Capítulo 8

A la hora del cierre de la peluquería, las tres se quedaron para acomodar y barrer el piso del salón de belleza. Mientras que hacían los quehaceres, tanto Uma como Lizzy le iban preguntando a la joven el lugar donde irían a vivir, hasta que su madre detuvo la escoba y la miró directamente a los ojos.

—Es demasiado sospechoso que de un momento al otro quieras o aceptes casarte con él, sin que Darrell no lo sepa aún, ¿acaso no estarás embarazada? —le preguntó con preocupación.

—No, no te preocupes que no lo estoy y si lo estuviera, ¿qué pasa? —le formuló con curiosidad.

—Nada, es solo que me pareció demasiada apurada tu respuesta pero bueno... —dijo su madre haciendo una pausa y pensando—, si ya sabes que puede que pierda la oportunidad y busquen a otro, supongo que no es una mala decisión.

—Quiero pensar que no la es —le contestó su hija con una sonrisa—, aunque tengo muchos miedos, principalmente porque no conozco a Darrell en una convivencia, sé que es atento, amable y bueno pero no sé cómo será de puertas adentro —comentó con algo de incertidumbre.

—Es mucho mejor que su hermano, de eso estoy muy segura —respondió Lizzy.

—Digamos que tu expareja y él son como el agua y el aceite, nunca podrán unirse —acotó Uma.

—Aparte de eso que me tiene algo intranquila, está el hecho de que... —expresó y le dio algo de vergüenza confesarlo—, nunca tuve relaciones con Evan, las veces que él intentó algo conmigo, lo esquivaba porque no se comportaba como yo esperaba y si Darrell se entera, no sé cómo reaccionará —les declaró a ambas.

—Reaccionará muy bien —le emitió Lizzy—, que el arquitecto no es un ogro, sabrá entenderte —admitió con certeza.

—Pero le parecerá muy raro y sorpresivo cuando se lo diga —expresó la muchacha—, si es que me atrevo a decírselo y dejo que lo descubra por él mismo —confesó tragando saliva.

—Sea cual sea la forma en que lo sepa, no pasará nada, él no será malo contigo, cariño —le contestó su madre abrazándola por el cuello y dándole un beso en la frente—. Antes que me olvide, me gustaría darte algo que siempre llevo conmigo —le emitió su madre dejando en un rincón la escoba y caminó hacia su cartera para abrirla.

—¿Qué es mamá? —le interrogó con curiosidad mientras la veía hurgar dentro del bolso.

—Esto, te lo iba a dar cuando era apropiado y creo que ahora es el momento correcto —le contestó su madre acercándose a ella y entregándole un papel en su mano.

—¿Un papel de revista? —cuestionó sorprendida.

—Ábrelo y dime qué te parece —le dijo con una sonrisa.

Tabatha hizo lo que su madre le había pedido y quedó asombrada por lo que vio.

—Mamá... —fue lo único que le salió—, es hermoso pero con Darrell no planeé nada como esto —le contestó haciendo énfasis en la imagen—, ni siquiera sabe que acepté casarme con él y de hacer algo, no será tan extravagante y pomposo como este vestido.

—Una sola vez te casarás, ¿no te parece que debes tener un hermoso vestido? —sugirió su madre.

—Tu madre tiene razón, ahora que pronto te casas es mejor ver un lindo vestido —le respondió Lizzy con otra sonrisa.

—Lo sé pero tampoco puedo decirles una cosa y luego Darrell quiera otra, incluso quizá por la manera tan rápida que surgió todo, puede que solo quiera casarse por el registro civil —le declaró sin ningún tono en su voz.

—No jovencita, si acepto que te cases y vayas a vivir a otro país con él, tendrán que casarse por iglesia, de otra manera no dejaré que salgas del país —confesó con seriedad.

—Mamá... lo que realmente vale es la libreta de casados del registro civil —le articuló para ver si así se calmaba un poco.

—Sé que lo que vale son las firmas del registro civil pero quiero que te cases por iglesia —reafirmó su madre sin doblegarse a su decisión.

—¿Y dices que te gusta este vestido? —le preguntó mirando de nuevo la imagen—, no es feo pero siento que es demasiado cargado.

—Contenta a tu madre y pide una cita con la diseñadora —volvió a decirle con una sonrisa.

—Primero que nada, tengo que hablar con Darrell —le replicó con firmeza—, y prefiero hablar con él antes que preparar algo de la "boda" que quieres que hagamos —le parloteó haciendo con sus dedos las comillas a la palabra boda.

—De acuerdo pero piénsalo, te verías preciosa en este vestido —contestó.

—Ni hablas del precio, ¿verdad? —cuestionó su hija arqueando una ceja.

—Si no lo averigüas no lo sabrás tampoco —afirmó.

—De a poco, por favor —le pidió la joven.

—Me parece que Uma está más entusiasmada por el vestido que su hija —metió el bocadillo Lizzy fuera de la conversación que ambas estaban manteniendo.

—No es que no me guste, lo encuentro algo exuberante, pero quizá sea porque nunca pensé en casarme —acotó Tabatha.

—Puede que sea eso también —respondió Lizzy de nuevo.

La charla de las tres, fue cortada por la aparición de Darrell en la peluquería. Pasaba a buscar a la muchacha.

—¿Qué hace aquí? —cuestionó Uma frunciendo el ceño.

—Me vino a buscar, me lo preguntó por mensaje de texto si podía y le dije que sí —expresó ella y su madre pensó en cómo podía persuadir a su yerno en la cuestión del casamiento por iglesia.

Tabatha le abrió la puerta y él una vez que entró, se dieron un beso.

—Ya que estás aquí, necesito contarte algo —articuló Uma y las otras dos mujeres la miraron con perspicacia.

—Uma... ¿por qué no me ayudas a acomodar las cosas que quedaron en el patio interno? —le sugirió a la mujer en pregunta.

—Después se podrá hacer eso, quiero preguntarte algo, Darrell —le replicó con interés y él la miró a la cara—, ¿te vas a casar con mi hija? —formuló sin darle tiempo a su hija para que cerrara la boca.

—Mamá... iba a hablar yo luego con él —le expresó con incomodidad y frunciendo el ceño.

—Es mejor que se hable todo acá —contestó sin vueltas.

—Eres desubicada a veces, Uma —le dijo su amiga enojada.

—Perdón pero es que todo es tan rápido que necesito saber con certeza que mi hija va a estar bien contigo —confesó con preocupación la mujer mirando a Darrell.

—¿Me perdí de algo? —inquirió el hombre observando a Tabatha, a lo que esta enrojeció de la vergüenza.

—Me parece que tenemos que hablar —le admitió ella al mirarlo también—, vamos a otra parte para estar más tranquilos y así podremos charlar mejor —le emitió la muchacha y clavó los ojos en su madre.

—¿No se lo dirás aquí? —interrogó la mujer abriendo los ojos como platos.

—Ay Uma, déjalos tranquilos —contestó enojada Lizzy—, váyanse ahora. Nos quedaremos a terminar de acomodar todo —acotó para que se fueran de allí—, y luego tu madre podrá saber todo lo que la tiene preocupada —dijo revoleando los ojos.

Antes que volvieran a salir del local, Darrell habló dirigiéndose a su suegra.

—Tu hija estará bien cuidada, te lo aseguro. Veo por dónde viene todo esto y te digo que lo estará —le afirmó con claridad.

—Eso espero, porque si me entero de algo que no me gusta, te iré a buscar y se pudrirá todo —le respondió con un tono amenazante.

—No lo asustes, mamá —le articuló con incomodidad.

—No me asusta pero la respeto y sé lo mucho que te quiere, por eso actúa así —le contestó a la joven apenas la miró—, y tienes que estar tranquila que tu hija estará bien —le aseguró cuando se dirigió a Uma.

—Creo que ambos nos entendemos muy bien y me alegra saber que los dos queremos lo mismo también —le expresó con sinceridad—. En ese caso, pueden irse para hablar de varias cosas —les comentó con una sonrisa.

—Nos vemos mañana, buenas noches —les respondió a las dos y las saludó con un beso en las mejillas.

—Pásenla bien —acotó Lizzy con una pícara sonrisita.

Tabatha ni siquiera le dijo algo, pero se rio cuando escuchó el comentario de la mujer, pronto salieron del salón de belleza tomados de la mano.

A medida que Darrell conducía hacia su departamento, iban hablando de lo que él supo gracias a su suegra.

—¿Me dirás el porqué tu madre me preguntó lo del casamiento? —inquirió con intriga.

—Porque yo se lo conté a las dos y como no me quedé convencida el viernes pasado cuando me dijiste que había tiempo sobre eso, llamé a tu estudio y hablé con Lory —le declaró con sinceridad.

El hombre detuvó el auto contra la acera de una calle y Tabatha se puso alerta, sin evitarlo, recordó la trágica noche.

—¿Qué te contó? —le preguntó observándola con atención a los ojos.

—Lo que quería saber, hoy a la mañana la llamé y me dijo que le pediste una semana para pensarlo al dueño del proyecto, ¿por qué lo tienes que pensar? —le cuestionó con interés.

—Porque es lo más lógico —le respondió.

—¿Acaso no quieres aceptar el trabajo para construir el complejo? —le interrogó de nuevo.

—Sí, sino, no habría enviado el diseño pero tampoco voy a atarte a algo que no quieres hacer o por lo menos, no por el momento —le articuló con afirmación— aunque tenía intenciones de pedirte matrimonio más adelante —le confesó.

—Por eso, ¿qué más da que sea ahora para casarnos? Tú quieres ese trabajo y yo quiero ser, en parte, la responsable de que eso suceda —le emitió con seguridad y algo de dulzura en su voz.

Darrell se acercó para quedar frente a frente, la joven ni se movió cuando vio que se inclinaba hacia ella, quizá por miedo volvió a quedarse estática y callada.

—¿De verdad me lo dices? —le formuló con el ceño un poco fruncido y curioso.

Tabatha asintió con la cabeza.

—De verdad te lo estoy diciendo, lo único que mi madre pide, es que pasemos por la iglesia para casarnos también —le dijo con algo de incomodidad.

—Tu madre quiere algo que no sé si será posible, no creo que los tiempos nos den para algo así —comentó con dudas.

—Podrías preguntarle al dueño, ¿no? —le sugirió con una sonrisa.

—Podría hacerlo, ¿estás segura que quieres casarte? —volvió a interrogarla.

Se acercó mucho más a la muchacha y ella contuvo el aliento y abrió los ojos un poco más de asombro. Lo tenía tan cerca y estaban en un lugar tan reducido que los nervios se le dispararon con rapidez.

—Sí —respondió observándolo fijamente—, estoy segura que quiero casarme contigo —le reafirmó tragando saliva con dificultad.

Darrell la miró a los ojos detenidamente y frunció el ceño cuando la sintió nerviosa.

—¿Es mi parecer o te pusiste nerviosa? —formuló arqueando una ceja—. No te haré nada, Tabatha, solo esto —le expresó con una sonrisa y al acercarse más a su rostro, la termina besando.

—Quizás un poco lo esté —le declaró cuando se separaron pocos centímetros—, a veces todavía tengo miedo o pienso que terminarás por hacerme daño, pero sé que no y solo son cosas mías —le dijo al instante—. Estoy segura que con el tiempo, todo se me pasará y quedará atrás.

—Claro que sí, preciosa —le confesó con una sonrisa y le acarició la mejilla para luego volver a besarla.

—¿Vamos a tu departamento? —le interrogó y él se sorprendió—, comemos algo y dormimos —sonrió para calmarlo a él y a ella misma también—. No te lo esperabas, pero lo acabo de pensar porque creo que sería bueno para mí —contestó con seriedad.

—Bueno, lo acepto pero vayamos a tu casa para buscar algo de ropa y lo que necesites, ¿te parece bien? —le declaró Darrell volviendo a sentarse en el asiento.

—Claro —respondió con una sonrisa.

Tabatha se sintió más tranquila y suspiró acomodándose mejor en el asiento del acompañante. Pronto llegaron a la casa de la joven, tomó algunas cosas necesarias y ropa de cama y otra para el día siguiente y después de salir y volver a entrar al auto, el arquitecto retomó el camino hacia su departamento, que lo tenía en el centro de la ciudad.   

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