Capítulo 7: Empiezan los exámenes
Cómo cada año, pasaban los contenidos de las materias, algunas ya conocidas por la mayoría ya que habían sido vistas y estudiadas años anteriores, pero esta vez llegaban los verdaderos momentos en que uno se ponía nervioso. Los exámenes.
Como Taichi iba en un nivel superior, digamos, que en el Bachillerato, las materias eran mas complejas, y por consiguiente, las evaluaciones tambien.
Lunes 5 de Mayo del 2003
– Ya tenemos las fechas de los exámenes. Parece que se nos vienen cargados los meses. —dijo Taichi a Hiro.
– Nah, al final es siempre lo mismo cada año, solo que cambian ciertas cosas o le agregan más. Pero si quieres, la oferta sigue en pie.
– Prefiero aceptarla antes que lamentarme por mis calificaciones.
– Bien dicho colega! —exclamó Hiro.
– Conociendo bien a los profesores, van a ponernos ejemplos o ejercicios del año anterior en las próximas pruebas, así que, gracias a mi idea, guardé todos los cuadernos y notas sobre la materia.
– Realmente eres el genio de los genios, fuiste sabio en guardar todo ese papeleo para que nos pudiera apoyar con las evaluaciones.
– Nah, no creo que soy el genio de genios, pero era obvio de que ellos pasarían la misma materia del año pasado. —respondió mientras guardaba su libro en el bolso.
– Hey, Taichi, —preguntó su amigo— que vas hacer ahora?
– Pienso conversar con Numiko, para saber cómo le ha ido. También le tengo un pequeño regalo. Lo he estado trabajando durante todos estos meses. Tuve que mover algunos contactos cercanos para poder tener las inscripciones en kanji listas y las lecciones de bordado con mi abuela.
– Vaya, se podría saber que es?
– No lo sé Hiro, es un secreto, y solo ella podrá verlo en el momento apropiado.
– Ok, pero también deberás decirme después de que se lo hayas dado. Si quieres decirlo o no. Aunque, me alegro que estos últimos meses has hecho una gran amistad con ella.
– Si, siendo que ella está cambiando algo de mi diario vivir, pienso más positivamente que antes.
Ya afuera, Taichi esperaba siempre en una pequeña banca de madera, ubicada bajo la sombra de los árboles, desde que había llegado a esa escuela, no hacía más que leer u observar el cielo, pero ahora, con Numiko, acostumbraba a hablar un poco más, incluso, dejando de lado los miedos que tenía en un inicio.
– Y aquí estoy, como te dije, devuelta al mismo lugar donde nos empezamos a reunir cada recreo.
– Hasta ahora, me he acostumbrado muy bien a mi curso, tengo ya algunas amigas que frecuentan mucho más a otros lugares, y he podido mejorar en los estudios.
Me alegra siempre saber que cada vez que la veo feliz o alegre, cuando relata sobre lo bueno que le ha ido con lo que desde un inicio, tenía miedo de verlo, con esa sonrisa, me da tranquilidad saber que algunos de mis consejos, los ha tomado para bien.
– Bien por ti Numiko!, Sabía que tú podías acostumbrarte, y que sólo con tener dedicación, puedes lograr hasta cosas que no pensabas en llegar.
– El aroma del árbol, siempre me ha gustado mucho lo florido y lo colorido, es algo qué las palabras no bastan para transmitir lo que deseas decir, una obra de la naturaleza.
– Si —exclamó el joven Yagami, mientras miraba a su alrededor— cuantiosas formas de expresar la belleza, y aquí la tenemos.
– Igual, te tengo un pequeño presente, lo he preparado por meses —dijo Taichi mientras sacaba una pequeña caja con una cinta roja, extrayendo de esta, un pequeño omamori de color blanco, que contenía una inscripción de buena suerte— es para ti, un regalo mío para que puedas sentirte afortunada la hora de tus exámenes.
Numiko no podía creerlo, era la primera vez que un amigo podía darse el tiempo de demostrar el mayor bien a otro.
– Te lo agradezco mucho Taichi-san, que tierno de tu parte al haber hecho este omamori con tanto cariño y esfuerzo. Además, son lindos los detalles como el pequeño bordado dorado alrededor de la inscripción.
– Gracias Numiko, me da gusto saber que te gustó mi pequeño regalo, igual, le tengo que agradecer a mi abuela porque sin ella, el bordado me hubiera quedado un desastre.
– Desastre o no, vale más la buena intención.
Podría decirse que al final del semestre, Numiko pasó con excelentes calificaciones, y entre ellas, una buena impresión entre los profesores, viendo el gran potencial que ella tenía. Taichi todavía recuerda lo agradecido que estaba consigo mismo, por haber hecho ese pequeño regalo y dejar el miedo en si mismo a la hora de querer realizar un objeto con sumo cuidado y dedicación.
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