Epílogo

Quince días después de la noticia del embarazo y el juicio privado que no participó Tabatha por pedido de Darrell y el cual se realizó en México y luego sería deportado a Estados Unidos para cumplir la condena, sus madres regresaron a su país y ellos volvieron a la rutina. Cinco días posteriores se presentó en la casa el dueño del complejo hotelero en donde estaba trabajando su marido como el único arquitecto.

—Señor Hernández, qué sorpresa verlo aquí —le dijo asombrada—, pase por favor —abrió más la puerta para invitarlo a pasar al interior—. Creí que estaría con Darrell.

—No, vine a hacerle entrega de una carta, ¿se la puede dar cuando lo vea? —preguntó amable.

—Sí, ¿gusta un café? —le ofreció.

—Por favor —le sonrió y se sentó en uno de los sillones individuales de la sala de estar.

—Seré curiosa, ¿hay algún motivo especial por el cuál está aquí? —inquirió y el hombre se sintió algo incómodo.

—Verá señora Rossdale, desde que supimos que su hermano está detenido por violencia de género y que tiene otras cosas más en su haber, mis socios y yo decidimos que lo mejor era rescindirle el contrato, por el bien de todos —le respondió sin dejar de estar incómodo.

—Algo sospechaba, ¿no le parece que están siendo injustos? —frunció el ceño al mirarlo y con seriedad—, Darrell es un hombre de bien y no se compara con su hermano. Yo creo que para la conveniencia de ustedes y la buena imagen quieren sacar a mi marido del proyecto —expresó sin tapujos.

—No es lo que piensa señora Rossdale —se excusó.

—¿Ah no? —le formuló mientras le dejaba su café sobre la mesa de la sala de estar—. Entonces, ¿qué es lo que tengo que pensar? Creo que tienen las herramientas suficientes para saber la clase de hombre que es Darrell Rossdale y sin embargo, están intentando quitarlo de algo que por contrato le corresponde —arremetió contra él sin importarle algo—, aunque sabemos que puede romperlo como lo que seguro dice la carta, ¿verdad? —le articuló—, sinceramente no entiendo nada de cómo se manejan las cosas en el trabajo que tiene y sus cláusulas pero tanto usted como sus socios se interesaron en el proyecto de Darrell y fue usted quien se comunicó con él para que termináramos instalados aquí —apretó los labios disgustada—, no fue nada fácil venir aquí y pretender que no pasaba nada, decidí casarme con él principalmente porque lo amo y segundo porque quería apoyar el sueño que tenía, que es este —volvió a decirle con seriedad—. ¿Él sabe que dejará de pertenecer al proyecto? —le interrogó queriendo saber.

—Algo le comenté —bajó la vista.

—¿Acaso no pensó que posiblemente no tengamos nada en nuestro país de origen? —preguntó mirándolo a la cara—, cerró su estudio de arquitectura para venir aquí porque confió en usted, entiendo que su hermano puede que les genere una mala imagen pero están trabajando con Darrell y yo creo que se dieron cuenta la manera en cómo trabaja y lo íntegro que es como ser humano —articuló intentando que el hombre entrara en razones—, antes de llamarlo bien pudo investigar su vida privada y estoy segura que lo habrá hecho, porque tengo la certeza de que ustedes no meten a cualquier persona aquí en este barrio privado y sin embargo terminaron dándole una oportunidad, ¿y ahora? ¿Ahora porque todo está bien y podemos vivir tranquilos viene con una carta de anulación de contrato? —interpeló con asombro y con molestia en su voz también.

—La verdad es que me ha dejado sin palabras —fue lo único que le pudo decir.

—Me alegro entonces —le apostilló sin vueltas y segura.

—En el barrio viven parejas y familias de bien y si decidimos contratar a Darrell fue porque vimos una visión para los planos y diseños increíbles, lo investigamos y a usted también cuando llegó con él aquí —quiso justificarse de alguna forma.

—¿No le parece que cuando lo investigó a él, su hermano ya había hecho cosas desastrosas? Porque fue en ese momento cuando salió del país y se radicó por un tiempo en Canadá con otra mujer y hijos. Creo que le está dando mucha importancia a algo que tendría que quedarse en el pasado —le expresó con sinceridad.

—Cuando supimos que su hermano entró aquí, tuvimos que triplicar la seguridad porque terminamos creyendo que no era tan seguro el barrio privado —le dijo con honestidad.

—Por eso no tienen que preocuparse —negó con la cabeza al tiempo que se lo comunicaba—, por un lado fue mejor para el resto de los vecinos, vivirán más tranquilos y por otra parte, nadie sospechaba que iría a hacer una cosa semejante, tampoco burlar al equipo de seguridad —manifestó—, pero lo hizo y todo salió bien gracias a Karen, la vecina de al lado.

—Entiendo —asintió con la cabeza también.

El mexicano bebió del café deleitándose con el sabor.

—¿Qué hará ahora? —inquirió la joven con intriga y pesadumbre.

—Viendo las cosas del modo en que usted me las planteó, creo que seguirá con el contrato y quién sabe qué otras cosas más —le afirmó—, Rossdale tiene responsabilidad en su labor y es compañero con los demás, esas cosas no veo todos los días y las valoro —confesó con certeza—. Tiene ideas brillantes y llegará muy lejos —replicó contundente.

—Estoy muy feliz por él, se merece todo lo que le está pasando y si decidimos estar aquí fue porque sé que es un sueño que siempre tuvo, el poder trabajar con ustedes y no me arrepiento de haber tomado la decisión de casarme con él e instalarnos aquí —le habló con felicidad en su voz.

—Es la primera vez que hablo con usted y puedo asegurar que Darrell se casó con una mujer excepcional —le dijo con franqueza.

—Se lo agradezco de verdad señor Hernández pero llámeme Tabatha por favor —sonrió—, ¿qué hago con la carta? —preguntó de nuevo.

—Dámela —le dijo y la muchacha se la entregó.

El hombre la partió al medio y ella suspiró de alivio.

—Gracias de verdad, estoy aliviada —confesó— y Darrell estará feliz de saber que continuará con el proyecto —le comentó con lágrimas en los ojos.

—Te dejaré que le digas tú la noticia —le contestó con amabilidad—, en fin me retiro —se levantó del sillón acomodándose el saco del traje—. Muy rico tu café —le dijo con una sonrisa.

—Muchas gracias por todo —le replicó ella aceptando la mano que él le ofrecía en señal de saludo.

—A ti por hacerme recapacitar en la decisión que habíamos tomado con precipitación —le expresó con honestidad.

—Fue un placer entonces —le acotó mientras ambos caminaban hacia la entrada de la casa.

Alrededor de las cuatro de la tarde el arquitecto volvió a la vivienda y fue recibido con un beso en los labios de su esposa. Él quedó algo sorprendido.

—¿Todo bien? —quiso saber ella al tiempo que lo miraba a los ojos.

—No lo sé con exactitud si todo está bien —frunció el ceño con algo de angustia en su voz—. ¿Nadie te dejó una carta? —preguntó el hombre.

—Sí, el mismo dueño del complejo hotelero —le confirmó.

—¿Él vino aquí? —inquirió asombrado y abriendo más los ojos.

—Sí, él mismo vino. Me dejó la carta, lo invité un café y nos pusimos a charlar —le emitió—, el resultado fue satisfactorio —le clavó la mirada y él ladeó la cabeza sin entenderla del todo.

—No comprendo, vino a dejarte la carta de mi anulación del contrato y conversaron, ¿y fue bien? —unió las cejas confundido e intrigado.

—Sí, fue muy bien —le respondió con una sonrisa y tomándolo de las manos—, te quedas en el proyecto —le confesó con alegría.

—¿Me quedo en el proyecto? —interrogó aún sin poder creerlo—, ¿vino para una cosa y decidió otra? —pensó en voz alta mientras miraba a Tabatha.

—Así es, creo que con las cosas que le dije lo hice razonar y terminó por romper la carta —le manifestó con sinceridad.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te arriesgaste en decirle tu opinión? —formuló con énfasis—. Porque supongo que le contaste de las cosas que pasaron antes —le afirmó.

—Claro que sí le conté de esas cosas porque él las sabía también. Y lo hice porque te mereces estar en ese proyecto, te mereces todo lo bueno que te está pasando pero sobre todo porque te amo Darrell Rossdale —le confesó con lágrimas en los ojos y lo abrazó por el cuello cuando se puso en puntas de pie.

Lo que más le había sorprendido al hombre había sido la declaración de amor de la muchacha, se le llenaron los ojos de lágrimas a él también y la estrechó entre sus brazos para acercarla más a su cuerpo, después de todas las cosas por las que habían pasado y que finalizaron bien, saber que lo amaba había sido lo mejor que le había tocado escuchar, reconocía que Tabatha gustaba de él y sentía cariño pero oír aquella confesión de amor de sus labios fue maravilloso. Y Darrell tuvo que reconocer que la joven había hecho un gran cambio, en todos los aspectos y estaba orgulloso de ella. Se separaron un poco sin dejar de estar abrazados y él la miró a los ojos para hablarle.

—Quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti por todo lo que has tenido que pasar y por ser valiente y tener coraje desde el momento en que tomaste la decisión de casarte conmigo y mudarte aquí para tener una vida juntos —le declaró con honestidad absoluta—, eres enorme porque representas todo en mi vida y te amo sin límites —volvió a decirle el hombre.

Tabatha quedó tan sorprendida que su vista se nubló por las lágrimas que se le habían acumulado en los ojos, sin lugar a dudas, aquel hombre que veía frente a ella era lo mejor que le había pasado en su vida y supo con certeza que nunca se arrepentiría de él.

La muchacha lo abrazó por la cintura y Darrell la sujetó de las mejillas para besarla con dulzura desmedida.

—Te amo —le expresó ella de nuevo con suavidad.

—Te amo también —declaró esta vez él, besándola con pasión.

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