Capítulo 12.-El tiempo comienza a contar
—Daries ¿Te sientes enferma? —pregunta madre tocando mi frente.
—¡E-Estoy bien! —declara sintiendo mis mejillas arder.
Tras ello me aparto levemente de ella, me es difícil mirarla a los ojos, sumado a que no tengo la más mínima idea de cómo terminé en esta situación.
—¿Estás en esos días? —murmura a mi oído.
—N-No —respondo algo avergonzada.
—Pronto será tu debut —declara madre con una sonrisa.
Durante el resto del día me la pasé paseando en el castillo, recordando aquellos momentos que ya no podrán repetirse.
Además, en esta realidad, por lo visto Kazue no existió.
Sí, y nunca conocí a los demás, sólo a Joffridus y Ranulf.
O bueno, lo hizo Daries.
—¡Oye! Escuché que estabas decaída —declara Ranulf sentándose a mi lado.
—No lo estoy —respondo suspirando.
Si tuviera que decir una cosa, es que este lugar es demasiado perfecto, los conflictos no parecen haber ocurrido nunca.
—Eso es porqué en esta realidad Sophía no encontró a Zavebe —declara repentinamente Ranulf.
Aunque, por su tono de voz me queda más que claro que no es él.
—Entonces, ¿Qué pretendes mostrándome esto? —pregunto.
Da igual lo que vea aquí, en mi línea temporal es imposible que las cosas terminen de esta manera tras haber quedado en ese punto.
“Adrienne”
Realmente odio mi debilidad, odio sentirme impotente y sobre todo odio esa sensación de que sin importar que tan duro lo intente jamás podré lograr superarles.
Pero entonces ¿Qué haré? ¿Cómo protegeré a Daries? No lo sé y dudo obtener respuesta para ello de cualquier modo.
—¿Pretender? ¡Nada! Sólo lo hago porque es divertido —responde encogiéndose de hombros—. Básicamente, si tú no hubieras nacido todo el mundo podría haberse salvado.
“¿De qué manera? Eso no tiene sentido”
—¡Oh! Hay una forma de que puedas proteger a la mayoría —declara Eloah.
Un mal presentimiento me invade, pero la curiosidad y mi desesperación por alguna solución me superan.
—Daries y tú, son parte de los llamados "Shin" —Explica Eloah—. Personas bendecidas de nacimiento por el árbol del comienzo y el fin, cómo tal obtienes un deseo prácticamente omnipotente.
—¡¿Cómo?!
—Pero, ahora mismo no puedes activarlo, ya que tanto tú cómo Daries originalmente debieron ser la misma persona —Comenta apareciendo a mis espaldas.
“¿Eh?”
—Por lo tanto tal y cómo están ahora no pueden utilizar dicho poder, par conseguirlo una de ustedes debe morir —susurra a mis oídos—. El poder de salvar el mundo entero ¡Piénsalo!
—O de morir por sobrecarga de poder —Interviene Némesis.
—¡Cómo si pudiera hacer eso! Significaría matar a Darles —exclamo indignada.
Eloah comenzó a carcajearse.
—¡Solamente mira la criatura tan patético que eres ahora mismo! Ni siquiera me funcionas más como entretenimiento —Chasquea los dedos y estamos en aquella especie de jardín.
—¡Para empezar no me hubieras traído aquí si piensas eso! —Le recrimino.
Una desagradable sonrisa se dibujo en el rostro sin apenas facciones de Eloah.
—Bueno, eres una baza muy importante ¿Sabes? Aún si no eres demasiado fuerte —Tras ello una reproducción a escala del planeta apareció entre sus manos—. Dependerá de tus decisiones si el mundo continúa o perece ¡Pero en mabas ocasiones no ganarás nada!
Lo fulmino con la mirada.
—Por cierto, te dejaré un pequeño regalo —declara Eloah con una risa que no trae más que preocupaciones para mí—. Si me pusiste atención sabrás cuál es tu mejor salida de esta situación.
Tras ello, nuevamente estoy en el carruaje, con todos mirándome con preocupación.
“La otra Daries debió estar aquí, supongo”
—...ehm, ¿Hola? —musito algo nerviosa.
Tras ello suspiraron de alivio, aunque para de honesta no creo que de principio hubiera algo de que preocuparse.
Noto en mi mano un papel, siendo este un mapa del mundo en el cual puedo ver varios puntos parpadeantes en la zona dónde estoy.
“¿En serio me dió algo útil?”
No, no debo de emocionarme de seguro que siendo Eloah trae algún efecto adverso como acortar mi vida, ¡Una bomba! Definitivamente tiene que ser eso.
Debo decir que no lo fue, naturalmente con mi excelencia como persona evite dicha vergüenza de exponer mis pensamientos y no estar en lo correcto ¡Ya qué no lo dije!
...
Siento que he cambiado un poco demasiado ¿Estaré bien a futuro? Estoy realmente pensativa.
Aunque lo que me pasé a mí ahora no es lo de verdad importante, sino averigüar algo más sobre lo que me contó Eloah.
En ese momento el mundo enteró tembló, los cielos inmediatamente se oscurecieron, signos de que una catástrofe está por venir.
Simplemente decidimos seguir nuestro camino a Laukus de momento, ignorando aquella luz que viene de Azios.
Cuando llegamos a un pueblo portuario donde los "libertadores" de la teocracia no han llegado, encontramos un pueblo más bien abandonado, que si bien las cosas se encuentran en su lugar son pocas las personas que están presentes y en su mayoría son ancianos.
—¡Arrodillense ante el juicio divino! Este es nuestro castigo por todos nuestros pecados —declara un fanático religioso que visiblemente se encuentra fuera de sus cabales.
Para ese momento estamos yendo a pie y al no tener obstáculos simplemente vamos directo a nuestro destino, o en este caso a tratar de rentar o encontrar algún barco dispuesto a cruzarnos.
—Solamente tomemos alguno abandonado —declara August —Tengo algo de idea sobre cómo navegar.
—Cierra la boca —Le recrimino.
—¿Por qué tan agresiva? Princesita —comenta August.
Tuve un tic nervioso aunque antes de que mi ira explote es Daries quién me tranquiliza.
—Nuestra ruta original sería ir directo a Laukus, pero tal parece que con esta tormenta lo ideal sería hacer una pequeña parada en la isla Santa —declara Kermar.
—¿No es dónde está la tumba del primer héroe? —pregunta Reina—. Aunque hoy en día está deshabitada.
Si es con ellos debería estar bien, al menos por ahora ¿No?
Tengo que encontrar una manera de mantener a todos a salvo, pero ¿Cómo?
Necesito encontrar respuestas rápido, no quiero perder a nadie más.
Ni siquiera soy capaz de llorar por sus pérdidas y de alguna manera, parezco olvidarlos al poco tiempo ¿Soy la única que lo nota?
Al no encontrar a nadie que nos quisiera llevar, tuvimos que confiar en las inciertas habilidades de August.
—¿No dijiste que eras inexperto? —Le recrimino.
—¿Oh? ¿Te enamoraste de mí? ¡Pues qué mal porque sólo te veo como Leo!
Soporté las ganas de golpearlo a cambio de que se calle y siguiese con su labor.
***
—Hermano —musita Felices.
Israfiel yace de pie, delante de aquél vitral que retrata a un enorme dragón frente a una chica.
—El mundo se acerca a su fin —declara—. ¿No seremos capaces de verlo?
—...
Felices nuevamente se mantuvo callada sus pensamientos, simplemente tal y cómo hasta ahora se dejó llevar.
"El mundo se va a terminar" Recordó nuevamente aquellas palabras que le dijo su hermano nada más terminar en este mundo.
Cómo poco después empezó a con desesperación a perseguir al dios que tanto adoraban los de su clan.
Ouroboros, el dragón del infinito.
Incluso ella puede percibir que algo no está bien con todo este asunto, sin embargo prefiere callar y dejar que todo fluya.
La ciudad santa que durante tantos siglos se mantuvo en paz, hoy luce más viva que nunca.
Una guerra civil se ha desatado por los extraños ataques de un supuesto ángel a diversos puntos del continente.
—¿Sabes algo de esto, Artkuz? —pregunta Israfiel.
Artkuz se encoge de hombros y nieta, Felices lo juzgó con la mirada.
Sabe que él miente, también su sabe que su hermano simplemente se deja engañar, pero no dice nada, solamente sigue la corriente, pues así es ella.
Desde el momento en que pidió el deseo de tener un hermano fue así.
Aún cuando sabe que todo esto es artificial, no dice nada, pues así es Felice.
—Pronto terminará ¿Sabes? —comenta repentinamente Artkuz.
—Eso espero —declara Israfiel.
Ambos traman algo ella lo sabe perfectamente, más se mantiene al margen como hasta ahora.
El fin del mundo está cerca, eso es un hecho del que está consciente.
Incluso, sabe que los tres ahí presentes están conscientes de lo que le depara el futuro a este mundo y es por ello que saben que no pueden hacer nada.
Está decidido, el mundo acabará pronto.
Y no hay nada que ellos puedan hacer.
“¿Cierto?” pensó Felice.
Se resignó, a esperar lo que tenga que pasar, ya sea que muera o viva ella lo aceptará gustosa, pues es así como Felice es.
—Parecen muy animados ¿No crees, Felice? —pregunta Israfiel con una sonrisa hacia su hermana menor.
Cómo de costumbre, Felice sólo asiente y continúa leyendo su libro.
***
—Los he traído —declara Mikael.
El medio angel arroja a los príncipes de los demonios aún inconscientes.
Luke por su parte igualmente llega, trayendo consigo el artefacto del rey de las bestias y también aquél colgante de Artkuz.
Ambos se arrodillan ante Sophía, mientras la similar mira con pena todo el ritual.
Sophía da un paso al frente, y de los otros artefactos divinos se manifiesta una luz roja.
Al introducir a los hermanos demonio, ambos son extrañamente electrocutados, antes de que su pelo se torne blancos y sus ojos rojos.
—Ha pasado un tiempo, lucen algo diferentes —declara Lucifer, aquél que yace en el ojo de la verdad y ahora posee a Aleister.
—No hacía falta matarlos —comenta Anane, aquella que posee a Marina y cuyo ser está sellado en el grimorio de los eternos.
—¿Listos? —musita Zavebe, el arma viviente y aquella que toma forma de su anterior maestra.
Repentinamente se escucha un golpe sordo detrás de ellos.
—¡M-Madre! —exclama la verdadera Sophía con preocupación.
—Vaya —murmura Lucifer—. Nuestra elegida no parece muy convencida, señorita destructora de mundos.
Tras una mirada severa de parte de Zavebe, Lucifer se calló e ignoró la escena.
Anane por su parte únicamente desvía la mirada
—Vamos madre~, solamente vas a morir por el bien del mundo.
Al haber perdido sus cuerdas vocales en un ataque de irá de Zavebe, la supuesto matriarca de los vampiros perdió su voz.
En su desesperación únicamente sacude la cabeza entre sollozos.
—¡Espera! No tienes que llevar esto más lejos —exclama Sophía.
—No, te prometí que destruiría el mundo para ti ¿No?
—E-Eso...
Lucifer y Anane se mantienen al margen, incapaces de pronunciar su opinión al respecto, se decidió unanimente y al instante que ambos obedecerian sin rechistar a Zavebe.
—No te preocupes, solamente vendrán verdaderos demonios, ah, pero sólo serán de clase media baja ¡Qué lástima!
—...
Sophía solloza de impotencia en silencio.
Zavebe arrastra de los pelos a la madre de Sophía y le corta la cabeza en medio de sus hermanos.
En ese instante, el cadáver se desvaneció en un haz de Luz antes de comentar a crecer desde el suelo y a toda velocidad un brote de algún árbol nunca antes visto.
Pero, eso no era lo peor sino ver cómo lentamente roba la vida de todo s su alrededor volviendolo metas cenizas.
—Zavebe ¿Sabes lo que estás haciendo? —musita Lucifer.
—No quiero escucharte, suena hipócrita de tu parte —responde con una expresión sin emociones hacia su hermano—. El mundo se acabará, lo he decidido ¡Pero antes quiero ver cómo luchan para sobrevivir!
A medida que el árbol creció, razgo el tejido espacio tiempo, abriendo portales a numerosos mundos nunca antes explorados.
Sin embargo, lo que se desarramo de algunos fueron lava, de otros se obtuvo un viento tan gélido que congela al instante.
Y finalmente, de otros surgieron incontables demonios, tantos que el mismo cielo se oscureció.
Incontables criaturas nunca antes vista por el hombre y de formas realmente grotescas han sido liberadas al mundo.
—Entonces, dime Sophía ¿Me odias? —musita Zavebe con una sonrisa.
Al no poder responder, llena de lágrimas Sophía escapa.
—¿Voy tras ella? —Sugiere Luke.
—No —comenta Sophía—. ¡Ya no importa! Jajaja
El mundo se termina en treinta días y contando.
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