Capítulo 14.-Potencial.

—¿De verdad es el señor Leon? Hoy está siendo muy amable —Murmura una empleada.

Suelto un suspiro y me acomodo en la silla de mi escritorio. Observo con detenimiento mis manos, tan diferentes de las de Kazue.

“He pasado tanto tiempo como Kazue que esto es incluso extraño para mí”

Sin orejas, ni cola y mi amigo está devuelta, mientras más tiempo paso aquí no puedo evitar preguntarme ¿De verdad es una ilusión? O quizás todo lo de Kazue fue un sueño.

Después de todo, la magia no existe ¿verdad?

—D-Disculpe.

Por andar perdido en mis pensamientos no noté que me quedé de pisando algo, al mirar bien a esta chica ¿No es Adrienne? No, ese no era su nombre en este mundo.

Aunque para empezar ¿Hubo otro mundo desde un inicio?

Quizás y sólo quizás, todo únicamente fue un sueño, debería de ser tan evidente, la magia y semi humanos no existen después de todo.

—Oh, no hay problema —digo haciéndome a un lado y continuando mi camino.

Quizás deba de ir a casa a refrescar mis ideas, siento que he despertado de un sueño muy largo.

—Es hora dejar de soñar, ¿No es así?

O eso pensaba, sin embargo, al despertar me encuentro con un rostro conocido, el mismo que he asociado a mí durante los últimos quince años.

—¿No fue un sueño?

Por algún motivo, me sentí aliviada y dejé escapar algunas lágrimas, pero, ahora el problema es otro ¿Qué hago con la empresa teniendo este cuerpo?

Dudo mucho que alguien me crea que me convertí en una chica zorro mágica, probablemente me arresten ¿No es así?

—¡Que fastidio! Quizás sólo deba rendirme, de todos modos no hay manera en la que yo pueda derrotarlo ¿No es así?

Alguien toca el timbre y al ver por la cámara de seguridad instalada en la entrada, es Adrienne, quién parece muy nerviosa.

Obviamente evitó responder, después de todo, solamente me expondría al hacerlo.

—Kazue.

Logro llegar a sus labios y vestida únicamente con una camisa mía que cubre todo mi cuerpo, corro tan rápido como mis piernas me permiten hasta abrir la puerta.

—¿S-Señorita? ¿Por qué luce con esa form-

—C-Cállate, sólo hazlo —digo mientras la abrazo y no puedo evitar las lágrimas.

Se ve sorprendida al inicio e incluso en pánico, aunque tras unos segundos corresponde el abrazo.

—Jeje, no recordaba que fuera tan pequeña —dijo con una sonrisa mientras acaricia mi cabeza.

—Cierra la boca, todavía puedo crecer —musito.

—Perdón, perdón.

Tras un rato, estamos en mi sala evidentemente de lujo mientras yo estoy con los ojos rojos e hinchados, Adrienne sigue consolandome.

—No le digas a nadie o te mataré.

—¿Eh? Eso es un poco drástico, además me estabas olvidando ¿No es así?

—…

No respondí, después de todo, tiene razón.

Mis memorias son ya tan difusas al punto que con suerte no he olvidado mi propio nombre.

—¡Eres tan linda! —exclama abrazandome.

—Eso lo sé —musito algo sonrojada.

Sin embargo, la empujo para alejarla levemente de mí y acomodar mi pelo.

—Entonces, ¿Qué haces en este lugar, Leon?

En cuanto dirijo mi mirada a ella, se sobresalta.

—S-Si lo prefieres puedo llamarte Kazue como siempre es sólo que…

—No es eso, ¿Qué quieres decir con “este lugar”?

Se lleva una mano al mentón y parece considerar cuidadosamente las palabras que me dirá antes de escupirlas en forma de explicación.

—Una especie de limbo —musita—. ¡Cierto, todos dijeron que querían verte!

—¿Todos?

Adrienne me toma de la mano y lleva corriendo, antes de saberlo estamos en un salón, donde yo visto con un vestido morado de una pieza.

—¿Eh?

Adrienne, Kermar, Reina, Joffridus, absolutamente todos están en este lugar y mis lágrimas no pudieron contenerse más al sentir un cálido abrazo desde mi espalda.

Padre y madre, los padres de Kazue me abrazan con inmenso cariño.

—Oye…Ya fue suficiente ¿No? Alguien como yo, ya hizo suficiente —musito.

—Quisiera hablar contigo por más tiempo, pero creo que necesitas hablar con ella tú misma, no pudiste hacerlo en vida después de todo.

Padre me empuja  hacia madre y antes de percatarme estamos en un balcón, madre luce verdaderamente hermosa con ese cabello blanco y ojos rojos.

—Luces hermosa, ¿O debería decir hermoso? León.

Nuevamente vuelvo a ser León, con este cuerpo soy más alto que la madre de Kazue.

—El gran yo…No, yo…

—¿Fue difícil?

—Realmente quería salvarlos, por primera vez me estoy esforzando así que ¿Por qué todo salió de esta manera? ¡¿Por qué?! Di todo de mí y aún así…

Madre me acurruca en su hombro, vuelvo a ser Kazue.

—¡Lo odio! Me rindo, ya hice suficiente.

Madre fortaleció su abrazo.

—¡No pude salvar a Adrienne! No pude proteger la isla, no hice nada por ti ni por padre ¿De qué sirvió tanto esfuerzo?

—Eso, déjalo salir —musita con gran cariño.

Tras unos segundos me separa y con mis ojos llorosos puedo verla dedicándome una sonrisa esplendorosa.

—Realmente has crecido para volverte toda una belleza ¡Incluso tu corazón es hermoso!

Doy un manotazo para alejarla, ¿Yo una buena persona?

—¿Kazue?

—¡No hay manera! ¿Tienes idea de cuántas veces pensé en abandonarlos? De las veces que desee que murieran, de las veces que creí que eran asquerosos, de las veces que quise deshacerme de ustedes ¡¿Cómo alguien así puede ser buena persona?! Tienes que estás bromeando, madre de Kazue.

—Pero, no lo hiciste ¿Cierto? E incluso ahora no sólo te mortifica sino que te lastima, debió ser duro —comenta abrazandome.

Doy pequeños y débiles golpes en su pecho, no hay forma de que sea una buena persona,  comparada a ella ¿Qué soy? Ni siquiera heredé su bondad ni calidez.

—Te amo, Kazue —dijo antes de besar mi frente.

Me quedo tan impactada que mis rodillas ceden y caigo al suelo, no sin antes comenzar a reír.

—Vaya, la princesa riéndose inocentemente —declara Reina.

—Nunca creí verte así —Comenta Kermar.

—Chicos…

Ambos me tienden la mano y me ayudan a levantarme, para acto seguido darme un empujón.

En ese momento, estoy en una pista de baile con un vestido de gala, aparece Adrienne sólo que como el chico tigre afeminado que tanto reconocía.

—¿Me concede una pieza?

—E-Eh, yo…Lo siento…

—No te preocupes, todo va a ir bien, sé que vas a encontrar la manera de hacerlo y me asegurare de esperarte del otro lado ¡Kazue!

Y de un segundo a otro estoy sola, o eso creí hasta ver a madre.

—Entonces ¿Morí? —Pregunto.

—No, pero a este paso lo estarás —dice con una expresión seria.

—Ya veo —respondí con tanta tranquilidad que incluso yo me sorprendí.

Padre aparece repentinamente planeando mi espalda, cosa que normalmente me molestaría pero por alguna razón en esos momentos lo encuentro particularmente reconfortante.

—Hay una manera de que los superes y tengas una oportunidad contra Luke —Comenta padre.

Los miro con sorpresa, más cuando madre clavó una espada blanca delante de mí y padre una negra.

Intercalo miradas entre las espadas y mis padres, pidiendo una explicación.

—¿Cuál es la mane-

—Harás un pacto con el Dios de la destrucción —declara madre.

Pero, a mi cabeza sólo viene la imagen de madre postrada y quise decir eso.

—Es una apuesta arriesgada y en mi casa yo me precipite sin tomar en cuenta los requisitos.

Volteo a ver a padre en busca de explicaciones.

—Una vez hagas el pacto no volverás a ser capaz de usar maná ni habilidades pero a cambio adquirirás la capacidad de anularlas y en esencia ser inmune —Comenta padre—. Además tu fuerza y resistencia van a aumentar drásticamente.

Siento mis ojos como remolinos, no logro procesar tanta información de golpe.

—Lo único que tienes que hacer es clavarle esto en ti luego de vaciar tu energía —declara madre entregandome una daga.

—¿Y para que son las espadas? —pregunto tragando saliva

—Desbloquearemos todo el potencial latente en ti y una vez lo uses todo, podrás hacer el pacto sin riesgos —Comentan empuñando las espadas.

Los veo acercarse con sonrisas para nada amables hacia mí.

—¡Esperen!

***

Israfiel resoplo, incapaz de creer lo fácil que aplastó a esos insectos que fueron incapaces de causarle el más mínimo rasguño y ahora se han vuelto cenizas.

—¡Buen trabajo! —declara Felicia.

—Nada del otro mundo —comenta Israfiel.

Y en esos momentos un pilar de luz emergió desde dónde deberían estar las cenizas de sus enemigos.

Con nueve colas a su espalda y un aura rojiza, Kazue se pone de pie llena de heridas.

—¿EH?

—¡Lienzo en blanco!

Los alrededores comenzaron a cambiar hasta volverse un valle lleno de flores con únicamente un templo en el centro dónde se encuentra Kazue vestida de sacerdotisa.

—H-Hermano, esto es una dimensión generada por zona de maná .

—Realmente es amada por los dioses ¿Eh? —comenta Israfiel dando el primer paso e incinerando las flores a su paso—. ¡Pero no ha cambiado nada!

Israfiel se abalanzó sobre la chica zorro,  quien con una leve mirada creó una barrera que hizo rebotar a Israfiel.

—No es suficiente.

Las flores inmediatamente se convirtieron en un ejército de ametralladoras mágicas que disparan a quemarropa contra el demonio, quien confiado de sus defensas las recibe sin mucho problema.

Aunque, acaba por recibe algunas heridas que le hacen sangrar.

—¡Como si eso fuera suficiente!

—Deberías mirar tus alrededores —Advierte Kazue.

El suelo se abre, púas aparecen en el fondo del abismo y un meteoro es dirigido contra él a la vez que las ametralladoras continúan su incesante ataque en contra de Israfiel.

—Pareces haberte olvidado de mí —murmura Felicia al oído de Kazue.

Unas raíces espinosas envuelven el cuerpo de la chica zorro, impidiendo que se mueva.

—Arde —musita Kazue.

Y tal como lo dijo, las ramas se volvieron fuego, atrapando con ellas a Felicia, quién logra escapar con algunas quemaduras menores.

Una llama azul aparece en una de las nueve colas de Kazue, llamando la atención de Israfiel.

—Ya veo, estás usando todo ¿No es así? Sino no habría manera en que una simple bestia pise el terreno que sólo un puñado han alcanzado.

Las llamas siguieron apareciendo hasta ser un total de 9, una por cada cola, además de dos sobre sus manos.

Israfiel con sus ropas destruidas sale de la grieta, y mira de reojo a Felicia, chasqueando la lengua al notar sus heridas.

Kazue combina ambas llamas en sus manos para volverlas una espada, y con sólo ver aquel filo, Israfiel sintió por primera vez su vida correr peligro.

“¿Qué demonios? No debería ser diferente a sus ataques anteriores”

—Vuelvan al polvo —declara levantando su brazo.

En menos de un segundo, Israfiel tomó a Felicia para apartarla de la trayectoria del ataque, y si bien lo esquivaron, Israfiel recibió una quemadura en un costado.

La tierra misma se partió y las llamas continuaron ardiendo con la misma intensidad.

—¿De verdad? —musita Felicia con sorpresa y miedo en su voz.

Kazue chasquea su lengua.

Otra de las llamas se convierte en una lluvia de flechas que se dirigen contra los aún aturdidos hermanos.

Israfiel cubre a su hermana recibiendo las flechas de lleno y comenzando a sangrar.

Sin darles tiempo a respirar, otra llama se transformó en un meteorito que golpea nuevamente a Israfiel para consternación de Felicia.

—¡Hermano!

Israfiel vuelve a vomitar una cantidad ingente de sangre.

Kazue apunta con su dedo, mientras otra llama se consume en un disparo que perfora el abdomen de Israfiel.

—…

“¿Por qué no cae?”

Kazue comienza a sudar frío, antes de inhalar profundamente comenzar a reunir las seis llamas restantes en sus mano.

—¿Ahora qué? —pregunta Felicia.

—Sólo rindanse y caigan, malditos —musita Kazue antes de soltar la energía de sus manos—. Estrella en colapso.

Felicia abrió los ojos y con terror admiró la gran explosión que comenzó a devorar todo a su paso.

La dimensión comenzó a resquebrajarse hasta destruirse en su totalidad y devolverlos al mundo de dónde provienen.

Una densa neblina cubre el campo de batalla y obstruye la visión en su totalidad, despejandose lentamente hasta que fue visible una Kazue llena de heridas en todas partes de su cuerpo.

—¿Qué fue de esos dos? ¿Lo conseguí?

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