Capítulo 4.-Reencuentro

August llega poco después de mí.

—¿Por qué tanta prisa de repente?

Aunque en ese momento nada referente a su persona es relevante para mí, por el contrario mi mente está enfocada en saber cómo interactuar con Daries y Adrienne.

“¿Habrán cambiado mucho?”

No pude evitar sentirme insegura.

Naturalmente, somos el centro de atención, después de todo ¿No está Daries y Adrienne en el grupo del héroe?

Además de la otra cara conocida, el héroe parece bastante comprensivo ya qué nos deja nuestro espacio.

—¿Kazy? ¿Eres tú? —musita Daries temblando.

—O-Oye, cálmate ¿Sí? —respondo tomando suavemente su mano.

Adrienne también tiene sus ojos llorosos, su apariencia en vez de volverse más masculina, cada día parece más a una chica.

Y en cuando a Daries, digamos que está mejor dotada que yo.

Aunque eso no es relevante ahora mismo, y menos cuándo lágrimas comienzan a caer de su rostro.

—Realmente, realmente ¿Eres Kazy? —pregunta perdiendo la fuerza en sus piernas.

Al verla sentarse sobre el piso, sollozando, extiendo mi mano.

—¿Acaso hay dos gran yo en el mundo? ¡No seas tan arrogante? —comento con una sonrisa.

—K-Kazy waahh —declara abrazándome y comenzando a llorar.

—Leo, lamento interrumpir pero sería mejor que volvamos a mi “despacho” declara enfatizando lo último con sus dedos.

“¿Será idiota llamándome así? Bueno, que se le va hacer”

—Espera ¿Dijo "volver"? —Una extraña sed de sangre fue emanada desde Daries.

Aunque la misma fue ahogada y extinta al ver mi expresión carente de emociones dirigida hacia ella.

—¡L-Lo siento! N-No es qué desconfíe, pero...

—Sí, sí —digo palmeando su cabeza y tras tomarla de la mano comenzamos a andar juntas.

Tal parece eso le agradó ya que se dibujo en ella una sonrisa de oreja a oreja.

Adrienne mantuvo su distancia, quizás esté siendo considerado y dejarnos pasar tiempo juntas.

Una vez llegamos al "despacho", August nos trajo más sillas.

Ahora mismo dentro estamos: Yo, Daries, August, Adrienne, el héroe y la enmascarada de aquel día.

—En todo caso, tú ¿Eres Kazue? —pregunta repentinamente el héroe.

Es un joven de unos dieciocho años, cabello naranja corto y alborotado, ojos color miel y con ropas que le confundirían con un aldeano medieval.

Ante su pregunta asiento.

—Mi nombre es Kermar Howard, y fui traído a este mundo por medio de la invocación ¡Sí, soy el héroe! —exclama mientras hace poses raras.

—¿Seguirás haciendo el ridículo mucho tiempo? —musito ya cansada.

—¡¿Cómo te atreves a decir eso?!

Tras ello la enmascarada le fulmina con la mirada, y procede a sentarse.

—Oye August ¿Podrías dejarnos a solas?

—Solamente si prometes deberme un favor —responde con una sonrisa pícara.

Quizás mi humor ante su broma se reflejó en ese momento, ya que inmediatamente salió corriendo de la habitación, suspiro y miro hacia la enmascarada.

—¿Y bien? ¿Qué tienen que decirme?

—Digamos que estamos buscando cierto tesoro divino —responde Adrienne—. Sospechamos que se localiza en algún lugar de este continente.

“Bueno, no es información que no supiera del todo”

Pero, creo que para Adrienne debería ser obvio lo qué deseo saber.

—La señorita Reina, para evitar que los tesoros caigan en control de su padre, ha decidido unirse a nosotros —Comenta Adrienne—. No se preocupe ¡Es una aliada verdaderamente confiable!

“Dejémoslo así de momento”

—¡Olvida eso por hoy! Demos un paseo —exclama Daries visiblemente emocionada jalandome del brazo.

Adrienne se despide alegre de ambas.

“Supongo que podría ir”.

Fui arrastrada por ella a numerosos puestos, para cuándo el sol se estaba poniendo, llegamos a un restaurante.

Sí, el mismo de antes.

Pero su actuar para con mi gemela fue totalmente respetuoso.

“Hipócritas”

Una vez nos sentamos, ella me miró con una expresión pícara.

—¿Y cuál es tu relación con August? —pregunta mirándome intensamente.

—Amigos —respondo cortante—. Digamos que éramos conocidos en mi vida pasada.

Obviamente lo último lo dije en voz alta.

—¡¿Eh! Que decepción, creí que tendrías pareja.

Una vez dijo eso, recordé un muy pequeño detalle.

“Se me olvidaron los hermanos”

Igual supongo que estarán bien, me despediré por hoy de Daries y le prometere verla mañana.

“Aunque no quiero separarme”

—Mañana termino de contarte todo —Le digo a Daries, despidiéndome de ella en el gremio.

El grupo del héroe se fue hacia alguna posada, mientras yo me quedé junto a August, ayudándole para matar el tiempo.

—Oye, ¿No están tardando demasiado? —digo notando que la noche ya ha caído.

—Sí, si no regresan en otra hora enviaré a un equipo de reconocimiento, solamente esperamos que no haya pasado nada —declara August.

“Qué raro”

También puede ser que esperen que suceda algo entre August y yo, no me sorprendería para ser honesta.

—Oye, Leo ¿Puedes usar este traje para mí?

—¿Una miko? ¿De dónde lo sacaste? —Pregunto tomando la prenda.

Aunque, expone demasiado mis caderas, definitivamente no lo usaré.

—Aunque me sorprende que sepas de su existencia —comenta August—. Otaku de clóset.

—¡N-No lo soy! Alguien cómo el gran yo no vería eso —respondo avergonzada.

—Ahí está ¡Tú graciosa y ridícula manera de hablar!

Mi rostro se ruborizó, realmente es vergonzoso que se burlen así de ti y no tener nada con qué responder.

Por más que continuamos charlando, esa noche no volvieron y tampoco los días siguientes.

***

—¿No está demasiado calmado? —pregunta un demonio a su compañero de patrulla.

—¡Idiota! Llevan años así, tranquilízate —responde para tratar de calmar tanto a su compañero como a sí mismo.

Sí, hace siete años que los vampiros han dejado de atacar, tiempo que tanto los demonios como los dragones han aprovechado para reparar sus edificios, sanar a sus heridos y en general sanar las heridas que ha dejado el conflicto en contra de los señores de la muerte.

—Ya sé, pero ¿Y sí aparece de nuevo? —pregunta mirando hacia sus lados.

Su compañero sabe a quién se refiere, ya que si bien los vampiros son fuertes por si solos no representan gran amenaza para ellos y mucho menos para los dragones.

Sin embargo, la “dama de blanco" desequilibró todo en cuánto tomó parte en este conflicto, no sólo es que les haya hecho retroceder sino que incluso si hubiese seguido atacando podría haberlos hecho desaparecer.

Ni sus escudos funcionaron, ni siquiera las barreras mágicas sirvieron de ante tal monstruo, frente al cual incluso los todopoderosos dragones caen cuál moscas.

Tal es su poder, un poder total y absoluto.

Sin embargo, un día repentinamente dejó de atacar, y con ello incluso los vampiros dejaron de hacerlo.

Si bien tiene la apariencia de uno, todos saben que en el fondo es cualquier cosa menos un vampiro.

Aquél ser al que ni siquiera el rey de los demonios y el rey de los dragón pudieron detener a pesar de combinar fuerzas.

—¡Deja de hablar de cosas aterradoras! —exclama.

—De acuerdo, lo siento —declara antes de repentinamente chocar con una persona.

Un hombre de larga cabellera naranja, alrededor de su veintitantos años, vestido de mayordomo.

—¿Un humano? —murmura uno de los soldados.

Aunque poco tiempo tuvo para apreciarlo, ya que al instante siguiente se encuentra con su cuerpo picado por cientos de lanzas que aparecen de la nada.

—¿Q-Quién eres?

No he no respuesta y blandiendo una espada, acaba con la vida de su objetivo.

—¿No crees que eso fue excesivo? —pregunta Sophía.

Se encuentra cubierta con una manta negra, mientras ve con terror los cadáveres.

—Lo siento, pero, no necesitamos más problemas —declara mientras hace desaparecer la espada y lanzas.

—Supongo —declara no muy convencida.

—¿Querías ver al reencarnado, no?

Sophía asiente.

—Aún así, es terrible lo que he hecho —musita.

—No fuiste exactamente tú sin embargo —susurra el mayordomo.

—¿Dijiste algo, Luke?

Luke Howard sólo se encogió de hombros y continuaron su camino.

Mientras recuerda las órdenes de su ama: "Consigue el tesoro".

Luke intuyo que seguramente compartirá objetivo con la reencarnada traída por Eloah, por lo qué se moverá con ello en mente.

Y durante el camino, Sophía le pidió llevarla con él, lo cuál si bien le traerá consecuencias ninguna realmente grave.

Luke Howard es un humano, sí, uno que ha vivido más de un milenio sirviendo a su maestro.

En ocasiones cómo su hijo, en otras como su hermano, mejor amigo, consejero, padre, en todo este tiempo ha visto incontables vidas desaparecer.

Nada es eterno, incluso su maestro renace una y otra vez, pero él ¿Cuánto tiempo más vivirá?

¿Cuánto tiempo seguirá sirviendo a du maestro? No lo sabe, pero siente que se lo debe.

Sus manos ya están manchadas de sangre incluso antes de conocerle, entonces ¿Qué lo detiene?

Dejó sus ideales, familia, sueños y esperanzas a un lado por quién considera la persona más importante.

—¿Luke?

«¿Qué tú existencia es un fracaso? Hm, tal vez sí, ¡Pero! El único que decidirá eso eres tú ¿Y sabes cómo? ¡Viviendo!»

Recuerda esas palabras como si hubieran sido ayer, aquellas que hace tanto le dieron valor y sentido a su existencia, podrán no ser del todo correctas pero no cabe duda que eran las que él más necesitaba oír.

«Te estoy observando»

Saliendo del trance nota la mirada preocupada de Sophia.

—Una disculpa, sólo estaba recordando algo.

—Um, nunca hablas sobre tí —musita.

—No hay demasiado de que hablar de cualquier modo.

Sophía suelta un suspiro.

—Eres demasiado serio.

—No quiero tener esperanzas —musita.

—¿Eh?

Mientras dijo aquello, tiene una expresión nostálgica y triste, antes de volver a la inexpresiva de siempre.

«¡Seguro que Génesis vence! Y finalmente podremos estar juntas»

Su ceño se frunce al recordar eso

«Ya estoy harto, ¿Por qué no puedo morir?»

—¡L-U-K-E!

—Una disculpa, ¿Qué ocurre?

—Descansemos.

Mientras Sophía señala una cueva, Luke mira extrañado su actuar, pero no se niega.

Al caer la noche enciende una fogata mientras Sophía observa el horizonte.

—¿Tienes amigos?

—Tengo compañeros —responde.

—¿Cómo son?

Luke al terminar de encender la fogata mira el rostro emocionado de Sophia.

—Mikael, un ángel y Némesis, un semidios —comenta.

—¿Y dónde están?

—Lo desconozco, nos separamos hace mucho tiempo.

Hubo silencio durante unos segundos, antes de que Sophía se animase a preguntar otra cosa.

—¿Y cómo era esa persona?

—Muy amable, solía recorrer numerosos mundos en busca de gente que ayudar —responde—. Yo fuí una de esas personas que recibió su ayuda.

—¡¿Eh?! ¿Estamos hablando de l misma persona? Quiero decir...

Luke meditó con cuidado las palabras que decir a continuación.

—Lo que ves ahora es el resultado de varias vivencias, esa persona que ves ahora no es la misma que yo conocí exactamente —declara Luke.

—¡Entonces...

—No puedo, continuaré de su lado pase lo que pase, hasta las últimas consecuencias.

Sophía baja la mirada.

—Ya veo.

***

—Se nos hizo tarde ¿Crees que Kazue se enoje? —pregunta Lucía.

—Bueno, últimamente parece de mal humor ¿No crees? —Bromea Kire.

Ambos cargan con un par de costales llenos de orejas de goblins.

—Bueno, tengo una idea de lo que podría estar pasando —dice Lucía.

Mientras ambos avanzan se topan con un hombre que carga una gran lanza, misma de la cuál gotea sangre.

—Bonita noche ¿No? —pregunta enterrando la lanza en el suelo.

Kire nota enseguida el peligro y arroja el saco hacia Artkuz, mientras intenta lanzar un hechizo, aunque sus manos son cortadas.

—Lo siento, peor no estoy de humor ahora mismo —declara visiblemente irritado—. ¿Dónde está la chica zorro?

—No lo sabemos —declara Lucía.

—Es una lástima, mueran.

Fue cosa de un instante, sin testigos, ni gritos de dolor, esa noche sus vidas se extinguieron.

Además, otro extraño suceso ocurrió, una noble familia de Laukus que residía en Kanen, fue masacrada.

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