Capítulo 9
La pareja entró al departamento mientras que ella estaba sorprendida por lo bonito y masculino que era por dentro, sobre todo la sala de estar y la recámara de él.
—Haz lo que quieras, Tabatha —le dijo para tranquilizarla.
—De acuerdo, me gusta el departamento —le respondió con acierto.
—Gracias, ¿qué quieres comer? Tengo un poco de todo —preguntó con una sonrisa.
—Lo que quieras estará bien —contestó—, ¿por qué no me dijiste que le pediste al dueño del proyecto una semana para darle una respuesta? —le inquirió con algo de molestia en su voz.
—No lo creí necesario, tampoco quise porque sentí que te estaba presionando por eso mismo, dejé de insistirte. Mucho menos intenté preguntártelo otra vez sabiendo por todo lo que pasaste, ¿no te parece que sería muy desubicado de mi parte que te presionara para algo que yo quiero? —le expresó y formuló aquella pregunta que la dejó algo descolocada.
Ambos se miraron y ella retomó la conversación.
—No tiene nada que ver, se está jugando tu trabajo en este tema y no me parece que se deba declinar una oferta como la que te hicieron —le emitió con certeza.
—Para mí tiene una buena justificación, me juego tu felicidad también, porque no sería agradable que tú estés haciendo todo esto solo para que yo obtenga algo y tú nada —confesó muy directo en sus palabras cuando la miró.
—¿Qué es lo que te preocupa, Darrell? —le interrogó ella yendo hacia él y abrazándolo por el cuello apenas se puso en puntas de pie—, si te dije que sí hace momentos atrás fue porque lo quiero yo también, quizá me venga bien cambiar de aire, no voy a hacer algo, como casarme contigo por obligación —declaró observándolo a los ojos—, te debo mucho pero no lo estoy haciendo obligada ni mucho menos —le afirmó con sinceridad—, eres un buen hombre, Darrell y estoy segura que lo que decidí es lo correcto —terminó diciendo para luego darle un beso en la boca.
El hombre correspondió el gesto tan cariñoso que la joven tuvo con él y después la abrazó fuerte contra su cuerpo para depositar un beso en el costado de su cuello. Tabatha se estremeció en sus brazos cuando sintió aquello.
Pronto ella lo ayudó a preparar la cena aunque él se negó, porque quería cocinar para su novia. A pesar de la insistencia de la joven, terminó por ceder y lo dejó tranquilo para que realizara las cosas.
—¿Hay problema si me recuesto en el sillón? Parece esponjoso —rio cuando le comentó eso.
—¿Por qué me preguntas algo así, Taby? Puedes acostarte o leer algo de lo que hay debajo de la mesa del living, haz lo que quieras aquí, ya te lo dije —respondió con énfasis.
—Está bien —contestó y se sentó en el sillón para luego recostarse.
Una hora y media después, Darrell llamó con suavidad a Tabatha porque se había quedado dormida.
—¿Me quedé dormida? —cuestionó frunciendo el ceño.
—Sí, no pasa nada, vamos a comer que ya preparé todo —le dijo ayudándola a levantarse del sillón.
—Ni siquiera me llamaste para poner la vajilla a la mesa —articuló con pesar.
—No estás obligada a poner la vajilla, cuando voy a tu casa eres tú quien la prepara casi siempre sabiendo que te insisto en ayudarte, así que no tienes porqué preocuparte por eso —le respondió besando su frente en un gesto de cariño.
—Eres muy lindo conmigo, Darrell —expresó con una sonrisa.
A medida que la cena transcurría tranquila, charlaban sobre el viaje que irían a realizar y Rossdale le preguntó sobre la opinión de la madre y su amiga.
—¿Te dijeron algo tu madre y Lizzy? —interrogó con curiosidad.
—Solo que estaban felices de saber que de a poco mi vida se iba encaminando aunque ya sabes que mi madre está preocupada y es normal que lo esté —confesó bebiendo un poco del agua mineral.
—Lo entiendo, por eso me decía esas cosas tu madre —contestó entre risas y volviendo a llevar un pedazo de carne a la boca.
—Ya sabes cómo es Uma —emitió directa con algo de gracia también.
—No veo mal que sea así contigo, la comprendo porque actuaría igual si tendría una hija —le replicó con mucha sinceridad.
—Posiblemente sí, me pasaría lo mismo pero a veces mamá no se da cuenta que me sobreprotege demasiado —articuló con certeza.
—Lo sé pero se entiende también su comportamiento contigo —le afirmó—, pero supongo que ya sabemos que aceptó que te casaras y te mudaras conmigo a México —expresó sincero.
—Parece que sí —articuló con firmeza—. Mañana podrías avisarle al dueño y comentarle que aceptas el trabajo y que te diga cuándo quiere que estés allí —le sugirió.
—De acuerdo, lo haré —respondió con una sonrisa.
Un buen tiempo después, acomodaron las cosas y se fueron a dormir. Cuando él ya estaba dentro de la cama, ella salía del baño y se metía debajo de la sábana y cobertor. La joven se puso boca abajo y él de costado, ambos quedaron mirándose. Tabatha esperaba que aquella noche durmiera como correspondería, lo necesitaba realmente y lo más placentero e incómodo fue sentir la mano de Darrell sobre su espalda para acariciarla de arriba hacia abajo y viceversa. De a poco fue relajándose y suspiró con tranquilidad, a medida que iba sintiendo aquella preciosa caricia iba quedándose dormida hasta caer en un profundo sueño. El hombre se durmió poco tiempo después, manteniendo la mano en el medio de la zona de la cintura.
Dos horas posteriores, Tabatha se despertó de repente y se sentó en la cama, pestañeó un par de veces para darse cuenta que estaba en el departamento del arquitecto y él se dio vuelta para verle la espalda.
—Tabatha... —la llamó frunciendo el ceño—, ¿estás bien? —preguntó sentándose en la cama para apoyar sus manos en los brazos de la joven y poner hacia un costado su pelo para besarle el costado del cuello.
—Sí, me desvelé —contestó dándole una sonrisa.
Darrell se acostó llevándose consigo a la joven para que se acomodara entre su pecho y el arco del brazo. Le dio un beso en la cabeza y teniéndola abrazada, volvieron a dormirse.
Varias horas más tarde, ella se despertó estando boca abajo con los brazos debajo de la almohada y enfocó la vista para mirar hacia la ventana, la claridad se estaba calando a través de la cortina y se puso de costado mirando hacia el ventanal. Era bastante temprano y aprovechó para taparse hasta el cuello y dormir un poco más.
Tres horas después, el hombre la dejó en el trabajo mientras que él se iba al suyo, cuando entró a la peluquería, su madre la saludó y luego fue hacia Lizzy para saludarla también.
—¿Estuvo todo bien anoche? —le cuestionó su madre.
—Claro, ¿por qué habría de ser de otra manera? —le formuló a continuación y volvió a hablarle—, sé que estás preocupada por mí y más sabiendo que es el hermano de mi expareja, pero debes quedarte tranquila. Darrell es hermoso —le contestó con una enorme sonrisa.
—Me alegro que siga siendo así, ¿pudiste llamar a la diseñadora? —preguntó insistente su madre.
—No, primero deja que sepa cuándo debemos viajar a México para mudarnos y luego cuando tenga la fecha exacta, si hay tiempo para crear un vestido la llamaré, primero y principal tengo que saber la fecha, y luego si hay lugar en alguna iglesia, de no ser posible alguna de esas cosas, tendrás que aceptar que me case por el registro civil —le expresó con afirmación y muy directa.
—Bueno, sino me queda de otra que aceptar, tendré que hacerlo —confesó y su hija la abrazó por el cuello.
Su madre le correspondió y le dio un beso en la mejilla, ambas se miraron a los ojos y se sonrieron.
—Te quiero mucho, mamá —le expresó sonriéndole de nuevo.
—Y yo te adoro, preciosa —emitió dándole un beso en la frente.
Mientras las tres mujeres preparaban todo para abrir la peluquería, en el estudio de arquitectura y luego de mantener una charla vía telefónica con el dueño del proyecto, Darrell salió hacia el centro de la ciudad para recorrer un poco las calles y encontrarse con la vidriera de una joyería y pronto entró para elegir algo bonito para Tabatha.
El día fue muy rutinario en el salón de belleza y para el arquitecto fue bastante movido, desde la charla que tuvo del mexicano, pasando por armar algunos planos y dejarlos ya preparados para ser enviados y luego ser cobrados con la otra mitad que faltaba del pago. Lory ya sabía que dentro de quince días debía cambiar de estudio de arquitectura y por recomendación de Darrell, su secretaria iría a trabajar para un amigo que tenía la misma profesión que él. De a poco fue acomodando las cosas que tenía que llevar para el viaje y cuando las dejó dentro de una caja que se llevaría al departamento, terminó de revisar algunos otros papeles, apagó la laptop y llevó consigo la caja más la portátil que metió dentro del estuche. Caminó hacia la salida y apagó la luz.
—Lory, te espero así salimos juntos —le comentó.
—Está bien, ¿estás ansioso o nervioso? —preguntó con curiosidad.
—Las dos cosas —respondió con una sonrisa—, espero que el cambio sea bueno, sobre todo para Tabatha, lo necesita en verdad —confesó algo preocupado.
—Estará muy bien allí, le sentará excelente el cambio, estoy segura que sí —declaró Lory con una sonrisa.
—Espero que sí yo también —articuló con certeza—. Aunque me tiene preocupado también lo de mi hermano —le dijo con seriedad.
—Tarde o temprano las cosas se arreglarán —replicó Lory para tranquilazarlo un poco más.
—Ojala que sí y que esa etapa ya se cierre definitivamente —confesó con acierto.
Unos minutos después, salieron del estudio de arquitectura y cada uno siguió su camino, ella para volver a su casa y él para ir a buscar a su madre, con quien había hablado durante el día para acordar con ella en pasarla a buscar a la salida del trabajo y después pasaron por la peluquería para ir a buscar a Tabatha al trabajo. Apenas llegó al lugar, se bajaron y él golpeó la puerta para que alguna de las tres le abriera.
—Está en el patio interno —le respondió su suegra cuando le abrió—. Hola Deborah, ¿cómo estás? —le preguntó amable a la mujer.
—Hola Uma, todo bien, ¿y tú? —formuló con una sonrisa.
—Todo tranquilo, ¿qué pasó? —inquirió demasiado intrigada.
—¿Tienen unos minutos tú y Lizzy? —le cuestionó y ella asintió con la cabeza—. Me gustaría hablar con todas ustedes —le expresó y Uma cambió su rostro, dándose cuenta del porqué Darrell estaba haciendo aquello.
—Oh vaya, creo saber ya de qué va todo esto —acotó entre sorprendida y con una sonrisa.
—Yo no tengo la más remota idea —comentó Deborah.
—¿No? ¿Tampoco te dijo que se está por ir? —le interrogó la madre de la joven a la mujer con una cara de sorpresa terrible.
—Sí, eso sí pero no me dijo nada más —confesó.
—Ahora vas a saberlo al detalle —contestó directa y cerró la puerta con seguro y bajó las persianas.
El arquitecto encontró a Tabatha regando las plantas y se acercó a ella para darle un beso en los labios, después saludó con una gran sonrisa a la madre de este con un abrazo seguido de un beso en la mejilla. Una vez que las vio a todas en el patio, volvió a hablar:
—Hoy me comuniqué con el dueño del proyecto y me dijo que nos espera dentro de quince días, más o menos para el veintiuno de junio debemos estar en México —les comentó a todas y sobre todo miró con atención a la joven—, y como ya sabemos la fecha, falta una última cosa —contestó con una sonrisa al mirar a la muchacha—, por lo que... —sacó una cajita del bolsillo del blazer y la abrió—, Tabatha, ¿aceptas casarte y vivir esta nueva aventura conmigo? —interrogó con cariño y a ella se le asomaron algunas lágrimas.
No esperaba ni por casualidad que él le pidiera matrimonio. Fuera por lo que fuese, le pedía que se casara con ella y aquel gesto demasiado precioso para la joven.
—Sí, te lo dije antes pero te lo vuelvo a decir, acepto casarme contigo —le expresó con total cariño.
Darrell sacó el anillo de la caja y se lo colocó en el dedo correspondiente y luego besó la mano para después besarla mientras la sujetaba de las mejillas.
Las mujeres felicitaron a los dos y la madre de la joven cuando la abrazó, no pudo evitar llorar.
—Estoy segura que viviendo en México, toda tu vida cambiará y para mejor —le confesó dándole un beso en la mejilla y volviéndola a abrazar.
—Te lo agradezco mucho, mamá. Te quiero —contestó abrazándola por la cintura.
—Yo también, preciosa —le respondió sonriéndole.
Estando allí pidieron algo para comer y bebieron algunas gaseosas para brindar por la buena noticia. Posterior a dos horas, cada una se retiró a su domicilio. Las tres mujeres se fueron en un auto, aunque Darrell quiso llevar a su madre, pero ella misma le dijo que no se preocupara ya que Uma se había ofrecido amablemente a llevarla hasta su casa. La pareja se fue hacia el departamento del hombre de nuevo.
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