será mejor que repongáis las fuerzas, esos asesinos pueden esperar.

- ¡Decidme! ¡¿Qué visteis?! - dijo Melissandre muy ansiosa. - ¡Cuando moristeis y cruzasteis al otro lado! ¡¿Qué visteis?!

- La verdad. - dije con seriedad y levantándome de aquella mesa. - Simple y llanamente, he visto la verdad.

Mientras Melissandre y Davos me miraban sorprendidos al verme despierto y de pie una vez más o al menos la mujer roja esperando verme confuso y sin saber como sentirme, sentí que algo en mi interior me estaba llamando y en ese momento metí mi mano dentro del fuego de la chimenea.

- ¡¿Pero qué estáis haciendo?! - dijo Davos quien en seguida vino a detenerme. - ¡Sacad la mano del fuego! ¡No es momento que comprobéis que estáis vivo intentando quemaros y llenaros las manos de más heridas!

- No os preocupéis, Sir Davos. - dije con seriedad y sin apartar la mano de las llamas. - ¿Lo veis? El fuego no me quema y no lo hará nunca.

Era cierto, a diferencia de aquella ocasión en la que salvé la vida a Lord Comandante Mormont de aquel no muerto, las llamas no me quemaron más bien las sentía como si las mismas me abrazasen. Pero también sentí como parte de esas llamas salían del mismo fuego para comenzar a girar por todo mi cuerpo creando unas ropas simples al igual que después ambas se posaron a ambos lados de mi cintura creando 2 espadas. Una vez que las llamas cesaron los presentes vieron que ambas espadas eran 2 de las espadas más famosas de toda la historia de Westeros.

Las espadas de la familia Targaryen que se creían perdidas desde hace décadas, las espadas: Blackfyre, la espada de los Reyes y Dark Sister, la espada utilizada por Visenya Targaryen y Daemon Targaryen.

- ¡¿Las espadas de los Targaryen?! - dijo Davos cayendo al suelo y poder creer lo que había ocurrido ante sus ojos. - ¡¿Cómo es posible?! ¡Esto no es normal!

- ¿Creéis ahora, Sir Davos? - dijo Melissandre al mismo tiempo que se arrodillaba delante de mí y se ponía en posición de rezo. - El Señor de Luz no solo nos ha devuelto a Jon Snow, también le ha dotado de su poder, protección y de las espadas de los Reyes Targaryen. Admito que me equivoqué al creer que Stannis era el que fue prometido, pero siempre lo fuisteis vos, Jon Snow. Azor Ahai, aquel que nos fue prometido y quien nos salvará de la oscuridad. - dijo Melissandre en High Valiryan.

Asentí a las palabras de Melissandre para después caminar hacia mi amigo lobo huargo, Ghost a quien acaricié las orejas muy feliz de volver a verle al igual que el mismo movía su cola y me lamía las manos para no solo asegurarse de que estaba vivo también de la alegría de volver a verme.

Salí al exterior de la habitación hasta el patio de armas donde vi a los wildings quienes habían venido a ayudarme junto a los pocos que quedaban de la Guardia de la Noche, pero lo que más imperaba en las caras de los presentes era la sorpresa y el miedo y debo admitir que sentía ganas de reír al volver a ver todas esas caras. Pero no podía hacer otra cosa que ponerme en su lugar, no todos los días podías ver que alguien había regresado de la muerte al igual que también que el mismo no era uno de los muertos de los White Walkers y su ejército.

Caminé entre ellos mientras estos se apartaban dejándonos paso a Melissandre, Sir Davos, Ghost y a mí, pero mientras más caminaba más esperaba que de entre todos ellos saliera uno de los Wildings de quien más había aprendido desde que crucé el Muro y viví con los Wildings, alguien no solo me acompaño en la locura de traer a uno de los muertos y quien me ayudó en todas las batallas posteriores, Tormund Matagigantes.

Tormund Gigantsbane interpretado por Kristofer Hivju

- Te tienen miedo, Snow. - dijo Tormund mientras el mismo me veía a los ojos como si este esperase que los mismos se volvieran azules mostrando que era uno de los servidores de los White Walkers. - Te toman por una especie de dios y más ahora que te has levantado y apartado de los brazos de la muerte.

- No lo sé, tal vez lo sea, je, je. - dije mirando a los ojos a alguien quien me había demostrado ser un amigo leal.

- Yo no lo creo, ¿Dónde se ha visto a un dios teniendo una verga tan pequeña? - dijo Tormund de broma para después abrazarme. - De todas formas me alegro de verte y con esos ojos grises en vez de ese horrible azul de los muertos.

Justo después de hablar con Tormund me encontré con Eddison Tollet, también llamado como Edd el penas, pero me alegré de volver a ver a mi amigo con vida y mucho más después de haber visto su cuerpo justo después de la batalla de Winterfell y de haberlo quemado junto al de todos aquellos quienes dieron su vida con valor para defender a los vivos. Edd me dijo que todavía tenía los ojos grises mientras que yo le sonreí diciendo que la muerte todavía no tenía planes para mantenerme consigo, eso consiguió sacarle una sonrisa al hombre quien también me abrazó. Sin embargo, mi mirada estaba en un cadalso donde se encontraban los traidores de la Guardia y los principales partícipes de causar mi muerte, siendo los cabecillas principales Allister Thorne y el huérfano Ollie quien en mi estupidez fingí no ver los evidentes signos de peligro cuando traje a todos los Wildings que pude al otro lado del Muro después del ataque en Hardhome.

- No deberías estar vivo. - dijo uno de ellos lleno de miedo, sin embargo lo ignoré mientras caminaba para ponerme justo enfrente de Thorne. - No está bien.

- Os lo ruego, no le digáis a mi madre que muero como un traidor, Lord Comandante. - dijo otro de ellos. - Por favor, la mujer es una anciana y... ¡AAAHHH!

- Snow no querer oírte, traidor. - dijo Wun Wun, el único gigante que quedaba golpeando el estómago del hombre que hablaba. - Snow.

- ¡Tendríamos que haberte decapitado, monstruo! - dijo Ollie lleno de rabia. - ¡Tú y el resto de esa escoria salvaje deberíais arder! ¡Tal y como lo hizo mi familia! - pero las palabras de ese estúpido chico fueron calladas por otro golpe esa vez de parte de Tormund quien le golpeó la garganta y con el chico tosiendo y con dificultad para respirar.

- Gracias, Tormund, ya me estaba hartando de seguir escuchándole. - dije sorprendiendo a mi amigo quien solo puso una sonrisa y asintió con la cabeza.

- Tuvimos que elegir, Lord Comandante. - dijo Thorne con burla. - Traicionaros o traicionar a la Guardia de la...

- No me interesa escuchar vuestras excusas ni vuestros lamentos, Sir Allister. De ninguno.- dije sorprendiendo al hombre. - Sé perfectamente lo que vais a decirme y os digo que no me interesa para nada escuchar las palabras de unos traidores. Al menos vais a morir, todos vosotros, sabiendo que nunca más volveréis a ver mi rostro, al igual que me aseguraré de que todos sepan la razón de vuestra muerte y ahora dictaré la sentencia.

- Yo, Jahaerys Targaryen Stark. - dije sorprendiendo a los presentes y más a Thorne mientras empuñaba la espada de mi cadera izquierda y la apoyaba en el suelo. - Legítimo Rey de los Ándalos, Rhyonar y los Primeros Hombres, aquel que regresó de la muerte, aquel quien es el verdadero hijo del Príncipe Rhaegar Targaryen y de su esposa, Lyanna Stark, Señor de los Siete Reinos y Protector del Reino... Os sentencio a muerte.

Decidí que utilizaría a Blackfyre para acabar con Thorne y los suyos, la espada de mis antepasados, para en ese momento cortar las cuerdas que sujetaban los barriles y girarme para ver como mis asesinos morían una vez más.

Al igual que vi en mi vida anterior los traidores de Thorne y los suyos se resistieron a la muerte al igual que hacían movimientos en los cuales intentaban mantenerse con vida unos pocos segundos más, pero lo único que sentí fue que la justicia no solo se cumpliría en esa ocasión. Estaba seguro que mi padre les castigaría incluso en la muerte por la osadía de haberme matado condenándoles al más doloroso y profundo de los siete infiernos, incluso mientras expiraban su último aliento la osadía de Thorne no desaparecía al igual que el odio en los ojos de Ollie, pero lo último que vieron ellos fue el fuego en mis ojos levemente para después quedar con una expresión de terror estampada en sus rostros para toda la eternidad.

Bajé del cadalso para después ver las caras de los wildings junto al resto de los miembros de la Guardía los cuales parecían que habían visto el fuego en mis ojos provocando que bajasen las caras con una mezcla de miedo y de vergüenza. Pero Melissadre estaba con una mirada de sorpresa y una expresión alegre como si la misma estuviera viendo a su dios delante de ella o al salvador, "El Principe que fue Prometido", delante de ella. Volví a envainar la espada de los reyes para después caminar hacia Edd quien estaba sorprendido al ver que no había mostrado nada de piedad con los amotinados.

- Deberíamos quemar los cadáveres. - dijo Edd mientras miraba los cuerpos de los recién ajusticiados balancearse de un lado para otro. - No querría volver a ver a ese bastardo hijo de mil putas de Thorne y los suyos volviendo para jodernos una vez más.

- Tal vez no. - dije mirando a Thorne y a Ollie mientras estos aparentaban estar muertos. - Tal vez deberíamos encerrarlos en una jaula y dejarlos al otro lado del Muro y que si vuelven a la vida podríamos usarlos para demostrar al mundo lo que viene... Toma, Edd...

- ¡¿Y qué quieres que haga con esto, Jon?! - con la capa del Lord Comandante en sus manos sin entender que era lo que pretendía hacer.

- MI nombre es Jahaerys, Edd, acabo de decirlo delante de todos y en cuanto a la capa... Póntela, quémala. Tuyo es el Castillo Negro ahora, Edd. - dije mirando al hombre al mismo tiempo que este se sorprendía por mis palabras, pero más por las que estaba a punto de decir. - Mi guardia ha terminado y esta vez... Para siempre.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Fin del Capítulo 1

Muchas gracias por leer el capítulo. ¿Qué os ha parecido?

Al igual que muchas y muchos (por no decir la inmensa mayoría de las personas) no me gustó como terminó Juego de Tronos y por lo tanto he pensado en escribir un Fanfic sobre como lo haría yo, aunque claro a mi modo y con un Harem para Jahaerys. Y además, lo hago porque estoy un poco atascado con los Fic del Mago Rojo y Blanco y con el de Spiderman y así tengo de donde tirar a la espera a que me vengan ideas.

Seguramente os sorprenda que llame Jahaerys a Jon, pero creo que es mejor nombre para él y sin usurpar el de su fallecido hermano mayor, además, de que a Jahaerys I se le considera como el mejor rey que tuvieron los 7 Reinos por lo que se llamará así.

Por cierto: Jahaerys tendrá un dragón propio y será el Cannibal ¿Qué nombre debería ponerle al Cannibal? Dejad sugerencias en este párrafo.

También intentaré escribir desde el punto de vista de cada personaje como si fuera una especie de diario escrito por cada uno, pero los puntos de vista serán más bien los de Jahaerys y los de sus futuras esposas, aunque no descarto hacer algún capítulo desde otros puntos de vista.

De nuevo muchas gracias por leer y nos vemos en el siguiente. ¡Hasta la próxima!

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